Oswaldo Reynoso cumple los años el 10 de abril.
Oswaldo Reynoso nació el día 10 de abril de 1931.
La edad actual es 93 años. Oswaldo Reynoso cumplió 93 años el 10 de abril de este año.
Oswaldo Reynoso es del signo de Aries.
Oswaldo Reynoso nació en Arequipa.
Jorge Oswaldo Reynoso Díaz (Arequipa, 10 de abril de 1931 - Lima, 24 de mayo de 2016) fue un escritor y profesor peruano. Miembro de la «Generación del 50», es considerado uno de los autores más destacados de la narrativa contemporánea de su país; a pesar de lo cual no alcanzó la proyección internacional de otros autores de la misma como Julio Ramón Ribeyro o Mario Vargas Llosa hasta sus últimos años. Sus obras más importantes incluyen el libro de cuentos Los inocentes (1961) y las novelas En octubre no hay milagros (1965) y Los eunucos inmortales (1995).
Nació en el barrio de San Lázaro de Arequipa, el 10 de abril de 1931, siendo el sexto de los ocho hijos de Luis Reynoso y Rosa Díaz, ambos tacneños y residentes de la provincia durante la ocupación chilena. Su vocación por la lectura le fue inculcada desde temprano, gracias a la biblioteca familiar y a la Biblioteca Municipal de Arequipa, por entonces a cargo del poeta César Atahualpa Rodríguez, donde llegaban libros traidos por ferrocarril desde Buenos Aires, lo que le permitió acceder tanto a autores locales como extranjeros, clásicos y contemporáneos. Así, además de escritores nacionales como Abraham Valdelomar y César Vallejo, a quienes siempre admiró, leyó a argentinos como Jorge Luis Borges y Julio Cortázar y a clásicos universales como Honoré de Balzac, Fiodor Dostoievski y León Tolstoi, además de poetas franceses, especialmente los simbolistas como Arthur Rimbaud, Paul Verlaine, Charles Baudelaire, Stéphane Mallarmé o el Conde de Lautréamont, entre muchos otros.
Como hijo de una familia de tradición católica,Colegio San Francisco. En el Colegio de los Hermanos Cristianos, por ese entonces a cargo de sacerdotes españoles de ideología franquista, Reynoso recibió una severa educación religiosa y conservadora, que lo marcó durante toda su infancia, hasta que el descubrimiento de la sexualidad en la adolescencia lo acercó al ateismo. Por el contrario, en el Colegio San Francisco tuvo una formación más laica, gracias a que varios de los profesores que enseñaban allí, como Héctor Cornejo Chávez y Mario Polar Ugarteche, eran además profesores universitarios.
cursó sus estudios primarios en el Colegio de los Hermanos Cristianos de La Salle y la secundaria en elEn 1950 Reynoso se matriculó en la carrera de Letras en la Universidad Nacional de San Agustín, el mismo año en que participó en la huelga de estudiantes contra la dictadura de Odría, que fue duramente reprimida por el Ejército, otra experiencia que lo marcó vivamente, al ver cómo retiraban los cadáveres de los edificios. Durante la represión fue detenido el padre del escritor, acusado de ser un espía chileno. Tanto Luis Reynoso como su esposa eran estigmatizados por haber nacido en Tacna durante la ocupación chilena, algo que le molestaba profundamente, al punto de decirle a su hijo en su lecho de muerte, un año más tarde, «Oswaldito, muero sin patria».
Tras la muerte de su padre, en 1952 se trasladó a Lima al conseguir una beca para estudiar el profesorado de Lengua y Literatura en el Instituto Pedagógico Nacional, que poco después se convirtió en la Escuela Normal Superior Enrique Guzmán y Valle, más conocida como La Cantuta, de donde egresó como profesor en 1954.
