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Príncipe de Capua



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Coat of Arms of the House of Hauteville (according to Agostino Inveges).svg (1156)

El principado de Capua (en latín, Principatus Capuae o Capue) fue un estado lombardo en el Mezzogiorno italiano, generalmente independiente de facto entre los siglos IX y XII, pero bajo vasallaje nominal del Imperio bizantino unas veces, y otras, del Sacro Imperio Romano Germánico. Su capital fue la ciudad de Capua, origen primero de un gastaldado lombardo del ducado de Benevento, que se convirtió en un condado dentro del principado de Salerno antes de independizarse como principado.

La vieja Capua fue una antigua ciudad italiana, la ciudad romana más grande del sur de Italia. Fue el centro de un oscuro y poco conocido gastaldado lombardo en el ducado de Benevento.

Apareció con más fuerza en la historia lombarda del sur de Italia durante la guerra civil de 841 que antecedió a la división del principado de Benevento, tomando partido por el principado de Salerno: el señor de Capua de esa época, Landulfo el Viejo, y sus hijos, apoyaron a Siconulfo de Salerno como príncipe de Benevento contra el usurpador Radalgiso I, asesino del hermano de Siconulfo y anterior príncipe de Benevento, Sicardo. En 841, Capua fue sometida a saqueo por mercenarios sarracenos contratados por Radalgiso, en pago por sus servicios. Con esta acción los árabes empezaron a intervenir en los asuntos peninsulares italianos, invitados por los gobernantes lombardos, llegando al cabo de veinte años a establecerse en las costas del sur de Italia, como por ejemplo en Bari. Landulfo el Viejo y su hijo primogénito, Lando I de Capua, tomaron la iniciativa de fortificar la colina Triflisco, cercana a la vieja Capua romana, sobre la que fue edificada la nueva y actual Capua.

En 849, Luis II el Joven, hijo de Lotario y correy de Italia, con su Radelgisi et Siginulfi principum Divisio Ducatus Beneventani, dividió el principado de Benevento en dos partes: una con su capital en Salerno y otra con la suya en la Benevento original. Capua fue adscrita en principio al Principado de Salerno como condado del mismo.

El conde Pando el Codicioso declaró a Capua independiente del principado de Salerno en 862. A su muerte, acaecida en ese mismo año, se produjo una disputa sucesoria por la cual el hijo y sucesor teórico de Pando el Codicioso, Pandenulfo, fue depuesto por su tío y obispo de Capua Landulfo, que así unió el poder secular y eclesiástico de la región capuana, de forma casi contemporánea a como el obispo Atanasio II lo estaba haciendo en el Nápoles bizantino.

Disputas sobre las primacías de los obispados y sobre el propio condado de Capua sucedieron a la muerte de Landulfo, y se desarrolló una guerra civil entre el anteriormente depuesto Pandenulfo y otro nieto de Landulfo I el Viejo, Lando III. El principado de Salerno apoyaba a Lando y el principado de Benevento a Pandenulfo. De la crisis sucesoria del condado de Capua de 887 surgió Atenulfo I de Capua, que se estableció como príncipe de Capua con la ayuda bizantina del antes mencionado obispo Atanasio II, duque de Nápoles. Atenulfo intentó vindicar la independencia del principado de Capua tanto de Salerno como de Benevento, así como modificar las reglas de acceso al trono de su principado para evitar futuras crisis sucesorias.

En 899, Atenulfo I derrotó a Radalgiso II de Benevento y conquistó el principado de Benevento. Declaró la unión permanente de los dos estados, Benevento y Capua. Con este hecho, Atenulfo creó el estado más poderoso en la región en esa época y aumentó el prestigio de Capua.

Atenulfo I introdujo el principio de corregencia, por el cual los hijos podrían ser asociados al gobierno de los estados con sus padres y hermanos, un principio que pronto tomó prestado Salerno. Atenulfo I asoció a su hijo, Landulfo I de Benevento, como co-príncipe de Benevento y Capua, y estableció alianzas duraderas con los estados griegos próximos, como el Ducado de Nápoles y el Ducado de Gaeta. Planificó la eventual reconquista del territorio ocupado por los sarracenos en la región, pero murió el año 910 antes de que sus planes culminaran con la victoriosa batalla del río Garellano del año 915.

Landulfo continuó la política de su padre y, después de la jornada del Garellano, trató de debilitar el poder bizantino en la Apulia y la Campania con un éxito moderado. Su hijo, Landulfo el Rojo, trató de derrocar a Gisulfo I de Salerno para apoderarse de su principado, pero falló. También fue derrotado cuando, como su padre antes que él, atacó las posesiones bizantinas del Catapanato de Italia, por lo que fue forzado a reconocer el protectorado nominal bizantino.

