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Porphyromonas gingivalis



Porphyromonas gingivalis es un cocobacilo Gram-negativo, no móvil, anaerobio estricto, asacarolítico, perteneciente al filo Bacteroidetes.[1][2][3][4][5]​ Es una bacteria periodontopatógena altamente prevalente, tanto en periodontitis crónica como agresiva,[3][4]​ y rara vez se encuentra presente en un periodonto sano.[1]​ Además, se ha identificado como factor de riesgo para enfermedades sistémicas inflamatorias, infecciones pulmonares, como la neumonía por aspiración, parto pretérmino, bajo peso al nacer, afecciones cardíacas como la enfermedad cardíaca ateroesclerótica e infarto del miocardio al encontrarse en placas ateroescleróticas[2][4][6]​ y se cree que podría estar involucrada en el desarrollo de la enfermedad de Alzheimer [7]

Según un estudio realizado en 1997 en una clínica universitaria, el 79 % de los pacientes con enfermedad periodontal eran positivos para P. gingivalis, comparado con el 25 % de los sujetos sanos. Sin embargo, cabe señalar que la prevalencia de esta bacteria en el grupo sano variaba considerablemente según la etnia, presentándose en el 22 % de los blancos, el 53 % de los afroamericanos y el 60 % de los estadounidenses de origen asiático. Posteriormente, el año 2000, un estudio realizado en Suecia indicó que P. gingivalis se encontraba en el 95% de los pacientes con periodontitis, pero también en los casos control la prevalencia era alta, siendo del 82 %. No obstante, al analizar la carga bacteriana, se encontraron grandes diferencias en relación a la colonización de alto nivel (≥ 105 células bacterianas por muestras de placa), siendo la prevalencia de 19 % en pacientes y 3 % en controles.[8]

Un estudio realizado en Indonesia en 1998 indicó que la prevalencia de P. gingivalis en adolescentes de zonas rurales era del 87%. Ese mismo año, otro estudio en China detectó la bacteria en el 55% de una muestra de obreros jóvenes. No obstante, investigaciones realizadas en zonas rurales de China y Tailandia indicaron que el cocobacilo era prácticamente omnipresente.[8]

P. gingivalis es un cocobacilo, gram-negativo, anaerobio estricto, de 1 - 3,5 μm de largo por 0,5 - 0,8 μm de ancho.[2][5]​ Su pared celular presenta lipopolisacáridos a nivel de la membrana externa. Presenta cápsula; abundantes fimbrias; vesículas a nivel superficial, las cuales contienen enzimas implicadas en su virulencia; y enzimas proteolíticas. Carece de flagelos y no forma esporas.[2]

P. gingivalis expresa una serie de factores de virulencia, tales como cápsula, lipopolisacáridos (LPS), hemaglutininas, fimbrias y enzimas proteolíticas:[1][2][3][4][5][6]

Existe evidencia de transmisión vertical de P. gingivalis de padres a hijos. Además, mediante métodos moleculares, se ha demostrado también la transmisión horizontal de este cocobacilo entre parejas. No obstante, no ha sido posible demostrar que la enfermedad periodontal sea contagiosa.[1]

P. gingivalis es un colonizador secundario del surco gingival. Esta colonización es posible gracias a la capacidad de adherirse que le proporcionan las fimbrias, además de la acción de las vesículas de membrana y hemaglutininas. Tienen la capacidad de invadir las células epiteliales en un período aproximado de veinte minutos, replicándose dentro de ellas, lo que le da la capacidad de evadir la respuesta inmune del hospedero. Su capacidad proteolítica, así como la alteración de la respuesta innata y adaptativa del hospedero, y la respuesta inflamatoria en el surco, hacen que el proceso de destrucción del periodonto se torne crónico.[2]

Estudios publicados en 2019 por un laboratorio, parecen demostrar una relación entre la presencia de P. gingivalis, característica en la periodontitis crónica y la enfermedad de Alzheimer (EA).[9]

Los análisis de tejidos post mortem en 3 cerebros de humanos fallecidos con la EA, sugieren que la creación de las características placas de la proteína beta-amiloide y de material celular los llamados ovillos, puede estar relacionada con la presencia crónica de P. gingivalis. En un estudio con ratones clonados, sin infección previa de P. gingivalis, sometidos esta vez a una infección no periodontal, con dicha bacteria, muestran transcurrido un período de algunos meses, problemas cognitivos.[9]

En los análisis cerebrales de dichos ratones se empiezan a formar los mismos depósitos en placas en forma de ovillos de la proteína beta-amiloide y muestran un deterioro cerebral similar al de la EA en humanos. Deben realizarse estudios independientes para confirmar este descubrimiento.

Ya se están empezando a crear fármacos similares a vacunas, como por ejemplo el inhibidor de Kgp COR388 que están siendo aplicados a nivel experimental en pacientes voluntarios, afectados o no por la EA. Que no se utilicen antibióticos específicos para el tratamiento por infección de P. gingivalis, que en definitiva es una bacteria gram-negativa, es debido a que éstos son moderadamente eficaces a nivel bucal para el tratamiento de la periodontitis, pero pierden su eficacia cuando tienen que atravesar la barrera hematoencefálica que rodea al cerebro y al sistema nervioso central. Si dicho estudio confirmara su descubrimiento sería la mayor revolución en los últimos veinte años para encontrar una explicación razonable y formas de tratamiento adecuadas para una enfermedad tan grave e invalidante como la EA.[9]



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