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Partido Republicano Radical



El Partido Republicano Radical (PRR), también referido simplemente como Partido Radical,[6][7]​ fue un partido político español. Fundado por Alejandro Lerroux, en el momento de su creación en enero de 1908 el partido lograría atraer hacia sus filas a buena parte del lerrouxismo,[8]​ un movimiento anticlerical, anticatalanista y republicano. Si bien durante sus primeros años tuvo un papel discreto, durante la etapa de la Segunda República se convirtió en una de las principales formaciones políticas españolas, llegando a participar en el gobierno en varias ocasiones. Afectado por varios escándalos de corrupción y por su creciente derechización política, el Partido Radical entró en una fuerte crisis que significó su desaparición de la vida pública española. Terminaría desapareciendo tras el estallido de la Guerra Civil.

El partido fue fundado por Alejandro Lerroux en Santander, al escindirse Lerroux y sus partidarios en 1908 de la Unión Republicana de Nicolás Salmerón.[10]​ El acto fundacional tuvo lugar el 6 de enero de 1908 durante un mitin que se celebró en el Teatro Principal de Santander.[11]​ A este respecto, el propio Lerroux señalaría más adelante que el partido:[12]

El motivo de esta salida se debió a que una parte de la Unión Republicana —encabezada por el propio Salmerón— se unió a la coalición catalanista «Solidaridad Catalana», lo que provocó una grave crisis en la coalición republicana. Los republicanos «blasquistas» también se acabarían escindiendo en una nueva formación.[13]​ Así pues, Lerroux impulsó la creación del Partido Radical con la idea de reestructurar en torno a su persona tanto a lo que quedaba de la Unión Republicana como a otros elementos republicanos dispersos.[14]

Los orígenes del partido se encontraban en el movimiento político y social que Lerroux había construido en torno a su persona durante su etapa en Barcelona. En sus inicios mantuvo un discurso de corte obrerista, anticlerical y anticatalanista, consiguiendo politizar a las masas obreras y atraer a una parte importante de los sectores inmigrantes.[15]​ Coincidiendo con un momento en que el anarquismo atravesaba una importante crisis —tras el fracaso de la huelga general de 1902—, esto le permitió presentarse como la única opción política de la clase obrera barcelonesa y en clara oposición a las posturas defendidas por la conservadora y católica Lliga Regionalista.[16]​ Como señalaría posteriormente Eduardo Aunós, Lerroux logró alzar «contra la burguesía catalana...a las masas proletarias abandonadas en los suburbios fabriles de la gran ciudad mediterránea».[17]

Lerroux, sin embargo, daría un giro hacia posturas centristas a partir de 1910,[18]​ en el convencimiento de que el republicanismo español carecía de «respetabilidad» y de un verdadero apoyo social.[19]​ Desde ese momento Lerroux centraría sus esfuerzos en hacer del Partido Republicano Radical una formación política de corte interclasista, que agrupara a diversos sectores.[19]​ Progresivamente, fue abandonando su demagogia y se acercó a las clases medias.[20]

Durante sus primeros años el PRR mantuvo su centro de gravedad en Barcelona y Cataluña, aunque se mantuvo alejado de los partidos catalanistas y se centró más en el electorado obrero. La existencia del partido lerrouxista dejó a la izquierda catalanista carente de posibilidades políticas por lo menos hasta 1923.[16]

En 1910 el Partido Republicano Radical concurrió a las elecciones generales en alianza con otros partidos republicanos y de izquierdas, la conocida como Conjunción Republicano-Socialista, logrando sacar 8 diputados en cortes. Después de su primer gran éxito político en las elecciones de 1910, cuatro años después Lerroux firmó el llamado Pacto de Sant Gervasi, por el cual el PRR establecía una alianza electoral con la Unión Federal Nacionalista Republicana (UFNR).[21]​ El PRR mantuvo esta alianza electoral durante los comicios de 1914 y nuevamente en los de 1916, aunque más adelante esta fórmula no se reeditaría debido al escaso éxito que había reportado para ambas formaciones.

Para estas fechas Lerroux se había convertido en el jefe indiscutible del republicanismo.[20]​ Hasta la instauración de la dictadura de Primo de Rivera en 1923, el PRR mantuvo una modesta representación parlamentaria en el congreso. Durante la dictadura el partido pasó a la clandestinidad y Lerroux mantuvo una discreta actividad política.

En 1929 el partido sufrió una primera escisión: el sector más progresista del PRR se separó para fundar el Partido Republicano Radical Socialista (PRRS),[6]​ y más adelante una parte del PRRS acabaría confluyendo en la posterior Izquierda Republicana (IR) de Manuel Azaña.

A finales de los años 1920, en los estertores del reinado de Alfonso XIII, el Partido Republicano Radical fue uno de los principales firmantes del Pacto de San Sebastián, y como tal participó en el Comité Provisional que comandó el derrocamiento de la Monarquía y en el Gobierno Provisional que sustituyó al Gobierno de la Corona tras la proclamación de la II República, el 14 de abril de 1931.[22]

En el debate de la Constitución de 1931 el grupo parlamentario del PRR, que con 90 parlamentarios era el segundo más numeroso de las Cortes Constituyentes, tras los socialistas, apoyó en general el proyecto presentado por la Comisión de Constitución, especialmente el Estado integral que permitía la formación de "regiones autónomas".

