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Química verde



La química sostenible (también llamada química verde) consiste en una filosofía química dirigida hacia el diseño de productos y procesos químicos que implica la reducción o eliminación de productos nocivos (para los materiales, las personas y el medio ambiente).

Actualmente sus bases se resumen en 12 principios.[1]​ La química sostenible se centra en las reacciones y procesos que se llevan a cabo en la industria química e industrias afines.

Es necesario distinguirla de la química ambiental, que estudia el comportamiento de los compuestos químicos (naturales o sintéticos) en el medio ambiente. También hay que destacar que la química sostenible tiene un carácter preventivo (evitando, en la medida de lo posible, la generación de productos peligrosos), mientras que la remediación medio ambiental se dirige hacia la eliminación de productos dañinos que ya se han vertido a la naturaleza.

La química verde o sostenible se trata de aplicar en distintos ámbitos de la química tales como la química orgánica, la química inorgánica, la bioquímica, la química analítica, la química física, la química farmacéutica, la ingeniería química, o la ciencia de polímeros. La denominada química click[2]​ se enmarca dentro de los principios de la química verde o sostenible, ya que busca la máxima eficiencia atómica de los procesos y el minimizar el número de pasos para lograr cierto producto.

Aunque el empleo por primera vez del término "química Verde" ha sido asignado a Paul Anastas[1]​en 1991, parece que el término ya había sido empleado con anterioridad, como por el investigador Trevor Kletz lo uso en 1978 en un artículo en el que se instaba al uso responsable de procesos químicos y búsqueda de procesos sostenibles.[3]

Paul Anastas, de la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos, y John C. Warner desarrollaron doce principios de la química verde, que ayudan a explicar el significado de la definición en la práctica. Los principios cubren conceptos como:

Un ejemplo es la modificación de la síntesis tradicional del ibuprofeno, en un complejo proceso de seis etapas, con alto costo energético, bajo rendimiento y con costo adicional del reciclado y gestión de residuos. Algunos nuevos métodos desarrollados son más "verdes", ya que emplean únicamente tres etapas y la mayoría de los átomos de los reactantes pasan finalmente a formar parte del ibuprofeno, sin generar un gran número de residuos.[4]

Una alternativa sintética para obtener Aspirina® es descrita en 10 etapas, aplicando una metodología con un acercamiento verde (benigno para el ambiente), utilizando como catalizador y/o medio de reacción Tonsil Actisil FF (arcilla bentonítica) y con cantidades pequeñas de reactivos, ubicando este experimento en la gama de microescala. Se llevó a cabo en condiciones libres de disolvente y usando como fuente de activación alterna, irradiación infrarroja.[5]

En México se han realizado diversas actividades[6]​ para el desarrollo de tecnología, así como para la optimización de procesos mediante el uso de sustancias químicas amigables con el ambiente, tanto por instituciones de investigación públicas o privadas, motivadas principalmente por incentivos económicos a través de los programas del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT). En el sector industrial también se han desarrollado programas para la mejora de procesos o sustitución de sustancias peligrosas, con la finalidad de reducir la generación de residuos peligrosos, mejorar el rendimiento de los procesos, y eliminar gastos por el manejo de residuos y optimizar el consumo de materias primas.

Actualmente, en México el desarrollo de la química verde se basa en reducidos apoyos que se otorgan a instituciones de investigación de las universidades y centros independientes de investigación. Sin embargo, no se tiene una verdadera sinergia entre la industria “como usuario final” y la academia “como desarrollador de tecnología”. En general, las actividades de prevención de la contaminación están centradas en el cumplimiento de la normatividad, sin haber en muchos casos una verdadera conciencia sobre la problemática a la que nos enfrentamos.

En Argentina, el desarrollo de la química verde es incipiente y se lleva adelante en institutos de investigaciones nacionales. Cabe destacar el Grupo de Investigación en Química Verde del Instituto de Química de Rosario (IQUIR) de la Facultad de Ciencias Bioquímicas y Farmacéuticas de la Universidad Nacional de Rosario. Enlace del Grupo: http://grupodequimicaverde.blogspot.com.ar/

Se están haciendo esfuerzos no sólo para cuantificar el verdor de un proceso químico, sino también un factor en otras variables como el rendimiento químico, el precio de los componentes de la reacción, la seguridad en el manejo de los productos químicos, las demandas de hardware, el perfil de energía y la facilidad de estudio de diagnóstico de productos y su purificación. En un estudio cuantitativo, la reducción de nitrobenceno a anilina recibe 64 puntos sobre 100 marcándolo como una síntesis aceptable en general, mientras que la síntesis de una amida utilizando HMDS sólo se describe como adecuada, con una combinación total de 32 puntos.

La química verde es vista cada vez más como una herramienta de gran alcance que los investigadores deben utilizar para evaluar el impacto ambiental de la nanotecnología. A medida que se desarrollan los nanomateriales, el impacto ambientales y humanos de salud de ambos productos y procesos, para hacerlos deben considerar garantizar su viabilidad económica a largo plazo. Asimismo actualmente es muy común que a los nuevos materiales desarrollados, tales como los basados en polímeros,(plásticos, elastómeros, empleados en envases u otras aplicaciones), se les asigne una huella ecológica vinculada a todo su ciclo de vida.

Tras los análisis históricos del desarrollo de química verde, ha habido defensores de la química verde que lo ven como una forma innovadora de pensar. Por otro lado, ha habido químicos que han argumentado que la química verde es no más que una etiqueta de relaciones públicas. De hecho, muchos químicos usan el término “química verde” independientemente del paradigma de la química verde, según lo propuesto por Anastas and Warner. Esto explica la incertidumbre del estatus científico de la química verde.




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