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Pedro Gil y Babot



¿Qué día cumple años Pedro Gil y Babot?

Pedro Gil y Babot cumple los años el 17 de marzo.


¿Qué día nació Pedro Gil y Babot?

Pedro Gil y Babot nació el día 17 de marzo de 853.


¿Cuántos años tiene Pedro Gil y Babot?

La edad actual es 1171 años. Pedro Gil y Babot cumplió 1171 años el 17 de marzo de este año.


¿De qué signo es Pedro Gil y Babot?

Pedro Gil y Babot es del signo de Piscis.


Pedro Gil y Babot (Tarragona 1783 - Barcelona 1853) fue un importante banquero, político, coleccionista de arte, comerciante, naviero y empresario español del siglo XIX.

Tenía su casa en Barcelona, en la calle Merced n.º 14, a un paso del puerto. En 1843 era el contribuyente n.º 15 de la provincia, pasando en 1847, en 4 años, a tener la 8ª fortuna de la provincia. Fue nombrado caballero de la Orden Militar de San Juan de Jerusalén.

Pedro Gil y Babot nació en Tarragona el 15 de septiembre de 1783. Hijo de Pablo Gil y Roig y de Teresa Babot. Su padre, que era maestro de obrasmestre de cases, arquitectos y constructores de la época— cuando él nació, se dedicó al comercio marítimo posteriormente.

Pedro Gil y Babot se casó con Josefa Serra y Cabañes, una de las hijas de su socio José Serra y Riba, en Palma de Mallorca, el 2 de mayo de 1813. En Tarragona nació su primer hijo Pedro Gil y Serra (1814-1867). Los otros diez hijos del matrimonio nacieron en Barcelona: José (1815-1877), Pablo (1816-1896), Teodora (1819), Luis (1820), Victoriano (1823), Eduardo (1825), Leopoldo (1826-1911), Claudio (1827-1879), Federico (1830) y Matilde (1832). Victoriano, Eduardo y Federico murieron siendo niños; Teodora, Luis y Matilde murieron jóvenes. Solo cinco hermanos varones llegaron a adultos, sobreviviendo a sus padres: Pedro, José, Pablo, Leopoldo y Claudio.

Los hermanos Gil-Serra se criaron en el ambiente de un rico comerciante de Barcelona que decidió orientarlos hacia el mundo de los negocios, enviándoles a formarse en Londres y París, donde aprenderían idiomas y a moverse en sociedad. Así, Pedro Gil y Serra fue enviado en 1833 a formarse en París, en la casa Aguirrebengoa e Hijos y Uribarren regentada por José Ignacio Aguirrebengoa, que era el banquero de Pedro Gil y Babot en París. En 1834, se le unió su hermano Pablo, de 17 años. Pedro estuvo un año en París y luego se trasladó a Londres, en donde luego se le unió su hermano Pablo, para trabajar con los hermanos Francisco y Cristóbal Murrieta, en la casa Aguirre Solarte y Murrieta.

Pablo Gil y Serra se marcó en Londres el objetivo de abrir un establecimiento para la importación de vinos y aguardientes catalanes, en colaboración con su hermano Pedro, el cual le enviaría el género desde Barcelona. José y Pablo Gil y Serra se propusieron trabajar también con los puertos del Pacífico americano. Los hermanos Gil-Serra conocieron en Londres y París a multitud de hombres de negocios vinculados a la economía atlántica. Con el transcurrir de los años las iniciativas londinenses y parisinas no se materializaban por lo que su madre se quejaba en sus cartas del enorme gasto que suponía tener los hijos fuera.

En un momento dado, Josefa Serra tenía su tres hijos mayores entre Londres y París y su marido en Madrid, por lo que tenía que ocuparse, no solo de la educación de los hijos pequeños, sino de los negocios en Barcelona, donde ella tuvo un importante papel. Fue una mujer de ideas claras y liberales.

A Pedro Gil y Serra le correspondió la tarea de ser la mano derecha de su padre, recibiendo amplísimos poderes antes de cumplir la mayoría de edad.

Pedro Gil y Babot empezó a girar como comerciante, a título individual en 1810, cuando tenía 27 años. En 1811 se asoció con José Serra y Riba, que era un veterano hombre de negocios con relaciones en América, que giraba en Barcelona y Villanueva y Geltrú. Al entrar en negocios con José Serra y Riba, Tarragona estaba tomada por el ejército francés, por lo que se fue a Palma de Mallorca donde abrió una segunda casa de comercio en 1812 que mantuvo operativa hasta 1815.

Al terminar la Guerra de la Independencia, el matrimonio Gil-Serra regresó a Tarragona. Instalado en Tarragona, Pedro Gil y Babot levantó diversos almancenes en el puerto de Tarragona. A los 30 años, Pedro Gil y Babot se trasladó con su familia a Barcelona, donde abrió una nueva casa de comercio. Al marchar de Tarragona, para mantener la casa de comercio que allí tenía, dio poderes a su cuñado, también comerciante, Nicolás Dardet, que se convirtió en su hombre de confianza en esa plaza.

