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Proceso de Nuremberg



Los Juicios de Núremberg o Procesos de Núremberg (en alemán, Nürnberger Prozesse) fueron un conjunto de procesos judiciales emprendidos por iniciativa de las naciones aliadas vencedoras al final de la Segunda Guerra Mundial, en los que se determinaron y sancionaron las responsabilidades de dirigentes, funcionarios y colaboradores del régimen nacionalsocialista de Adolf Hitler en los diferentes crímenes y abusos contra la humanidad cometidos en nombre del Tercer Reich Alemán a partir del 1 de septiembre de 1939 hasta la caída del régimen en mayo de 1945.[1]​ Irónicamente, los juicios se desarrollaron donde 10 años antes se habían promulgado las leyes del mismo nombre por Hitler.

Desarrollados en la ciudad alemana de Núremberg —su palacio de justicia conectado a una prisión seguía en pie pese a la guerra[2]​— entre el 20 de noviembre de 1945 al 1 de octubre de 1946,[3]​ el proceso que obtuvo mayor repercusión en la opinión pública mundial fue el conocido como Juicio principal de Núremberg o Juicio de Núremberg, dirigido a partir del 20 de noviembre de 1945 por el Tribunal Militar Internacional (TMI) establecido por la Carta de Londres, en contra de 24 de los principales dirigentes supervivientes del gobierno nazi capturados y de varias de sus principales organizaciones. Otros doce procesos posteriores fueron conducidos por el Tribunal Militar de los Estados Unidos, entre los cuales se encuentran los llamados Juicio de los doctores y Juicio de los jueces.

El primer y más destacado juicio de Núremberg escuchó a 240 testigos en un proceso en el que se leyeron aproximadamente 300.000 declaraciones. Entre los 24 acusados, el tribunal dictó 12 condenas a muerte, siete de prisión y tres absoluciones.[4]​ Al menos cuatro procesados se suicidaron antes o después de haber sido condenados en los juicios.[5]

La tipificación de los crímenes y abusos realizada por los tribunales y los fundamentos de su constitución representaron un avance jurídico que sería aprovechado posteriormente por las Naciones Unidas para el desarrollo de una jurisprudencia específica internacional en materia de guerra de agresión, crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad, así como para la constitución, a partir de 1998, del Tribunal Penal Internacional permanente. De esta forma, el proceso Núremberg marcó el inicio de una “Justicia internacional”,[6]​ aunque sin embargo es en ocasiones considerado como una “Justicia del vencedor” y no está exento de “zonas de sombras”.[7][8]

La Declaración Universal de Derechos Humanos (DUDH) estaba siendo redactada justo después de finalizar los juicios de Nuremberg y mientras el aún estaba en funciones el Tribunal Penal Militar Internacional para el Lejano Oriente. Aunque el acuerdo sobre el respeto al principio de presunción de inocencia fue alcanzado rápidamente, los redactores estaban preocupados por el hecho de que una prohibición de la retroactividad pudiera utilizarse para argumentar que en Nuremberg los juicios de habían sido ilegales, ya que habían juzgado “crímenes contra la paz” y “crímenes contra la humanidad”, que no existían previamente en las leyes nacionales. Por ello, el segundo párrafo del artículo 11 de la DUDH constituye una prohibición a las leyes retroactivas.[9]

Una exposición permanente en el Memorial de los Juicios de Núremberg informa sobre la historia previa, el desarrollo y los efectos de los procesos.[10]

Aunque la legitimidad del tribunal estuvo en entredicho desde el primer momento —al no existir precedentes similares en toda la historia del enjuiciamiento universal—, los trabajos realizados para la tipificación de los delitos (también hasta entonces insólitos en su magnitud) y los procedimientos para el desarrollo de la causa servirían en adelante para la constitución de la justicia internacional. El espíritu del tribunal que representaba a las fuerzas vencedoras era que los convictos tuvieran en todo momento un juicio imparcial que se considerara justo ante el mundo y apegado al derecho internacional.

Los enjuiciados tuvieron desde su ingreso a la cárcel de Núremberg, aledaña al tribunal, un trato de prisioneros de guerra, se les permitía visitas muy restringidas, podían hacer ejercicios durante 20 minutos todos los días y asistir al tribunal en traje y corbata, elementos que le eran retirados a la salida del tribunal en prevención del suicidio por ahorcamiento usando la corbata como soga.

De este modo, se concretaron conceptos sobre delitos anteriormente ausentes o vagamente definidos, como el de crimen de lesa humanidad, evocado en la Convención de La Haya de 1907. También resultó modificado el enfoque tradicional de las reglas del derecho internacional que se centraban en las relaciones entre Estados, pero no en los derechos y deberes de las personas. Desde entonces, los delitos cometidos por individuos de una nación a lo largo y ancho de varios países podrían ser juzgados internacionalmente por el conjunto de los países afectados, como fue precisamente en la formación del Tribunal de Núremberg.

