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Plegaria



La oración, rezo o plegaria, es el concepto religioso por el cual una persona cree que por medio de un rito se invoca a una divinidad,[1]​ un santo, o cualquier integrante que pertenezca a su religión, incluso aquello que consideran sagrado. Los pasos, las características y a quien va dirigida la oración están basados en la fe del individuo que realiza dicha actividad. El diccionario de la lengua española lo define como; «dirigirse mentalmente o de palabra a una divinidad o a una persona sagrada, frecuentemente para hacerles una súplica».[2]

El término rezar viene del latín re-citāre[3]​ el cual usa el prefijo re que significa repetición y citāre que significa citar, mientras orar viene del latín orāre que significa 'de forma oral' hablar, por otro lado plegaria precaria,[4]​ en latín significa petición.[5]

Del latín oratio, -onis. Etimológicamente es una expresión oral, es decir, que debe expresarse con el lenguaje. Aunque hay varios tipos de oración, y no siempre se expresa con un lenguaje de palabras, tanto verbales como mentales, también puede expresarse a través de gestos como los bailes. Las religiones suelen otorgar validez a la mera repetición de unas palabras, que eleven el pensamiento hacia Dios, que pueden ser incluso en un idioma que el orante no entiende (las llamadas lenguas sagradas: sánscrito, hebreo, griego, latín, árabe...), o conceptos difíciles de entender en el propio idioma. En la religiosidad popular, son las propias palabras las que tienen el poder curativo o la eficacia religiosa de que se trate.

Habitualmente se acompaña el acto de la oración con alguna postura física, como el juntar las palmas de las manos, o mostrar las manos abiertas; el abrir los brazos en cruz; el mirar hacia el cielo, o bien bajar la mirada u ocultar el rostro entre las manos; el realizar movimientos en forma de vaivén; y la postración, como manera de humillarse en actitud ascética de conversión, como arrodillarse o inclinarse (en griego proskynesis). Existe una postura, procedente del budismo zen, adoptada por los monjes cristianos, llamada posición del diamante o postura carmelitana, en la que el orante se pone de rodillas, sentado sobre los talones, con las palmas de las manos abiertas, hacia arriba, sobre las rodillas, en actitud de recogimiento y acogida. Para este fin incluso se han diseñado objetos adecuados: los reclinatorios, en el catolicismo, y las alfombras de oración (como la Alfombra de Baluch), en el islam y el cristianismo copto.

La oración musulmana requiere un ritual de posturas muy codificado, que incluye la orientación hacia la Meca.

Ordinariamente, los judíos contemporáneos no se inclinan. Sin embargo, se inclinaron al recitar rezos, y en la actualidad mantienen un ritual de oración con vaivén frente al Muro de las Lamentaciones y los textos sagrados. Los etíopes modernos tienen la costumbre de la inclinación, probablemente debido a los judíos antiguos que emigraron a Etiopía en días antiguos. La inclinación etíope es similar a la inclinación japonesa.

La postura incómoda durante la oración o su larga duración puede considerarse una forma ligera de mortificación física, que en algunos casos se exterioriza en golpes; estos pueden ser simplemente estilizados (por ejemplo, el llevarse el puño al pecho al decir Por mi culpa, por mi culpa, por mi grandísima culpa, del confiteor católico -yo, pecador-), o excepcionalmente ser reales. No obstante, estas auto-agresiones con fines religiosos no son tanto propias de la oración como de alguna forma de penitencia.

Conforme a la Iglesia católica, la oración es un diálogo entre Dios y los hombres. El hombre ha sido creado para glorificar a Dios, a través de la oración se le da gloria, de lo cual el ser humano se beneficia espiritualmente, recibiendo el Amor del Padre por la comunión con Jesucristo a través del Espíritu Santo. Mediante la oración se contempla a Dios, se le agradece, se le pide perdón y se le solicita su bendición y ayuda. Normalmente para orar se necesita un clima de recogimiento, silencio y soledad interior para facilitar la unión con Dios; aunque hay momentos de oración comunitaria que lo dificultan, sin ser por ello menos efectiva. Al orar, cada uno puede hacerlo con sus propias palabras o recurrir a algunas de las oraciones tradicionales de la Iglesia.

