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Parvovirosis



La parvovirosis canina es la principal enfermedad viral canina. Afecta principalmente a cachorros de perro, produciendo alteración de las vellosidades intestinales, manifestada clínicamente como diarrea sanguinolenta y maloliente, junto con un deterioro del estado general del animal.

El pronóstico es fatal sin tratamiento. Por ello es necesario un correcto diagnóstico y tratamiento precoz. Dicho tratamiento se basa en dieta rica en líquidos, junto con reposición intravenosa hidroelectrolítica.

Algunos elementos sintomáticos son:

La presentación más frecuente es la digestiva, al cursar con una gastroenteritis hemorrágica viral; el virus infecta las células intestinales (los enterocitos) y se replica produciendo necrosis y muerte celular, mecanismo responsable la sintomatología.

La parvovirosis afecta a los cánidos jóvenes a partir de las 6 semanas al perder la inmunidad maternal, es infrecuente en animales adultos porque ya están inmunizados por vacunación o infecciones subclínicas. Además, la patogenia del virus requiere la presencia de factores moleculares presentes solo en células en mitosis, por lo que es indispensable que el tejido a infectar esté en proliferación (como en el crecimiento, o las células del epitelio intestinal).

Hay determinadas razas caninas que son más sensibles a contraer el parvovirus; este es el caso de los Poodle toy, dóberman, dogo argentino, pinscher, rottweiler, springer spaniel ingleses, y según los estudios, los pitbull terrier americanos y los pastores alemanes y también los galgos ((choiueros)) , corren el riesgo de enfermarse con mayor gravedad en comparación con otras razas.

El periodo de incubación aproximado es de 5 días. La fuente de contaminación es la materia fecal de los animales que han contraído la infección. Puede haber gran cantidad de virus en las heces fecales de los animales que sufren la enfermedad. El virus es resistente bajo condiciones climáticas extremas y puede sobrevivir durante largos períodos.

El parvovirus no es contagioso en humanos, excepto en casos aislados según reportes de la Jurisdicción Sanitaria de Lerdo, Dgo.,( El caso Fernando Rodríguez Pérez)[cita requerida].

Los parvovirus son virus con cadenas de ADN típicamente lineal, no segmentado monocatenario, con un tamaño promedio del genoma de 5000 nucleótidos.

Los parvovirus son algunos de los virus más pequeños (de ahí el nombre, en latín, parvus, significa pequeño) y miden de 18-26 nm de diámetro.[1]

Los cachorros más pequeños son los que más sufren de shock y muerte, pudiendo sobrevenir en cuestión de días después de haberse declarado el proceso. Esta enfermedad tiene una alta morbilidad y mortalidad. Con tratamiento, los índices de mortalidad se reducen notablemente.

La enfermedad es de incubación rápida y de curso agudo, o sea, el virus mata al animal en los primeros diez días; si no lo hace, el cachorro forma defensas inmunitarias y destruye el virus. Si a partir del momento que realiza la primera deposición con sangre, el cachorro sobrevive 7 días, es muy probable que sobreviva, siendo muy críticos los 4 primeros días que es cuando, generalmente, se produce el desenlace fatal, si al cuarto día el cachorro deja de vomitar, camina, empieza a mover la cola, hay esperanzas de que se salve, pero es una enfermedad muy grave que nunca se sabe ciertamente que va a pasar en esos diez días ya que puede decaer.

Otra forma de parvo-virus mucho menos frecuente es la inflamación del corazón (miocarditis). Esta presentación ocurre sin sintomatología digestiva y la infección viral ocurre en las células musculares del corazón (miocardio), afecta a animales muy jóvenes (semanas), y es causa de muerte súbita, los cachorros que sobreviven pueden quedar con algún defecto cardíaco permanente.

También es posible que no muera en los primeros 10 días y que dure más, ha habido casos de 3 meses.

El veterinario puede dar su diagnóstico inicial basándose en los signos clínicos, pero solo después de haber tomado en consideración las demás causas que pudiese provocar el vómito y la diarrea (diagnóstico diferencial), muchas veces es necesario confirmar el diagnóstico mediante test de laboratorio (Por ejemplo, test ELISA en heces o un ensayo de hemaglutinación como recomienda la monografía 01/2008:0964 de la Farmacopea Europea). Se puede dar un diagnóstico diferencial entre parvovirus y la fiebre de Zika.[2]

Al igual que en casi todas las infecciones víricas no hay tratamientos específicos: todos son sintomáticos, consiste principalmente en combatir los síntomas por ejemplo revertir la deshidratación, reponiendo los líquidos y electrolitos perdidos (ej. suero: Ringer lactato), controlando mediante medicación apropiada los vómitos y la diarrea y evitando las infecciones secundarias con la administración de antibióticos. Los perros enfermos deben mantenerse abrigados y con una buena alimentación, y deben separarse de otros perros. Es esencial la limpieza y desinfección de las áreas donde los perros se alojan para controlar la dispersión del virus. Principalmente administrar antiemeticos y antiácidos, además antidiarreicos y en lo posible los primeros dos días mantenerlos a dietas, para incorporarles comidas de a poco. En los últimos años y a raíz del virus de influenza H1N1, numerosas declaraciones en la web mencionan que el uso de oseltamivir proporciona grandes mejorías contra el parvovirus, siendo vital que se administre antes de 48 horas desde que el virus se hace presente. En febrero del 2010, un artículo de la universidad de Auburn menciona que el uso de oseltamivir contra el parvovirus no está claro, sin embargo les hace ganar peso y aunque se necesita más investigación al respecto (ya que sólo trabajaron con 35 perros) no se reportaron efectos secundarios adversos. [3]

Es fundamental cumplir con el programa de vacunación, desparasitación y alimentación apropiada de los cachorros para que alcancen rápida y eficientemente la cantidad de anticuerpos, que su organismo necesita para defenderse de esta enfermedad.

Hay que recordar que ninguna de estas vacunas pueden ser administradas al perro si no ha sido debidamente revisado por un Médico Veterinario, que asegure su completo estado de salud.

Hay que tener especial cuidado con los hábitats en que el animal enfermo se ha desenvuelto, ya que el virus permanece en el ambiente como mínimo unos 6 meses pudiendo persistir hasta 2 años en estado de latencia, a la espera de otro huésped. Existen muchos casos en que perros sanos se han contagiado con virus en lugares en que existieron perros contaminados después de dos años de acaecida la muerte de estos.

Finalmente si algún cachorro presenta parvovirosis, es aconsejable desinfectar el ambiente que comúnmente habita, con hipoclorito de sodio, o amonio cuaternario ya que tiene cierta sensibilidad a estas sustancias.

El programa de vacunación del animal variará según la edad a la que empecemos a vacunar dado que no es lo mismo vacunar a un cachorro de 6 semanas que a uno de 12 semanas.

Es importante que a la hora de vacunar el animal esté perfectamente sano y desparasitado porque cualquier bajada de las defensas puede causar que la vacuna no tenga el efecto que debería. Además hay que intentar vacunar a los cachorros con vacunas que tengan una carga antigénica alta dado que parte se inactivaran con los anticuerpos maternos a nivel sérico hasta las 16 semanas en la mayoría de los casos. Una vez los anticuerpos maternales hayan desaparecido a las 16 semanas de vida, el veterinario deberá aplicar la última dosis vacunal de primovacunación.

P-Parvovirosis canina, D-Moquillo cánico, H-Hepatitis infecciosa, L-Leptospirosis, R-Rabia, KC-Traqueobronquitis infecciosa.



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