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Pedro Aullón de Haro



Pedro Aullón de Haro es un profesor humanista, epistemólogo y pensador estético español. Catedrático de Teoría de la Literatura y director del Instituto Juan Andrés de Comparatística y Globalización.

Doctor en Filosofía y Letras, catedrático de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada. Es ideador de una Estética general, así como teórico del Ensayo, de la poesía moderna y la Historia de las ideas; impulsor de los estudios de Asia en España[1]​ y de la epistemología de las Ciencias humanas y la Ciencia de la literatura. Ha desarrollado intelectual y académicamente las ideas y conceptos mayores de "universalidad, sublimidad y globalización", "humanismo universal", "Convergencia Ética", "universalidad barroca", "ideación", "continuidad estética", "estética de la lectura", "filipinismo", "géneros ensayísticos", "discurso reflexivo", "malversación intelectual", "escatología y final de la Crítica", "metodologías comparatistas", "metodologías humanísticas en la Era digital". Todo ello es parte de una Estética de Conciencia-Realidad y de la interpretación fenomenográfica que esta incorpora.

Creó y dirige desde 1994, en la Universidad de Alicante, el "Grupo de Investigación Humanismo-Europa"[2]​ que ideó el "Premio Juan Andrés de Ensayo e Investigación en Ciencias Humanas".[3][4]​ Es director del "Instituto Juan Andrés de Comparatística y Globalización", entidad que actualmente mantiene el referido Premio, sustenta Ediciones Instituto Juan Andrés [5]​ y la Biblioteca digital HUMANISMOEUROPA.org. Es codirector junto a Araceli García Martín del Postdoctorado Internacional 'Ciencias Humanas - Comparatística - Globalización' y del Seminario Instituto-Biblioteca, en colaboración con la AECID.[6][7]​ Dirige la serie "Metodologías Humanísticas en la Era Digital", así como las colecciones "Mayor"[8]​ y "Menor"[9]​ de Editorial Verbum, donde ha llevado a cabo una reconstrucción del humanismo en clave hispánica así como de la Estética española en ese marco.

El pensamiento de Aullón de Haro posee una singular dimensión crítica que aspira a una Estética como teoría general y Ética; arranca del estudio del Ensayo, la Poesía, la Modernidad y Asia y ha configurado una extensa bibliografía tanto ideadora como innovadoramente reconstructiva. Aullón de Haro ha vertebrado un eje metodológico comparatista y establecido una concepción filosófica fundada en la Estética y la Epistemología, regida por la reificación del Humanismo y destinada a proyectar un horizonte válido para la época de la Globalización. Esto, que ya iniciado el siglo XXI el autor define como una Estética de Conciencia-Realidad, puede sintetizarse en cinco argumentos consecuentes:

1. La Estética es la Ontología y se refiere al Todo. La filosofía del arte, que ha de ser general, esto es comparatista y alcanzar la síntesis Occidente/Asia, no es sino una especificación de la Estética. Esto exige un concepto profundo tanto histórico como teorético de la "expresión" y de la "continuidad", así como la elaboración de una "hermenéutica fenomenográfica". El núcleo de esta Estética posee presuposición ética y cabe ser establecido, aunque limitadamente, en la relación naturaleza-paisaje / individuo-personaje / tránsito-viaje. No es aceptable para nuestro tiempo ni un hegelismo de la Filosofía del Arte sin Naturaleza y sin vida dinámica ni un poshumanismo facticista fruto de la sociologización. Una interpretación actual de la Universalidad es relativa a Sublimidad y Globalización.

2. Es preciso elaborar una epistemología de las Ciencias Humanas pareja a la vigente de las Ciencias físico-naturales y por tanto capaz de completar el conjunto del saber organizado superando la invasión del sociologismo, fundamentar la Ciencia literaria y comprender el sentido reflexivo y la función literaria y filosófica del Ensayo, así como la dimensión ingente de los Géneros Ensayísticos, los cuales definen la construcción histórica del pensamiento y la otra mitad de la Literatura junto a la tríada de los géneros literarios artísticos. La Literatura no es sino el conjunto histórico de los discursos de lengua natural altamente elaborados. El reverso de la desintegración moderna de la forma literaria y el arte es la construcción del Ensayo. En todo este argumento, el gran error del siglo XX ha consistido en no comprender la cuestión profunda de la 'forma' y, de otra parte, en el alejamiento de Filología y Filosofía, consecuencia de lo cual ha sido el establecimiento de una Filología sin pensamiento y una Filosofía ajena al devenir de las ciencias humanas. Es imprescindible la reconstrucción de la Historia de las Ideas y la Comparatística así como el sostenimiento del Logos, su continuidad, en tanto Filología inteligente a fin de salvar las Ciencias Humanas de la depauperación intelectual y moral. Si bien se lee, en el pensamiento epistemológico implícito de Roman Jakobson y explícito de Karl Popper se encuentra el germen más eficaz para la destrucción de la cultura y la ciencia humanísticas.

