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Palacio de los Condes de Buendía (Dueñas)



Plaza de España (Dueñas)

El Palacio de los condes de Buendía se encuentra en un alarmante estado de ruina en la localidad palentina de Dueñas, cuyo casco fue declarado Conjunto Histórico-Artístico en 1967, contando actualmente este inmueble con una protección estructural. Esta distinción supone la protección de su aspecto externo, en su volumen total -sus fachadas y cubiertas-, el ritmo y proporción de huecos y elementos de fachada, la altura de cornisa, las cubiertas, la distribución general tipológica estructural, disposición de accesos, núcleos verticales y sistema estructural básico. Ocupa una gran manzana que se extiende a lo largo de toda la Plaza del Mercado (actual Plaza de España) y baja hacia el Paseo de la Barbacana dando fachada a la calle y Plaza de las Tercias (de Isabel la Católica), donde tenía su entrada principal, dando acceso al Patio de Armas. En total suponen 4.842m², de los cuales 4.409 son construidos.

En los siglos XV y XVI fue la residencia principal de una de las ramas del linaje Acuña, los condes de Buendía, quienes convirtieron Dueñas en la cabeza de sus estados señoriales desde su adquisición por merced de Juan II en 1439,[1]​ iniciando su construcción de forma inmediata. Tras el agotamiento dinástico del linaje a finales del siglo XVI, el señorío pasó por enlaces matrimoniales primero a los Padilla, condes de Santa Gadea y adelantados mayores de Castilla, posteriormente a los Sandoval y Rojas, duques de Lerma y Úceda y, finalmente, en el siglo XVII, a los duques de Medinaceli.

El 31 de marzo de 1855, a raíz de las medidas desamortizadoras de Madoz y la desvinculación de los mayorazgos en 1836 y, definitivamente, en 1841, la casa ducal acabó vendiendo la propiedad del inmueble a la familia local de los Cuadros por 55 mil reales en la persona de Tomás de Cuadros, siendo habitado por distintas familias que lo tenían arrendado hasta la década de los 80 del siglo XX[2]​. Declarado en estado de ruina en 1998, en 2002 fue adquirido a los múltiples herederos de esta familia por el presidente del Grupo Siro, Juan Manuel González Serna[3]​. Sin embargo, tras el fracaso de los supuestos proyectos urbanísticos, finalmente fue adquirido por el ayuntamiento de Dueñas en octubre de 2019[4]​.

La primitiva fortaleza de Dueñas se encontraba alejada del núcleo urbano y respondía a una función exclusivamente militar debido a su origen defensivo durante la Reconquista en el siglo IX d.C., por lo que no se ajustaba a las necesidades de una residencia señorial. Esta situación hacía necesario que los Acuña exteriorizasen su dominio sobre la población por medio de un edificio que no sólo iba a ser residencia del señor, sino de gran parte de la familia y, especialmente, de los ilustres visitantes a los que había de alojar. Fue sede, por tanto, de importantes acontecimientos históricos no sólo a escala local o regional sino también nacional debido al protagonismo que alcanzó esta familia en los conflictos del Reino de Castilla, sobre todo en el reinado de los Reyes Católicos.

Su construcción se inicia hacia 1440, el mismo año en el que Pedro Vázquez de Acuña toma posesión del señorío de Dueñas. Se enclava en un solar ocupado anteriormente por una serie de edificios antiguos, entre ellos parte de lo que fuera el antiguo palacio de María de Molina y algunos otros. En el palacio hay dos zonas diferenciadas: la original, de fines del siglo XV y principios de la Edad Moderna, y las reformas y adicciones posteriores. Y, así, la parte colindante al convento de San Agustín, actual casa del párroco, fue construida por Fadrique de Acuña, V conde de Buendía, hacia 1558, pues en su codicilo dejaba esta nueva vivienda a su tercera mujer, Luisa de Garabito, cuando enviudara. En ese momento, se estaba construyendo también la nueva capilla mayor del convento agustino, pues dice que deja "las casas que yo he labrado y al presente labro en la mi villa de Dueñas, junto a la capilla maior nueva que se hace del monasterio de Sant Agustín". Al no pertenecer a los bienes de mayorazgo, el VI conde de Buendía, dejó estos bienes a su hijo natural, Juan de Acuña, marques de Vallecerrato, emparentados posteriormente con los duques del Parque, dueños de este palacio en el siglo XVIII.

