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Remolina



Remolina es una localidad perteneciente al municipio de Crémenes, en la provincia de León, comunidad autónoma de Castilla y León, España. Está a una distancia de 85 km de León, la capital provincial.

Situado a 1106 msnm es un pueblo pequeño, limpio, apacible, acogedor, bien cuidado, apretado, de calles estrechas y casas bien conservadas de arquitectura ganadera, muchas de ellas remozadas, manteniendo casi todas sus tradicionales fachadas de piedra.

El acceso al pueblo por carretera únicamente puede realizarse desde la nacional N-621, coincidente en esta zona con la N-625, cogiendo la desviación que hay al pie de la presa del embalse de Riaño y recorriendo alrededor de 3,5 km por la carretera local LE-3705 que finaliza en el pueblo.

El topónimo “Remolina” deriva de dos términos latinos, “rivus” —arroyo o riachuelo—, que desde la Edad Media pasa por las variantes RIU o RE, siendo un prefijo muy abundantes en la toponimia de la montaña leonesa, y MOLINA, plural del sustantivo latino “molinum” —molinos—, en referencia a los muchos molinos que debieron existir en su territorio.[1]​ Para otros, aunque en el mismo sentido, molina vendría de la denominación latina “petra molina” o piedra de moler.[2]​ Esencialmente con esta interpretación el topónimo significaría molinos de río o rio de los molinos. Aún hoy en día existe en la zona el topónimo Sierra de los Molinos.[1]

Menos probable es la interpretación de “mola” como montaña, y con el significado de Remolina como rio de montaña.[2]​ Aún menos probable es que derive de la palabra remolino, como un torbellino de aguas, pues este calificativo es de aparición más tardía, ya que aparece según Corominas, por primera vez en 1495, mientras que la voz Remolina, surge mucho antes, encontrándose ya en documentos medievales del siglo XII de la catedral de León.[1]​ En el año 1111 la reina doña Doña Urraca dona al obispado de León el monasterio de San Antolín de Riu Molina —Remolina— con todas sus propiedades, como se verá posteriormente.[3]​ Remolina ya era Riu Molina en el año 1111.

En los términos de este pueblo se establecieron pronto los celtas, y de ello da fe la existencia de al menos dos castros, el de Peñalba y el de Cabreros[3]​ y las lápidas vadinienses. Toda esta zona de la montaña de Riaño estuvo habitada en la época prerromana y romana por una tribu cántabra, los vadinienses. En Remolina se conoce la aparición de dos lápidas vadinienses, una dedicada a Tridio Alonge y la otra a Vado Nebira. Las lápidas vadinienses están escritas en un latín bárbaro. Ambas tienen grabado un caballo, que representaría al espíritu del difunto.[4]

Remolina aparece en diversos documentos medievales. A Remolina se refiere expresamente un documento de la Catedral de León fechado el 20 de enero de 1111, mediante el cual la reina Doña Urraca, hija de Alfonso VI, dona a la Iglesia de Santa María de León —la catedral de Léon— y a su obispo Don Pedro el monasterio de San Antonino o San Antolín de Riu Molina —Remolina—, que está en la ribera del Esla, más arriba del castillo de Aquilare.

La reina dona a la catedral el monasterio con todas sus propiedades, que coinciden en gran parte con los límites actuales de Remolina, aunque más amplios en algunas zonas, adentrándose en terrenos que actualmente son propiedad de Argovejo, Ocejo de la Peña, Horcadas o Tejerina.[1][3]

El monasterio de San Antolín estaba ubicado poco antes de llegar al pueblo, en unos terrenos llamados Las Linares, encontrándose topónimos actuales en las cercanías que hacen referencia al cenobio, como el “Reguero Monasterio” o la “llama de San Antolín”. En Las Linares han aparecido en diversas ocasiones enterramientos de la Edad Media, que señalan a este lugar como la ubicación del monasterio citado en documentos medievales. Para algunos autores es probable que el poblado de Remolina se haya formado a la sombra de este cenobio.[1]​ Piensan los estudiosos del tema que el monasterio desapareció en el siglo XIII.[1][3]

Remolina aparece en otros documentos medievales, como cuando en 1171 García Ramírez, de la familia de los Flagínez, dona sus propiedades en Remolina a la iglesia de San Isidoro de León. Igualmente aparece en el Becerro de San Isidoro de 1313 y en el Becerro de las Presentaciones de la Catedral de León de 1467.[1]

En la primera mitad del siglo XIV se escribió el libro de la Montería de Alfonso XI, donde también se menciona a Remolina, indicándose las buenas cualidades del pueblo para la caza.

