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Palacio Salvo



El Palacio Salvo es un edificio icónico de la ciudad de Montevideo. Inaugurado el 12 de octubre de 1928 fue construido al impulso de los hermanos Ángel, José y Lorenzo Salvo, empresarios textiles, sobre proyecto del arquitecto italiano Mario Palanti. Con sus 105 metros y 27 plantas, fue la torre más alta de Latinoamérica, desde 1928 hasta 1935 cuando fue desplazado por el Kavanagh de Buenos Aires. Actualmente continúa siendo uno de los edificios más altos de la ciudad. Es Monumento Histórico Nacional desde 1996.[1]

La propiedad en la que se edificaría el Salvo, un importante padrón de 1.799 m², (33,50 metros sobre la Avenida 18 de Julio y 53,70 metros sobre la Plaza Independencia), pertenecía al empresario Marcelino Allende.[2]

Ya en 1918 Allende había concebido la idea de levantar en el predio, un mega edificio que reflejara la próspera Montevideo de la posguerra. Varias empresas de diversos países ofrecieron sus servicios para construir el Palacio Allende proyecto preparado por el arquitecto Robert Tiphaine, muy al gusto francés de la época.

Allende buscó sin éxito asociarse a inversores locales y argentinos, y aunque en un momento pareció despertar el interés de la empresa inglesa Harrods y más tarde el de su competidora en Buenos Aires Gath & Cháves, el afrancesado Palacio Allende nunca pasó de ser un sueño.[3]

El 29 de diciembre de 1919, los hermanos Salvo adquirieron la propiedad de Allende, hasta ese momento ocupada por la confitería La Giralda, con el propósito de llevar adelante su propio proyecto como manera de diversificar aun más sus prósperas actividades.

En marzo de 1922 comenzó la demolición del casi centenario edificio que ocupaba la confitería, y en junio del mismo año, los Salvo llamaron a un concurso internacional al que se presentaron 17 propuestas de notables arquitectos, como el propio Tiphaine, Alejandro Christophersen, Mauricio Cravotto, Paul Bell Chambers, Louis Newbery Thomas y por supuesto Palanti.

Las especificaciones del edificio indicaban que debía contar con el máximo confort concebible en la época, calefacción, aire acondicionado, teléfonos, ascensores, una torre y un pasaje comercial cubierto, preferentemente paralelo a la Avda. 18 de Julio.

Estas características, describen bien la idea de combinar un moderno rascacielos estilo norteamericano, con una galería comercial al modo europeo.

Tras apenas poco más de dos meses, tiempo que parece escaso para la preparación de un proyecto de semejante envergadura, el 31 de agosto se cerró el concurso. Pese a que entre las propuestas presentadas se encontraban proyectos muy interesantes, ninguno de ellos conformó al jurado presidido por los hermanos Salvo, y el concurso fue declarado desierto.[4]

No obstante poco tiempo después se inclinaron por la propuesta de Palanti, a quien encargaron el proyecto final. El arquitecto italiano que en esos momentos daba los toques finales al edificio Barolo en Buenos Aires recurrió para el coloso montevideano a varias ideas que había empleado en él edificio porteño, fundamentalmente en lo estilístico. Por esta razón se los considera edificios hermanos, o hasta gemelos, expresión esta última que no de adecua a la realidad.

Aunque se e desconocen las razones por las que los hermanos Salvo tomaron esa decisión, puede haber influido su amistad con Luis Barolo, comitente del edificio bonaerense, también empresario textil, con quien compartían origen italiano, al igual que con Mario Palanti.[5]

Tras los casi dos años que insumió la excavación de 15 metros de profundidad en el granítico suelo montevideano, la empresa constructora alemana Dyckerhoff & Widmann comenzó los trabajos que contaron con la colaboración en el cálculo de la estructura de los ingenieros Lorenzo A. Gori Salvo (sobrino de los Salvo) y Adolf Hartschuh.