La parte más significativa del inmueble primitivo es el patio de armas que tenía forma cuadrada, acaso cerrado en los cuatro lados, aunque sólo se conserva una crujía en perfecto estado y otra cegada. Cada uno de los cuatro tramos presentaba seis pilares ochavados, de buena talla y gran esbeltez, que descansan sobre basas cuadradas y rematan en sencillos capiteles. El conjunto de la edificación en su base era de piedra y luego de mampostería y adobe con entramados de madera. Las paredes poseen tres alturas. A este núcleo –afectado ya en 1470 por un incendio- se entraba por la fachada de las Tercias, a través de un vano de sillería con arco carpanel. Desde este patio se accedía a una zona colindante con San Agustín, donde se encontraban caballerizas y graneros y un pequeño huerto; parte actualmente ocupada por la casa parroquial, directamente unida a la iglesia de San Agustín. Por último, a lo largo de toda la plaza se extendían otras dependencias articuladas en torno a un patio mucho más pequeño que estructura la esquina y que al otro extremo permite el acceso a la capilla mayor del convento.

Se comunicaba con otros edificios de servidumbre por dos pasadizos voladizos de los que se conserva sólo parte de uno, conocido popularmente como la “Puentecilla”. Junto a los espacios habitables, organizados en torno a un patio, el palacio proyectaba hacia construcciones secundarias la actividad económica inherente a un conjunto notable de personas y usos. Además de caballerizas, existe constancia documental de otros servicios como una fragua propia e incluso, ya en época posterior, un cercado en el que se criaban venados .

Se encuentra adosado, además, a la iglesia del antiguo Convento de San Agustín, con la que tenía comunicación directa al presbiterio, mediante ventana y reja, desde donde la familia escuchaba las misas y oficios, aunque la descripción del enlace entre Fernando y Germana de Foix en 1506 por Zurita revela que el palacio tenía completa autonomía respecto al culto divino: “en la sala del palacio ante el altar, a donde se celebraban los oficios divinos, después de haberse celebrado la misa…” . Ambos edificios están, por tanto, vinculados históricamente, pues los Acuña consiguieron el patronazgo sobre este convento, convirtiéndose en el centro del poder tanto político, representado por el palacio, como religioso, representado por el convento, de esta familia. Las reformas que se acometieron en la iglesia a finales del siglo XVI y principios del XVII, que dieron lugar a su fisionomía actual, fueron promovidas por el hijo natural del VI conde de Buendía, Juan de Acuña, I marqués de Vallecerrato (1543-1615), por lo que su escudo y el de su mujer adornan la fachada.

A la plaza daba una galería cubierta formada por dos vanos de medio punto desde donde la familia podía participar tanto en las distintas festividades como en el control del mercado y del resto de las actividades urbanas. En el interior se encontraba la Sala Dorada, interesante por el artesonado del techo (actualmente perdido en su totalidad), que refleja la riqueza que debió gozar la principal mansión de estos condes y todavía fue admirada por José María Quadrado en 1861 cuando el Palacio “todavía conserva la gran sala pintado el techo de casetones, aunque sin el brillo y la riqueza que le hizo dar el epíteto de dorada”. Tampoco se conserva en la actualidad ningún resto heráldico.

Tras el incendio de finales del siglo XV y debido a las nuevas necesidades de la nobleza se acometería en la primera mitad del siglo XVI una importante reforma de la cual, tal y como señala Pedro Lavado Paradinas [5]​, sí se habían conservado importantes vestigios como artesonados, puertas, contraventanas y otros elementos que eran, precisamente, los que otorgaban el valor a estos palacios de transición del Gótico al Renacimiento, cuyo esplendor se desplegaba en sus salones interiores a través de la riqueza y suntuosidad de estos elementos decorativos.

Las únicas descripciones de estos artesonados, cuya suerte o paradero actual se desconoce, se las debemos al profesor Lavado Paradinas, quien estudió en los años 70 el arte mudéjar de la Tierra de Campos para su tesis doctoral. Cabe destacar sobre todo el extraordinario artesonado de la llamada “Sala Dorada”, decorado a casetones cuadrados en medio de los cuales se dibuja un círculo con formas ovales a la manera de piedras preciosas engastadas y líneas curvas que forman ovoides y cuerdas de circunferencias y cuya decoración se servía de colores ocres, negros y rojizos. En el centro de este artesonado seguramente debía existir un escudo de armas, desaparecido, así como en los extremos debía aparecer el lema de la familia, conservándose únicamente el epígrafe “E MIO”.