Pedro Gil y Babot inició en Barcelona su actividad de naviero, participando en la financiación de una fragata denominada Cristina, a la que siguió la polacra Constancia dedicada ésta a la actividad corsaria. Pedro Gil y Babot armó varios veleros mercantes (algunos de ellos en sociedad con su suegro José Serra y Riba) como las fragatas Merced y Misericordia, el bergantín Tellus (dedicado ocasionalmente al tráfico de esclavos, con malos resultados económicos), el Curro, la fragata Curra, etc. La armadora de los Gil se revela como una inagotable fuente de acumulación de capital.

La actividad importadora y exportadora del Pedro Gil y Babot fue más allá del uso de sus propios buques. Mantuvo una relación especialmente intensa con La Habana, tras la independencia de las colonias americanas. Sus barcos también operaron en las costas de África. Su principal actividad exportadora fue la de vinos y aguardientes de Tarragona.

En 1820 murió José Serra y Riba. La muerte de su suegro le permitió a Pedro Gil y Babot utilizar en sus operaciones el patrimonio de su suegro, del cual su suegra Teodora Cabañes era usufrutuaria. De esta manera pudo multiplicar su actividad armadora con total independencia, sin necesidad de socio alguno. Así lo hizo con el bergantín Romano, el queche Los buenos amigos, la goleta Concepción (alias, La Amelia), la Constancia, un nuevo Cristina, el Leopoldo (también dedicado al corso y cuyo cocinero inicial era un esclavo negro que trabajaba sin ninguna remuneración hasta su devolución a su propietario, don Cristóbal Llomera en América).

Pedro Gil y Babot diversificó sus actividades y sus riesgos, ampliando sus negocios al comercio al por menor, a la financiación a otros comerciantes, a la promoción de nuevas industrias textiles, etc. No obstante, su gran proyecto empresarial, y una fuente segura de múltiples ganancias, fue la Empresa de la Sal.

La Empresa de la Sal del Principado de Cataluña estuvo en manos del conocido banquero y comerciante barcelonés, natural de Capellades, Francisco Fontanellas Calaf, Marqués de Casa Fontanellas, hasta 1830, fecha en que su arriendo pasó a Pedro Gil y Babot al mejorar la oferta. Para la explotación del monopolio se asoció con Francisco Puigmartí (buen conocedor del negocio de la sal) y con José Safont (que también participaba como socio capitalista), bajo la razón social de Puigmartí G.S. y Cía.. Dos años y medio después de conseguir el arriendo del monopolio, empezaron las diferencias entre los socios pero estas pudieron ser superadas. En 1837 se acabó el arriendo del monopolio. En 1840, Pedro Gil y Babot compró a Francisco Puigmartí su parte de la empresa, pasando a ostentar el 67% de la misma. La empresa continuó vigente durante unos años hasta liquidarse, una vez resueltas las diferencias entre los socios, en 1857.

Como administrador del estanco público de la renta de la sal en Cataluña, Pedró Gil y Babot se convirtió, a raíz de los problemas acaecidos durante las Guerras Carlistas, en acreedor de la Hacienda Pública, la cual tenía en esos momentos graves problemas de tesorería. El Tesoro español acabó pagando sus deudas con Pedro Gil y Babot mediante la adjudicación de diversas fincas desamortizadas en la Desamortización de Mendizábal, convirtiéndose en un importante propietario de fincas de Cataluña, entre las que se encontraban cuatro fincas contiguas al desamortizado Monasterio de Poblet, con el castillo de Riudabella, que todavía conservan sus descendientes de la rama Gil-Moreno de Mora. El resto de la deuda la cobraron ya sus hijos durante el Bienio Progresista.

Su hijo, Pedro Gil y Serra fue quien se ocupó de salvaguardar los restos de los siete condes de Barcelona y reyes de Aragón enterrados el Monasterio de Poblet, en ese momento abandonado tras la desamortización, para llevarlos a la catedral de Tarragona, donde estuvieron hasta el restablecimiento de la vida monásticas tras la Guerra Civil.

Charles Lebon había creado en 1832 una fábrica de gas en Dieppe (Francia). Acto seguido se trasladó a Barcelona para repetir la experiencia con algún socio capitalista local, siendo Pedro Gil y Babot quien recogió la oferta de Lebon. En 1840 presentaron una propuesta escrita al Ayuntamiento explicando las virtudes del alumbrado a gas, que era el primer sistema de alumbrado público, consiguiendo en 1841 la contrata por quince años. Charles Lebon se reservaba la dirección técnica y Pedro Gil y Babot el asegurar la financiación. El hijo, Pedro Gil y Serra fue nombrado banquero de la sociedad. El entedimiento entre Gil y Lebon en la Sociedad Catalana para el Alumbrado de Gas en Barcelona duró poco. Tras muchos pleitos, José Gil y Serra logró en 1849 asumir en solitario la administración del negocio.

