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Nuevas Poblaciones de Andalucía y Sierra Morena



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Las Nuevas Poblaciones de Andalucía y Sierra Morena fueron una intendencia española cuya creación se inició hacia 1767, durante el reinado de Carlos III creada al amparo del Fuero de Población. Posteriormente, este Fuero fue derogado en tres ocasiones: entre 1810 y 1811 bajó el reinado de José I Bonaparte, por las Cortes de Cádiz (entre 1813[nota 1]​ y 1814) y durante el Trienio Liberal (1820-1823). La supresión definitiva se realizó el 5 de marzo de 1835, por Real Decreto. Durante su vigencia esta intendencia fue la «quinta provincia andaluza», con el mismo nivel político y administrativo que los cuatro reinos de Andalucía: Córdoba, Jaén, Sevilla y Granada.

Su creación se debe a un proyecto ilustrado elaborado por Campomanes y encomendado a Pablo de Olavide, que consistía en poblar las grandes extensiones despobladas existentes en el curso del Camino Real de Andalucía: el desierto de Sierra Morena o de la Peñuela, en el reino de Jaén, el desierto de La Parrilla, entre Córdoba y Écija, y el desierto de la Monclova, entre Écija y Carmona.[1]​ El objetivo era favorecer la seguridad del tráfico de personas y mercancías que circulaban por el camino de Andalucía, especialmente de los peligros derivados del bandolerismo. Para ello se fomentó en esos lugares la agricultura y la industria, atrayendo colonos centroeuropeos católicos, principalmente alemanes, flamencos y suizos. Los primeros colonos fueron traídos por el aventurero bávaro Johann Kaspar Thürriegel.[nota 2]

La iniciativa pretendía implantar una nueva organización social, liberada en cierto modo de las restricciones jurisdiccionales del Antiguo Régimen.[nota 3]​ Para ello se redactó el Fuero de las Nuevas Poblaciones,[2]​ que regulaba los aspectos de la vida económica y social de los colonos.

Los nuevos asentamientos humanos no recibieron el nombre de ciudad, villa o lugar, sino que se conocían como feligresías y aldeas y todas en conjunto como «Nuevas Poblaciones». La capitalidad de la intendencia y la sede del intendente se estableció en La Carolina, cuya construcción ya estaba finalizada en 1770, y en la La Carlota.

Con la caída de Pablo de Olavide, el 22 de marzo de 1795, Tomás González Carvajal fue nombrado intendente de las Nuevas Poblaciones de Andalucía y Sierra Morena.

En Sierra Morena se crearon las Nuevas Poblaciones de: Aldeaquemada, Arquillos, Carboneros, La Carolina —siendo la capital—, Guarromán, Miranda del Rey, Montizón, Navas de Tolosa, El Rumblar y Santa Elena.[nota 4]La Concepción de Almuradiel, por su parte, estaba enclavada en La Mancha.

En la Baja Andalucía se crearon las nuevas poblaciones de: La Carlota —siendo su capital—, La Luisiana, Fuente Palmera, San Sebastián de los Ballesteros y la aldea de San Calixto, en el paraje de la Sierra de Tardón —en término municipal de Hornachuelos—.[nota 5]

En otros lugares del reino de Sevilla alejados del Camino Real de Andalucía se crearon otras poblaciones similares aunque no formaron parte en las Nuevas Poblaciones de Sierra Morena y Andalucía ni gozaron de sus fueros. Estas poblaciones fueron Prado del Rey y Algar.

La colonización de Sierra Morena fue un proyecto llevado a la práctica por Pablo de Olavide, intendente de Carlos III para Andalucía, por el que unos seis mil colonos centroeuropeos se asentaron en una zona situada en la ladera sur de Sierra Morena, en España, en las actuales provincias de Jaén, Córdoba y Sevilla. La colonización, financiada por el Estado, pretendía fomentar la agricultura y la industria en una zona despoblada y amenazada por el bandolerismo.

En 1767, Centroeuropa se hallaba en una crisis debida tanto a los conflictos internacionales como a malas cosechas. Por otro lado, el monarca de España, Carlos III, quería colonizar algún territorio bajo su bandera con aquellos labradores alemanes y flamencos que le ofreció Gaspar de Thurriegel, oficial bávaro. Se pensaron tres territorios como posibles para que los colonizaran aquellos aventureros del centro de Europa:

Se llevó a Sierra Morena a unos seis mil colonos repartidos por distintas fundaciones: La Carolina, La Carlota, La Luisiana, y otras hasta el total de quince pueblos que se fundaron en el proceso. Las casas construidas estaban diseminadas en el campo y cerca del gran camino de Andalucía. Cada cuatro o cinco localidades estaban agrupadas en feligresías, para las que se elegían un alcalde y un síndico representante. También se construyó una iglesia en cada feligresía.

A cada familia de colonos se le dieron unas cincuenta fanegas de tierra para cultivos de secano y regadío, cinco gallinas, cinco cabras, cinco ovejas, dos vacas y una puerca de parir. Además, estaban exentos de pagar tributos durante diez años tras su llegada a la colonia y estaban protegidos por un fuero especial.

Tras los primeros años, muchos de los colonos fueron sustituidos por españoles ya que habían muerto por enfermedades, por el calor veraniego o por los ataques de los terratenientes de Écija o de otras poblaciones cercanas, disconformes con que se les hubieran quitado las tierras para instalar allí a inmigrantes extranjeros exentos de pagar tributo.

Pese a los problemas, la colonización se afianzó y a finales del reinado de Carlos III vivían en la zona mil quinientas familias. En 1835 les fue retirado el Fuero de que disfrutaban, y muchas colonias entraron en crisis debido a que pasaron a ser poblaciones normales.

Actualmente, los descendientes de los colonos viven sobre todo en las poblaciones de La Carlota, La Luisiana, Cañada Rosal, La Carolina y otras cercanas, conservando algunos apellidos extranjeros, su fisionomía, como cabello claro, ojos azules, etc., o bien fiestas como la de los huevos pintados, que se dan en muchos climas húmedos europeos, desde Asturias hasta Rusia. No se piense, de todos modos, de los descendientes de los colonos como una suerte de colectivo inmigrante que han conservado algo de su cultura, como el caso de los italianos o irlandeses en Estados Unidos, por ejemplo. Si no fuera por el aspecto extranjero de algunos, y apellidos extraños al oído español, no se diferenciarían en absoluto de otros españoles y andaluces.



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