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Reino de Rumania



(1881) Flag of the United Principalities of Romania (1862–1866).svg
(1918) Flag of Austria-Hungary (1869-1918).svg

Flag of Romania (1948-1952).png (1947)
Flag of the Moldavian ASSR.svg (1944)


El Reino de Rumania (en rumano: Regatul României), fue una monarquía constitucional que existió entre 1881 y 1947 en el actual territorio de Rumania, incluyendo a la vecina Moldavia. Su origen se remonta a 1859, cuando los principados de Moldavia y Valaquia se unen bajo la regencia de un único príncipe poniendo los cimientos de lo que será el Reino de Rumanía que, como entidad política, se unirá al bando vencedor de la Primera Guerra Mundial. El Reino se extenderá luego del Tratado de Trianon, pero perderá territorio en los arbitrajes de Viena durante la Segunda Guerra Mundial. Luego de ser liberada por la Unión Soviética, en 1944, en 1947 la monarquía fue reemplazada por una república socialista.

En 1829 el Imperio otomano, al que pertenecían los dos principados que formarían más tarde el Reino de Rumanía, proclamó en Estatuto Orgánico que concedía a aquellos libertad comercial.[1]​ La concesión se produce tras la Guerra Ruso-Turca (1828-1829), que había finalizado con la independencia de Grecia y la proclamación de la autonomía de Serbia.[1]

El 5 de enero de 1859 el coronel Alejandro Juan Cuza es elegido príncipe de Moldavia, y unos días después, el 24 de enero, es igualmente elegido príncipe de Valaquia.[1]​ Esta unión de los dos principados bajo un único soberano quedó formalmente establecida el 5 de febrero de 1862 cuando quedó creado el Estado de Rumanía bajo dominio feudal del Imperio otomano con la constitución de una asamblea en la ciudad de Bucarest como capital del nuevo estado. La autonomía de los principados se concede como consecuencia de la Guerra de Crimea.[1]

Cuza, boyardo (noble) de segundo rango, encuentra un estado sin clase media que lo sostenga, casi totalmente agrario y sin conciencia nacionalista entre sus masas campesinas.[1]​ Las numerosas reformas iniciadas por Cuza, entre las que destacan la reforma agraria y la emancipación de los siervos, hicieron que, el 23 de febrero de 1866, una coalición de conservadores y liberales radicales (nobles y la escasa burguesía, apoyados por el ejército),[1]​ conocida como la “Coalición Monstruosa”, le obligaran a abdicar y exiliarse.[1]​ Cuza es substituido por el príncipe alemán Carlos de Hohenzollern-Sigmaringen quien es proclamado príncipe de Rumanía con el nombre rumano de Carol I.[2]

El 9 de mayo de 1877, tras la guerra ruso-turca en la que Rumanía participó como aliada de Rusia, la derrota de los turcos permite al estado rumano independizarse de la tutela del Imperio otomano y logra ser reconocida internacionalmente como nación independiente en el Tratado de Berlín de 1878[1]​ aunque se vio obligada a entregar el territorio de Besarabia meridional a Rusia. El proceso de independencia, que comenzó a principios de siglo y culminó en esta fecha, estuvo dirigido por algunas de las grandes potencias, interesadas en debilitar al Imperio otomano, y no se apoyó en la burguesía, prácticamente inexistente, ni en ninguna clase social en particular.[1]

El estado toma formalmente el modelo parlamentario británico, con una constitución basada en la belga y una alternancia de partidos en el gobierno, fachada que ocultaba la tenencia del poder por unas cuantas familias y el alejamiento de la mayoría de la población, campesina y pobre, del gobierno del país.[1]​ El rey tenía la potestad de encargar gobierno al partido que considerase oportuno que debía convocar elecciones para confirmar su legitimitad. El censo, restringidísimo, y el control de las votaciones hacían que el gobierno siempre lograse la victoria.[1]

Las opciones electorales se limitaban al Partido Conservador, creado en 1871,[3]​ y el Partido Nacional Liberal, fundado en 1875.[3]​ Aunque sus componentes estaban muy relacionados, siendo miembros a veces de la misma familia, el primero, en general, agrupaba a los terratenientes, mientras que el segundo era el partido de una creciente alta burguesía.[3]

En el país, abrumadoramente agrícola,[3]​ la riqueza se basaba en la posesión de la tierra, lo que dio una efímera ventaja a los conservadores, que se fue reduciendo por la crisis del precio del trigo a finales del siglo XIX, que minó el poder conservador, de base agraria.[3]​ Los liberales lograron ir controlando poco a poco el estado, creando un cuerpo de funcionarios afín, gobernando entre 1876 y 1888, aumentando su influencia con el soberano y manejando las finanzas del Estado.[3]​ La figura principal del partido, destacado político rumano de la época y fundador de una dinastía de políticos liberales fue Ion Brătianu, varias veces primer ministro.[3]