Los padres no parecían tener mucha confianza en la capacidad de José Gil y Serra para los negocios. No obstante en 1844, antes de cumplir los 30 años, era nombrado gerente de la Sociedad Catalana de Alumbrado por Gas, y en 1848 pasó a la Junta Administrativa. La marcha de su hermano Pedro a París le había convertido en la mano derecha de su padre. Hubo diferencias entre Charles Lebon y Pedro Gil y Babot. Las diferencias se resolvieron, primero, con un arbitraje aceptado por ambas partes. En 1849, mediante un golpe de efecto, prometiendo uno premio al capital invertido del 8%, los Gil tomaron el control efectivo de la compañía.

Los Gil fueron los principales beneficiarios de la Compañía de Gas, empezando con el arriendo del terreno de la fábrica, y continuando con los beneficios del 5% que tenía Pedro Gil y Babot en su calidad de fundador, los dividendos de las acciones y con el sistema de administración mixta, mediante el cual José Gil y Serra percibía directamente una parte de las ganancias netas de la empresa. El gas fue la iniciativa empresarial más importante de los Gil. José Gil y Serra se labró con ella una regular fortuna y una gran reputación de hombre de negocios en Barcelona.

Charles Lebón y Pedro Gil y Babot también fueron socios en la Compañía de Minas de Cataluña y Aragón promovida por el político y empresario francés (de Sant Llorenç de Cerdans, en el pirenáico Vallespir) Lorenzo Garcias. Fue constituida en Perpiñán en 1842.

Esta empresa afirmaba ser propietaria de minas de hulla en Ogassa, Freixenet de Dalt y Surroca en la provincia de Gerona; de minas de hierro en Ventola, Brugera, Sarat, Bellver de Cerdaña, San Lorenzo de la Muga, Darnius, Masarach y Rocacorba, también en la provincia de Gerona; de minas de azufre en Villel y Libros en Teruel, así como minas de lignito en la zona de Mequinenza y cobre, pirita argentífera (plomo y plata) en diversos pueblos catalanes.

Lorenzo Garcías no solo planteaba la explotación de las minas, sino también la construcción de ferrocarriles, y es cuando no se había construido ninguno en España.

Su proyecto era faraónico. Pedro Gil y Babot y su hijo Pedro Gil y Serra quedaron deslumbrados por los proyectos de Lorenzo Garcias. Garcias era el impulsor, Lebon la dirección técnica y los Gil los banqueros.

La empresa, tras diversas vicisitudes, acabó mal. Las diferencias en su seno entre los Gil y Lebon afectó colateralmente a la marcha de la empresa del gas.

Se inició como político en Barcelona durante el Trienio Liberal culminando como diputado en las Cortes de Madrid, llegando a ser vicepresidente del Congreso de los Diputados. Sus ideas liberales unidas a su condición de gran comerciante le llevó a asumir diversas responsabilidades políticas, empezando por la Junta de Administración de Caudales Públicos de Barcelona, de la cual también eran vocales importantes comerciantes como Mariano Flaquer, Cristóbal Roig y Vidal o Juan Reynals. La primera reunión de la Junta tuvo lugar en la casa del Marqués de Barberá en 1823, que eran tiempos difíciles para los liberales catalanes con el regreso del absolutismo de Fernando VII. Durante la siguiente década, la Década Ominosa, Pedro Gil y Babot no tuvo ninguna actividad política, aunque siempre mantuvo su estrecha relación con Agustín de Argüelles y Álvarez.

Integrado en la Milicia Urbana o Guardia Nacional de Barcelona, se incorporó en 1835 a la Junta de Armamento y Recursos del Principado de Cataluña, creada por el Capitán General de Cataluña, el liberal Francisco Espoz y Mina, en la cual representaba, junto a José Magriñá, a la provincia de Tarragona. Allí ejercía como capitán de las Milicias Provinciales y Tesorero.[1]​ Unas semanas después, Pedro Gil y Babot fue nombra Procurador a Cortes por la provincia de Tarragona, lo que le permitió saltar de la política catalana a la política española, trasladando su residencia de Barcelona a Madrid entre 1836 y 1843.

Pedro Gil y Babot unió su condición de diputado a la de representante en Madrid de diversas instituciones catalanas, como la Junta de Obras del Puerto de Tarragona o la Comisión de Fábricas. En la mayor parte de sus intervenciones en las Cortes, Pedro Gil y Babot se ocupó de cuestiones de política económica y de Hacienda Pública, denunciando diversas prácticas de corrupción, bien conocidas por experiencia personal.

Mantuvo siempre una gran amistad con Juan Prim lo que le llevó as ser Capitán General Interino de Cataluña, durante unas semanas de 1843, pero espantado por una revuelta popular, tras renunciar al cargo, huyó de Barcelona para refugiarse en la casa que tenía en el municipio colindante de San Gervasio de Cassolas, donde hoy está el parque del Turó de Monterolas, en la que alojó a diversos patricios de Barcelona. La revuelta popular acabó con el bombardeo de Barcelona por el general Juan Prim. Tras la capitulación de la Junta Suprema de Barcelona, Pedro Gil y Babot regresó a Barcelona y se reincorporó a sus actividades. La hegemonía del partido moderado lo alejó de la política aunque mantuvo, algunos cargos como el de vocal de la Junta Suprema de Sanidad del Reino y, tras su retirada, obtuvo la categoría de primer Jefe del Cuerpo de Administración Civil del Estado. En 1850 renovó su escaño como diputado por Tarragona, siendo de nuevo el candidato más votado, por encima de Prim, aunque no consta que participase en ninguna sesión de la legislatura.

