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Rita Hayworth



¿Qué día cumple años Rita Hayworth?

Rita Hayworth cumple los años el 17 de octubre.


¿Qué día nació Rita Hayworth?

Rita Hayworth nació el día 17 de octubre de 1918.


¿Cuántos años tiene Rita Hayworth?

La edad actual es 106 años. Rita Hayworth cumplió 106 años el 17 de octubre de este año.


¿De qué signo es Rita Hayworth?

Rita Hayworth es del signo de Libra.


¿Dónde nació Rita Hayworth?

Rita Hayworth nació en Brooklyn.


Rita Hayworth, nombre de nacimiento Margarita Carmen Cansino[1]​ (Brooklyn, Nueva York; 17 de octubre de 1918-Manhattan, Nueva York; 14 de mayo de 1987) fue una de las actrices más emblemáticas y glamurosas de la época dorada del cine estadounidense y la diva máxima de Hollywood de la década de 1940. Ocupa el puesto 19º en la lista del American Film Institute de las grandes estrellas del Séptimo Arte y fue apodada «la diosa del amor» por la prensa rosa de su tiempo debido a su extraordinaria belleza y la enorme atracción que ejercía sobre el público masculino.

Nació en Nueva York, hija de emigrantes: su padre era el bailarín español Eduardo Cansino Reina, de origen sefardí y natural de Paradas, Sevilla, España,[1]​ y su madre era Volga Margaret Hayworth, una bailarina de los Ziegfeld Follies, de origen irlandés e inglés.[2]​ Su padre era pariente de Rafael Cansinos Assens, escritor español, poeta, novelista, ensayista, crítico literario, hebraísta y traductor al español de las obras completas de Goethe, Balzac, Tolstói y Dostoyevski, perteneciente a la generación de 1914 o novecentismo.

Su padre apreció su talento natural, por lo que empezó su carrera como bailarina junto a él con su nombre real, Rita Cansino —tanto Marga como Rita son los diminutivos habituales de Margarita— a la edad de 13 años. Él la obligaba a fingir que era su mujer y no su hija, no solo en el baile, ya que se sabe que abusó de ella sexualmente y marcó su comportamiento a futuro.[3]

Llegó a Hollywood en 1933 como miembro del Spanish Ballet y pudo empezar a filmar gracias a la ayuda del eximio compositor José Iturbi y a las influencias del diplomático español en Estados Unidos Lázaro Bartolomé y López de Queralta —conocido como Lázaro Bartolomé Queralt—.[4]​ Desde 1935 participó como actriz en papeles secundarios, realizando muchas películas de cine B en las que sobre todo destacó por sus dotes para la danza y por su distinguido aspecto. De esta etapa destaca la película Charlie Chan en Egipto (1937), de Louis King, película perteneciente a la saga dedicada al célebre detective oriental, en la que trabajó junto a Warner Oland, que encarnaba a Chan.

Fue su primer marido Edward Judson, con quien se casó a los dieciocho años a pesar de la oposición de sus padres, quien la lanzó al estrellato, convirtiéndola en su mejor inversión personal.

Judson le consiguió un contrato con Columbia Pictures, productora que necesitaba de estrellas importantes y a quien la actriz acabaría colocando entre las primeras compañías cinematográficas, reportando a la empresa millonarios ingresos solo con su presencia. «Rita Hayworth es la Columbia», dijo Frank Sinatra. Para entonces, Harry Cohn, magnate de la productora, se enamoró de ella. La presión y las disputas por este motivo entre la actriz y el productor darían mucho que hablar entre los profesionales de la industria, y él estuvo toda la vida obsesionado con ella, quien no respondió nunca a sus requerimientos amorosos.

