La oleada de aeronaves de 1896-1897, también referidas como dirigibles misteriosos o dirigibles fantasma, alude a la visión de una clase de objetos voladores no identificados reportados a partir de una serie de informes periodísticos originados en el oeste de Estados Unidos y que se extendieron hacia el este del país desde finales de 1896 hasta principios de 1897. Según el investigador Jerome Clark, los avistamientos fueron divulgados por todo el mundo durante los años 1880 y 1890.
Dichos informes de dirigibles misteriosos son vistos como un predecesor cultural de los modernos avistamientos de ovnis caracterizados por su fisonomía como platillos volantes y pilotados por extraterrestres. Los informes típicos de aeronaves implicaban luces no identificadas, pero reportes más detallados relataron naves comparables a un dirigible. Los informes de los presuntos tripulantes y pilotos los describían generalmente como de apariencia humana, aunque a veces la tripulación afirmaba ser de Marte.
Se creía popularmente que las aeronaves misteriosas provenían de algún genial inventor que no estaba listo para poner en conocimiento su creación pública.Thomas Edison era la mente tras las pretendidas aeronaves, que en 1897 “se vio obligado a emitir una declaración enérgica” negando su responsabilidad.
Por ejemplo, se especuló tanto con queSe ha argumentado con frecuencia que no es probable que las misteriosas aeronaves representasen vuelos de prueba de dirigibles reales manufacturados por el ser humano, ya que no se conocen registros exitosos de vuelos sostenidos o de largo alcance, y “habría sido imposible, por no decir irracional, mantener tal cosa en secreto”.Solomon Andrews hizo vuelos de prueba satisfactorios de su “Aereon” en 1863), pero sus capacidades eran mucho más limitadas que las de los misteriosos dirigibles. Reece y otros señalan que los periódicos norteamericanos contemporáneos de la época del “periodismo amarillo” tenían más probabilidades de imprimir historias y bromas elaboradas que las fuentes de noticias modernas, y los editores de finales del siglo XIX esperaban a menudo que el lector comprendiera que tales historias eran falsas. La mayoría de los periodistas de la época no parecieron tomar los informes de los dirigibles muy en serio, ya que después de que concluyese la oleada principal de 1896-97, el tema disminuyó rápidamente en la conciencia pública. Las historias del dirigible recibieron atención adicional solamente después de que los informes periodísticos de 1896-97 fueran en gran parte redescubiertos a mediados de los años 60 y de que los investigadores ovni sugirieran que los dirigibles podrían representar los precursores anteriores a los avistamientos ovni posteriores a la Segunda Guerra Mundial.
Por el contrario, sin embargo, había de hecho varios dirigibles funcionales manufacturados antes de los informes de 1896-97 (por ejemplo,La más conocida de las oleadas de la misteriosa aeronave comenzó en California en 1896. Posteriormente, informes y relatos de aeronaves similares vinieron de otras áreas, moviéndose generalmente hacia el este por todo el país. Algunos reportes durante esta ola de informes de aeronaves afirmaron que los ocupantes eran visibles en algunos dirigibles, divulgándose también encuentros con los pilotos. Estos ocupantes a menudo parecían ser humanos, aunque su conducta, manierismos y vestimenta fueron a veces reportados como inusuales. En ocasiones los aparentes seres humanos afirmaron ser del planeta Marte.
El historiador Mike Dash describió y resumió la serie de avistamientos de aeronaves de 1896-1897 escribiendo:
Hubo un número de informes de aeronaves misteriosas en la costa este de los Estados Unidos en 1887.
También fueron reportados una serie de avistamientos de la aeronave misteriosa en 1909 en Nueva Inglaterra, Nueva Zelanda y varios lugares de Europa. Informes posteriores vinieron del Reino Unido en 1912 y 1913. Sin embargo, para entonces la tecnología del dirigible estaba bien avanzada (el Conde Ferdinand von Zeppelin había estado volando sus masivos dirigibles de pasajeros durante casi una década para entonces), haciendo la perspectiva de que éstos pudieran haber sido pequeños dirigibles privados en lugar de pruebas de visitas extraterrestres o los engaños de los periódicos más razonables.
Wallace Tillinghast, un hombre de negocios de Massachusetts, ganó notoriedad por las afirmaciones de que era responsable de la oleada de 1909 debido a un dirigible que había construido, pero sus afirmaciones nunca fueron fundamentadas.
Jerome Clark escribe: "Una característica curiosa de las oleadas de la aeronave después de 1887 fue el fracaso de cada una de ellas en adherirse a la memoria histórica. Aunque la de 1909, por ejemplo, trajo una avalancha de avistamientos en todo el mundo y la discusión y especulación concomitantes, los relatos contemporáneos no aluden a los acontecimientos enormemente publicitados de poco más de una década antes".
Clark escribe que cualquier intento de «descubrir la verdad sobre el alboroto de la aeronave de finales del siglo XIX se enfrenta a algunas realidades infelices: la cobertura de los periódicos no era confiable; ningún investigador independiente ('aeronavologos') habló directamente con los presuntos testigos o intentó verificar o desacreditar sus testimonios; y, con una sola excepción insatisfactoria, ningún testigo ocular fue entrevistado incluso en los años 1950, cuando algunos estaban todavía presumiblemente vivos».
