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Roberto Clemente



Roberto Enrique Clemente Walker (Carolina, Puerto Rico; 18 de agosto de 1934 - ibíd.; 31 de diciembre de 1972) fue un jugador profesional de béisbol puertorriqueño. Jugaba en la posición de jardinero derecho y desarrolló toda su carrera en los Pittsburgh Pirates de las Grandes Ligas de Béisbol (MLB).

Ganó dos Series Mundiales con los Pirates y está considerado uno de los mejores jardineros derechos de la historia, opinión que se consolida con los doce Guantes de Oro de los que se hizo acreedor en su carrera. También fue un notable bateador que obtuvo cuatro títulos individuales y que llegó además a la cifra de 3,000 hits. Clemente fue quizá el jugador más dominante de la década de los años 1960 en la gran carpa, a pesar de ser elegido solamente una vez como Jugador Más Valioso de la Liga Nacional en el año de 1966.

Aparte de su desempeño sobre el campo, Clemente destacó por su labor en la defensa de la imagen de los jugadores latinoamericanos y la educación deportiva de la juventud de su país. En su nombre se otorga el Premio Roberto Clemente como reconocimiento al jugador que muestra un servicio destacado a la comunidad, así como su excelencia en el terreno de juego.

Falleció el 31 de diciembre de 1972 a los 38 años de edad en un accidente de avión en el que llevaba un cargamento de ayuda humanitaria para los damnificados del terremoto de Managua de 1972. Unos meses después fue elegido póstumamente para entrar en el Salón de la Fama del Béisbol.

Nació en el barrio de San Antón en la Ciudad de Carolina en Puerto Rico. Sus padres eran Melchor Clemente, trabajaba en una plantación de caña de azúcar, y de Luisa Walker, administraba también una tienda y una venta de productos cárnicos. Roberto fue el menor de los cuatro hermanos.

En su juventud practicó con éxito el deporte del atletismo, en las especialidades de jabalina y distancias cortas, pero fue el béisbol el que más llamó su atención. Al dejar la secundaria jugó para los Cangrejeros de Santurce de la liga invernal de Puerto Rico, y fue durante ese tiempo que llamó la atención de los cazatalentos. Ya en 1954 Clemente firmó para las canteras de los Brooklyn Dodgers por un bono de US$ 10.000.[1]​ Sin embargo, debido a una regla de esa época que estipulaba que cualquier jugador con un bono de US$4 mil dólares o más debía pertenecer al roster de un equipo de las Grandes ligas, y dado que Clemente no lo estaba, fue puesto a elección de otro equipo, y de esta manera los Pittsburgh Pirates le adquirieron el 22 de noviembre de ese año por una modesta suma de US$ 4 mil dólares.

Pittsburgh Pirates era un equipo mediocre que había terminado con un saldo de no menos de 100 derrotas en las últimas tres temporadas antes del debut de Clemente.[2]​ El puertorriqueño, en sus primeros 5 años (1955-1959), tuvo una participación ofensiva sólida, aunque solamente en una alcanzó un promedio de bateo arriba de .300 (1956).[3]​ En la temporada de 1960 su equipo consiguió llevarse la Serie Mundial al enfrentarse a los New York Yankees, a los cuales derrotaron en siete juegos. Clemente tuvo una destacada participación al conseguir un promedio de bateo de .310.[4]​Desde ese año, en temporada completa, tal promedio nunca lo bajaría de .300, a excepción de una, la de 1968.[3]

Probablemente Roberto fue el jugador más dominante de las Grandes Ligas en la década de los años 1960.[1]​Pero, a pesar de su destacada actuación en su primera Serie Mundial, fue seleccionado apenas como octavo en la lista para el Jugador Más Valioso de ese año. Quizá por sentirse ignorado, no llevó consigo el anillo de campeón en 1961, y sí lo hizo en cambio con el anillo del Juego de las Estrellas.[2]​Esa temporada logró el primero de cuatro títulos individuales de bateo.

A través de los años, Clemente demostró ser un pelotero completo en diferentes aspectos del juego. Con su peculiar manera de tomar el bate (estirando su espalda, moviendo su cuello, colocándose al fondo de la caja de bateo),[2]​logró al menos 200 hits en cuatro temporadas. En 1967 alcanzó su mejor promedio al bate con .357,[3]​y el último año de su carrera (1972) llegó justo el último día de la temporada a los tres mil hits, haciéndole parte del selecto grupo de bateadores que han conseguido esta marca. Además, hasta esa fecha, solo diez jugadores lo habían logrado.[5]​Probablemente fue la defensiva su faceta más recordada: cubriendo el jardín derecho hizo espectaculares atrapadas, ya sea saltando o tirándose al engramillado;[2]​a estas cualidades se agregaba un poderoso brazo con el que hizo espectaculares asistencias. En suma, su desempeño le ha valido ser considerado, en no pocas ocasiones, como el mejor en su posición en la historia de la liga.[6]

