Un nimbo, halo o aureola (del latín, nimbus, "nube oscura" o "aureola") es la luminosidad, a modo de corona, usualmente circular, que aparece detrás y alrededor de la cabeza en una imagen o icono. Como símbolo, hace destacar la luz espiritual o divina del personaje representado.
Aunque se suele emplear como sinónimo de aureola, ésta suele colocarse sobre la cabeza (un círculo o elipse suelto o rozando la cabeza) o bien su luminosidad puede envolver todo el cuerpo del personaje.
A modo indicativo, pueden distinguirse, entre otros, diferentes tipos de nimbos:
El nimbo fue empleado por los egipcios, hindúes, griegos y romanos en imágenes de dioses o personajes divinizados, como símbolo de poder y grandeza.
En las representaciones pictóricas más antiguas encontradas, el nimbo era de hecho un disco y no un círculo, evocando a Ra el dios del disco solar en el Antiguo Egipto y este disco también apareció especialmente sobre la cabeza de los dioses egipcios Jonsu o Hathor. En la antigüedad greco-romana aparece sobre las cabezas de dioses como Helios o Apolo. Durante el Imperio Romano, el nimbo va a tomar la forma de un círculo perfecto, especialmente en las representaciones de emperadores divinizados.
También se han representado nimbos y aureolas con mucha frecuencia en el arte de la India, sobre todo en la iconografía budista, donde se han atestiguado por lo menos desde el siglo I.
El nimbo se incorporó al arte paleocristiano durante el siglo IV, con las primeras imágenes icónicas de Cristo, en un principio la única figura representada (junto con su símbolo, el Cordero de Dios). Inicialmente, el nimbo fue considerado en algunos casos como una representación del Logos de Cristo, su naturaleza divina, y por tanto, muy tempranamente se representa antes de su bautismo por Juan el Bautista sin nimbo, siendo cuestión de debate si su Logos era innato a su nacimiento (punto de vista ortodoxo), o adquirida por el bautismo (punto de vista nestoriano). En este periodo también es representado como un niño o joven en los bautismos, aunque esto puede ser una forma de representación hierática y no relacionada con la edad.
También, el nimbo cristiano se encuentra en imágenes ubicadas en las catacumbas. Los cristianos imitaban ya la costumbre de los romanos, que rodeaban con un símbolo luminoso a los dioses y emperadores. Desde el siglo VII, se generaliza a todos los santos pero aún se conserva para otros personajes hasta el siglo XII según se aprecia en miniaturas de algunos códices en marfiles y mosaicos. En el caso de los santos cristianos, el nimbo que rodea la cabeza simboliza la luz divina que alcanza el entendimiento del hombre, el cual la irradiará a su alrededor.
El nimbo también se ha utilizado en animales, en la medida que estos últimos simbolicen a personajes sagrados. El cordero y el fénix que simbolizan a Cristo están a menudo "nimbados".
El nimbo crucífero se halla desde el siglo VI, marcado con tres bandas que recuerdan la cruz de Cristo o la Santísima Trinidad, por ejemplo, en las fiolas del Tesoro de Monza) y el nimbo formado por estrellas se aplica a la Virgen María desde el siglo XVI. En algunas escuelas regionales de pintura se usó en la Edad Media el nimbo poligonal, reservado para personajes del Antiguo Testamento.
Se ha observado que en la iconografía cristiana, el uso del nimbo puede regirse, en parte, por unas reglas no escritas:
En la iconografía tántrica del budismo tibetano, el cuerpo de los budas y los bodhisattvas aparece con un doble nimbo: uno en torno a la cabeza (como es usual en el arte cristiano) y otro mayor aureolando el cuerpo sentado sobre la flor de loto.
En el actual escudo de Puerto Rico, que data de 1511, el escudo más viejo del Continente Americano, aparece un Agnus Dei (cordero de Dios) con nimbo, sobre un libro del que sobresalen los siete sellos descritos en el Apocalipsis.
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