Durante su estancia en Madrid, recibió a diferentes marchantes de arte a través de los cuales fue comprando con muy buen criterio cuadros de gran valor de Velázquez, Zurbarán, Murillo, Tintoretto, Juan de Juanes, etc. En pocos años, Pedro Gil y Babot reunió una colección de más de sesenta piezas de arte, en su mayoría cuadros. La solidez de su fortuna le permitió no tener que vender ninguna obra y transmitírselas a sus hijos. Su nieto, Leopoldo Gil y Llopart, heredó la colección y, a principios del siglo XX, considerando su importancia, la depositó en el entonces Museo de Bellas Artes de Barcelona, pasando luego a las instalaciones del Museo de Arte Moderno de Barcelona sito en el Parque de la Ciudadela y, finalmente, al Museo Nacional de Arte de Cataluña sito en el Palacio Nacional de Montjuic.

En este último se encuentran veinte obras, que fueron adquiridas en los años 1940 por el Ayuntamiento de Barcelona, en condiciones muy favorables gracias a los herederos de Leopoldo Gil y Llopart: Elisa, Carmen y Leopoldo Gil y Nebot.

Los hermanos Pedro, José y Pablo Gil y Serra operaban en los negocios de su padre, bajo el paraguas paterno. Pedro Gil y Serra, durante los años 1836 a 1846, actuó exclusivamente como apoderado general de su padre. En 1846, a los 32 años de edad, decidió abandonar la residencia familiar de Barcelona y regresar a París, donde había estado formándose en su juventud en casa de unos banqueros. Probablemente, por esta razón, una vez instalado en París, decidió abrir una casa de banca independiente a la de su padre.

A Pedro le acompañó su hermano Leopoldo, diez años más joven que él, que ya había estado en París formándose los años 1843 y 1844. Años después se les sumó su hermano Pablo. Pedro, Leopoldo y Pablo desarrollaron el negocio bancario bajo la firma de Pedro Gil y Compañía hasta 1858, en que se disolvió la empresa común, continuando Pedro, a partir de ese momento, con la casa de banca en solitario.

Su hermano Claudio estaba en París en 1843 estudiando para ingeniero en la École Centrale des Arts et Manufactures de Paris, pues su padre quería que al menos uno de sus hijos tuviese una buena formación técnica, muy útil en sus negocios fabriles.

La liquidación de la casa banca de los hermanos coincidió con la boda de Pedro Gil y Serra con Josefa Moreno de Mora y Durán, hija de José Moreno de Mora y Cabezas, de un riquísimo bodeguero de Jerez que llevaba varias décadas residiendo en París. José Moreno de Mora falleció sin testamento por lo que el Consulado de España en París nombró a Pedro Gil y Serra como contador de la herencia. Pedro Gil y Serra comparece como Cónsul Honorario de Su Majestad Graciosa, Caballero Comendador de la Real Orden de Isabel la Católica y de la de San Juan de Jerusalén. Esta circunstancia le permitió conocer e intimar con su futura esposa, la cual aportó al matrimonio una dote que triplicaba la fortuna de su marido.

Pedro Gil y Serra y Josefa Moreno de Mora se casaron en París. Su hijo, Pedro Gil y Moreno de Mora (1860-1930) nació en París y con el paso de los años se convirtió en un enamorado de las artes plásticas, convirtiéndose en pintor y en el mejor amigo (mantuvo con él una extensa correspondencia) <Moya, M; Lorente Sorolla, V.; Pons-Sorolla, B. (eds.) (2008). Epistolarios de Joaquín Sorolla, Tomo I. Barcelona: Anthropos Editorial.> del pintor Joaquín Sorolla, el cual pintó varios retratos a diversos miembros de su familia.

Tras la muerte de Pedro Gil y Babot, su hijo Pedro Gil y Serra, tuvo que mantener el honor y la reputación del apellido Gil, haciéndose cargo de las deudas contraídas, pues tenía más apego al honor de la familia y a su nombre que a la fortuna. Mantener el honor y el nombre de la familia le supuso también hacerse cargo de las deudas contraídas por su hermano José en las empresas de Barcelona. Pedro Gil y Serra acabó invirtiendo más de la mitad de su patrimonio, acumulado básicamente en París con su casa de banca, en cubrir las deudas y compromisos de su familia.

Pedro Gil y Serra murió en París en 1867 y, desde esa fecha hasta 1887, la parisina casa de banca continuó su actividad girando bajo el nombre de Viuda de Pedro Gil, siendo gerente su hermano Pablo Gil y Serra. En esa fecha, la viuda de Pedro Gil pudo recuperar todas las deudas que le debían sus cuñados y retirándose del negocio de banca. La casa de banca continuó operando entonces bajo el nombre de Pablo Gil.

