A lo largo de la historia, se han celebrado numerosos Concilios religiosos en Roma, convocados por el Papa.
Fue convocado para decidir que la Pascua se debía celebrar el Domingo después del 14 de la Luna. El mismo año se tuvieron diversos Concilios sobre el mismo asunto, entre los cuales se cuentan los de Cesarea en Palestina, de Ponto en Asia, de Corinto en Osroena y de León.
El Papa Víctor quiso excomulgar en él a los Asiáticos cuartodecimanos; pero Polícrates, Obispo de Éfeso, como los demás Obispos, no le obedecieron. Otros muchos Obispos y en particular, el célebre San Ireneo de León escribieron con este motivo a Víctor para inclinarle a conservar la paz. No obstante parece, dice Mr. de Fleuri, que habiéndose hecho perniciosa esta observancia, no debía tolerarse. Sea como quiera, duró por algunos siglos en Asia y en Oriente.
Trató sobre los caídos en la persecución, celebrado por el Papa San Cornelio.
Fue tenido por el Papa Julio, presidiendo a cincuenta Obispos para juzgar la causa de San Atanasio y de los demás que habían ido a quejarse de los Eusebianos.
Se celebró contra Fotino. En este Concilio fue donde Ursacio y Valente retrataron en presencia del Papa Julio lo que habían dicho contra San Atanasio y le escribieron cartas de Comunión.
Fue convocado por el Papa Liberio para San Atanasio, acusado por los Orientales y defendido por mayor número de Egipcios. El Papa leyó en él la carta que los Orientales le habían escrito contra este Santo y la de cerca de setenta y cinco Obispos de Egipto en su favor y el Concilio juzgó que era contra la Ley consentir a Orientales.
Fue convocado por el Papa Dámaso y se aplicó en él, principalmente a levantar a los que habían caído en el Arrianismo y hacer conocer los autores y cabezas de esta herejía.
Convocado por mismo Papa Dámaso, reunión a noventa y tres Obispos que excomulgaron a Auxencio de Milán y trataron en él de la consustancialidad del Espíritu Santo.
Convocado por el mismo Papa, tenido contra los Apolinaristas, cuyo jefe era Apolinario, Obispo de Laodicea en Siria.
En favor del Papa San Dámaso I y contra el Antipapa Ursino. Este Concilio se compuso de un gran número de Obispos que escribieron una larga carta a los dos Emperadores Graciano y Valentiniano.
Se compuso del Papa san Dámaso I, de San Ambrosio, de dos ilustres Metropolitanos de Oriente: San Epifanio, Metropolitano de Salamina, y Paulino de Antioquía, que los Occidentales reconocían por Obispo de Antioquía. En el mismo se instituyó de forma base el Canon Bíblico con la lista del Nuevo Testamento de San Atanasio de Alejandría y los libros del Antiguo Testamento de los textos en hebreo; esta versión fue traducida del hebreo, arameo y griego al latín por San Jerónimo (la Vulgata) por encargo del mismo Papa.
Convocado por el Papa Siricio. Ochenta Obispos asistieron a él y escribieron una carta en favor de los que no habían podido ir al Concilio. No tiene en verdad más que el nombre de Siricio. Se compone de muchos Cánones en los que se prohíbe, entre otras cosas, admitir en el Clero al que después de la remisión de sus pecados, esto es, del Bautismo, haya llevado la espada de la milicia del siglo, que quiere decir al que hubiese tenido algún empleo en la Corte o en los Ejércitos. La se recomienda continencia de los Sacerdotes y de los Diáconos, particularmente porque están obligados a servir todos los días en el ministerio de Dios.
El 11 de agosto de 430 fue convocado un concilio por el Papa Celestino contra Nestorio.
Fue tenido con motivo de la Carta del Emperador Teodosio, para la convocatoria del Concilio General de Éfeso.
Fue tenido por el Papa Sixto para el Aniversario de su elevación. En él recibió la noticia de la paz entre San Cirilo y los Orientales.
Fue convocado por San León. En él se restableció a Celidonio, que había sido depuesto en el Concilio de Besançon. A San Hilario se le separó de la comunión de la Santa Sede y se le prohibió emprender nada sobre los negocios de otro.
Estuvo compuesto por un considerable número de Obispos, para representar todo el Occidente. En él se condenó todo lo que se había hecho el mismo año en el Salteamiento de Éfeso.