Jesús da un ejemplo de oración en el Huerto de los Olivos, cuando al orar decía "Padre, que no se haga mi voluntad, sino la tuya" (Mc 14, 36).

Una diferencia sustancial entre catolicismo y protestantismo es el papel en las oraciones de la Virgen María y los santos. En ese punto no hay diferencias entre el catolicismo y la Iglesia ortodoxa o las demás iglesias orientales.

El Concilio Vaticano II dice que "desde su mismo nacimiento, el hombre es invitado al diálogo con Dios".

Tipos de oración

Según la fe cristiana, la oración puede ser:

Estos tipos de oración no tienen por qué ir separados, se pueden ejercitar a la vez, o irse desencadenando uno detrás de otro; por ejemplo mediante el rezo del Rosario se hace una oración verbal con oraciones conocidas, se puede meditar cada misterio correspondiente a una etapa de la vida de Jesucristo, y se puede hacer oración de petición pidiendo la intercesión de la Virgen María.

La Virgen María, Mediadora en la oración

La Tradición apostólica considera a la Virgen María, "mediadora de toda gracia" y "omnipotencia suplicante" en la oración.

Cristo se hace humano en el vientre de María, dando ella da su consentimiento al ángel enviado por Dios,"Hágasé en mí según tu palabra" (Lc 1,38).

Su condición de mediadora se manifiesta en la visita que María, encinta, hace a su prima Isabel; su sola presencia, llevando en su vientre al Mesías, llena del Espíritu Santo al hijo que Isabel espera (Juan Bautista).(Lc 1,41-45)

La gracia de omnipotencia suplicante de María la instaura el mismo Jesús en las bodas de Caná, al convertir el agua en vino, simplemente porque su Madre le hizo presente la necesidad. Y ello ocurrió a pesar de que aún no era la hora de empezar su misión.(Jn 2,1-11)

Además, respetando el mandato de Jesús crucificado, los católicos la reconocen como Madre de los hombres, sabiendo que por el mismo mandato, ella nos reconoce como hijos y nos hermana con Jesús. (Jn 19,26-27)

La Comunión de los Santos

El concepto de Comunión de los Santos, al hacer partícipes a todos los cristianos de los méritos de los santos, además de los de Cristo, para su propia salvación, está expresado desde la tradición cristiana desde la perspectiva de que la muerte no es el final de la vida, sino que es el inicio de la vida eterna con Dios. El concepto de comunión de los santos es que, a través de nuestra oración y de la oración de los que ya están en la presencia de Dios (santos) podemos alabar a Dios. Este concepto de "comunión" implica que la Iglesia del cielo (Iglesia triunfante) y la de la tierra (Iglesia militante) están unidas a través de la oración. Permite una clase de culto a los santos (culto de dulía) distinto al culto debido a Dios (culto de latría: dárselo a otra entidad se considera idolatría), pues no deben atribuirse a los santos méritos divinos. Este culto incluye la veneración de sus reliquias e imágenes y el rezo de oraciones.

Según el protestantismo; es Jesús quien entrega las enseñanzas sobre como se debe orar. Él dice: "Cuando oren, no sean como los hipócritas, porque a ellos les encanta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas para que la gente los vea. Les aseguro que ya han obtenido toda su recompensa. Pero tú, cuando te pongas a orar, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo secreto. Así tu Padre, que ve lo que se hace en secreto, te recompensará. Y al orar, no hablen sólo por hablar como hacen los gentiles, porque ellos se imaginan que serán escuchados por sus muchas palabras. No sean como ellos, porque su Padre sabe lo que ustedes necesitan antes de que se lo pidan." (Mateo 6:5-8) (Nueva Versión Internacional)

Es por esto que para los Protestantes, la oración del Padre Nuestro es más bien un esquema temático, y no una oración para recitar repetitivamente.

En la oración, todo apunta a la creencia. Jesús dice: "Pidan, y se les dará; busquen, y encontrarán; llamen, y se les abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abre." (Mateo 7:7-8). Y luego continúa diciendo: "Si ustedes creen, recibirán todo lo que pidan en oración." (Mateo 21:22) (Nueva Versión Internacional).

