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Pamiers



Pamiers en francés, Pàmias en occitano, es una ciudad y comuna francesa situada en el departamento de Ariège, en la región de Occitania. Sus habitantes reciben el gentilicio de Appaméens.

Pamiers se encuentra situada en la región natural de la Plaine de Ariège, a 52 kilómetros al sur de Toulouse, 17 kilómetros al norte de Foix, 61 kilómetros al oeste de Carcasona y 72 kilómetros al este de Saint-Gaudens. La ciudad es un importante cruce de comunicaciones terrestres.

Está edificada bordeando el curso del Río Ariège, del que derivan canales que cruzan su centro histórico antiguo (inscritos desde julio de 1999 como Monumentos Históricos).

La población de la comuna se encuentra concentrada en dos grandes núcleos urbanos:

La presencia romana en el territorio se ha demostrado, en particular, por el descubrimiento de partes de una estatua en bronce del dios Mercurio extraordinariamente conservada y de un pozo funerario, del siglo III a. C.

En el siglo V, el rey visigodo de Toulouse Théodoric I dejó a Frédéric, uno de sus hijos, el territorio correspondiente a la ciudad actual, llamándose en aquel periodo Frédélas (es decir, "el ámbito de Frédéric"). Saint Antonin, hijo de Frédéric, se convierte al catolicismo y evangeliza la región. Fue elevado un santuario para albergar sus reliquias después de ser martirizado por los arrianos. Este lugar es previo a 961, fecha del primer documento escrito del que se dispone sobre la historia de la ciudad. poco a poco el santuario va siendo sustituido por una Abadía construida sobre la otra orilla y adoptó el nombre de Abadía de Saint-Antonin después de ser trasladadas a ella las reliquias del santo en el siglo X (año 987).

En el siglo XII la ciudad experimenta un importante desarrollo a pesar de los problemas en la región derivados por el tema del catarismo por la iglesia católica. Pamiers fue nombrada feudo de la ortodoxia. El papa Bonifacio VIII premió la fidelidad de la ciudad convirtiéndola en obispado, en 1295 y nombrando a Bernard Saisset abad. Saisset se convirtió en el principal intermediario entre el Papa y Felipe IV de Francia en la Cruzada contra los albigenses. La ciudad se enriqueció gracias a la religión y numerosas órdenes católicas se establecieron en los territorios de la actual comuna que, además de su misión evangélica, desarrollaron también la enseñanza entre la población en la región (en particular los dominicos, pero también franciscanos, agustinos, las clarisas, carmelitas, jesuitas o los hospitalarios de la Orden de Malta). En estos tiempos, por el número de conventos, Pamiers estuvo a la misma altura que Toulouse, Burdeos o París.

Las Guerras de religión de Francia fueron devastadoras para la ciudad. Las distintas iglesias fueron arrasadas (excepto los campanarios que eran utilizados como puntos de guardia y vigía). En 1629, el príncipe Enrique II de Condé tomó y devastó totalmente la ciudad, enviando a sus habitantes a las galeras.

Durante la Revolución francesa, Pamiers se convierte en un lugar donde la tensión es extrema, el espíritu revolucionario de los Appaméens no es aprobado por la sede episcopal de la ciudad, perdiéndose esta sede, al igual que su Présidial (edificios donde estaban situados los tribunales de justicia, en Francia) al que se borran las flores de lis de su blasón.

En el siglo XIX, en 1817, se construye la fábrica metalúrgica, convirtiéndose a partir de entonces el motor de la ciudad.

La mayoría de los edificios históricos fechan los siglos XVII y XVIII, destacando en ellos la utilización del ladrillo rojo como en Toulouse.

Se produce una judía particular, el "coco de Pamiers". Se trata de una pequeña judía redonda que se utiliza en el Mounjetado, una variación local de la cassoulet.



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