Se ubica en la esquina de la Avenida 18 de Julio y Plaza Independencia. Está emplazado en donde antes estuvo la Confitería La Giralda, donde se estrenó La Cumparsita de Gerardo Matos Rodríguez.[6]

Actualmente en el sitio histórico donde sonaron los acordes La Cumparsita por primera vez funciona el Museo del Tango de Montevideo.[7]

De estilo Art déco ecléctico, que combina referencias renacentistas con reminiscencias góticas y toques neoclásicos, su silueta característica se ha convertido en un emblema de la ciudad y testigo de los años de prosperidad del Uruguay de las primeras décadas del siglo XX.

En el subsuelo, hoy ocupado por un garaje, hubo un teatro donde actuaron Joséphine Baker, los Lecuona Cuban Boys y Jorge Negrete, entre muchos otros.[8]

El edificio, uno de los principales polos de atracción turística de Montevideo, cuenta con un subsuelo, planta baja, entrepiso, diez pisos altos completos y catorce pisos de torre, albergando en total 370 unidades habitacionales.[9]​ Fue proyectado para funcionar como hotel aunque finalmente solo un piso funcionó como tal. El resto del edificio fue ocupado por oficinas, consultorios y apartamentos. La planta baja incluido el pasaje que conecta la Plaza Independencia con la calle Andes, está dedicada a locales comerciales. En uno de ellos funcionó durante muchos años una de las cafeterías Sorocabana. .

La mayor parte de los elementos ornamentales, realizados con la técnica de azotado y revoque sobre malla de metal desplegado, fueron retirados debido a los sucesivos desprendimientos sobre la vía pública.[1]

En 1961 coincidiendo con el inicio de las transmisiones de Canal 4, en la cúpula se colocó una torre metálica sobre la que se montó la antena. Fuera de uso desde mediados de la década de 1980, fue finalmente eliminada en noviembre de 2012. Su paulatino deterioro la hacía insegura y afectaba la estructura de la cúpula permitiendo filtraciones de agua.

Esto permitió además recuperar el acceso al mirador, desde el cual se observa una vista de 360º de la ciudad de Montevideo.[10]

En 2013, el Palacio Salvo sirvió de inspiración para el artista Damon Albarn de la banda musical Blur. La fotografía del Palacio Salvo en blanco y negro aparece en la tapa de su single Heavy Seas of Love en su primer disco solista denominado Everyday Robots.[11]

El 28 de abril de 2017 se inauguró sobre la cúpula del edificio una luminaria nombrada "Gran Salvo", parte de un proyecto arquitectónico, tecnológico, cultural, artístico e innovador que tiene como objetivo devolverle esa esencia de esplendor que supo tener el emblemático edificio en el momento de su inauguración.

Como parte de ese plan, que incluye también arreglos en la fachada y la restauración de un gran vitral, el 13 de julio de 2017 se llevó a cabo la inauguración de las obras de reinstalación de los portones originales en el pasaje que une la Plaza Independencia con la calle Andes. Estos habían sido retirados por la familia Salvo en 1949 y conservados en un establecimiento rural.

El Palacio Salvo tiene un hermano en la vecina Buenos Aires, también proyectado por Mario Palanti, el Palacio Barolo, inaugurado en 1923, y que hasta la culminación del Salvo fue el más alto de Latinoamérica.

Ambos comparten estilo arquitectónico y muchas características: los atraviesan pasajes de calle a calle, lucen mansardas, tienen predominancia de bay windows en las ventanas principales, etc.

El elemento que más destacablemente los asemeja es que ambos están coronados por torres de un estilo muy peculiar, aunque tampoco idénticas.

En cambio son numerosos los elementos que los diferencian. Desde el punto de vista funcional, el Barolo fue proyectado (y así continúa funcionando) como edificio de oficinas. El Salvo como un hotel, aunque finalmente solamente el tercer piso tuvo tal destino. El resto del edificio fue ocupado por oficinas, consultorios y pequeños departamentos, a excepción de los pisos uno y dos, que se destinaron a enormes salones de fiestas.

Por estar construido en una manzana en forma de “L”, y estar situado en uno de los lados cortos de la manzana, el Salvo presenta tres fachadas a la calle, la principal sobre la plaza Independencia, otra sobre la Avda. 18 de Julio y otra a la calle Andes, presentando dos de sus esquinas sobre la principal avenida de Montevideo. El Salvo forma un cuerpo único y compacto de planta rectangular, con dos pozos de aire y luz interiores, del que emerge el torreón en la esquina de 18 de Julio y Plaza Independencia.