Pedro y Pablo Gil y Serra también actuaron como comerciantes, aunque su principal actividad fue la financiera. Los principales clientes de la Banca Gil fueron los españoles residentes en París, entre los cuales se encontraba la reina Isabel II, que se hallaba allí exilada. También tenía clientes franceses que tenían, en su mayoría, intereses en España. La información que les proporcionaban sus hermanos José y Leopoldo desde Barcelona, les era de gran valor.

También financiaron actividades de importación y exportación, de construcción de las líneas ferroviarias, como la de Barcelona a Valls por Villanueva y Geltrú. La Banca Gil también tuvo estrechas relaciones con la plaza financiera de Londres. Sin que afectase a la marcha de la banca, Pablo Gil y Serra dedicó mucho tiempo a viajar por Europa.

El hijo de Pedro Gil Moreno de Mora, 'José-Pedro Gil-Moreno de Mora y Plana (1892-1945) estudió ingeniería en París y se formó como artista grabador. Fue discípulo de Maurice Achener y sus ilustraciones guardan gran parecido en estilo y temática con las del artista alsaciano. En España, este aristócrata e ingeniero gozó de reconocimiento como ilustrador y grabador, sobre todo en Madrid, donde su obra artística tuvo eco en los años treinta a través del diario ABC. Además, fue miembro fundador de la Asociación de Bibliófilos de Barcelona. Se casó en 1922, en el Puerto de Santa María, con María Amalia Torres y Delgado, hija de Miguel Ángel de Torres e Iribarren, Marqués de Villarreal de Purullena. El matrimonio está enterrado en el Real Monasterio de Santa María de Poblet, de cuyo Patronato fue presidente. Durante su mandato en el Patronato, se efectuó el retorno de la Orden del Cister a dicho monasterio.

José-Pedro Gil-Moreno de Mora y Plana tuvo 6 hijos que llegaron a adultos: José-María Gil-Moreno de Mora y de Torres(1925-1979) se ocupó de la finca del castillo de Riudabella, junto al Monasterio de Poblet, y de industrias químicas, pero su afición eran los esmaltes, habiendo hecho exposiciones en París y Barcelona. María Antonia se casó con el escritor Luis Goytisolo; María Amalia, Miguel y Isabel Gil-Moreno de Mora (Bel o Maribel, 1938-1978), “La niña Isabel” del poema de Jaime Gil de Biedma. Isabel fue una de las “imprescindibles” de la gauche divine barcelonesa de los años 60-70. Isabel Gil-Moreno de Mora fue diseñadora de joyas, amiga de la gran fotógrafa Colita y el único amor heterosexual de Jaime Gil de Biedma.

José-María Gil-Moreno de Mora y de Torres tuvo a Pedro Gil-Moreno de Mora y Martínez-Gil (1955), que ostenta actualmente la propiedad, administración y la explotación agrícola y hotelera del castillo de Riudabella; Fernando (1956,Búfalo Gil) es piloto profesional que, entre otras cosas, ha participado 11 veces en el Rally Dakar, unas veces en moto, otras en coche y, finalmente, otras en camión. Diego (1962) es profesor de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Barcelona y Gonzalo (1962) es catedrático de la Facultad de Deportes de la Universidad de Lérida; otros son Pablo y Rodrigo.

Miguel Gil-Moreno de Mora y de Torres es el padre del malogrado corresponsal de guerra Miguel Gil Moreno (Tarragona, 1967 - Sierra Leona, 2000).

Aparte de la vertiente artística de los Gil-Moreno de Mora, también hay una vertiente institucional pues sus miembros presidieron la Real Sociedad Arqueológica Tarraconense, participaron en el Instituto Agrícola Catalán de San Isidro, en la Cámara Sindical Agraria de Tarragona, en la puesta en marcha del Observatorio del Ebro en Roquetas, en la creación de un colegio en Vimbodí, la cesión al Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC) de una rica colección de dibujos y grabados, etc.

Esta compañía nació con el objetivo de hacer el Ebro navegable para el tráfico de personas y de mercancías hasta Zaragoza. A partir de mediados siglo XVIII y hasta mediados del XIX se produjeron diferentes intentos de modernizar la navegación del Ebro. Algunos de estos proyectos fueron impulsados por el Estado pero otros se debieron a la iniciativa privada. La familia Gil se implicó en este proyecto, en especial los hermanos José y Pedro Gil y Serra. Pedro Gil y Serra lo consideraba como el mayor negocio de España, tal como lo estaba siendo el gas.