Otras salas nobles contaban también con ricos artesonados cuya temática decorativa y la técnica observada en la decoración se basa en casetones rectangulares y maderas forradas con piel fina, policromada y dorada, es decir, con cuero repujado y policromado, predominando entre la decoración los motivos vegetales o de “uña de buey”, alternándose algunas con cartelas anudadas en el centro en el que se leen los anagramas “Ma” y “JSH” tan corrientes en la decoración del gótico final y que corresponden a las abreviaturas de María y Jesús.

Por último, destacar la profusión de puertas y contraventanas de madera con decoración floral y de plegados en servilleta o de pergamino, destacando una puerta del siglo XVI con el escudo de los condes de Buendía y una cruz.

Todo el edificio muestra que en su construcción hubo prisa y poco gasto, debido a la coyuntura en la que se edifica, circunstancias agravadas por el descuido posterior, encontrándose actualmente en un lamentable estado de ruina, habiendo sido incluido en la Lista Roja de Patrimonio en peligro de la Asociación Hispania Nostra.[6]

Por todo ello, en 1998, el Ayuntamiento de Dueñas logró que fuera declarado en estado de ruina. El descuido y dejadez posterior aceleró su deterioro, hundiéndose paulatinamente los tejados y perdiéndose los artesonados interiores. En 2002, a pesar de su compra a los múltiples herederos por el presidente del Grupo Siro, Juan Manuel González Serna, con objeto, en principio, de acometer un proyecto de carácter cultural, rápidamente se abandonó dicho proyecto y su estado se fue deteriorando de forma ostensible.[3]​ En mayo de 2010 se produce el derrumbe de uno de los balcones de la fachada que da a la Plaza de España, iniciándose el desmantelamiento de ésta. Las obras, sin embargo, fueron paralizadas por Patrimonio de la Junta de Castilla y León hasta que, tan sólo un año después, en mayo de 2011, se producía el derrumbe completo de esta fachada, autorizándose ya su derribo y desescombro, procediéndose a su cerramiento con una simple tapia.[7]

En 2012, el Ayuntamiento y el actual dueño firmaron un Convenio Urbanístico[8]​ que pretendía dar utilidad a este inmueble, habiéndose modificado el uso de "equipamiento privado" a "residencial" con el objetivo de permitir la construcción de viviendas que habría de respetar la protección estructural que ostenta el inmueble, a cambio de la cesión del Patio de Armas al Ayuntamiento para su uso como un espacio o plaza pública.[9]​ En 2017, tras agotarse los plazos estipulados en dicho Convenio sin haberse llevado a cabo ninguna intervención, la situación ha revertido a la situación original. En el ínterin, con el paso de los años, el edificio se ha seguido hundiendo irremisiblemente, por lo que en la actualidad prácticamente se ha convertido en un solar. Finalmente, tras el fracaso de los supuestos proyectos urbanísticos, fue adquirido por el Ayuntamiento de Dueñas en octubre de 2019.

Este palacio, como afirma Caballero Bastardo , “acogió algunas páginas excepcionales de la historia de España y, en cualquier caso, fue residencia, ocasional en algunos momentos y permanente en otros, de reyes, príncipes y alta nobleza”.

Y, así, nada más construirse en 1440, acoge el primer encuentro entre el heredero a la corona de Castilla, el futuro Enrique IV, y su prometida Blanca de Navarra, quien sale a recibirla desde Valladolid, donde tendrá lugar el enlace en septiembre de ese mismo año. No en vano, Pedro Vázquez de Acuña, I conde de Buendía, había participado en las negociaciones de este matrimonio, actuando como embajador de Juan II ante la corte navarra.

En 1464 acoge una reunión de nobles y magnates castellanos que apoyan al infante don Alfonso frente a su hermanastro Enrique IV, entre los que se encuentran los Acuña. Es el arzobispo de Toledo, Alonso Carrillo de Acuña, quien concierta el matrimonio entre Fernando e Isabel, por lo que el palacio va a estar estrechamente vinculado a los momentos próximos a este enlace, llegando algunos autores como Gonzalo de Illescas, nacido en la localidad, a defender que dicho matrimonio se produce en Dueñas y no en Valladolid.