El Protestantismo considera a Jesús como el único redentor e intercesor entre Dios y la humanidad. "Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie llega al Padre sino por mí" (Juan 14:6). Él mismo les dice a sus discípulos "Ciertamente les aseguro que mi Padre les dará todo lo que le pidan en mi nombre." (Juan 16:23). Y luego Juan dice: "Mis queridos hijos, les escribo estas cosas para que no pequen. Pero si alguno peca, tenemos ante el Padre a un intercesor, a Jesucristo, el Justo. Él es el sacrificio por el perdón de* nuestros pecados, y no sólo por los nuestros sino por los de todo el mundo." (1 Juan 2:1-2) (Nueva Versión Internacional).

Los momentos de oración se efectúan de manera libre, de acuerdo al sentimiento que posea cada persona en el momento, o de acuerdo al sentir del Espíritu Santo como mencionan pentecostales y evangélicos. Esto ocurre incluso durante reuniones masivas como la adoración dominical.

Según el Movimiento de los Santos de los Últimos Días, más conocido como Mormones, la oración es la comunicación reverente con Dios durante la cual la persona da gracias y pide bendiciones. La oración se dirige a Dios Padre en el nombre de Jesucristo y puede hacerse en voz alta y/o mentalmente. Los pensamientos también pueden ser una oración si se dirigen a Dios. La canción de los justos es una oración para Dios (D y C 25:12).

La finalidad de la oración no es cambiar la voluntad de divina, sino obtener bendiciones que Dios esté dispuesto a otorgar, pero que deben ser solicitadas con el fin de recibirlas.

Para ofrecer una oración, la persona debe seguir los siguientes pasos:

1. Nuestro Padre Celestial

2. Te damos gracias por...

3. Te pedimos...

4. En el nombre de Jesucristo. Amén

Ṣalāt (árabe: صلاة; plural: ṣalawāt, árabe coránico: صلوة <<orar o bendecir>>) generalmente se refiere a las oraciones de los musulmanes a Dios; y más comúnmente a las cinco oraciones diarias del Islam, las cuales son:

Aquí la posición que ocupa y el concepto sobre la oración Salat.

1- La oración es el segundo de los pilares del Islam

Dijo el Profeta, la paz y las bendiciones de Dios sean con él: “el Islam se levanta sobre cinco pilares: el testimonio de que no hay más dios que Alá y que Mahoma es su siervo, y la práctica de As-Sala ” [ Muttafaq ‘alaih ]

2- La oración es la mejor de las obras

Dijo el Mensajero de Dios, la paz y las bendiciones de Alá sean con él: “La mejor obra es As-Sala al principio de su tiempo” [ Lo citó At-Tirmidhi ]

3- La oración es la diferencia entre el islam y la incredulidad

Dijo el Profeta, la paz y las bendiciones de Dios sean con él: “ciertamente entre el hombre y la incredulidad y el politeísmo está el abandono del As-Sala ” [ Lo citó Muslim ]

4- La oración es la base del Islam y sobre él, después del Tawhid, se levanta el islam

Dijo el Profeta, la paz y las bendiciones de Dios sean con él: “La cabeza de este asunto es el Islam y su columna es As-Sala ” [ Lo citó Ahmad ]

El judaísmo, requiere oraciones al despertar, al atardecer, al anochecer, y después de cada comida. También hay bendiciones especiales para todos los gozos, todas las dichas, y todas las penas y dolores. La religión judía prohíbe estrictamente oraciones para pedir por malos augurios a los demás, o para pedir que se cambie el pasado. Algunas oraciones requieren la presencia de diez hombres miembros de la comunidad. También están los rezos de Shajarit a la mañana Minja al mediodía y Arvit a la noche y agregado en Shabat hay uno llamado Minja los cuales son muy importantes en la vida diaria de un judío.

Se han encontrado paralelismos entre el monacato, las vías ascética y mística del cristianismo y algunas religiones orientales.

Pueden entenderse como formas de oración budista la repetición de mantras y el mero hecho de dar vueltas a un molinillo de oraciones.

La práctica de la meditación, fundamental para el budismo, puede ser considerada en sí misma una forma de oración (y viceversa).



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