La miseria de una gran parte de la población fue nutriendo una desesperación que se reflejó en revueltas campesinas, como la de 1888 y, tras una agudización de la crisis agraria de finales de siglo entre 1899 y 1903, la gran Revuelta campesina de 1907,[4]​ que produjo espanto entre las clases acomodadas,[4]​ les hizo concienciarse de la necesidad de una reforma del sistema de producción agraria y condujo más tarde a la desaparición de la base de poder del Partido Conservador, debido a la reforma agraria que acabó con sus latifundios.[3]​ La Revuelta fue ahogada en sangre con la intervención del ejército y dejó 11 000 muertos.[4]

Hasta el final de la Primera Guerra Mundial, el país, con Carol I (coronado como primer rey de Rumanía en 1881) participó en 1913 en la Segunda Guerra Balcánica que le enfrentó, junto a Serbia y Grecia, a Bulgaria. Tras la derrota búlgara, Rumanía obtuvo el territorio de Dobruja según los acuerdos del Tratado de Bucarest. Mantuvo además una pertenencia, secreta, a la Triple Alianza, con el fin de obtener el apoyo austro-germano ante posibles incursiones rusas en los Balcanes.

Al estallar la Primera Guerra Mundial el país mantuvo la neutralidad en el conflicto: el gobierno era favorable a la Entente, junto con gran parte de los dirigentes del opositor Partido Conservador, mientras que el rey era partidario de los Imperios Centrales.[3]

Tras haber logrado el compromiso de la Entente sobre concesiones territoriales , en 1916, el sucesor de Carol I, Fernando I, rompe la neutralidad y entra en el conflicto del lado aliado.[5]​ Tras un rápido avance en Transilvania, un rápido e inesperado ataque en el sur de tropas de las Potencias Centrales al mando de August von Mackensen toma las posiciones rumanas más allá del Danubio y detiene el avance en el norte.[5]​ El mando rumano no logra estabilizar el frente hasta diciembre, pero ha de abandonar Valaquia, incluyendo la capital del país y trasladar al gobierno a Iaşi en Moldavia donde los restos del ejército y grandes refuerzos rusos consiguen detener el avance austro-alemán.[5]

El territorio rumano resulta invadido por el ejército austroalemán y el país, con un nuevo gabinete conservador teóricamente favorable a los alemanes, se ve obligado a solicitar la paz en 1917. A pesar de ello, en 1918, con la victoria aliada, Rumanía logra ver incrementado su territorio con la adhesión de los territorios de Transilvania, Besarabia y Bucovina con lo que quedó configurada la “Gran Rumanía”. Esta unión fue confirmada en 1920 por el Tratado de Trianon.

Tras la Primera Guerra Mundial se aprueba, en 1923 la Constitución, pero los sucesivos gobiernos del período de entreguerras la obviaran completamente manteniendo solo la apariencia de una monarquía constitucional liberal.

El Partido Liberal Nacional dominará el panorama político de Rumanía entre 1922 y 1927, periodo en el que irá derivando progresivamente hacia posturas dictatoriales que provocarán en 1927 su caída y la llegada al poder del Partido Nacional Campesino.

Ese mismo año es el de fallecimiento del rey Fernando I quien, en 1925, había obligado a renunciar a sus derechos hereditarios a su hijo Carol debido a los continuos escándalos maritales que había protagonizado. El sucesor en el trono rumano fue el nieto de Fernando e hijo de Carol, Miguel I, de tan solo seis años de edad, por lo que el gobierno quedó en manos de un regente, su tío el príncipe Nicolás hasta que, en 1930, apoyado por el Partido Nacional Campesino, Carol logró recuperar el trono y ser coronado rey como Carol II.

La situación que se encuentra el nuevo rey, influenciada por la crisis internacional de 1929, es la de un profundo malestar social, con numerosas huelgas y un alto nivel de desempleo. Esta situación se prolongará durante toda la década de los años treinta en la que se sucederán hasta 25 gobiernos distintos, y favorecerá la aparición de la Guardia de Hierro, un movimiento fascista que explotará el creciente ultranacionalismo, el miedo al comunismo y el sentimiento antisemita de la población.

Esta situación se irá tensando progresivamente hasta que, el 10 de febrero de 1938, el rey Carol II establezca una dictadura que se mantendrá hasta el 7 de marzo de 1939.

En el verano de 1940, cuando aún Rumanía permanecía neutral en la guerra mundial, tuvo que ceder el territorio de Transilvania septentrional a Hungría en el Segundo arbitraje de Viena, los de Besarabia y el norte de Bucovina a la Unión Soviética y la parte meridional de Dobruja a Bulgaria debido a la presión de los países vecinos y la falta de apoyo de las potencias del Eje frente a estas reclamaciones territoriales. Una parte de estos cambios se debió al acuerdo secreto que la Alemania Nazi había establecido en el Pacto Molotov-Ribbentrop con la URSS —salvo la cesión de parte de Bucovina, que no había sido contemplada en este acuerdo— y otra a las antiguas ambiciones territoriales de las naciones colindantes.