Bajo los hijos de Landulfo el Rojo la unión de Capua y Benevento se rompió, con Pandulfo Testa di Ferro rigiendo por separado en Capua y Landulfo III en Benevento. Sin embargo, todos los estados lombardos del sur de Italia fueron unificados por última vez cuando Pandulfo Testa di Ferro se apropió del Principado de Benevento a la muerte en 969 de su hermano Landulfo III y contra el derecho de sus sobrinos Pandulfo y Landulfo (hijos de Landulfo III) y entonces llegó a hacerse con el principado de Salerno en 978. Además, antes de su muerte en marzo de 981, Testa di Ferro obtuvo del emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, Otón I el Grande, el título y control sobre el Ducado de Spoleto. Pandulfo Testa di Ferro dividió sus extensos dominios entre sus hijos: Landulfo IV recibió los principados unidos de Benevento y Capua, y Pandulfo II, el de Salerno.

Pronto, Benevento y Capua se separaron legalmente, con Landulfo IV de Benevento (el sexto de su nombre en Capua) manteniendo el principado de Capua aunque con un poder mucho más disminuido. En la última década del siglo X, Capua experimentó desórdenes que debilitaron aún más su poderío, con un príncipe asesinado, otro desposeído por el emperador Otón III y un tercero depuesto por sus ciudadanos. La anterior dinastía de Atenulfo fue reinstalada en el año 1000 con Landulfo VII de Capua, que hizo a su hermano Pandulfo II de Benevento, regente de su heredero Pandulfo el Negro. Así, Capua y Benevento se unieron brevemente por última vez como principados lombardos.

El principal interés político de este último y declinante periodo lombardo del principado de Capua fue el control de un puerto marítimo, especialmente uno grande e importante, como Gaeta o Nápoles. El principado de Capua experimentó un nuevo cénit bajo Pandulfo IV, el lobo de los Abruzos según los cronistas coetáneos, que fue depuesto dos veces entre su acceso al poder en 1016 y su muerte en 1050. Originalmente fue un aliado de los bizantinos y mantuvo su alianza con ellos contra todos sus vecinos hasta el final. Su reinado estuvo ocupado con constantes disputas con la Iglesia católica (a cuyos obispos y abades trataba con desdén) y con los ducados costeros de Nápoles, Gaeta y Amalfi. Pandulfo IV deseaba dar a Capua un puerto marítimo y depuso tanto al duque Sergio IV de Nápoles en 1027 como al duque Juan V de Gaeta en 1032. Su carácter personal, sin embargo, lo involucró en una guerra con Guaimario IV de Salerno, en la que perdió sus principados al ser depuesto por el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico Conrado II, que los cedió a su enemigo Guaimario IV. A pesar de la importancia de Capua en la región, la ciudad declinó en su poder con los sucesores del lobo de los Abruzos, hasta que fue finalmente tomada por los normandos aliados de Guaimario.

En 1058, un año después de la muerte de Pandulfo VI de Capua, hijo y débil sucesor de Pandulfo IV, el conde normando de Aversa Ricardo Drengot conquistó Capua, dejando a Landulfo VIII, penúltimo gobernante lombardo de Capua, el control únicamente de la ciudad durante otros cuatro años más.

Ricardo incrementó inmediatamente su prestigio con el título principesco y también su poder gracias al aumento territorial que vino a ponerse bajo su autoridad. Con Capua, su territorio limitaba con los dominios de los papas, y fue tanto su protector y aliado como también un enemigo que pasó sus últimos años excomulgado, como su hijo y sucesor Jordano I, que arrancó un pedazo del territorio papal para su principado de Capua normando. A la muerte de Ricardo I en 1078, su familia, la Casa Drengot, tenía un prestigio y poder semejante al de la Casa Altavilla, aunque actuaban en una diferente esfera de influencia: los Estados Pontificios y la Italia Central los primeros, Sicilia y Apulia los segundos.

Con la muerte de Jordano I, el principado declinó rápidamente. De 1090 a 1098, la misma ciudad de Capua cayó en manos de su último gobernante lombardo, Landon, un conde que aprovechó una revuelta ciudadana durante la minoría de edad de Ricardo II. Este último solo pudo reinstalarse en Capua con la ayuda de sus compañeros normandos de la Casa Altavilla, y así Capua llegó a depender de los Altavilla y de su ducado de Apulia, mientras sus príncipes seguían influenciando las elecciones papales y actuaban como protectores del Papado. Con la muerte del muy religioso Jordano II en 1127, el principado fue objeto de deseo de Rogelio II, que había unido los dominios sicilianos y peninsulares de la Casa Altavilla. Durante veinte años, de 1135 hasta 1155, los de Altavilla guerrearon con Roberto II de Capua, hasta que su clan familiar, los Drengot, fueron apartados permanentemente del poder en Capua y el principado pasó al dominio real del Reino de Sicilia.



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