La iniciativa tuvo un marcado acento francés, siendo su promotor Isidore Pourcet, quien obtuvo una concesión provisional en 1849. La conversión del Ebro en un río navegable suponía la realización de unas costosas obras, que podrían servir también para el regadío agrícola. Pourcet consiguió la concesión definitiva por 99 años en 1851. La solución técnica adoptada era la escalonar el río aprovechando las presas existentes e intercalando otras nuevas, así como rectificar o encauzar la corriente por medio de diques semejantes a los construidos en el río Garona. En 1852 se constituyó en París la Compagnie Royale de l'Ebre Canalisé, presidida por el duque de Morny, hermanastro de Napoleón III, y en cuyo comité estaba Pedro Gil y Serra. La banca Pedro Gil y Compañía se convirtió en la banca de la empresa y su padre, Pedro Gil y Babot, participó con 500 acciones.

Pedro Gil y Serra se convirtió en el hombre fuerte de la compañía en París y su hermano José lo acabó siendo en Barcelona. En noviembre de 1852 se constituyó en Madrid la Real Compañía de Canalización del Ebro con un capital de 126m de reales. El primer consejo de administración fue presidido por el duque de Riansares, segundo marido de la reina María Cristina de Habsburgo; su vicepresidente era el ostentoso duque de Osuna, y entre sus vocales se encontraba el duque de San Carlos y los condes de Quinto, de Retamoso y de San Luis, junto a financieros como Nazario Carriquiry, entre otros. Pedro Gil y Serra ostentaría la representación de los accionistas catalanes.

El proyecto de canalización del Ebro entraba en competencia con el proyecto de la firma Girona Hermanos, Clavé y Cía., liderada por Ignacio Girona y Targa y dirigida por su hijo Manuel Girona, de la construcción del ferrocarril de Barcelona a Zaragoza, que se iniciaba en 1853.

Los primeros problemas comenzaron por el contrato firmado entre Isidore Pourcet y Hubert Debrousse para la construcción de las obras. Continuaron con la falta de presentación del balance del año 1853. Los accionistas catalanes iban viendo como bajaba la cotización de las acciones en las bolsas de Madrid, Londres, París y Barcelona. Los Gil fueron cambiando su optimismo inicial por el proyecto en un prudente escepticismo sobre el futuro de la empresa. En 1855 la situación de la empresa era delicada y agravada por la muerte de Isidore Pourcet. Las obras se fueron retrasando y con lo que se perdían los beneficios de los compromisos de rentabilidad de las acciones (6%) del Gobierno, una vez acabadas las obras. Los accionistas se negaron a hacer más desembolsos pasivos.

A pesar de la mala marcha de la empresa, la Banca Gil recibió suculentas comisiones de la empresa en su calidad de banqueros de la misma. En 1856, los hermanos Gil esperaban poderse retirar poco a poco como accionistas de la empresa, aunque fuese con pérdidas. La entrada en funcionamiento del ferrocarril entre Barcelona y Zaragoza en septiembre de 1861, fue la puntilla final que acabó definitivamente con la empresa de navegación, dedicándose posteriormente ésta, aprovechando las obras de canalización ya realizadas, a iniciar la irrigación de las entonces tierras baldías del Delta del Ebro para el cultivo de arroz. Fue un mal negocio que no cubrió las expectativa de Pedro y José Gil y Serra.

José Gil y Serra no quiso limitarse a se el administrador principal de la compañía del gas de Barcelona. Su hermano Claudio, con apenas 20 años, continuaba sus estudios de ingeniero en París, que terminó en 1851. En 1852, Claudio Gil y Serra fue contratado por en París por la Empresa Carbonera de Siero y Langreo para trabajar en Asturias en la construcción de un ferrocarril en Langreo que permitiese la extracción de las minas de la compañía y su posterior comercialización.

En 1854, Claudio Gil y Serra dejó su trabajo en Asturias y compró unas minas en Anglés (Gerona) de blenda y espato flúor. Sus hermanos de la Banca Gil, de París, le financiaron la puesta en explotación. Como las cosas no fueran bien, Claudio vendió las minas y se puso a trabajar a las órdenes de su hermano José.

En 1856, José Gil y Serra se había implicado en la construcción de un ferrocarril entre Barcelona y Tarragona, por la costa, vía Villanueva y Geltrú. Este proyecto se vio afectado por el adelanto que llevaba el proyecto de la misma línea, pero vía Martorell que, aunque era algo más larga, era más barata de construir al no tene que hacer túneles, a diferencia de la de la Villanueva y Geltrú.

En 1857, Crédito Mobiliario Barcelonés, en su calidad de concesionario de la línea vía Villanueva y Geltrú, encargó la construcción de la línea a Franciscon Puig y Satorras y José Gil y Serra que debería terminarse en un plazo no superior a cuatro años. La línea no llegó a comenzar a construirse.

José Gil y Serra, además de su actividad en la compañía del gas de Barcelona, fue miembro de la junta directiva de la Sociedad General de Crédito "El Comercio", que tenía su sede en el edificio del actual Museo de cera de Barcelona. Partició en la Propagadora del Gas, Crédito Mercantil, Crédito Mobiliario Barcelonés, Lloyd Catalán de Seguros Marítimos, etc.