Sin embargo, como manifestó su portavoz Rafael Guerra del Río, discrepó en algunos puntos importantes, como que las Cortes fueran unicamerales ("la minoría radical sostiene el sistema bicameral" con "un Senado que se define como representante de los intereses sociales y de los intereses específicos de las regiones... al cual asignamos una función de freno de las impaciencias del momento de la Cámara popular", aunque estaría supeditado a ella), que se disolvieran las órdenes religiosas (debían ser sometidas a una ley especial, porque son "asociaciones muy especialísmas", así como la Iglesia Católica en general, y a algunas órdenes, especialmente a los jesuitas, se les debía prohibir el ejercicio de la enseñanza por constituir "un peligro social, un peligro para la juventud española, que antes que nada debe ser amparada por la República") o la "socialización" de la propiedad («reconocemos legítima la expropiación de la propiedad por parte del Estado para fines sociales, pero siempre mediante indemnización. Confiscaciones, nunca; despojos sin indemnización, nunca, ni siquiera a las órdenes religiosas»).[23]​ El portavoz de la minoría radical, Rafael Guerra del Río, acabó su intervención diciendo:

En diciembre de 1931, Lerroux abandonó el gobierno de Azaña por estar en desacuerdo con la continuidad de la coalición republicana-socialista que lo sustentaba y a partir de entonces lideró la oposición parlamentaria desde el centro-derecha, lo que le sirvió para atraer a ciertas figuras políticas moderadas que fueron monárquicas antes de la Dictadura de Primo de Rivera, como Santiago Alba.

En el otoño de 1933 la caída del gobierno Azaña supuso la convocatoria de nuevas elecciones, a las cuales se presentó el PRR de Lerroux con una propuesta de “República, orden, libertad, justicia social, amnistía”.[24]​ Tras las elecciones de noviembre de 1933, que arrojaron una mayoría de las derechas en el Parlamento y en las que el PRR obtuvo 102 escaños, los radicales de Lerroux pasaron a liderar el gobierno de la República, primero en solitario (un gabinete monocolor apoyado por la CEDA), y después en coalición con la CEDA de José María Gil-Robles. A lo largo de su mandato, Lerroux tuvo que hacer frente a la Revolución de octubre de 1934, organizada por los socialistas, y que resultó particularmente violenta en Asturias; y a la simultánea rebelión de la Generalidad de Cataluña y su presidente, Lluís Companys (Esquerra Republicana de Cataluña), que proclamó el Estado catalán dentro de la «República Federal Española». Tras controlar la situación en el resto del país, el Gobierno radical detuvo a Companys, suspendió la Generalidad y mandó a las fuerzas del orden, incluida la Legión, a combatir la insurrección obrera en Asturias, que fue duramente reprimida bajo la dirección del general Franco a las órdenes de la República. Las políticas cada vez más derechistas del Partido Republicano Radical empezaron a crear fuertes disensiones en su seno, algo que se manifestó plenamente cuando la diputada Clara Campoamor abandonó el partido.[25]

En abril de 1934, ya al mando del gobierno republicano, Diego Martínez Barrio salió del partido con los cuadros más centristas de los radicales para fundar el Partido Radical Demócrata, que posteriormente sería el núcleo en que se constituiría la nueva Unión Republicana. Este sector del PRR se mostraba en desacuerdo con la creciente línea derechista de la mayoría radical, que pretendía seguir gobernando con el apoyo decisivo de la CEDA.

Los gobiernos radicales se sucedieron durante el período 1933-1935, aunque cada vez más debilitados por varios escándalos de corrupción (entre ellos, el del «estraperlo» y el asunto «Nombela») en que se vieron envueltos sus líderes, lo que llevó a que Lerroux saliera del gobierno en septiembre de 1935. El Partido Radical nunca se recuperó.[26]​ En las elecciones generales de 1936, que dieron el triunfo a la coalición de izquierdas del Frente Popular, el PRR sufrió un fuerte descalabro: obtuvo un 1,1% de los votos y sólo cinco diputados. En la práctica, esto dejó al Partido Radical en la irrelevancia política. Ni siquiera Lerroux logró obtener representación parlamentaria.[27]

Como el resto de partidos políticos activos durante la República, el Partido Republicano Radical fue ilegalizado tras la victoria del bando sublevado en la guerra civil.

A lo largo de su existencia el partido dispuso de numerosos diarios y semanarios que sirvieron como órganos de expresión del Partido Radical. Tras la proclamación de la Segunda República se formaría una importante red de prensa «radical» por toda España. Entre ellos destacaban los diarios La Voz de Córdoba,[28]La Voz Extremeña —de Badajoz—,[29]​ el Diario de Alicante,[30]​ la La Voz de Menorca[31]​ o La Voz de Almería. También hubo periódicos que, sin pertenecer al partido, se mantuvieron muy cercanos al Lerrouxismo en diferentes coyunturas, como fue el caso del diario La Publicidad de Granada,[32]El Popular de Málaga,[33]La Zarpa —de Orense—,[34]La Voz de Guipúzcoa,[35]​ etc.

Tal y como ha señalado el historiador Antonio Checa Godoy, el lerrouxismo nunca llegó a contar con un gran periódico en la capital española, a pesar de los diversos intentos que hubo al respecto.[36]​ El histórico diario El Imparcial mantuvo en sus últimos años posiciones cercanas al Partido Radical,[36]​ si bien sólo sería de forma temporal. Situación distinta fue en Cataluña, donde los radicales dispusieron desde sus inicios de numerosas publicaciones. En Barcelona tuvieron periódicos como El Progreso, La Aurora o Renovación.[37]​ El lerrouxismo catalán también contó con la cercanía de dos periódicos barceloneses, El Día Gráfico y La Noche,[38]​ así como del diario El Liberal.[39]



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