Durante sus años en La Cantuta Reynoso tuvo sus primeros contactos con otros escritores, algunos de los cuales como Manuel Moreno Jimeno, Walter Peñaloza y José María Arguedas, fueron profesores suyos y más tarde colegas. Una vez recibido, ejerció como docente en diversas instituciones, tanto en colegios de Lima y Venezuela como en universidades, incluyendo la Universidad de San Agustín, La Cantuta, la Universidad de Huamanga o la Universidad Federico Villarreal. Por entonces también conoció a Wáshington Delgado, Eleodoro Vargas Vicuña, Javier Sologuren y Alejandro Romualdo, con quienes empezó a compartir no solo las aulas universitarias, sino también largas horas en el bar El Palermo, emblemático establecimiento del centro de Lima que durante años sirvió de punto de reunión a escritores, periodistas y profesores.
En 1955 publicó su primer libro, el poemario Luzbel; sin embargo, aun cuando parecía iniciar una promisoria carrera como poeta, Reynoso prefirió dedicarse a la narrativa. Fue así que en apenas unos meses escribió una serie de cuentos en los que recrea el mundo de los jóvenes limeños marginales, basados en sus propias experiencias de adolescencia y como profesor, que después, alentado por sus amigos, reunió en Los inocentes, publicado en 1961. El mismo día de la presentación, en el Bar Palermo, Reynoso le dio el libro a Martín Adán, a quien admiraba y que también era cliente frecuente del lugar. Después de varias semanas de silencio, el poeta le dijo «su libro me dio miedo por usted, usted va a sufrir mucho en el Perú».
Las palabras de Adán resultaron proféticas, ya que el libro escandalizó a la crítica literaria y la prensa de la época, que lo calificó de «pornográfico», y al autor de «corruptor de menores», llegando incluso a reclamar que se le retire su título de maestro por escribir cosas impropias de alguien de esa profesión. Según César Toro Montalvo, la sociedad peruana machista y conservadora de ese entonces no estaba preparada para la audacia de Reynoso, no tanto por la temática adolescente (que ya venían abordando otros autores) sino por por su tratamiento de temas como la sexualidad (en particular la homosexualidad) y el uso del argot callejero sin eufemismos, como se estilaba hasta poco antes. Al respecto, el mismo escritor dijo: «Yo no soy un moralista. Los moralistas pretenden el mejoramiento individual del hombre, quiero que la sociedad entera se salve. Pues bien, yo he deseado una sociedad en la que no existe el amor y en la que la sexualidad es una forma de evasión, una forma de olvido de sí mismo». En contraste con los furibundos ataques de la prensa, la obra fue defendida entre otros por Wáshington Delgado y José María Arguedas, quien escribió que «Reynoso ha creado un estilo nuevo: la jerga popular y la alta poesía reforzándose, iluminándose. Nos recuerda un poco a Rulfo en esto». Con todo, el libro logró convertirse en un referente de la literatura urbana, como lo probó el hecho de que ya en 1964 tuviera una segunda edición en la colección Populibros, dirigida por Manuel Scorza, con el título Lima en rock, ya que Scorza consideró que el original era «demasiado intelectual». Esta segunda edición, de diez mil ejemplares, contribuyó a aumentar la popularidad de la obra entre el público, y aun en la actualidad Los inocentes sigue siendo la obra más reeditada y traducida de Reynoso.
Con la aparición de su primera novela, En octubre no hay milagros, en 1965, donde hace una descarnada crítica a la doble moral de la sociedad y al mismo sistema político clasista y racista, el escándalo y la polémica fueron aun más violentos. El crítico José Miguel Oviedo dijo que la novela tenía «páginas hediondas que deben arrojarse, sin más, a la basura» y se refirió a Reynoso como «un marxista rabioso fascinado por la abyección, la morbosidad y la inmundicia en que se revuelca el hombre de esta misma pudibunda ciudad». En esta ocasión, los encargados de defender la obra fueron Sebastián Salazar Bondy y Mario Vargas Llosa, irónicamente un autor al que Oviedo le había dedicado críticas elogiosas. De todas formas, como sucedió con su libro anterior, la censura por parte de la prensa y la crítica oficial llevaron a que la novela se volviera un clásico de culto, manteniéndose junto con Los inocentes como las obras más populares de Reynoso entre el público, quien dijo considerarse «el best seller clandestino del Perú».
