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Retroversión de la soberanía



La retroversión de la soberanía es una doctrina jurídica por la que en ausencia de una autoridad soberana es el pueblo el que reasume su soberanía y encarga el poder de gobernar a un organismo designado por el propio pueblo. Esta doctrina fue empleada por los «patriotas» para independizarse de la metrópoli española durante la Guerra de la Independencia Española.[1]

Tras el Levantamiento del 2 de mayo contra la presencia francesa y su posterior extensión al resto de territorios españoles de la península ibérica, así como el conocimiento de las Abdicaciones de Bayona, propició la creación de una organización política para enfrentarse a los franceses, las Juntas provinciales acordaron crear una Junta Suprema Central como un remedio para dotar al país de un gobierno central con legitimidad y ante la imposibilidad de convocar unas Cortes Generales, las cuales correspondía la representación del reino.[2]​ Esta Junta Central se estableció en septiembre de 1808 en Aranjuez y debido a la presión francesa se trasladó a Sevilla en diciembre de 1808. La creación de esta Junta Suprema, que con el título de Majestad y pretendiendo actuar en nombre de Fernando VII, también se preocupó por tener de su lado los territorios americanos de las tentativas del rey José Napoleón, así como paralizar la creación de juntas en territorio americano, enviando emisarios a América para hacer reconocer la Junta Suprema y reprimiendo esas tentativas (como en México, Montevideo, Quito, Chuquisaca o La Paz),[3]​ así como reconociendo la igualdad política entre España y América por la Real Orden del 22 de enero de 1809.[4]

Sin embargo, en medio del proceso para elegir representantes americanos la Junta Suprema de Sevilla, Sevilla fue tomada a finales de enero de 1810 ante el empuje de los ejércitos franceses, la Junta se había trasladado ya a Cádiz, nombró un Consejo de Regencia y de autodisolvió el 31 de enero.[5]​ Una vez conocidos estos hechos, una parte de las autoridades americanas denegaron reconocimiento a este Consejo de de Regencia de Cádiz, puesto que no consideraban que tenía representatividad alguna, que estaría tutelado en la misma ciudad de Cádiz y porque la ciudad no resistiría del sitio francés. Por tanto, imitando el precedente peninsular, se constituyeron juntas que no reconocían al Consejo de Regencia, y con las misma justificación de las juntas peninsulares de 1808, en cuanto suplían una autoridad central ausente.[6]

La retroversión de la soberanía es un principio en el derecho tradicional que se impone como solución a la Vacatio regis (ausencia del soberano). A través de esta doctrina la soberanía se trasladaba al Pueblo, aunque el concepto de Pueblo mutó su significado desde el medioevo a la modernidad. Sin embargo, en el tradicionalismo español no estaba prevista la posibilidad de que el pueblo pudiese ejercer la soberanía de forma propia ya que se trataba de una medida de necesidad urgente.[7]​ La influencia desde el siglo XVI de Europa y luego de los Estados Unidos incorpora la idea del autogobierno del pueblo añadida a la solución tradicional española de recuperación de la soberanía frente a la Vacatio regis.[8]

La Vacatio regis producto de las Abdicaciones de Bayona se consideró ilegítima en todo el imperio sin discusión. El Monarca no podía traspasar su patrimonio sin el consentimiento del reino (doctrina del pacto).[9]​ De manera que las Juntas americanas obtuvieron su legitimidad no de la Vacatio regis, considerada ilegítima, sino de las leyes de las Siete Partidas, que reconocían "el derecho a constituirse en junta" a las personalidades principales de las ciudades por necesidad del "bien común".[10]​ Según el derecho castellano, las juntas así constituidas obtenían una representación de la ciudad, provincia o reino. Además las leyes de Indias tenían previsto el derecho de los cabildos de constituir juntas de ciudades en caso de Vacatio legis del Consejo de Indias. Los cabildos podrían legislar por medio de juntas reunidas del reino.

Los cabildos en América, tras reasumir la soberanía, no tenían previsto quién sería el depositario de la misma. La Junta Central en España reconoció la concepción pluralista del imperio, y que recibía la soberanía que ostentaban los representantes de las soberanías depositadas en las juntas de los reinos. La Junta central marcó un punto de ruptura con el régimen centralista borbónico al repartir la soberanía con América al otorgar representación soberana a los pueblos americanos en la real orden de 22 de enero de 1809. Sin embargo la proporcionalidad de los representantes americanos fue ampliamente discutida.

Sobre la base de las leyes de las Siete Partidas, Ley 3º, título 15, Partida segunda el procurador del Cabildo de la ciudad de Santiago en Chile resuelve lo que debe practicarse:[11]

La Vacatio regis creó en América además una Vacatio legis contra la autoridad colonial de los funcionarios con nombramiento regio. La retroversión de la soberanía cuestionaba la autoridad virreinal. Por entonces el rey español Fernando VII había sido encarcelado y reemplazado por José Bonaparte, y en España se formaban juntas de gobierno que se atribuían la autoridad monárquica. El principio de retroversión de la soberanía establecía que en un caso así, al no encontrarse presente la autoridad legítima, la soberanía vuelve al pueblo, concretamente al Cabildo, que obtiene así el derecho de designar procuradores que forman una Junta. Dicho principio es un antecedente del concepto de soberanía popular, presente en la mayor parte de los ordenamientos jurídicos del mundo, por el cual el pueblo conserva siempre la soberanía.

El principio de la retroversión de la soberanía partía de la base de que los reinos americanos eran posesiones de la monarquía del rey de España independientes de otros reinos de España que, lo mismo que ellos, también estaban subordinados a la misma corona. Solo el rey podía mandar en ellas, ya sea directamente o a través de virreyes nombrados por él mismo. Este principio ya existía con anterioridad, y justificaba que los reinos de España y América tuvieran legislaciones diferenciadas. Pero esta tendencia al foralismo fue combatida por el centralismo las reformas borbónicas en busca de una gestión más eficiente de las colonias americanas. Los tratadistas del derecho indiano sin embargo mantenían que eran reinos diferentes, unidos bajo una misma corona, y más tarde, la representación del imperio será plural tanto en la Junta Central como las cortes de Cádiz.

Con el aprisionamiento de Fernando VII de España y la ausencia de un sucesor legítimo, el criterio se usaba para justificar el autogobierno. La junta de Sevilla sin el consentimiento de las Juntas americanas tenía discutida autoridad para mandar en América o nombrar virreyes y otros funcionarios, ya que los americanos sostenían tener el mismo derecho que los peninsulares a autogobernarse y de volver a entregar la soberanía que habían recuperado en favor al rey legítimo ausente.



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