El pliego de cargos detalla las imputaciones contra los jerarcas nazis y fueron reunidas en tres grupos definidos sintéticamente de la siguiente manera: [11]​:

Además, a la hora de dictar las sentencias, se incluyó un cuarto delito, conspiración contra la paz.[12]

De 4850 peticiones de procesamientos individuales, fueron acusadas 611 personas. A los grupos se les catalogó entre organizaciones no criminales, donde se encontraba la estructura del Estado (Gobierno y Ejército) y las criminales, que fueron todas aquellas estructuras paralelas del poder nazi como la Gestapo, las Schutzstaffel (SS) y el Partido Nazi. Los más destacados fueron Hermann Göring, comandante en jefe de la Luftwaffe y presidente del Parlamento alemán o Reichstag, Karl Dönitz, gran almirante de la Flota alemana y sucesor de Adolf Hitler tras su suicidio; Rudolf Hess, secretario particular de Hitler, que, en misión secreta voló a Gran Bretaña y fue capturado en 1941 por los británicos; Alfred Jodl, jefe del Estado Mayor de la Wehrmacht; Wilhelm Keitel, jefe del Alto Mando de la Wehrmacht; Alfred Rosenberg, autor del libro de su particular ideología nacionalsocialista racista El mito del siglo XX, ministro de Educación del Reich, después ministro de Territorios Ocupados; Joachim von Ribbentrop, ministro de Asuntos Exteriores; Albert Speer, arquitecto y ministro de Armamentos; Franz von Papen, antiguo jefe del Partido Conservador y sus "Cascos de Acero", después embajador nazi en Austria y Turquía.

Entre quienes habían muerto antes de ser juzgados se consideraba probado que estaban el Führer Adolf Hitler, Joseph Goebbels, ministro de Propaganda, que se suicidó, y Heinrich Himmler, Reichsführer o capitán general de las SS (incluidas las SD, Sicherheitsdienst, encargada de los campos de concentración), inspirador y jefe general de todos los departamentos dependientes de las SS, como la Ahnenerbe, se suicidó, cuando fue capturado por una patrulla fronteriza inglesa.[cita requerida] Los huidos previamente al procesamiento fueron Adolf Eichmann, Martin Bormann y Josef Mengele. El primero era oficial mediano de las SS, interviniente en el plan de concentración y deportación de los judíos capturados por el Estado (fue secuestrado posteriormente por los servicios secretos israelíes, juzgado en Jerusalén por un tribunal israelí, condenado a muerte y ejecutado en 1962); Bormann era el secretario personal de Hitler desde 1942, y Mengele era oficial de las SS y médico en el campo de concentración de Auschwitz, al que se acusaba de experimentos inhumanos de extrema crueldad sobre los cuerpos de adultos y niños judíos internados en dicho lugar.

Segunda fila:

Propiamente, existe un juicio llevado a cabo por el Tribunal Penal Militar Internacional, instituido por medio de la Carta de Londres, en 1945. Existieron además una serie de juicios llevados a cabo con posterioridad al principal, donde se juzgaron a los funcionarios menores del Estado, Ejército, doctores e industriales alemanes.

La lista de los juicios es la siguiente:

El juicio principal contra las principales figuras del Estado y Ejército nazi se llevó a cabo en el Palacio de Justicia de Núremberg.

El tribunal estuvo compuesto por un juez titular de cada uno de los países vencedores y su respectivo suplente. Estos fueron:

El fiscal jefe de la Corte fue el juez estadounidense Robert H. Jackson, con la ayuda de los fiscales Hartley Shawcross, del Reino Unido; el general Román Rudenko, por la URSS; y François de Menthon junto a Auguste Champetier, de Francia.

Durante el juicio principal la fiscalía del Tribunal presentó acusación en contra de 24 líderes nazis. De todo ellos solo Albert Speer, Hans Frank y Baldur von Schirach expresaron su remordimiento por los crímenes cometidos. En resumen, el tribunal dictó once condenas a muerte, tres condenas a presidio perpetuo, dos a veinte años, y una a quince y otra a diez años. El dueño de las fábricas Krupp fue declarado incapaz de soportar un juicio. Hans Fritzsche, Franz von Papen y Hjalmar Schacht fueron absueltos de sus cargos.

Los condenados a muerte fueron ejecutados por John C. Woods y Joseph Malta en el gimnasio de la prisión de Núremberg, el 16 de octubre de 1946, por vía de ahorcamiento.[14]Hermann Göring se suicidó en la víspera con una cápsula de cianuro, y Robert Ley el 25 de octubre de 1945, antes del veredicto. Después de su ahorcamiento, los restos fueron incinerados y las cenizas desperdigadas en el río Isar.