Fue tenido por el mismo Papa, para resolver diferentes dificultades que habían suscitado los destrozos de los Hunos.
Fue convocado por el mismo Papa, en favor de Hermes que se había apoderado de la Iglesia de Narbona. En él se decidió, que para el bien de la paz, quedaría Hermes por Obispo de Narbona pero a condición de que no tendría poder para ordenar Obispos, cuya facultad se transferiría a Constancio, Obispo de Usez, como el más antiguo de la Provincia pero que después de la muerte de Hermes recobraría el Obispo de Narbona el derecho de las ordenaciones. También se dice que los Obispos de las Galias tendrían todos los años un Concilio de las Provincias y que no saldrían de la suya sin tener Letras de su Metropolitano y en caso de que se las negara, del Obispo de Arlés.
Compuesto de los Obispos que habían ido a celebrar la Fiesta de la ordenación del Papa San Hilario o Hilaro.
Tenido por el Papa Félix III. En él se hallaron sesenta y siete Obispos y se condenó a Acacio, Patriarca de Constantinopla, que había causado muchos males a la Iglesia por su grande unión con los herejes
Fue convocado por el mismo Papa Félix asistido por cuarenta y dos Obispos. Este Concilio se tuvo con motivo de la Iglesia de Antioquía poco después de la expulsión de Calendion y del restablecimiento de Pedro el Batanador.
En el mes de marzo del año 487 se convocó en Roma un concilio por el Papa Félix para la reconciliación de los que habían caído en África, en la cruel persecución de Hunérico, Rey de los Vándalos.
El año 495 se celebró en Roma un concilio por el Papa Gelasio, compuesto de cuarenta y cinco Obispos y de cincuenta y ocho Presbíteros. Misena, Legado, prevaricador en Constantinopla el año 484, presentó en él un memorial por el cual pedía misericordia en atención a su vejez. El Papa ordenó que se le hiciese entrar y posternándose alcanzó ser admitido a la Comunión y la dignidad Sacerdotal. Vital, el otro Legado, había muerto algún tiempo antes.
Convocado por el mismo Papa, en él se hizo un Decreto que contiene un Catálogo de las Sagradas Escrituras
Celebrado el primero de marzo del año 499. El Papa Simmaco, que acababa de ser electo, juntó este Concilio. Esto fue, según dice él mismo, para buscar los medios más poderosos de disminuir las tramas de los Obispos y los tumultos populares que corrían en la elección de un Papa. Se hicieron muchos Decretos sobre esta materia y los firmaron setenta y tres Obispos y setenta y siete Presbíteros y 33 Diáconos.
Convocado por mismo Papa, en él se dio al Antipapa Laurencio el Obispado de Nocera para hacer cesar el cisma.
Por el mismo Papa, en él se abolió la Ley de Odoacro, que prohibía hacer la elección del Papa sin el consentimiento del Rey de Italia y se hicieron algunos Decretos para impedir la enajenación de los bienes de la Iglesia.
El Papa Simmaco fue declarado en él por ciento quince Obispos, libre en cuanto a los hombres, de las acusaciones intentadas contra él ante el Rey Teodorico y dejándolo todo al juicio de Dios. El Concilio ordenó que el mismo Papa administraría los Divinos Misterios y que los Fieles recibirían de él la Sagrada Comunión. Setenta y seis Obispos firmaron esta sentencia.
El 7 de diciembre del año 531, el Papa Bonifacio convocó un concilio asistido de cuatro Obispos, cuarenta y cuatro Presbíteros y cuatro Diáconos. Esto fue con motivo de Esteban de Larisa, Metropolitano de Tesalia, que habiendo sido depuesto por Epifanio de Constantinopla, había apelado al Papa. Nos falta la decisión de este Concilio.
Se aprobó en esta proposición: Unus e Trinitate passus est carne. Y los Monjes de Acemetas que la combatían fueron condenados y excomulgados.
En febrero del año 591, el Papa San Gregorio convocó un concilio. Escribió en él una gran Carta Sinodal a los cuatro Patriarcas, en que dice, que recibe y reverencia los cuatro Concilios Generales, como los cuatro Evangelios. Aquí añade, que tiene el mismo respeto al quinto. Eso mismo había escrito ya a los Obispos de Istria que no recibían este último. Los convidaba a ir a Roma, a lo que se negaron y escribieron con este motivo al Emperador Mauricio, que rogó a San Gregorio que dejara quietos a estos Obispos hasta que Italia estuviese más tranquila.