3. La Crítica es una exigencia ética. La interpretación de la Crítica de la época contemporánea exige un concepto doble y de gran alcance: escatología.[36]​ La historia moderna de la Crítica literaria y de la cultura es la crónica de una malversación surgida de la superación enciclopedista de la verdad mediante la mentira ideológica, a su vez derivada complementariamente durante el siglo XX con otros medios por las corrientes estructural-formalistas o neo-neopositivistas y por la disolución del objeto a manos del sociologismo y el ideologismo, de la corrección política, del nihilismo neovanguardista o decostruccionista y de sintomáticos artificios como el del poshumanismo y la posverdad. Es necesario tanto superar la depauperación de la historiografía literaria y filosófica y reintepretar el pensamiento idealista como vencer el final actual de la Crítica y vislumbrar una escatología de la misma en su sentido de reificación humanística no contradictoria con la contemplación, hacer justicia intelectual a sus tradiciones, asumiendo por otra parte la desintegración artística de la forma kantiana y la disminución de las artes mayores consiguiente a la multiplicación de las mismas. Está por escribir la Historia moderna de la Crítica, de las Ideas y, en general, del Pensamiento.

4. La difícil situación heredada requiere, en el caso español, una reconstrucción humanística de sus valores intelectuales mayores, a resolver en realidad como reconstrucción aun selectiva de la cultura hispánica, describiendo con nitidez una gran tradición intelectual anclada en los antiguos (Séneca, Quintiliano, Marco Aurelio) y proyectada por la Escuela de Salamanca y el Siglo de Oro (que constituyen una misma entidad desastrosamente disuelta por la historiografía), la Escuela Universalista Española del siglo XVIII (Andrés, Hervás, Eximeno..., creadores del comparatismo europeo moderno), la Estética española del XIX (la inteligente resolución poshegeliana de Milá y Fontanals prolongada en la creación de la Historia de las Ideas por Menéndez Pelayo) y al fin la gama humanística de singularidades hispánicas contemporáneas, de Unamuno a Eugenio D'Ors y Gómez de la Serna; de Santayana a Zambrano; de José Martí y José Rizal a Henríquez Ureña, Alfonso Reyes y Lezama Lima, creador de una alternativa hispánica a la Estética y la Crítica formalista y sociológica del siglo XX. Si el siglo XXI, a fin de adquirir su sentido, ha de conducir la Sublimidad a la Universalidad y ésta a la Globalización, en la historia moderna la Escuela Universalista define el paradigma ilustrado que mejor puede fundamentar un pensamiento de la Globalización. Esto presupone una idea de Humanismo universal y de Comparatística.

5. La ética gadameriana de la facticidad, que en realidad hereda a Heidegger negando a Dilthey por cuanto anula "actitud" y "valor", significa el desmontaje de toda Ética como categoría disciplinar y fundante. Esos son los conceptos con que García Morente fundamentó la idea de lo clásico. La cultura china, sabiamente tradicional y no teísta, por ello conciliable con el evolucionado teísmo cristiano, ha pasado a definir sin embargo, en virtud del totalitarismo, no la solución sino gran parte del problema. Asia y Occidente debieran alcanzar una especial "religación" como "Convergencia Ética" además de espiritual. El proceso de la Globalización, meramente regido por la inercia neomercantilista de la expansión de los mercados, la velocidad de la comunicación electrónica y de los transportes no conduce a un encuentro de las dos grandes culturas matrices, occidental y asiática, sino a un grave problema de homogeneización y disolución ética y estética que ha de ser corregido mediante la acción cultural inteligente (tanto práctica como teorética) y el estudio crítico humanístico y comparatista. Y por ello conducente a una comprensión de la universalidad de la conciencia. Esta reconducción, que con el paso del tiempo será cada vez más difícil, no podrá llevarse a cabo de manera generalizada sin cierta colaboración institucional y un necesario espíritu internacionalizado, pero será condición de ello establecer las entidades de valor sobre la base de un pensamiento libre de ideologismos justamente dentro del difícil régimen de unas sociedades dominadas por el "apriorismo cultural", instituciones académicas intelectualmente depauperadas que debieran reiniciarse en la Biblioteca y la Lectura como creación de humanidad, y una consciencia inerte a merced de intereses burdos, de los medios de comunicación y de la usual mentira política.



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