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Rafael Altamira



¿Qué día cumple años Rafael Altamira?

Rafael Altamira cumple los años el 10 de febrero.


¿Qué día nació Rafael Altamira?

Rafael Altamira nació el día 10 de febrero de 1866.


¿Cuántos años tiene Rafael Altamira?

La edad actual es 158 años. Rafael Altamira cumplió 158 años el 10 de febrero de este año.


¿De qué signo es Rafael Altamira?

Rafael Altamira es del signo de Acuario.


¿Dónde nació Rafael Altamira?

Rafael Altamira nació en Alicante.


Rafael Altamira Crevea (Alicante, 10 de febrero de 1866-México DF, 1 de junio de 1951) fue un humanista, historiador y americanista; pedagogo, jurista, crítico literario y escritor español. Estrechamente vinculado a los proyectos de la Institución Libre de Enseñanza, alumno y amigo de Francisco Giner de los Ríos, fue secretario del Museo Pedagógico Nacional. Doctor honoris causa en ocho universidades de América y Europa, y miembro de nueve instituciones académicas, se exilió en México en 1944.

Nació el 10 de febrero de 1866 en Alicante, ciudad en la que cursa el bachillerato. En julio de 1882, se trasladó a la Universidad de Valencia donde estudió Derecho, siendo compañero de Vicente Blasco Ibáñez, con quien establecería una gran amistad. En esa capital levantina tomó contacto con Joaquín Sorolla, Azorín, Teodoro Llorente y el catedrático institucionista Eduardo Soler, que le puso en contacto con los krausistas Francisco Giner de los Ríos, Manuel Bartolomé Cossío y Joaquín Costa, entre otros. En esa época juvenil, da rienda suelta a sus aficiones literarias de corte naturalista y escribe Cuentos de Levante y su novela Reposo.

En 1886, viaja a Madrid para realizar su doctorado, que culmina con su tesis Historia de la Propiedad Comunal, dirigida por Gumersindo de Azcárate. En 1888, Nicolás Salmerón le ofrece la posibilidad de formar parte de la redacción de La Justicia, periódico del Partido Republicano Centralista que posteriormente pasará a dirigir. Firma sus artículos como «Ángel Guerra». En esos años, la Institución Libre de Enseñanza marcará para siempre sus ideas, sus preocupaciones educativas y su actitud ética. En Madrid trabaja como secretario en el Museo de Instrucción Primaria (más adelante Museo Pedagógico Nacional) y asume además la dirección del Boletín de la Institución Libre de Enseñanza. Al tiempo, trabaja como abogado en el bufete de Nicolás Salmerón. En 1891, publica La enseñanza de la historia. En marzo de 1895, crea y codirige con Luis Ruiz Contreras la Revista Crítica de Historia y Literatura Españolas. A partir de diciembre de ese mismo año, bajo el nombre de Revista Crítica de Historia, Literatura Españolas, Portuguesas y Americanas, la responsabilidad de la dirección recae únicamente en Rafael Altamira, que la mantendrá hasta 1898.

En 1897, gana la cátedra de Historia del Derecho en la Universidad de Oviedo, integrándose en un claustro en el que figuraban, además de Leopoldo Alas «Clarín», conocidos discípulos de Francisco Giner de los RíosAdolfo Álvarez Buylla, Adolfo González Posada, Aniceto Sela Sampil, hombres empeñados en llevar a cabo la necesaria renovación de la enseñanza universitaria y de la sociedad española. En 1898 creó, junto con otros catedráticos de la Facultad de Derecho de la Universidad de Oviedo, la Extensión Universitaria como área definida de la universidad con el propósito de difundir los conocimientos generados en esta institución a través de conferencias, cursos y otras actividades a aquellas clases sociales que no podían acceder a ellos, siguiendo el ejemplo de varias universidades inglesas que ya se había extendido a otros países europeos como Alemania y Bélgica. Tras el desastre del 98, imbuido por el espíritu regeneracionista, contribuye a disipar el pesimismo español con su Psicología del pueblo español y especialmente con su más importante obra, la Historia de España y de la civilización española.