A pesar de estas características, Clemente no recibía la atención debida de parte de los medios de comunicación.[2]​No fue hasta 1971 que esto cambiaría, pues junto a su equipo llegó nuevamente a la Serie Mundial, la cual disputaron frente a los Baltimore Orioles. En esa oportunidad, logró un notable promedio a la ofensiva de .414,[4]​incluido un cuadrangular en el séptimo juego. Su desempeño a la defensiva fue inmejorable atrapando y tirando bolas ante cualquier oportunidad.[2]​Por su actuación fue elegido el Jugador Más valioso de ese clásico de otoño.

Tanto como sus proezas en el terreno, el lado humano de Clemente fue notable. Sobrellevó la discriminación en una sociedad segregada, ya que al comienzo de su carrera tuvo que comer en restaurantes, viajar en buses, y hospedarse en hoteles para gente del color de su piel.[5]​El hecho de provenir de un país latinoamericano le dio pocas posibilidades de resaltar en la prensa deportiva; la defensa de su reputación, además, le trajo no pocas discusiones con los mánagers y periodistas.[5]​Todo a pesar de ser un pelotero del cual muchos pensaban que jugaba a un “nivel cercano a la perfección”.[1]​Esto se ejemplifica en el hecho que solo ganó una vez el reconocimiento de Jugador más valioso de una temporada (1966) y que en una elección para escoger al mejor jugador de la década de los años 1960, fue preferido el lanzador Sandy Koufax; mientras, Clemente, apenas recibió unos cuantos votos.[1]

En algunas ocasiones, el puertorriqueño fue objeto de burla por su fuerte acento en español mientras hablaba inglés.[7]​Como muestra de la complacencia de su origen, rehusó ser llamado Bob pues prefería ser llamado Roberto.[7]​De hecho, fue un defensor de la igualdad para el trato de los jugadores latinoamericanos, según sus palabras:

Durante los descansos de post temporada, Roberto daba clínicas de enseñanza para la práctica del béisbol a la juventud.

El 23 de diciembre de 1972 la ciudad de Managua, capital de Nicaragua, fue sacudida por un terremoto. La devastación motivó a Clemente a llevar un cargamento de ayuda a los afectados. Decidió ir personalmente pues a través de noticias se daba a conocer que los militares del país administraban deficientemente los envíos internacionales.[7]

Según un testimonio, su esposa, Vera Zavala, le previno de no viajar al decirle: "No vayas Roberto", este por el contrario respondió: "Si vas a morir, morirás".[5]​En la noche del 31 de diciembre, la nave (un DC-7) despegó de San Juan, Puerto Rico, pero a los pocos metros de dejar la isla cayó aparatosamente en el mar a las 9.23 p. m. matando a todos los tripulantes. El cuerpo del beisbolista nunca fue recuperado. La causa del siniestro parece haber sido la sobrecarga del aparato.[1]

Desde el momento que se supo la noticia, el luto embargó a la afición del béisbol y al público en general. Su admisión al Salón de la Fama de este deporte fue realizada de manera expedita con la anuencia del Comisionado de la liga en ese entonces, Bowie Kuhn. Por regla general, se han establecido cinco años desde la retirada o muerte de un jugador para iniciar el proceso. El otro caso al que se aplicó esta excepción fue Lou Gehrig. Clemente se convirtió así en el primer latinoamericano en formar parte de este distinguido salón.[1]

El 8 de agosto de 1973 fue admitido con el 92.63% de los votos. Sólo Ty Cobb, Babe Ruth, Honus Wagner, Bob Feller, Ted Williams y Stan Musial habían tenido un porcentaje más alto al ser ingresados hasta ese tiempo; quienes votaron en contra no lo hicieron por el pelotero sino debido al hecho del desconocimiento del periodo regular de cinco años.[8]​Después de unas sentidas palabras del Comisionado, su esposa también agregó como parte de su respectivo discurso:

El día de la ceremonia de su admisión, fue instaurado el "Premio Roberto Clemente" a otorgarse a aquellos que realizan labores destacadas en el deporte y la comunidad. En Puerto Rico fue nombrado como atleta del siglo,[5]​y, desde el 2002, las Grandes Ligas instituyeron cada 18 de septiembre como el "Día de Roberto Clemente". La calidad humana de este beisbolista se advierte en estas palabras:

Vera Zavala, viuda de Clemente falleció el 16 de noviembre de 2019 a la edad de 81 años en el hospital Auxilio Mutuo en San Juan, Puerto Rico.



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