El mismo año de su debut como novelista, Reynoso fundó el Grupo Narración en compañía de Miguel Gutiérrez y Antonio Gálvez Ronceros, con la idea de editar una revista literaria con el mismo nombre, que pretendía ser al mismo tiempo un espacio de difusión de la nueva narrativa y un espacio de discusión crítica y política desde una perspectiva marxista. La publicación sacó su primer número en noviembre de 1966, y en su breve trayectoria reunió a importantes exponentes de la narrativa, la poesía y la ensayística peruanas, entre ellos, José Watanabe, Augusto Higa, Eduardo González Viaña, Roberto Reyes Tarazona, Hildebrando Pérez Huarancca, Ana María Mur y Rosa Carbonel.
En 1970 publicó El escarabajo y el hombre, donde vuelve sobre los mismos temas con una estructura más experimental (tres planos narrativos superpuestos) y un mayor trabajo con el lenguaje, y en la que su visión pesimista sobre la sociedad y la condición humana alcanza su punto más alto; sin embargo, al momento de su aparición no obtuvo la misma resonancia que sus dos libros anteriores, debido a la censura de la prensa, que apenas le dedicó un comentario. Tras esta obra, Reynoso no volvió a publicar otro libro en más de dos décadas.
A cinco años de su aparición, en julio de 1971 se publicó el segundo número de Narración, con una selección de textos de José Carlos Mariátegui. Esta edición exhibió una radicalización de las ideas políticas del grupo, expresada en la crítica al gobierno de Juan Velasco Alvarado, postura que contrastaba con la de otros escritores e intelectuales izquierdistas que adhirieron al régimen por sus políticas nacionalistas y distribucionistas. La radicalización fue aun más lejos en el tercer número, aparecido en julio de 1974, en el que se debatía el fracaso de la "vía pacífica al socialismo" y la necesidad de la lucha armada contra «la burocracia y el Ejército». Sin embargo, los proyectos personales de sus integrantes y el fracaso de un proyecto editorial que no prosperó llevaron a la descontinuación de la revista en 1976. Un año más tarde, el dictador Morales Bermúdez intervino La Cantuta, donde Reynoso era vicerrector, por lo que el escritor se exilió en la República Popular China. Cuando en 1979 regresó de vacaciones, fue detenido acusado de organizar una manifestación contra el régimen, siendo liberado gracias a las gestiones de Vargas Llosa, tras lo cual volvió a China, donde permaneció los siguientes diez años.
Reynoso llegó a China en 1977 contratado como corrector de estilo en la agencia Xinhua, para la que también trabajó Miguel Gutiérrez por esos mismos años; al mismo tiempo, continuó con su labor docente como profesor en la Universidad de Pekín. La intención de Reynoso al viajar al país asiático era vivir en un país socialista; sin embargo, la experiencia lo desalentó, ya que su llegada coincidió con el inicio de las reformas económicas que siguieron a la muerte de Mao Tse Tung, con las que se abandonó el maoísmo en favor de un socialismo de mercado, al que Reynoso vio como una restauración capitalista. Aun así, permaneció en el país hasta 1989, cuando se producen las protestas organizadas por estudiantes en la Plaza de Tiananmén que, después de varias semanas de negociaciones, terminaron con la represión del gobierno en lo que se conoció como la masacre de Tiananmén, tras lo cual regresó definitivamente al Perú.