En palabras de JM Canal, el pequeño valle de Remolina, angosto y montañoso, debió interesar a condes y reyes, no solo por sus ricos pastos, sino también por su rica caza mayor (corzos, rebecos, jabalíes…) y por la pesca de sus sabrosas truchas.[2]

En 1752 el Catastro del Marqués de la Ensenada enumeraba la existencia en Remolina de siete molinos, cuatro de ellos ya arruinados. La mayoría de los vecinos eran nobles y solo una minoría era de estado llano. Entre los 33 vecinos había 17 pastores y 12 labradores. En este tiempo Remolina pertenecía al Señorío de la marquesa de Toral —heredera de los Guzmanes—.

Por esta zona se movieron durante la guerra de la Independencia las tropas del general Blake. La llamada “Valleja de los Franceses”, en el valle de Cabreros, hace referencia a las refriegas que tuvieron lugar en esa zona entre las tropas francesas y nacionales en 1809. También existe en Remolina la tradición de que en el “Canto del Pozo” fueron arrojados varios franceses.[1]

Así describe a Remolina el Diccionario Madoz de 1845: “En la provincia y diócesis de León , partido jcd. de Riaño, audiencia territorial y ciudad g. de Valladolid, ayuntamiento de Villayandre. Situación en un largo y estrecho valle circumbalado de peñas su Clima es bástante sano. Tiene 37 Casas; escuela de primeras letras por temporada; iglesia parroquial (la Magdalena], servida por un cura de ingreso y presentación del duque de Uceda, y buenas aguas potables". Confina con Argovejo, Tegerina, Horcadas y Huelde. El Terreno es montuoso en su mayor parte. Prod.: granos, legumbres y pastos para el ganado que cría , que es lo que constituye su principal riqueza. Pobl.: 37 vec, 139 alm. Contr. : con el ayuntamiento.[7]

En resumen, Remolina perteneció a los Reyes de León en los siglos XI y XII, después a la catedral, a San Isidoro de León, a las familias de Los Flagínez, los Osorio y los Guzmanes, más tarde a la marquesa de Toral y finalmente al duque de Uceda. Desde el siglo XII hasta 1840 Remolina formó parte del Condado o Concejo de Orede —Valdoré—, junto con los pueblos de Verdiago, Velilla de Valdoré y Valdoré.[1][3]​ A partir de 1840 Remolina pasó a ser parte del Concejo o Ayuntamiento de Villayandre, hasta que en 1906 la capitalidad del ayuntamiento pasó a Crémenes.[3]

El último de los molinos que dieron nombre al pueblo desapareció a finales del siglo XIX. Estaba situado en San Roque, junto al Camino Real, que venía desde Valdoré por la margen izquierda del Esla. Pertenecía al tío Pablones Rodríguez de Remolina. En 1885 se construyó la carretera Sahagún-Arriondas, pasando el trazado viario a la margen derecha del río Esla, lo que llevó al molino —en la margen izquierda— a una crisis que acabó con él.

Los medios de sustento de Remolina fueron tradicionalmente la ganadería, la agricultura y la minería. Remolina, junto con Tejerina y Prioro, fue uno de los pueblos con más tradición en el desempeño del oficio de pastor trashumante, llegando algunos de sus pastores a ocupar altos puestos de responsabilidad en los rebaños más nombrados en la montaña oriental de León, como fueron los de la condesa de Bornos, Cuesta, Perales, Montalvo, etc. De estos pueblos eran la casi totalidad de los pastores de más categoría —mayorales y rabadanes— y muchos de los otros pastores, con distintas categorías pastoriles —compañero, ayudador, persona, sobrado y zagal, de mayor a menor categoría profesional, además de ropero y motril—. Los últimos pastores trashumantes dejaron el oficio en los años 60 del siglo pasado.

