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Rafael de Floranes



Rafael Floranes o de Floranes Vélez de Robles y Encinas, señor de Tabaneros, (Tanarrio, comarca de Liébana, Cantabria, 8 de mayo de 1743 - Valladolid, 6 de diciembre de 1801), historiador, jurista y polígrafo español de la Ilustración.

Hijo de José de Floranes y Bernarda Alonso, naturales de Liébana, estudió Derecho en la Universidad de Valladolid, alcanzando el grado de bachiller. Fue propuesto a procurador del corregimiento de la villa de Bilbao, aun cuando no pudo ejercer el cargo por no ser natural del lugar, como dictaba el Fuero. Heredó el título de señor de Tabaneros de su tío Juan. Entre 1770 y 1775 vivió en Vitoria, estudiando su historia local. Desde esa fecha permaneció en Valladolid.

Se consagró a los estudios de Jurisprudencia española e Historia vascongada y castellana. Hacia 1784 fue nombrado individuo de mérito de la Sociedad Económica de Valladolid y de sus dos academias de Derecho español y de Cirugía. Estableció en su propia casa una academia particular de derecho español durante tres años, compuesta de abogados más célebres de aquella Chancillería y miembros de la Universidad, que hubo de cerrar por enfermedad; emprendió algunos viajes, como a Toro, para buscar y copiar manuscritos; está enterrado en la parroquia de Santa María de la Antigua, junto a su mujer María Ignacia de Goicoechea y Sagarmínaga, natural de Bilbao, que había muerto dos años antes; no tuvieron hijos.

Escribió mucho para sí y para sus amigos, pero no publicó nada en vida. Muchos eruditos, sin embargo, se aprovecharon de sus investigaciones sin llegar a agradecérselo; ayudó a Enrique Flórez y a Manuel Risco en su España sagrada, a Liciniano Sáez, a Francisco Cerdá y Rico y a su admirado Francisco Méndez, entre otros; este último declara que su Tipografía española se debe casi enteramente a él y que Joaquín José de Landázuri y Romarate le plagió su Historia de Álava en seis volúmenes. De ideología conservadora, polemizó con Gaspar Melchor de Jovellanos con motivo de su Informe sobre la ley agraria. Sin embargo, su juicio sobre el verdadero valor de algunos autores de la literatura castellana resultó muy acertado y en otras materias que tocó. Su biblioteca, que comprendía una buena porción de manuscritos raros y preciosos de historia y legislación, se vendió por su hermana y sobrinos en Valladolid, habiendo sido el primero y mayor comprador de lo más raro y exquisito el relator de aquella chancillería y amigo Manuel de Acosta. Muchas de las obras impresas y manuscritas estaban llenas de notas y adiciones de su mano, incluidas más de trescientas adiciones a la Biblioteca de Nicolás Antonio, cuya copia no se ha conservado. La Real Academia de la Historia compró algunos de los manuscritos de sus obras en 1899, y otros el Duque del Infantado, que fueron a parar a la Biblioteca Nacional de Madrid. Se han perdido su descripción del Cancionero de Fernán Martínez de Burgos y otras obras.

Como se ha dicho, existen algunos manuscritos inéditos suyos repartidos entre la Biblioteca de la Real Academia de la Historia y la Biblioteca Nacional de Madrid:




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