Martin Bormann fue juzgado y condenado en ausencia, pese a que con posterioridad se supo que murió durante la Batalla de Berlín, el 2 de mayo de 1945.

Los condenados a cadena perpetua cumplieron su pena en la prisión de Spandau, hasta la muerte del último de ellos, Rudolf Hess, en 1987. De todos los condenados a penas de cárcel, solo cuatro las cumplieron a cabalidad, ya que Neurath (en 1954), Raeder (en 1955) y Funk (en 1957) fueron liberados. Durante más de 20 años el único ocupante fue Hess, después de la liberación de Speer en 1966.

Los críticos de los juicios de Núremberg argumentan que los cargos contra los acusados solo fueron definidos como “crímenes” después de ser cometidos, y que por lo tanto el juicio fue nulo, considerado como una especie de “justicia del vencedor”.[16][17]​ Como observó Bidiss, “el Juicio de Núremberg continúa hechizándonos… es una cuestión, también, de las debilidades y los puntos fuertes de los actos en sí mismos. Los indudables fallos continúan inquietando al pensador." [18][19][20]​ Muchas de las críticas a los Juicios de Núremberg se basan en una escuela de pensamiento legal llamada positivismo legal. Quincy Wright anotó, 18 meses después de la conclusión:

El Jefe de Justicia del Tribunal Supremo de los Estados Unidos, Harlan Fiske Stone, llamó a los Juicios de Núremberg un fraude. “[El fiscal en jefe de los Estados Unidos] Jackson está conduciendo su fiesta de alto grado de linchamiento en Nuremberg” escribió “No me importa lo que le haga a los nazis, pero odio ver la farsa de que está dirigiendo un tribunal y procediendo según la ley común. Esto es algo demasiado moralista, un fraude para satisfacer ideas anticuadas."[22]​ Jackson, en una carta analizando las debilidades del juicio, en octubre de 1945 contó al presidente de Estados Unidos, Harry S. Truman, que los Aliados

El asociado al Tribunal Superior de Justicia William O. Douglas declaró que los Aliados eran culpables de “sustitución de poder por principio” en Núremberg. “Pensé en su momento y sigo pensando que los Juicios de Núremberg no tenían principio”, escribió. “La ley fue creada ex post facto para adaptarse a las pasión y al clamor de la época.”[23]​ El jefe adjunto estadounidense del Consejo, Abraham Pomerantz, dimitió en protesta al bajo calibre de los jueces asignados a para juzgar a los criminales de guerra industriales como los IG Farben.[24]​ Muchos alemanes que estaban de acuerdo con la idea de castigar los crímenes de guerra, admitieron su inquietud acerca de los juicios. Un jurista contemporáneo alemán dijo:

La validez del tribunal ha sido cuestionada por una variedad de razones, a saber:

El artículo 21 de la Carta del Tribunal Internacional de Núremberg (IMT) estipulaba:

En una editorial del periódico semanal británico The Economist, se criticó la hipocresía de Gran Bretaña y Francia por apoyar la expulsión de la URSS de la Sociedad de Naciones en 1939 por su ataque no provocado a Finlandia y seis años después cooperar con la URSS con respeto de igualdad en Núremberg. También criticaba a los Aliados por su doble rasero en los Juicios de Núremberg:

El conjunto de procedimientos llevados a cabo tanto en Núremberg como en Tokio, significaron el establecimiento de reglas básicas de persecución de criminales de guerra y la determinación de tales delitos.

Dentro de estos efectos, sirve destacar que el Tribunal fijó las bases de lo que sería llamado erróneamente los Principios de Núremberg, hoy recogido en varios aspectos en los Tribunales Internacionales para la ex Yugoslavia y Ruanda.

El principal legado de estos Tribunales Internacionales (Tokio y Núremberg) es la Corte Penal Internacional, establecida en Roma en 1998 y que cuenta como base fundante de sus reglas de procedimiento los Estatutos de los Tribunales de Núremberg, Tokio, ex Yugoslavia y Ruanda.

Fue de vital importancia, también, al redactarse:

Para el escritor italiano Primo Levi, judío superviviente de Auschwitz, los Juicios de Nuremberg constituyeron una "simbólica, incompleta, parcial y sagrada representación". A pesar de ello, él mismo afirma que se sintió "íntimamente satisfecho" con el proceso.[37]

Avalon Project

Estas citaciones se refieren a documentos de «El Tribunal Militar Internacional para Alemania». The Avalon Project Documentos jurídicos, históricos y diplomáticos. Yale Law School Lillian Goldman Law Library. 

Coordenadas: 49°27.2603′N 11°02.9103′E / 49.4543383, 11.0485050



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