En Remolina hubo minas de carbón, que se han explotado hasta recientemente en el Chaguazo. También hubo minas en pueblos cercanos como Ocejo de la Peña, Argovejo o Huelde, a donde iban a trabajar los hombres del pueblo que no eran pastores trashumantes. También eran frecuentes las profesiones de labrador, molinero, cantero o maderero. Mención especial merece el elevado número de sacerdotes y religiosos que dio el pueblo.

En la primera mitad del siglo XX se produjeron algunos movimientos migratorios a AméricaArgentina, Brasil, Cuba y EE. UU.— y en la segunda mitad del siglo XX dentro del territorio español a Cataluña, Madrid, Navarra y al País Vasco, fundamentalmente.

El pueblo de Remolina está situado en la montaña de Riaño, en el valle del río Esla, aguas abajo de Riaño, en la margen izquierda del río. Remolina está situado en un estrecho y largo valle que sigue el curso del río de su mismo nombre y que presta sus aguas al Esla.

El pueblo se encuentra dentro del Parque Regional de Picos de Europa, rodeado de bosques y altas montañas, que lo convierten en uno de los pueblos más pintorescos de la Montaña de Riaño. Entre sus altos picos podemos destacar el Pico Loto, Peña Blanca, Peña Verde y La Muga. Remolina limita al este con terrenos de Tejerina y Prioro, al sur con Ocejo de la Peña, al oeste con Argovejo y Las Salas y al norte con Horcadas.

Remolina tiene un clima oceánico fresco de tipo Cfb[8]​ según la clasificación climática de Köppen, que corresponde al clima templado/frío propio de la vertiente sur de la Cordillera Cantábrica. El invierno es muy riguroso y con fuertes y frecuentes heladas. Las precipitaciones de nieve son muy abundantes. La amplitud térmica es alta, entre 15 y 18 grados. La temperatura media anual es baja, algo superior a 8° C (8,2° C en Riaño). La temperatura media en el mes de enero es inferior a 0° C y en julio inferior a 16° C.[9]

Las precipitaciones anuales son superiores a los 1000 mm, normalmente entre 1500-2000 mm.[9]​ Los días de lluvia oscilan entre los 125-150 al año, correspondiendo los meses con menos precipitaciones al verano y siendo julio el mes más seco.[10]​ La insolación tiene valores bajos, entre 1.800 y 2.200 horas al año.[10]

Remolina pertenece a la Cuenca Hidrográfica del Duero, estando en la cabecera de su afluente más importante, el Esla. El río de Remolina es afluente del Esla por su margen izquierda.

El núcleo urbano de Remolina se encuentra entre los ríos de La Oceja y el río del Barrio, que confluyen por debajo del pueblo, a la altura del inicio de las Linares, para formar el río de Remolina. El río Barrio recibe previamente por su margen izquierda los arroyos de Cabreros y Celada. Fueron famosos estos ríos y arroyos por sus abundantes y muy sabrosas truchas, que prácticamente han llegado a descastarse tras la construcción del pantano.[11]

El conocido como embalse de Riaño, también se denomina presa de la Remolina -siendo esta última su denominación oficial-, debido a que los terrenos donde se construyó la presa, en Las Conjas, pertenecían a Remolina.[12]

Entre sus bosques lo más destacable son los hayedos -El Neredo, Las Tejas y Los Cotarrales-, y los robledales, aunque también es fácil la observación de otros árboles y arbustos como tejos, acebos, serbales serbal de cazadores-, abedules, chopos y salgueras en las riberas de los ríos, fresnos, saúcos, majuelos, mostajos, enebros, cerezos y manzanos silvestres, avellanos, endrinos, piornos, escobas, brezos, etc.

El campo ha proporcionado de siempre a los habitantes de Remolina gran cantidad de frutas silvestres y hierbas aromáticas. Entre las primeras cabe destacarse a los arándanos azules, , las moras, las frambuesas y las endrinas. Entre las hierbas aromáticas podemos incluir al te de la peña, la menta y el orégano.