Su regreso al país coincidió con el auge del conflicto interno protagonizado por Sendero Luminoso, grupo armado de orientación maoísta liderado por Abimael Guzmán, un ex profesor universitario al que Reynoso llegó a conocer en Arequipa. En 1992 volvió a ser blanco de persecución política, al ser incluido en una lista de sospechosos de delitos de terrorismo por el régimen de Alberto Fujimori. El escritor fue vigilado y acusado formalmente, por lo que llegó a pasar todo un año encerrado en su casa para evitar ser detenido; finalmente, la causa en su contra se interrumpió por el escándalo de la masacre de La Cantuta y fue declarado inocente. Paralelamente a la persecución policial, Reynoso también era buscado por los jóvenes lectores y escritores, por lo que empezó a reunirse con ellos en bares y cafés del centro de Lima, como el Queirolo de la calle Quilca, para departir de literatura o leer las obras que le llevaban; tiempo después comenzó a dictar talleres literarios en su departamento.
Después de más de dos décadas, Reynoso publicó dos novelas marcadamente autobiográficas, En busca de Aladino en 1993 y Los eunucos inmortales en 1995, basadas en sus años en China y su desencanto con la experiencia socialista, especialmente la segunda, centrada en las protestas estudiantiles de Tiananmén. Con estas obras se inaugura lo que la crítica considera el segundo período de la obra de Reynoso, donde la crítica social da lugar a la reflexión sobre el goce estético y erótico, así como una tendencia a la autorreferencialidad, ya que a partir de entonces comienza a incluirse como protagonista o utilizar experiencias de su propia vida en sus obras. Pese a no ser de sus novelas más comentadas, hay quienes consideran a Los eunucos inmortales como la obra más ambiciosa y acabada del escritor.
Los últimos años de Reynoso estuvieron marcados por un creciente reconocimiento institucional y la canonización de su figura como autor, ya que sus libros Los inocentes y En octubre no hay milagros empezaron a ser incluidos en los planes de lectura de colegios secundarios,2005, después de otro hiato de diez años, volvió a publicar otra novela, El goce de la piel, a la que siguió Las tres estaciones en 2006, en el que recuperó cuatro cuentos escritos en los años sesenta y revisados para su publicación. A principios de ese año, la Universidad Ricardo Palma reunió su obra completa en dos volúmenes, bajo el título de Narraciones, aunque también incluyó su poemario Luzbel y una serie de crónicas que escribió para Expreso, así como una novela inédita e inconclusa escrita en los años sesenta, Los Kantús, de la que sólo se publicaron algunos capítulos sueltos en revistas.
lo que llevó a que fuera descubierto por una nueva generación de jóvenes lectores, como ya le había pasado en los noventa. EnEl reconocimiento oficial en su país coincidió con su descubrimiento en el extranjero, que también se produce por entonces. Así, en 2009 una editorial independiente edita En octubre no hay milagros por primera vez en Argentina, lo que hizo que la prensa de ese país hablara de «el secreto mejor guardado de la literatura peruana», tras lo cual se sucedieron viajes a ferias y presentaciones en Argentina, Chile y Colombia, y le llegaron ofertas para traducir Los inocentes y El escarabajo y el hombre al francés y el búlgaro, mientras que En octubre no hay milagros se tradujo al italiano. Sin embargo, Reynoso en varias ocasiones manifestó su desinterés por la difusión de sus libros en el extranjero, declarando que escribía para los lectores peruanos.
En 2011 el Centro Cultural de España en Lima organizó un homenaje por sus ochenta años y los cincuenta de la publicación de Los inocentes; y dos años después recibió el Premio Casa de la Literatura Peruana «en reconocimiento a su destacada contribución a la literatura peruana, en cuya obra narrativa coinciden diestramente la prosa refinada y la reivindicación del universo urbano popular». Por esa época publicó sus últimos libros, En busca de la sonrisa encontrada, en 2012, El gallo gallina (otra novela inédita recuperada) y Arequipa, lámpara incandescente, en la que evoca sus años de infancia y adolescencia en su ciudad natal, ambas en 2014.
