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Poética



Puede definirse como la ciencia nomotética cuyo objeto de estudio son las artes y la literatura.[1]​ Puede aceptarse su origen en la obra homónima de Aristóteles.[2][3]

En un sentido más concreto, se entiende como poética el «arte de componer versos y obras en verso», así como el estudio que hace un autor sobre su propia obra.[4]

La Poética de Aristóteles fue escrita en el siglo IV a. C., entre la fundación de su escuela en Atenas, en el 335 a. C., y su partida definitiva de la ciudad, en el 323 a. C. un año antes de su muerte. Su tema principal es la reflexión estética a través de la caracterización y descripción de la tragedia. Originalmente la obra estaba compuesta de dos partes: un primer libro sobre la tragedia y la epopeya y un segundo sobre la comedia y la poesía yámbica que se perdió, aparentemente durante la Edad Media, y del que nada se conoce. Básicamente, la obra consta de un trabajo de definición y caracterización de la tragedia y otras artes imitativas. Junto a estas consideraciones aparecen otras, menos desarrolladas, acerca de la Historia y su comparación con la poesía (las artes en general), consideraciones lingüísticas y otras sobre la mímesis.[5]

La Epístola a los Pisones del poeta Horacio, más conocida como Ars poetica, ha venido a ser uno de los sostenes del clasicismo en la literatura. Ensalza los modelos griegos como maestros y proporciona consejos técnicos a los poetas noveles. Frente a Aristóteles, Horacio adopta otro tono, ya que, a diferencia del filósofo, él mismo es un artista de la palabra y puede aportar su propia experiencia como creador. El texto cuenta con treinta apartados delimitados por los vocativos utilizados para llamar la atención de sus destinatarios, los Pisones. Valiéndose del símil o comparación ("Así como los árboles mudan la hoja al morir el año...así también perecen con el tiempo las palabras antiguas..." VII), de la anécdota ("Un estatuario de cerca del Circo de Emilio..." IV), de la metáfora ("El atleta que anhela llegar primero a la meta... mucho tiempo se ejercitó de niño..."XXIX), y del argumento de autoridad ("Homero nos enseñó..." VIII) concreta su intención didáctica.[6]

Boileau continuó la tradición establecida por Horacio,[7]​ expresando que

En el año de 1937 en la «Lección inaugural del curso de Poética en el College de France»,[8]Paul Valéry planteó la poética como objeto de estudio en la creación.

En el campo de la música, Ígor Stravinski,[9][10]​ veía la poética como estudio y ordenación de la obra que va a realizarse.[11]​ Para Algirdas Julius Greimas, en el estudio de la poesía la poética funciona como teoría general de las obras literarias.[12]

Tzvetan Todorov ve la poética como funda del discurso literario que apunta a una reflexión científica sobre la literatura, no desde el conjunto de hechos empíricos que determinan las obras literarias, sino en el discurso literario mismo.[13]​ Aumentando lo críptico de su definición estructuralista, añade que la obra literaria es una estructura abstracta posible, en la cual existen constantes discursivas que pueden ser estudiadas por un estudio científico.[14]

Como disciplina propia del discurso literario, la poética tiene un objeto propio, la literatura, en la cual se diferenciará formalmente con otro tipo de discursos, como la lingüística, la sociología, la estética. Esto se debe a que el lenguaje de la literatura se diferencia de los otros lenguajes porque está constituido por un código poético. No obstante se puede apoyar en las otras ciencias en la medida que el lenguaje forme parte del objeto. Tales como las disciplinas que traten del discurso.[cita requerida]

La poética, según Todorov, se definirá necesariamente en dos extremos, desde lo muy particular, y lo demasiado general. Esto implica que una generalización por medio del discurso, no debe ser inflexible, sino que debe atenerse a la descripción de lo específico y de lo singular, es decir que se debe teorizar más que recurrir a una metodología estricta.[cita requerida]

Las poéticas españolas más antiguas que se conocen datan de época de los trovadores y se limitan más bien a ser tratados de métrica que estudios de Estética.[cita requerida] Se conserva un Arte de trovar de Enrique de Villena y también la Gaya de Segovia o Silva copiosísima de consonantes para alivio de trovadores. Más importancia tiene la Carta proemio al Condestable don Pedro de Portugal de don Íñigo López de Mendoza, marqués de Santillana, que antecedía a su Cancionero, donde se vuelve al concepto de mímesis o imitación aristotélico, transmitido por Horacio como ut pictura poesis (como la pintura es la poesía), definiéndola así: "¿Qué cosa es poesía (que en nuestra vulgar 'gaya sçiençia' llamamos) sinon un fingimiento de cosas útiles, cubiertas o veladas con muy fermosa cobertura, compuestas, distinguidas e scandidas por cierto cuento, peso e medida?", discusión ésta que será enriquecida en pleno siglo XX por un gran número de académicos y artistas baste recordar la frase de Paul Claudel "el ojo escucha". En el Arte de Trovar de Juan del Encina se empieza también a advertir el influjo italiano y alguna reminiscencia clásica, si bien todavía perduran restos de teorías provenzales.

En el Renacimiento Garcilaso de la Vega afirma que la expresión ha de ser transparente y selecta: "Más a las veces son mejor oídos / el puro ingenio y lengua casi muda / testigos limpios de ánimo inocente / que la curiosidad del elocuente". Preceptistas aristotélicos españoles fueron Alonso López y González de Salas. El humanista valenciano Juan Luis Vives escribió una Retórica que incluye un tratado de poética, donde afirma que el arte debe ser pintura de la verdad, y no admite que el tema de las composiciones poéticas atente contra la moral. Fundamentalmente son tratados de versificación las poéticas compuestas por Miguel Sánchez de Lima, Juan Díaz Rengifo, Jerónimo Mondragón y Luis Alfonso de Carvallo, si bien este último defendía el nuevo concepto teatral de Lope de Vega. Muy influyentes en España fueron los tratadistas aristotélicos italianos del Renacimiento, Ludovico Castelvetro y Francesco Robortello, aparte de Minturno y Escalígero. Un lugar aparte lo ocupa, esta vez como preceptistas, Félix Lope de Vega Carpio con su Arte nuevo de hacer comedias en este tiempo (1609), que ofrecía una fórmula dramática nueva y barroca opuesta a la aristotélica. Y ya fuera del siglo de oro, también habría que citar La Poética o reglas de la poesía en general y de sus principales especies de Ignacio de Luzán.[cita requerida]

A veces de forma expresa y más a menudo como conjunto de reflexiones que salpican un o varias obras literarias de un autor concreto, pueden mencionarse como ejemplos de esos modelos contenedores de poéticas:




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