Por su parte el Barolo, construido a mitad de cuadra, tiene su fachada principal sobre la Avda. de Mayo, y la otra sobre Avda. H. Yrigoyen. Consta de tres cuerpos integrados pero diferenciados, uno sobre cada avenida y otro central de considerable altura, aunque menor que el torreón que Palanti colocó en este caso, en el medio de la fachada sobre Avda. de Mayo.

El pasaje tiene un importante destaque en el caso del Barolo. En él se ubica la entrada a todos los sectores del edificio, los ascensores a todos los pisos. Su cielo raso está a considerable altura, e incluso los niveles dos y tres tienen vidrieras hacia él.

Mientras, en el Salvo en el pasaje se ubican el acceso y ascensores de apenas un sector del edificio, y su cielo raso tiene una altura mucho menor. Debido a disposiciones municipales, una columnata se alinea en la fachada sobre la plaza Independencia formando un pórtico o “pasiva” en la que se ubica el acceso principal, originalmente pensado como el lobby del hotel.

El proyecto original del Barolo preveía una mayor cantidad de pisos, la cual fue finalmente reducida. Por el contrario los bocetos del Salvo que Palanti presentó a concurso, contaban con un torreón de menor altura, que le daba un aspecto más convencional. Finalmente se lo construyó con una altura de 105 metros, apenas 5 más que el Palacio Barolo.

El Barolo presenta un mejor estado de conservación que el Salvo. Su orientación y ubicación dentro de la ciudad es mucho más abrigada. El Salvo es mucho más cercano al Río de la Plata y está totalmente expuesto al rigor del clima. La armadura de algunas molduras y dinteles del palacio montevideano al hojaldrarse por efecto de la humedad, en reiteradas oportunidades dejaron caer trozos de mampostería, circunstancia que obligó a retirar casi todos los elementos ornamentales colocados por Palanti, y a realizar un frecuente mantenimiento.

Por otra parte, al haberse construido el palacio Salvo mucho antes de la aprobación de la Ley de Propiedad Horizontal en Uruguay,[12]​ para vender las diversas unidades en forma independiente, la familia Salvo en 1964 debió convertir al edificio en una sociedad anónima. Esto además de no colaborar a la eficiente administración, dejó que el edificio sufriera modificaciones en que algunos casos lo afectaron negativamente.

Mucho se ha especulado con que los edificios hermanos poseen elementos decorativos que aluden a significados esotéricos. Puede ser que eso sea así, o que se trate de coincidencias o interpretaciones forzadas. Se puede decir con seguridad que el desarrollo del Barolo gira en torno a La Divina Comedia, y hay quien incluso sostiene que su propietario pensaba albergar los restos de Dante en el edificio.

Un proyecto curioso, que finalmente no pudo concretarse, surgió a partir del hecho de que ambos edificios tenían instalada sobre la cúpula de sus respectivas torres una potente lámpara de arco voltaico y un espejo concentrador. La idea era que desde los dos gigantes de hormigón se pudiera proyectar un arco luminoso sobre el Plata, a modo de bienvenida a los viajeros que ingresaran por barco.

Si bien el fabricante de las luminarias, la empresa italiana Salmoiraghi, aseguraba que su luz sería visible hasta una distancia de 70 km, las capitales del Plata están separadas por 213 km. Esta cifra triplica la distancia que permitiría que los faros pudieran divisarse entre sí. Por otro lado la visualización en el cielo de los haces de luz se perdía a los pocos kilómetros. La geometría terrestre y la óptica hicieron naufragar la idea, y las luces de los dos edificios nunca pudieron encontrarse.

El faro sobre el Salvo fue desmontado, y años después su lugar ocupado por una torre para antenas. Recientemente se retiró esa estructura y se instaló un sistema multicolor de luces de led.

Por su parte la luminaria original del Palacio Barolo siguió siempre en su lugar, fue restaurada en 2010 y está en pleno funcionamiento.



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