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Pukina



El puquina o pukina es una lengua prehispánica ya extinta originaria del Altiplano. Alfredo Torero consideró que los hablantes de puquina eran los descendientes de la Cultura Pukara[1]​ y para Rodolfo Cerrón Palomino desde la perspectiva de su cultura material, hay una asociación con la civilización tiahuanacota, y quizás aún con la de los antecedentes de esta, es decir de Cultura Pukara y Cultura Chiripa.[2]

El vocabulario fue posteriormente utilizado por curanderos tradicionales, kallawayas o yatiris, en el lenguaje del mismo nombre. Y por la Cultura Tiahuanaco del 400 a.C. al 1200 d.C. Los principales lingüistas del Perú, Rodolfo Cerrón Palomino y Alfredo Torero, estudiaron el origen para proponer en base a minuciosos estudios históricos como la lengua secreta[3]​ de la nobleza Inca 1200 d.C. al 1572 d.C., mientras el "runa simi" o quechua, era la lengua del pueblo en su etapa imperial del Tahuantinsuyo.

En el Perú, los habitantes de Pukara en el departamento de Puno habrían sido los primeros en hablar este idioma. La extensión de la lengua fue hacia las zonas andinas de los departamentos de Arequipa, y parte de Cusco y el altiplano de Bolivia y aún pueden encontrarse restos de este idioma en los topónimos de toda esta región mencionada.

Desde la promulgación de la Constitución Política el 7 de febrero de 2009 el puquina es una de las 36 lenguas indígenas oficiales de Bolivia.[4]

El nombre "pukina" (o puquina) se ha usado y se usa para la lengua original de los Pukaras. Ha sido estudiada, primero a finales del siglo XIX por Grasserie[5]​ y más recientemente por el destacado lingüista peruano Alfredo Torero,[6]Rodolfo Cerrón Palomino y por Federico Aguiló,[7]​ sirviéndose como fuente de antiguos catecismos, uno de Luis Jerónimo de Oré[8]​ y otro anónimo[9]​ que podría ser obra de Alonso de Barzana. El puquina es una lengua aislada, el kallawaya es una lengua criollizada con una fuerte influencia del quechua.

El único texto que describe a la lengua puquina es el escrito por el jesuita Alonzo de Barrera, publicado en Lima en el año de 1594, transcrito en el "Manuale Peruanum" del padre Luis Gerónimo Ore, impreso en Nápoles en 1607, según el ejemplar encontrado en la Biblioteca Nacional de París.[10]

De un total de 140 parroquias en el obispado de Charcas hacia el año 1600, 20 de ellas (el 14,3%) incluían población indígena que hablaba la lengua puquina. Su número en estas parroquias era suficiente como para requerir que el cura párroco —o sus ayudantes— conociesen el idioma. Solo una parroquia —compuesta por dos pueblos, Coata y Capachica (Copia 1600, n.o 55)—, estaba habitada exclusivamente por puquinahablantes. Esta se ubicaba en el corregimiento o provincia de Paucarcolla[11]​ en el actual Departamento de Puno, República del Perú. Ambos pueblos formaron parte de la extensión territorial del Reino Colla, encontrando su antecedente cultural más antiguo la Cultura Pukara, pueblo que habría dado origen al puquina.

La desaparición de esta lengua se produce a fines del siglo XVIII, los últimos registros de hablantes Puquinas proviene de contados textos donde se constató, además, que en una fecha tan tardía como la primera mitad del siglo XVII (1638), las constituciones del primer sínodo del obispo de Arequipa ordenaban a «los curas de los pueblos de Arrumas (Carumas), Ilabaya y Locumba que son los que mejor conocen la lengua traduzcan en esta lengua un catecismo y diversas oraciones».[12]​ Según la Visita de Antonio Álvarez y Jiménez (1792), Gobernador-Intendente de la Intendencia de Arequipa, se consideraba como necesaria «la abolición de la lengua, no siendo fácil el aprendizaje en muchos pueblos de los partidos de Condesuyo, Caylloma, Arequipa, Moquegua, Arica y Tarapaca que en su mayoría hablan el Quechua y Aymara»