Su primer papel importante fue como actriz secundaria en la película: Sólo los ángeles tienen alas (1939), de Howard Hawks, lo que hizo que la crítica cinematográfica se empezara a fijar en ella. Poseía una personalidad tímida y bondadosa, ambigua entre lo cálido y lo frío en sus relaciones que contrastaba con su fuerza y enorme impacto en la pantalla. En este film compartió cartel con Cary Grant, Jean Arthur y Thomas Mitchell. Luego rodó una comedia junto a Brian Aherne: Una dama en cuestión (1940), de Charles Vidor. Sería en el film Gilda en que el personaje erótico y la verdadera Hayworth se fundirían en el colectivo filmofílico.[5]

Hayworth ingresó triunfante tras esos éxitos en la 20th Century Fox —compañía que años atrás la había rechazado—, reclamada por el director Rouben Mamoulian, para interpretar a Doña Sol en la superproducción basada en la novela de Vicente Blasco Ibáñez, Sangre y arena (1941), junto a Tyrone Power y Linda Darnell. Esta película significó su lanzamiento como sex symbol, indiscutible durante toda una década. Su carrera la convirtió en una de las grandes estrellas de su época y en la actriz mejor pagada del momento.

Luego intervino en dos comedias musicales de amplio eco popular, junto a Fred Astaire: Desde aquel beso (1941), de Sidney Lanfield, y Bailando nace el amor (1942), de William A. Seiter. Estos éxitos y su talento la llevaron a protagonizar un musical ya clásico, Las modelos (1944), de Charles Vidor, junto a Gene Kelly y Phil Silvers, filme innovador en su día, al ser de los primeros en trasladar los números de baile de salón a ambientaciones callejeras. En esa época rodó también The Strawberry Blonde (1941), de Raoul Walsh, junto a James Cagney y Olivia de Havilland; Mi mujer favorita (1942), de Irving Cummings una cinta de corte biográfico junto a Victor Mature y Carole Landis; y Esta noche y todas las noches (1945), de Victor Saville, un musical que fluctúa entre la comedia y el drama de tono menor, junto a Lee Bowman y Janet Blair.

No obstante, su fama como mito erótico se consolidó con Gilda (1946), de Charles Vidor, una de las grandes películas del cine negro, en la que Rita interpreta a uno de los personajes femeninos más deslumbrantes de la historia del cine y protagoniza dos escenas ya míticas: primero, una sugerente interpretación musical de «Put the blame on Mame», con un striptease tan explosivo como breve —solo se quita un guante—, y después una bofetada. Estas dos imágenes fueron en la época consideradas demasiado atrevidas en algunos países, que censuraron el filme, que a pesar de ello consiguió récords de taquilla en todo el mundo. La bofetada se convertiría en la más famosa de la historia del cine estadounidense; se la propinó a Rita su pareja en el film, Glenn Ford, y aunque ahora se cuestiona como ejemplo de machismo, hay que aclarar que en una escena previa Rita había golpeado igualmente a Glenn Ford.

La película fue un escándalo, y en países como España fue considerada «gravemente peligrosa»[6]​ por la Iglesia católica, debido a la famosa escena musical donde se quita un guante. Esta película la hizo inmensamente famosa, hasta el punto de que se colocó su imagen en la bomba atómica de pruebas arrojada por Estados Unidos sobre las Islas Bikini en ese mismo 1946. Dado el carácter pacifista de la actriz, este hecho la indignó profundamente. Sin embargo, Gilda convirtió a Rita Hayworth en una de las máximas divas de Hollywood de todos los tiempos.

También ocasionó una histérica expedición a la Cordillera de los Andes, a fin de enterrar allí una copia de la película, para que se conservase en caso de un desastre nuclear.

Este momento de fama internacional también coincide con una de sus crisis en lo personal: su segundo matrimonio, con el célebre director Orson Welles, entró en crisis, y ella declaró a la prensa una frase que se haría célebre: «Todos los hombres que conozco se acuestan con Gilda, pero se levantan conmigo».