Fue convocado por el Papa San Gregorio. En él propuso seis Cánones que aprobaron veintidós Obispos, treinta y tres Presbíteros, sentados como los Obispos y los Diáconos en pie. Se absolvió en él a Juan, Presbítero de Calcedonia, que había apelado al Papa de la condenación que Juan de Constantinopla, llamado el Ayunador, había hecho contra él. Los Diputados de Juan que seguían esta apelación, fueron excluidos. Se eligió por Obispo de Ravena al Presbítero Mariniano.
Se convocó en octubre del año 600 por el mismo Papa. Se condenó en él a un Impostor Griego llamado Andrés.
Se convocó el 5 de abril del año 601 por él mismo. Se hizo en él una Constitución en favor de los Monjes, que fue firmada por veintiún Obispos. También se mandó que estos no se ordenaran sin consentimiento de su Abad.
Convocado por el Papa Bonifacio III, fue asistido por setenta y dos Obispos, treinta y cuatro Presbíteros, los Diáconos y todo el Clero. En él se prohibió con pena de anatema, que en vida del Papa o de cualquier otro Obispo, nadie se atreviera a hablar de su Succesor.
El 27 de febrero del año 610, se celebró un concilio en favor de los Monjes contra los que pretendían que estando muertos para el mundo no podían ejercer ningún Ministerio Eclesiástico.
El Papa Severino condenó en él la Ecthesis de Heraclio.
Se cree que en este Concilio depuso el Papa Teodoro a Paulo de Constantinopla y que anatematizó a Pirro, cuya sentencia firmó con la preciosa sangre de Jesucristo mezclada con tinta.
El Papa Vitiliano volvió a enviar absuelto a Juan, Obispo de Lapa, que había sido condenado por un Concilio de la Isla de Creta.
En él se trató del asunto de San Vilfrido, que se titulaba Obispo de Sajonia.
En él se enviaron Diputados a Constantinopla para el Concilio General con una Carta del Papa y otra del Concilio al Emperador Constantino Pogonato.
Convocado por el Papa Juan VII. En él se examinaron las quejas de San Vilfrido y de los Diputados del Arzobispo de Cantorberi.
Celebrado el 5 de abril por Gregorio II. En él se hicieron diecisiete Cánones, muchos pertenecientes a los matrimonios ilegítimos con mujeres consagradas a Dios. Por tanto, se anatematizó al que se casara con mujer, cuyo marido se hubiera ordenado Sacerdote, porque estaba prohibido a esta mujer casarse aun después de la muerte de su marido. Se condenó al que se casa con una Diaconesa, una Religiosa, su comadre, la mujer de su hermano, su sobrina, la mujer de su padre o de su hijo, su prima, su parienta o su aliada y al que haya robado una viuda o doncella.
Estuvo compuesto por noventa y tres Obispos. En él se ordenó que cualquiera que despreciara el uso de la Iglesia sobre la veneración de las Santas Imágenes, cualquiera que las quitara, las destruyera, las profanara o hablara de ellas con desprecio, sería privado del Cuerpo y de la Sangre de Cristo y separado de la Comunión de la Iglesia. Este Decreto fue firmado solemnemente por todos los que asistían al Concilio y se le añadieron las autoridades de los Papas precedentes.
El 25 de octubre del año 745, el Papa Zacarías convocó un concilio asistido por siete Obispos, diecisiete Presbíteros y del Clero de Roma. En él se depuso del Sacerdocio con anatema a Adalberto y Clemente. Se condenaron al fuego los escritos del primero como impíos e insensatos.
En él se condenó a una penitencia perpetua al falso Papa Constantino.
Por el Papa León III, asistido por cincuenta Obispos. En él se condenó el Escrito de Félix de Urgel contra Alcuino y se excomulgó al mismo Félix si no renunciaba la herejía en que había recaído.
Por el Papa Eugenio II, presidiendo a sesenta Obispos, la mayor parte de las Provincias sujetas a los Franceses. En él se depuso al Presbítero Anastasio, Cardenal de la Santa Iglesia en nombre del Papa por haber estado cinco años fuera de su Parroquia.