El terreno de Remolina es bueno para setas en primavera y en otoño, si el tiempo ha sido favorable. La reina de las setas es la seta de primavera –seta de San Jorge. También abundan las setas de carrerilla, los champiñones silvestres, los boletus y las macrolepiotas.

Además de la fauna doméstica (gallinas, patos, gatos, perros, cabras y caballos), en los montes de Remolina se pueden encontrar corzo, ciervo y rebeco. No es raro encontrarse zorro o jabalí en los prados, y es posible que se pueda ver algún lobo u oso pardo. La perdiz pardilla fue abundante en otro tiempo. Son comunes los topos, ratones campestres, los desmanes ibéricos, los erizos, y menos visibles los gatos monteses, las comadrejas, los tejones, las garduñas y martas. Hay lagartijas, salamandras, culebras, lisos y alguna víbora cantábrica o de Seoane. Cada vez se ven menos sapos. En los últimos años, por la zona del Melendrín, y también por los Cutiellos, ha habido algún avistamiento de “gamusinos” –animal mítico de la montaña que se creía en vías de extinción–.

Entre las aves no es difícil observar cernícalos, águilas culebreras y águilas calzadas, siendo menos habituales los buitres, halcones, azores y águilas reales. Más raro aún es observar al mítico urogallo. Destacan por su abundancia los cuervos y las cigüeñas. Sigue habiendo golondrinas, vencejos, arrendajos, carboneros, verderones, pájaros carpinteros y murciélagos, entre otros. Cada vez se ven menos gorriones y jilgueros.

En el río sigue habiendo truchas, aunque muchas menos que antes.

El pueblo tiene un coto de caza perteneciente a la Junta Vecinal.

La población de Remolina alcanzó su máximo número en el primer tercio del siglo XX, pasando ampliamente de los 200 habitantes. En cifras entre 180 y 230 habitantes se mantuvo el pueblo desde 1750 hasta la segunda mitad del siglo XX, en que se comienza a observar un progresivo descenso poblacional, semejante al de otros pueblos de la montaña de León.[1][3]

Según los datos del padrón continuo por unidad poblacional del INE, Remolina contaba en 2020 con 42 habitantes –26 varones y 16 mujeres–.[13]​ Como se puede observar en las tablas siguientes, la población registra un progresivo descenso en el siglo XXI, que ya se observaba desde la segunda mitad del siglo pasado, consecuencia de la emigración hacia núcleos más grandes y dinámicos, la ausencia de nacimientos y el envejecimiento de la población.

Fuentes: J de Prado,[1]​ Aurelio Álvarez [3]​ e INE [13]

Se mencionan, entre otras, algunas tradiciones que se mantienen vivas, junto con otras recuperadas y otras olvidadas, para que haya al menos constancia de su existencia en otros tiempos.

Remolina es un buen lugar para la realización de senderismo y la práctica del montañismo. Se pueden realizar sencillas marchas, casi por llano, como a la fuente de la Juñera, al Ojo del Mar o al Chaguazo; rutas algo más largas y con mayor pendiente como hasta Parlle o a Bosoverón; se puede subir a alguna de las cumbres que rodean al pueblo, como al pico Jano -1821 msnm-, la Muga -1804 msnm-, Peña Blanca -1749 msnm-. Peña Verde -1778 msnm-, o el Pico Loto -1809 msnm-.;[15]​ o rutas a través del monte hasta pueblos y lugares cercanos, como Horcadas, Tejerina, Prioro, Mental o La Red.

Además, por Remolina pasan dos grandes rutas españolas:

Es una publicación periódica nacida en 1987 de la mano de varios hijos del pueblo que vieron la necesidad de comunicarse y agrupar a todas aquellas gentes que, por unos u otros motivos, encontraron su medio de vida lejos del pueblo. Después de un intervalo de silencio volvió a ver la luz en 2001. Colaboran en ella remolinenses de todos los puntos y también aquellos que no habiendo nacido en el pueblo lo consideran como su patria chica. En la actualidad su edición corre a cargo de la Asociación Amigos de Remolina, publicándose dos números al año y encontrando cabida en la revista todo tipo de temas.



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