La suerte profesional continuaba en racha y en 1947 rueda junto a su todavía marido, el director Orson Welles, un filme que fue en su día poco valorado, pero que resultó de enorme trascendencia: La dama de Shanghái.

La película no tuvo mucho éxito comercial porque Welles le cortó el pelo, la tiñó de rubio platino, le dio un papel de arpía y la mató al final de la película, cosa que no gustó mucho a su público. Sin embargo, forma parte de la mitología del cine por su narrativa, estilística y ritmo, y Rita Hayworth declaró años después que «sabía que estábamos haciendo un clásico mientras la rodábamos».

Gilda, el papel más importante de su carrera, fue también el que marcó el inicio de su declive como estrella de Hollywood, ya que nunca consiguió el mismo éxito como sex symbol en ninguna de sus películas posteriores. Sin embargo, fue y es la película que la convirtió en una actriz inolvidable: «Nunca hubo una mujer como Gilda», era el eslogan de la película.

Otros títulos destacados de su filmografía son Los amores de Carmen (1948) y La dama de Trinidad (1952), que no lograron reeditar el éxito de Gilda, pese a repetir pareja protagonista con Glenn Ford —para el escritor y cinéfilo Terenci Moix, Rita fue la mejor 'Carmen' del cine—; Salomé (1953), de William Dieterle, recreando la historia bíblica, junto a Stewart Granger y Charles Laughton; La bella del Pacífico (1953), de Curtis Bernhardt, nueva versión de un clásico de William Somerset Maugham ya adaptado para el cine en la década de 1920; Pal Joey (1957), que fue su último musical y único rotundo triunfo de la actriz ya en su madurez física e interpretativa, que incluye un número que ha pasado a la historia del género; Fuego escondido (1957), de Robert Parrish, junto a Robert Mitchum y Jack Lemmon; y Mesas separadas (1958), de Delbert Mann, junto a Burt Lancaster, Deborah Kerr, Wendy Hiller y David Niven.

Singular para el público hispano es la comedia El último chantaje (The Happy Thieves, 1961), donde Rita Hayworth y Rex Harrison encarnan a dos ladrones que pretenden robar del Museo del Prado el cuadro Los fusilamientos del 3 de mayo de Goya.

Rita nunca fue nominada a los premios Óscar, pero asistió a la 36.ª ceremonia de dichos premios para entregar el galardón a la mejor dirección en 1964, antes de que en la siguiente década empezara a tener problemas de memoria.

A finales la década de 1960 y principios de la de 1970 solo trabajó ya ocasionalmente en producciones modestas, de serie B, y en algunas coproducciones europeas, mostrando su declive físico e intelectual, ya que comenzaba a mostrar síntomas de la enfermedad de Alzheimer prematura, que le impedía memorizar bien los guiones.

De esta última etapa destacan tres títulos El fabuloso mundo del circo (1964), de Henry Hathaway, junto a John Wayne y Claudia Cardinale; El aventurero (1967), de Terence Young, junto a Anthony Quinn; y La ira de Dios (1972), de Ralph Nelson, que fue su última interpretación en la gran pantalla.

Cuidada y acompañada en sus últimos años por su hija Yasmine, Rita Hayworth cayó en un semicoma en febrero de 1987. Murió unos meses más tarde, el 14 de mayo de 1987, a los 68 años de edad a causa de la enfermedad de Alzheimer en su apartamento de Manhattan. El servicio fúnebre para Hayworth se llevó a cabo el 19 de mayo de 1987 en la iglesia del Buen Pastor, en Beverly Hills. Los portadores del féretro fueron los actores Ricardo Montalbán, Glenn Ford, Don Ameche y el coreógrafo Hermes Pan. Fue enterrada en el Cementerio de Holy Cross, Culver City, California.

Su imagen cargada de belleza, talento y seducción fue inspiración para que la actriz Italiana Francesca Rettondini construyera su rol de la sensual cantante Francesca en la película Ghost Ship[7]



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