En 1875 el Ayuntamiento de Córdoba concedió el permiso para construir la fábrica de gas a Víctor de Cardaillac, quién vendió sus derechos a dos empresarios catalanes: Martin Ziegler, que actuaba como director del Centro Científico Industrial de Barcelona, y Estanislao Navarro Soler, que actuaba por encargo de José Gil y Serra. En 1869, José Gil y Serra se afincó en Córdoba. Para el funcionamiento de la fábrica de gas se confiaba en los carbones de las minas de Espiel y Bélmez del norte de la provincia de Córdoba, los cuales deberían trasladarse a la capital mediante un ferrocarril de nueva construcción.

Aprovechando su estancia en Córdoba, emprendió otros negocios en la ciudad, como el de la substitución de las antiguas cañerías de agua potable, y estudió la posible ampliación de su negocio gasista a otros puntos de Andalucía. En 1871 compró la Fábrica de Gas de Sevilla para la Sociedad Catalana de Alumbrado por Gas, de la que entonces era director. Para facilitar la expansión del gas en Sevilla montó un taller de plomería para gas.

José Gil y Serra, además, fue Sustituto del Cónsul de Tribunal de Comercio de Barcelona, Alférez de la Segunda Compañía del Escuadrón de Húsares de la Milicia Nacional de la Provincia de Barcelona, miembro de la Junta de Gobierno del Ateneo Catalán de la Clase Obrera. José Gil y Serra murió en Barcelona en 1877, a los 62 años, dejando como herederos a sus hermanos Pablo y Leopoldo y a su sobrino Pedro Gil Moreno de Mora.

A la muerte de sus hermanos, Leopoldo Gil y Serra (1826-1911), ingeniero de formación (1889), acabó convirtiéndose en el punto de referencia de toda la familia en Cataluña y en la persona clave para transmitir el patrimonio familiar a la tercera generación. Leopoldo Gil y Serra fue el más longevo de los 11 hermanos, muriendo a los 84 años de edad.

La decisión de sus hermanos de emprender negocios fuera de Cataluña, le dejó al frente de los intereses familiares en Barcelona. Leopoldo culminó su etapa formativa en París donde, en lugar completar su formación en ingeniería, como pretendía su padre, se interesó mucho por la pintura, regresando a Barcelona para estudiar en la Escuela de Bellas Artes de la Lonja. En 1852 se vio obligado a asistir a su hermano José en la dirección de la Sociedad Catalana para el Alumbrado de Gas.

Leopoldo Gil y Serra se casó en el Monasterio de Montserrat a los 33 años de edad, con Carmen Llopart y Xiqués, a la que llevaba 12 años. Carmen Llopart había nacido en La Habana en 1838, en el seno de una familia de origen catalán. Su padre, Roque J. Llopart fue un destacado comerciante que también se dedicó, solo durante algunos años, al tráfico de esclavos. Roque Jacinto Llopart murió en 1846, a los 47 años de edad. Tras el correspondiente luto, su viuda, Manuela Xiqués, decidió regresar a Barcelona donde se estableció en 1851.

Leopoldo Gil y Serra colaboró con su hermano José en las diversas empresas y le susbtituyó a su muerte en la administración de Catalana de Gas. También fue el administrador de las fincas de la familia y de los bienes e intereses familiares en Cataluña.

Leopoldo Gil y Serra y Manuela Llopart y Xiques tuvieron 3 hijas y un hijo. Su hija Carmen se casó con Antonió Clavé y Nadal; Josefa se casó con Jesús Ramón de Bofarull y Barat; y, Manuela se casó con Luís Escolá y Argilaga. Finalmente, su hijo Leopoldo Gil y Llopart (1864-1923) se casó tres veces: en primeras nupcias con Josefa Goytisolo y Digat, de una rica familia de origen cubano, cuyo matrimonio duró muy poco. Tras 4 años de viudez, Leopoldo se casó con María Puig de Abaría, hija de un rico naviero de Vilassar de Mar que también hizo su fortuna en América y que, asimismo, murió pocos años después. Sin ningún hijo en ambos matrimonios, Leopoldo Gil y Llopart se casó con Elisa Nebot y Torrens, hermana del arquitecto Francisco de Paula Nebot y Torrens, con quien finalmente tuvo dos hijas: Elisa (1915, casada con Fernando Maristany y Pomar), Carmen (1919-1992, religiosa de la Congregación de Esclavas del Sagrado Corazón), y un hijo, Leopoldo Gil y Nebot (casado con María Francisca Cornet y Cucurny) nacido en (1921), que tenía 2 años cuando murió su padre y que fue prácticamente educado por su tío materno, por lo que acabó siendo asimismo arquitecto. Leopoldo Gil y Cornet (1952) es arquitecto del Servicio de Patrimonio Histórico de la Institución Príncipe de Viana del Gobierno de Navarra, y profesor y coordinador de la especialización en restauración y rehabilitación en la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Navarra.

Leopoldo Gil y Llopart fue, además de ingeniero con negocios de electricidad y gas en Palafrugell, un excelente fotógrafo, realizando exposiciones, como la del Círculo Lírico de 1899 o la promovida por la Caja de Barcelona en 1984.