Con motivo del III Centenario de la Universidad de Oviedo, el claustro de profesores decide hacer efectiva su presencia en la vida cultural americana a través de un viaje de buena voluntad que restituyese los lazos entre España y el continente americano, rotos tras la pérdida de las últimas colonias en 1898, y del que Rafael Altamira resulta elegido por unanimidad. Aquel viaje estaba programado para unos meses pero se prolongó casi un año. Ahí comenzaron a destacar las dotes de Rafael Altamira para situar la diplomacia al servicio de un empeño pacificador. El viaje se desarrolla entre junio de 1909 y marzo de 1910. Durante esos nueve meses visita Argentina, Uruguay, Chile, Perú, México, Estados Unidos y Cuba, impartiendo con gran éxito unas 300 conferencias en universidades y centros culturales de estas repúblicas, trabajando con editores, políticos, docentes y alumnos de todas las universidades visitadas y formulando acuerdos de intercambio para la creación de asociaciones, nuevas publicaciones y futuros congresos. Todo su periplo será recogido en el libro de documentos Mi viaje a América. Es nombrado doctor honoris causa, en 1909, por la Universidad de la Plata, por la Universidad de Santiago de Chile y por la Universidad de Lima; y en 1911, por la Universidad Nacional de México.

A su vuelta, Rafael Altamira fue nombrado inspector general de Enseñanza[1]​ y poco después director general de Enseñanza Primaria, organismo creado el 1 de enero de 1911 sin vinculación política alguna. Desde este cargo, Rafael Altamira mejoró la situación económica y profesional de los maestros, renovó la Inspección Técnica, a la que dotó de un Cuerpo Femenino inexistente hasta ese momento, propugnó la Escuela Graduada, reformó los estudios de Magisterio y se preocupó especialmente de las instalaciones materiales de las escuelas y de su dotación bibliográfica. Igualmente, intentó introducir métodos de enseñanza novedosos como la Escuela-Jardín y la Escuela al aire libre. En 1913, presenta su renuncia al cargo debido a presiones políticas.

En 1914, fue nombrado profesor del Instituto Diplomático y Consular (antecedente de la actual Escuela Diplomática). Ese mismo año, obtuvo por concurso la cátedra de Historia de las Instituciones Políticas y Civiles de América en la Universidad Central de Madrid, creada como materia exclusiva de doctorado en las Facultades de Derecho y Filosofía y Letras, con especial atención a los temas americanistas. Altamira la ejerció hasta su jubilación en 1936 y la dotó de una buena biblioteca nutrida en gran parte por sus propias donaciones bibliográficas. Declarado aliadófilo, en la Primera Guerra Mundial publica La guerra actual y la opinión española. En 1916, es nombrado senador por la Universidad de Valencia en la lista del partido Liberal dirigido por el conde de Romanones. Ese año, viaja a París con la Misión Española de Intelectuales solidarios con Francia compuesta por el duque de Alba, Ramón Menéndez Pidal, Miguel Blay, Odón de Buen, Américo Castro y Manuel Azaña, entre otros.

En 1919, es nombrado árbitro en el Tribunal de Litigios Mineros de París para solucionar las disputas entre Francia y España sobre las minas de Marruecos. En 1920, es elegido miembro de la Comisión de Juristas encargada por el Consejo de la Sociedad de las Naciones de redactar el anteproyecto del Tribunal Permanente de Justicia Internacional. En 1921, es nombrado uno de los diez jueces titulares del mismo, Comité de los Diez, cargo para el que posteriormente será reelegido durante otros dos mandatos consecutivos y que ocupa desde 1921 hasta 1940, año en el que el Tribunal se ve obligado a suspender sus funciones.

Pese a su intensa actividad internacional durante estos años, no abandona su cátedra de Madrid, imparte sus clases y continúa sus publicaciones, especialmente sobre Derecho Internacional y pacifismo. En 1922, se le nombra académico de la Real Academia de la Historia. En 1923, es nombrado catedrático del Colegio de Francia en París. En 1924, es nombrado doctor honoris causa por la Universidad de Burdeos y en 1928 por la Universidad de París. En 1929, imparte en la Universidad de La Sorbona varias clases sobre Historia del Pensamiento Español.

En 1929, empezó a preparar la edición de sus Obras completas en las que se incluían, además de las ya citadas, su Historia de la civilización española, el Epítome de historia de España, Cuestiones modernas de historia, De historia y arte, Cuestiones obreras, Giner educador, Ideario político, etc. La guerra y el exilio le impidieron realizar el proyecto. En 1930, es nombrado doctor honoris causa por la Universidad de Cambridge. En 1931, es elegido decano de la Facultad de Derecho de la Universidad de Madrid. Fue propuesto para el Premio Nobel de la Paz en 1933 a raíz de sus esfuerzos por evitar el belicismo. La propuesta fue firmada por gran cantidad de intelectuales españoles y europeos. En 1935, es nombrado presidente de la Casa de Valencia en Madrid. En 1937, la Universidad de Columbia (Nueva York) lo nombra doctor honoris causa.