La “sola excepción insatisfactoria” que Clark cita es un exempleado del San Francisco Chronicle entrevistado por teléfono por Edward J. Ruppelt en 1952. Ruppelt escribió que el hombre "había sido el chico de los recados de la redacción... y recordó el incidente, pero el tiempo había eliminado los detalles. Me dijo que él, el editor del periódico y el personal de noticias habían visto “la nave”, como se refirió al ovni. Su historia, a pesar de que tenía cincuenta y seis años, pegaba con otras que había oído cuando dijo que nadie en el periódico le contó a nadie lo que había visto; no querían que la gente pensara que estaban “locos”.
Jacobs señala: «La mayoría de los argumentos en contra de la idea de la aeronave vinieron de individuos que asumieron que los testigos no vieron lo que afirmaron ver. Éste es el vínculo crucial entre el fenómeno de 1896-97 y el fenómeno moderno de los objetos voladores no identificados que comenzó en 1947. También fue central en el debate sobre si los objetos voladores no identificados constituían un fenómeno único».
En 2009, el autor estadounidense J. Allan Danelek escribió un libro titulado The Great Airship of 1897
en el que defendió que la aeronave misteriosa fue obra de un desconocido, posiblemente financiado por un acaudalado inversor de San Francisco, el cual decidió construir una aeronave prototipo como vehículo de prueba para una serie posterior de aeronaves de pasajeros más grandes. En el trabajo, Danelek demuestra cómo la nave pudo haber sido construida usando materiales y tecnologías disponibles en 1896 (incluyendo dibujos lineales especulativos y detalles técnicos). La nave, propone Danelek, fue construida en secreto para salvaguardar su diseño de la infracción de patentes, así como para proteger a los inversores en caso de fracaso. Observando que los vuelos fueron vistos inicialmente sobre California y sólo más tarde sobre el Medio Oeste, especula que el inventor estaba haciendo una serie de vuelos de prueba cortos, moviéndose de oeste a este y siguiendo las líneas ferroviarias principales para el apoyo logístico, y que fueron éstos vuelos experimentales los que formaron la base para muchos, aunque no todos, de los reportes de periódicos de la época. Danelek también señala que los informes terminaron abruptamente a mediados de abril de 1897, lo que sugiere que la nave pudo haberse encontrado con el desastre, poniendo fin a la aventura y permitiendo que los avistamientos cayeran en el reino de la mitología.Durante la oleada de 1896-97 hubo muchos intentos de explicar los avistamientos de aeronaves, incluyendo bulos, bromas, trucos publicitarios y alucinaciones. Un hombre sugirió que las aeronaves eran enjambres de luciérnagas identificados erróneamente por los observadores.
Jacobs cree que muchas historias de aeronaves se originaron a partir de «reporteros emprendedores que perpetraban embustes periodísticos».
Señala que muchos de estos relatos «son fáciles de identificar debido a su tono irónico y énfasis en lo sensacional». Además, en muchos de esos engaños periodísticos, el autor hace su intención obvia “diciendo - en la última línea - que estaba escribiendo desde un manicomio (o algo así)”. Algunos argumentaron que los informes de aeronaves eran reportes auténticos. Diversos dirigibles habían sido volados públicamente en los Estados Unidos desde el Aereon de 1863, y numerosos inventores estaban trabajando en diseños de dirigibles y aviones (la idea de que un inventor secreto podría haber desarrollado una nave viable con capacidades avanzadas fue el foco de la novela de Julio Verne de 1886 Robur el conquistador). De hecho, dos oficiales e ingenieros franceses del ejército, Arthur Krebs y Charles Renard, habían volado exitosamente en un dirigible impulsado por electricidad, llamado La France, tan pronto como en 1885, realizando no menos de siete vuelos exitosos durante un período de once meses. También durante el período de 1896-97, David Schwarz construyó en Alemania un dirigible con cubierta de aluminio que voló con éxito sobre el aeropuerto de Berlín-Tempelhof antes de dañarse irreparablemente durante un duro aterrizaje. Ambos acontecimientos demostraron claramente que la tecnología para construir un dirigible práctico existió durante el período en cuestión, aunque si los informes de las capacidades de la aeronave de California y del Medio Oeste avistada en 1896-97 son verdaderos, habría sido considerablemente más avanzada que cualquier dirigible construido hasta ese momento.
Varios individuos, incluyendo Lyman Gilmore y Charles Dellschau, fueron identificados más adelante como candidatos posibles de haber estado implicados en el diseño y la construcción de los dirigibles, aunque poca evidencia fue encontrada en apoyo de estas ideas.
Fuentes tempranas citan la hipótesis extraterrestre, todas a partir de 1897, incluyendo el Washington Times, que especuló que las aeronaves eran “un grupo de reconocimiento de Marte”; y el Saint Louis Post-Dispatch, que sugirió sobre las aeronaves que “estos pueden ser visitantes de Marte, temerosos, al fin, de invadir el planeta que han estado buscando”. En 1909, una carta impresa en el Otago Daily Times (Nueva Zelanda) sugirió que los misteriosos avistamientos de aeronaves que se estaban reportando entonces en ese país se debían a “naves espaciales marcianas impulsadas atómicamente”.
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