El puquina se considera una lengua aislada ya que no ha podido probarse firmemente parentescos con ninguna otra lengua de la región andina, ni de otras partes de América del Sur. Se ha sugerido una relación con las lenguas arahuacas, sobre la base de algunas marcas posesivas (1.ª no-, 2.ª pi-, 3.ª ču-) similares a las formas de sujeto de dichas lenguas (1.ª *nu-, 2.ª *pi-, 3.ª *tʰu-). Jolkesky (2016:310-317) ha presentado, además, posibles cognados lexicales entre el puquina y lenguas arahuacas, proponiendo que dicha lengua pertenece al putativo tronco macro-arahuaco. Sin embargo, tal hipótesis aún carece de una comprobación científica contundente.

Al respecto, Adelaar y van de Kerke (2009:126) señalan que si de hecho el puquina forma parte de las lenguas arahuacas, su separación de esta familia debe haber ocurrido en una fecha relativamente temprana; por ello, como sugieren los autores, es importante que la posición del puquina sea tomada en cuenta en el debate aún abierto del origen geográfico de la familia arahuaca, Tal consideración fue retomada por Jolkesky (op.cit., 611-616) en su modelo arqueo-ecolinguístico de diversificación de lenguas macro-arahuacas, Según este autor, el proto-macro-arahuaco habría sido hablado en la cuenca del Medio Ucayali en el inicio del 2º milenio antes de nuestra era y sus hablantes habrían producido en dicha región la cerámica Tutishcainyo.

Según Adelaar y van de Kerke (2009: 128), hay indicaciones de que el puquina hacía una distinción entre las vocales a, e, i y o/u. A diferencia del quechua y el aimara, la oposición entre las vocales [e] y [i] en el puquina está bien establecida en los documentos. El contraste entre [o] y [u] es menos convincente, según los autores, aunque se encuentran ejemplos que sugieren tal contraste, como <no> ‘mi’ y <nu> ‘quién’. Es probable, además, la existencia de vocales largas, como se observa en los ejemplos <raago> ‘varón’ y <too-> ‘traer’.
En cuanto al sistema de consonantes, Adelaar y van de Kerke (2009: 128) señalan que las oclusivas sordas parecen haber ocupado cinco posiciones articulatorias: bilabial (p), alveolar (t), palatal (ch), velar (k) y postvelar (q). Como señalan los autores, todas las consonantes oclusivas parecen participar en procesos de suavización, que resultan en oclusivas sonoras (g, G) o en resonantes (w, r, ll). Es probable, además, la existencia de un proceso de endurecimiento consonántico, opuesto al anterior, que puede ocasionar una pérdida parcial de la nasalidad en consonantes nasales. Al lado de las oclusivas simples, el puquina presenta una serie de combinaciones consonánticas con s inicial, como p.ej. sper ‘cuatro’, huc.sto ‘uno’. El inventario consonántivo puquina incluye, además, tres nasales (n, m, ñ) con sus respectivas variantes semidesnazalizadas, una lateral o africada sonora palatal (ll), una vibrante (r) y dos semi-vocales (w, y). Torero (2002) distingue, además, tres fricativas (s, sh, h). Según Adelaar y van de Kerke (2009:130), la existencia de una oclusión glotal al interior de la palabra parece obvia, como se observa en <se e ~ sehe> ‘corazón’, donde la oclusión glotal es representada como un vacío o como <h>.

Los pronombres presonales del puquina revelan el uso de sufijos de plural procedentes del quechua, así como terminaciones para la primera persona inclusiva y exclusiva tomados también del quechua. Sin embargo, la forma básica de la raíces pronominales no muestra similitudes con ninguna otra lengua andina vecina del puquina:[13][14]

Las formas breves mencionadas por Adelaar son usadas en contextos restringidos.

Los numerales comparados con las mismas familias anteriores son:[15]

En cuanto a los rasgos morfosintácticos del puquina, se puede señalar lo siguiente (Adelaar y van de Kerke, 2009: 130-142):






















Algunos textos en puquina:[18]



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