Al estallar la Guerra Civil Española en 1936, Rafael Altamira parte para Holanda, donde continúa con su trabajo de juez permanente del Tribunal de La Haya. Sin embargo, la invasión alemana de los Países Bajos en 1940 le obliga a refugiarse en la ciudad francesa de Bayona. Allí permanecerá hasta 1944, año en el que tiene que salir de nuevo a causa del avance alemán. Tras una breve estancia en Portugal, donde colabora con la Universidad de Coímbra y escribe "Cartas de Hombres", es invitado por la Fundación Carnegie a dar un curso en la Universidad de Columbia, Nueva York. Un accidente con rotura de la cadera durante el viaje, le fuerza a cambiar de destino y se instala definitivamente en México DF, donde estaban exiliadas sus dos hijas, Pilar y Nela. A pesar de su avanzada edad, dicta cursos en El Colegio de México y en la Universidad Nacional de México y participa en actividades del exilio republicano.

Como profesor, impartió en El Colegio de México la cátedra-seminario "Preparación para las investigaciones históricas" (1946), en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional impartió el curso sobre "Historia de la civilización española" (1945) además de colaborar con artículos publicados en: Revista de Historia de América, Revista de la Escuela Nacional de Jurisprudencia, Cuadernos Americanos y en Mediterrani.[2]​ En México completa trabajos ya iniciados años antes, como el Diccionario castellano de palabras jurídicas y técnicas tomadas de la legislación indiana y su estado y su Análisis de la recopilación de las Leyes de Indias de 1680. En la capital mexicana, el Instituto Panamericano de Geografía e Historia le otorga en 1947 su primer «Premio de Historia de América». En 1951, es propuesto nuevamente para el Premio Nobel de la Paz, honor que no obtuvo al fallecer el 1 de junio de ese mismo año en la Ciudad de México. Está enterrado en el Panteón Español de México DF.

Fue uno de los primeros historiadores que impulsaron la historiografía en España, partiendo de su relación con la cultura y la historia de las ideas. Aunque impulsó y apoyó siempre a la Institución Libre de Enseñanza y las ideas del institucionismo, en la que trabajó como docente, mantuvo siempre independencia de criterio respecto al krausismo, en una orientación ideológica liberal-progresista. Promovió la educación popular y propugnó una pedagogía con fuerte sentido moral. En 1898 creó, junto con otros catedráticos de la Facultad de Derecho de la Universidad de Oviedo, la Extensión Universitaria como área definida de la universidad con el propósito de difundir los conocimientos generados en esta institución a través de conferencias, cursos, y otras actividades a aquellas clases sociales que no podían acceder a ellos, siguiendo el ejemplo de varias universidades inglesas que ya se había extendido a otros países europeos como Alemania y Bélgica. En esa línea, y como secretario del Museo Pedagógico Nacional, se le adjudicó la responsabilidad de materializar el proyecto de una red de bibliotecas circulantes, recuperando del olvido las bibliotecas populares creadas por Manuel Ruiz Zorrilla en 1869.[3][4]​ Además de coordinar y administras todas esas instituciones no dejó de impartir cursos y conferencias en numerosas universidades españolas y extranjeras (Argentina, Perú, Estados Unidos, Francia e Inglaterra, entre otras).

Su obra se inscribe igualmente dentro del regeneracionismo como continuadora de la de Joaquín Costa y bajo una gran influencia del evolucionismo y un gran interés por la ciencia experimental. Cultivó asiduamente el periodismo y la crítica literaria y dejó escritos más de setenta libros, entre ellos libros de narraciones, como sus Cuentos de amor y tristeza o su novela Reposo, hay que destacar su célebre Historia de España y de la civilización española, así como la Psicología del pueblo español y la Historia del Derecho español.

El 9 de marzo de 2013, fecha aniversario de su nombramiento como decano de dicha facultad en 1931, en el Decanato de la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense de Madrid se constituyó el «Día Altamira», de celebración anual, así como un Premio de Investigación Rafael Altamira.





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