Después de algunos años de padecer diversos trastornos de salud, como diabetes y problemas de la presión que lo obligaron a dejar de beber, Reynoso falleció de un infarto en su departamento de Jesús María, frente al Parque Alberti, en la madrugada del 24 de mayo de 2016, un mes y medio después de cumplir ochenta y cinco años. Sus restos fueron velados en la Casa de la Literatura Peruana, con la asistencia de amigos y jóvenes admiradores que formaron multitudinarias filas para despedirlo. Según su última voluntad, su cuerpo fue cremado y sus cenizas arrojadas al volcán Misti. Un mes después de su muerte, y como lo solicitó, fue publicada una foto del escritor junto a un joven desnudo realizada por el fotógrafo peruano Lorry Salcedo.
En los meses previos a su fallecimiento, el escritor había anunciado la publicación de otras dos novelas, Huamanga Huamanga, de próxima aparición,2020, a las que hay que sumar las hasta dos mil páginas de escritos inéditos encontradas en su escritorio.
y Capricho en azul, publicada enA rasgos generales, la obra de Reynoso se encuadra en los tópicos y procedimientos característicos de la generación del 50, que si en lo formal incorpora la influencia de las vanguardias europeas y el modernismo anglosajón y la Generación Perdida, en lo temático produce una literatura urbana (de la cual puede considerarse al libro Lima, hora cero de Enrique Congrains como el iniciador en el Perú) en la que despliegan una visión crítica tanto de la ciudad como de la sociedad peruana en general.
En el caso concreto de Reynoso, la crítica suele establecer dos períodos en su narrativa, separados por su estadía en China:
Con todo, hay rasgos que se mantienen a lo largo de toda la obra de Reynoso, como el cuidadoso trabajo con el lenguaje, que resulta en la creación de imágenes de gran plasticidad visual, la presencia de jóvenes o adolescentes (que en la segunda etapa se convierten en objeto de deseo o en símbolo de la belleza y la felicidad anheladas o perdidas), el descubrimiento de la sexualidad y la crítica a los poderosos, expresada sobre todo en sus dos novelas más extensas, En octubre no hay milagros y Los eunucos inmortales.
La política fue otro elemento determinante en su obra. Aunque no tuvo militancia partidaria, desde su juventud Reynoso se reconoció como socialista, por lo que en ocasiones fue cuestionado por sus ideas o por sus declaraciones; a pesar de ello, nunca comulgó con el realismo socialista ni con ninguna concepción panfletaria o propagandística de la literatura. Pero donde más claramente expresó su ideología fue en su relación con las instituciones culturales y los escritores "oficiales": crítico intransigente del establishment de la capital (la llamada "argolla") y de las editoriales trasnacionales, prefería editar sus obras en editoriales independientes, con precios al alcance de los sectores populares y distribuyéndolas él mismo. Por lo mismo, evitaba los cenáculos y los congresos literarios; era más común encontrarlo en cantinas, bares o cualquier lugar donde pudiera sentarse a tomar una cerveza y hablar de literatura con la gente, especialmente los jóvenes, que a menudo se reunían a escucharlo narrar sus cuentos. En sus últimos años también acostumbraba presentarse en escuelas o pequeñas ferias y eventos de ciudades de provincia como Arequipa, Huancayo y Ayacucho, buscando visibilizar a los escritores de provincias que a su criterio estaban escribiendo una literatura más interesante que los autores limeños. En los contados casos en los que aceptó participar en actos más grandes, como cuando integró la comitiva de Perú en la Feria del Libro de Bogotá en 2014, o como jurado del concurso “El cuento de las mil palabras” organizado por la revista Caretas, alegó sentirse censurado o marginado por los organizadores.
Actualmente, Reynoso ya es considerado un escritor clave en la literatura peruana contemporánea, no solo como representante de la Generación del 50 o de la literatura urbana, sino como un original creador que se convirtió en referente de varias generaciones de autores, por su espíritu rupturista y su defensa de su estética por encima de lecturas moralistas, ganándose el favor de la prensa sin ingresar en los circuitos comerciales, reconocido incluso por quienes no coinciden con sus posturas políticas, como lo demostró la recepción crítica de sus obras de madurez.
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