Esta rama se ha implicado institucionalmente en la Junta Constructora del Templo de la Sagrada Familia de Barcelona, la Junta Regional organizadora de las adhesiones al General Polavieja (1898), la Sociedad Barcelonesa de Amigos del País, Junta Directiva del Tiro Nacional de Barcelona, Junta del Círculo del Liceo, Junta de la Cámara Oficial de la Propiedad Urbana, Consejo de Administración de la Caja de Ahorros de la Diputación de Barcelona, Cámara Oficial de Comercio, Industria y Navegación de Barcelona, Junta de Museos de Barcelona, Universidad Internacional de Cataluña, etc.

En 1892, Pablo Gil y Serra otorgó testamento ante el Cónsul de España en París, quien actuaba en funciones de notario público, en el cual ordenaba, en primer lugar, cuatro legados de 100.000 Francos cada uno, a favor de los 4 hijos de su hermano Leopoldo pero no estableció legado alguno a favor de su sobrino el pintor Pedro Gil Moreno de Mora, con clara voluntad de desheredarlo, a causa de las desavenencias con la liquidación de la casa de banca que había fundado el padre de este último en París, y con la que había continuado Pablo. Pablo no hizo expresa declaración de herederos en su testamento, por lo que el sobrino pintor consiguió, vía judicial, ser declarado heredero ab intestato de su tío Pablo junto con su tío Leopoldo Gil y Serra.

Pablo Gil y Serra dice en su testamento que el resto de su fortuna, tras haber pagado los legados, se divida en dos partes: una para los cuatro hijos de su hermano Leopoldo y la otra mitad "se destine a la fundación de un hospital civil que, con el nombre de San Pablo, se construirá en la ciudad de Barcelona, conforme a las instrucciones que dejó escritas por separado".

Pablo Gil y Serra murió en París el 30 de abril de 1896, alejado totalmente de Barcelona, ciudad que no había visitado en los últimos 10 años. La cantidad dejada en herencia resultó ciertamente respetable. El proceso de liquidación de la casa de banca necesitó cierto tiempo, por lo que la construcción del hospital debió esperar. En 1898 se procedió a anunciar la compra de los terrenos para la construcción del hospital.

Tras múltiples complicaciones se decidió que el arquitecto del nuevo hospital fuese Lluís Domènech i Montaner. En 1906, los albaceas de Pablo Gil y Serra, Manuel M. Sivatte y Juan Ferrer-Vidal presentaron al ayuntamiento el proyecto del nuevo hospital. El proyecto contemplaba dos hospitales en uno: por un lado, las nuevas instalaciones del hospital medieval de la Santa Creu y, por otro lado, una segunda instalación que, con el nombre de Hospital de San Pablo, cumpliese con las exigencias de la herencia de Pablo Gil y Serra. Ahora bien, en lugar de crear dos complejos, Domènech i Montaner diseñó un complejo único compuesto de 12 pabellones independientes de estilo modernista rodeados de jardines. De hecho, los jardines eran un elemento fundamental de su proyecto. En la realización del proyecto colaboraron dos escultores: Eusebio Arnau y Pablo Gargallo.

El legado final de Pablo Gil y Sera ascendió a 2.910.000,- Pesetas, una cifra más que respetable, que junto con otras aportaciones privadas y, sobre todo, del Ayuntamiento de Barcelona, hicieron posible materializar un monumental proyecto del modernismo catalán que ha sido reconocido, en 1997, como Patrimonio de la Humanidad. El resultado impresiona, constiyendo el mayor conjunto modernista del mundo. Fue a causa de esta magnificencia por lo que acabó agotándose el legado de Pablo Gil y Serra y se necesitaron más aportaciones.

La construcción del hospital modernista se desarrolló al principio a buen ritmo, dada la liquidez con que contaban las obras, pero dada su magnitud se alargaron varios años, durante los cuales las obras quedaron paralizadas tanto por falta de medios, una vez agotado el legado de Pablo Gil, como por continuos conflictos derivados del modelo de gestión que practicaba la administración de la obra.

En 1913, los albaceas entregaron el nuevo conjunto hospitalario al antiguo hospital medieval de la Santa Cruz. Para aproximarse a la voluntad del mecenas, se añadió su nombre Pau (Pablo) al del hospital, el cual a partir de entonces se llamó oficialmente Hospital de la Santa Cruz y San Pablo, si bien en la actualidad se le conoce más popularmente por Hospital de San Pablo. En el seguimiento de las obras intervino su hermano, Leopoldo Gil y Serra, hasta su muerte en 1911.

En 2002, se decidió construir un nuevo hospital en los terrenos que todavía quedaban libres en el inmenso solar que se había comprado inicialmente, trasladándose al nuevo edificio todos los servicios hospitalarios en 2010. Los antiguos pabellones, una vez restaurados, servirán para otros fines que les permitan conservarse en buen estado y al servicio de la sociedad para la cual fueron construidos.

Rodrigo y Alharilla, Martín.(2010). La familia Gil. Empresarios catalanes en la Europa del siglo XIX. Barcelona: Fundación Gas Natural.



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