Así, el 9 de octubre de 1469, Fernando de Aragón finaliza en Dueñas su viaje desde Aragón para contraer matrimonio con su prima Isabel I de Castilla, quien le espera en Valladolid, teniendo lugar el enlace en el Palacio de los Vivero. Este enlace, permitiría la unión dinástica de los dos reinos peninsulares más importantes, Castilla y Aragón, germen de la creación de uno de los primeros Estados Modernos de Europa, que establece sus bases gracias a las reformas acometidas a lo largo de este importante reinado. En mayo de 1470, por mayor seguridad, se retiran de nuevo al Palacio de los Acuña en Dueñas, donde tiene lugar el nacimiento de su primogénita, Isabel de Aragón, el 2 de octubre de ese año, hasta que en diciembre se trasladaron a Medina de Rioseco (Valladolid), cabeza de los estados señoriales de los Enríquez, almirantes de Castilla.

En 1502, fallecidos los príncipes Juan (1497), Isabel (1498) y Miguel de la Paz (1500), se alojaron en él Juana I y Felipe I en el primer viaje que realizaron a Castilla para ser jurados como herederos de la Corona, ceremonia que tuvo lugar en la catedral de Toledo el 22 de mayo. Además, durante la regencia de Fernando, a pesar de la tradicional fidelidad de la villa a su causa, acoge una reunión de nobles que se oponían a la presencia del rey aragonés en Castilla. Tras la muerte de Isabel, Fernando elige el palacio de su primo Juan de Acuña, para celebrar las velaciones de su matrimonio con Germana de Foix el 22 de marzo de 1506 a raíz del Tratado de Blois.

Proclamado rey de Castilla en 1517, alojó en varias ocasiones al Emperador Carlos V, constatada su presencia en 1520, 1523, 1527, 1539 y, finalmente, en su viaje de retiro a Yuste en 1556. Entre el 26 y el 28 de agosto de 1592, Felipe II pasó por Dueñas camino de Aragón en la llamada "Jornada de Tarazona", tal y como narra el cronista holandés Enrique Cock:

“Su majestad fue en Dueñas muy bien recibido del conde de Buendía, su sumiller de corps, y le hizo el gasto los tres días en los cuales fue a visitar una abadía, llamada San Isidoro, de la orden de San Benito, que está en la dicha ribera del Pisuerga, un poco más arriba donde el río Carrión entra en él, en lugar bien placentero y comarca de mucha caza y pesca. Dueñas es villa de hasta mil y quinientos vecinos, cabeza del Estado del conde de Buendía. Está asentada en un otero muy alto en la misma ribera occidental del río, donde se descubre mucha tierra río arriba y abajo. Tiene una buena puente de piedra y al lado izquierdo, en un cerro bien alto, una fortaleza. La comarca es de muchos bosques, por lo cual hay infinita caza, y por razón de las riberas, abundancia de pesca. También tiene mucho pan y algunos vinos tintos”.

El asentamiento de la Corte en Madrid en 1561 por Felipe II alejó el centro político de la Meseta Norte y de las ciudades y villas castellanas, donde se había encontrado hasta entonces. La nobleza, por su parte, también se trasladó y asentó en la Corte, cerca del rey, abandonando paulatinamente los palacios de sus villas señoriales. En el caso de Dueñas, además, en 1592 murió sin sucesión legítima el VI conde de Buendía, Juan de Acuña y Acuña, pasando el título por enlaces matrimoniales primero a los Padilla, condes de Santa Gadea y adelantados mayores de Castilla, luego a los Sandoval y Rojas, duques de Lerma y Uceda y, finalmente, en el siglo XVII, a los duques de Medinaceli, que actualmente mantienen el título, a quienes la familia local de los Cuadros compraron el inmueble en el siglo XIX, en 1855.

Aunque alejados de su señorío, por su posición en pleno camino real de Burgos, será constante el paso de personajes ilustres que se servirán del inmueble para su alojamiento a su paso por la villa y todavía en estos siglos fue protagonista de algunos acontecimientos históricos: en 1621 el duque de Uceda ordenaba que se recibiera al príncipe de Gales, Carlos de Inglaterra, en su viaje de vuelta a Inglaterra tras el fracaso de sus negociaciones para su matrimonio con la hija de Felipe IV. En 1664, el IX duque de Medina Sidonia fue desterrado de la Corte por su participación en el levantamiento de Andalucía en 1641, por lo que, para su exilio, alquiló al adelantado mayor de Castilla sus casas de Dueñas, donde muere a los pocos días de llegar, el 4 de noviembre de 1664.

Abandonado por sus señores, se convertirá en la residencia de los alcaldes mayores o corregidores, máxima autoridad del concejo municipal, nombrados directamente por los señores, hasta que en el siglo XIX fue vendido por los duques de Medinaceli.



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