Tras estas derrotas políticas, el rey se vio presionado para nombrar al general Ion Antonescu como primer ministro el 4 de septiembre de 1940. Dos días después, Antonescu logró que el rey Carol II abdicase y su hijo Miguel I subiese al trono. Ion Antonescu, tras tratar en vano de componer un Gobierno de unidad nacional, se apoyó en la Guardia de Hierro para sostenerse en el poder aunque, en enero de 1941, tras meses de desavenencias entre las dos partes, consumó una sangrienta purga contra el partido fascista, acaparó todo el poder en una dictadura militar y abolió el efímero Estado Nacional Legionario que antes había proclamado junto a la Guardia.

Durante la Segunda Guerra Mundial, Antonescu acercó el país a la Alemania Nazi, ingresó en el Pacto Tripartito en noviembre de 1940, y aseguró la participación de los ejércitos rumanos en la invasión de la Unión Soviética en junio de 1941. Sin embargo, los soviéticos eliminaron al grueso de las fuerzas rumanas en diversas campañas entre 1943 y 1944 y, a finales de este año, el Ejército Rojo se acercó a las fronteras rumanas. Un golpe de Estado encabezado por el monarca apartó a Antonescu del poder; el país cambió de bando y el nuevo Gobierno permitió la entrada de tropas soviéticas en Rumanía. Hasta el final de la guerra, las tropas rumanas lucharon al lado de las soviéticas contra Alemania y el país fue el cuarto que más hombres aportó al bando Aliado.

Tras la finalización del conflicto, el Reino de Rumanía solo recupera la Transilvania septentrional con lo que el territorio conocido como la “Gran Rumanía” desaparece en 1945. No obstante, dos años después el propio Reino de Rumanía desaparece como realidad política al verse el rey Miguel I obligado a abdicar tras la proclamación, el 30 de diciembre de 1947, de la República Popular de Rumanía.

Después de su establecimiento como reino, la economía de Rumanía progresó enormemente. Con la coronación de Carlos I se han creado industrias modernas que el país necesitaba para progresar al estilo europeo.

El transporte moderno progresó durante este período. Se trajeron los primeros ferrocarriles, que luego se expandieron a lo largo de Rumania. Con la red ferroviaria extensa se establecieron los ferrocarriles rumanos (abreviado CFR). La CFR construyó trenes rumanos que transportaron mercancías por toda Europa. En el contexto del desarrollo industrial y la ampliación del mercado interior se produjeron la modernización y ampliación de la red de transporte de telecomunicaciones. Así, en 1869 se materializó el primer ferrocarril en los Estados rumanos el tren Bucarest-Giurgiu y en 1872 el ferrocarril Bucarest-Galaţi. En 1879 se construyó la línea de unión Bucarest-Predeal con la red ferroviaria de Austria-Hungría.

En 1895 el rey Carlos inaugura el puente de Cernavoda. El 17 de septiembre de 1896, se creó el canal Sip (que recibió este nombre por el pueblo serbio en la orilla derecha) en las Puertas de Hierro, que fue inaugurado por el emperador austro-húngaro Francisco José I, el rey rumano Carol I y el rey serbio Alejandro Obrenovich.

La industria, que hasta entonces era inferior a la de las grandes potencias, experimenta un gran desarrollo. Debido al descubrimiento de petróleo, se fue desarrollando la creación de una industria petrolera. Las fábricas de textiles, la silvicultura y los alimentos se han duplicado en número y han ayudado a la economía del nuevo país. Sin embargo, todavía se depende de la influencia del capital extranjero en la industria, lo que resulta en su concentración en determinadas zonas, que dejó regiones enteras de Rumania a la zaga del desarrollo industrial.

La agricultura rumana ha sido impulsada por la utilidad de la maquinaria agrícola comprada a los países occidentales. Los Brezales, que era una vasta estepa, fue colonizada, convirtiéndose en el granero más importante de Rumania. El trigo rumano fue vendido en toda Europa, junto con otros cultivos como el maíz, la remolacha azucarera y la patata. El tratado Comercial con Austria-Hungría, firmado en 1875 por un período de 10 años, estipulaba que Rumania podría exportar productos agrícolas en condiciones favorables al gran mercado austro-húngaro.

Después de la Primera Guerra Mundial, la aplicación de reformas agrarias radicales y la aprobación de una nueva constitución creando un marco democrático, permitió un crecimiento económico rápido (la producción industrial se duplicó entre 1923-1938, a pesar de los efectos de la Gran Depresión). Con la producción de petróleo de 7,2 millones de toneladas en 1937, Rumania ocupa el segundo lugar en Europa y el séptimo lugar en el mundo.El petróleo extraído de Rumania fue esencial para las campañas de guerra alemán.

Antes de la Segunda Guerra Mundial, Rumania fue el segundo mayor productor de alimentos de Europa.



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