Se tuvo contra Juan de Ravena, que se sometió en fin al juicio del Papa y fue restablecido a su Comunión.
Afligido el Papa Nicolao de los males y de la persecución de Locio, convocó este Concilio. En él se condenó todo lo que se había hecho contra San Ignacio en Constantinopla el año 861.
En él se anuló el Concilio de Mets, tenido en favor de Lotario. Theugando de Tréveris y Gontiero de Colonia fueron despojados de todo poder Episcopal y depuestos los Obispos que habían tenido este Concilio con ellos, pero con la condición de ser restablecidos si reconocían sus faltas, lo que no hicieron porque continuaron sus funciones.
Celebrado por el Papa Adriano.
Celebrado en febrero, no nos queda de él más que la confirmación de la elección del Emperador Carlos el Calvo.
El Papa Juan VIII, se proponía hacer elegir en él un Emperador, en fuerza de que Carlomán, Rey de Baviera, que aspiraba a serlo, era incapaz de manejo por su mala salud, pero la elección no se hizo y el Papa dio grandes reprensiones por Cartas a Ansperg, Arzobispo de Milán, por no haber ido a este Concilio.
El Papa reconoció en él a Focio por Patriarca de Constantinopla, contra todas las reglas de la disciplina de la Iglesia (esto era después de la muerte de San Ignacio), usando según dice de Indulgencia con él, a causa de las circunstancias del tiempo porque quería empeñar al Emperador Basilio, de quien Focio con sus artificios había vuelto a ganar la voluntad para que socorriera Italia y principalmente a Roma contra los Sarracenos. Le escribió muchas Cartas y envió un tercer Legado para que se uniera con los dos que ya estaban en Constantinopla, con una instrucción firmada por diecisiete Obispos.
En él se depuso a Ansperg, Arzobispo de Milán y el Papa escribió a la Iglesia de Milán que eligiera otro Obispo en su lugar.
El Papa excomulgó en él a Atanasio, Obispo de Nápoles.
En este Concilio fue donde el Papa Esteban VII hizo traer el cuerpo del Papa Formoso, que había hecho desenterrar.
Tenido por Juan IX, en presencia del Emperador Lamberto. En él se anuló todo lo que se había hecho en el Concilio precedente del año 897 y se restableció la memoria de Formoso y de los Obispos que Esteban había depuesto. Sergio y sus compañeros fueron condenados con prohibición de restablecerlos. Se confirmó la elección de Lamberto con el Decreto que dice que el Papa no podrá ser consagrado sino en presencia de los Diputados del Emperador.
Tenido por el Papa Agapito para confirmar la condenación del Arzobispo Hugo pronunciada en el Concilio de Ingelheim. Excomulgó en él al Príncipe Hugo, su tío, hasta que hubiese satisfecho al Rey Luis.
Tenido por el Emperador Otón a instancia de los Romanos para la deposición del Papa Juan XII, acusado de muchos delitos.
El Papa Juan XII depuso en él a León VIII por un procedimiento aún menos regular que el del Concilio precedente. León VIII ausente, fue condenado en la primera Sesión sin ser citado ninguna vez y sin que hubieran parecido contra él acusadores ni testigos.
León VIII depuso en él a Benito V que había sido elegido después de la muerte de Juan XII, quien fue asesinado de noche fuera de Roma.
Se confirmó en él el de Londres del mismo año.
Convocado en enero de 993, en él se canonizó a San Udalrico, después de que se hubo oído la relación de sus milagros, que hizo leer Lintolfo, Obispo de Ausburgo; hacía veinte años que había muerto. Este es el primer acto de Canonización que se conoce y de que tenemos la Bula del Papa firmada por Juan XV y por cinco Obispos de las cercanías de Roma, nueve Cardenales Presbíteros y tres Diáconos. En este mismo Concilio puede ser que fuese donde el Papa anuló la deposición de Arnouldo de Reims y la ordenación de Gerberto.
Celebrado con motivo de Adalberto de Praga que había dejado su Obispado de Praga a causa de la indocilidad de su Pueblo a este Concilio se atribuye pero sin razón la institución de los siete Electores para la elección del Emperador.
Celebrado por el Papa Gregorio V asistido por veintiocho Obispos, en presencia del Emperador Otón III y de Gerberto, Arzobispo de Ravena. En él se hicieron ocho Cánones, diciendo el primero que el Rey Roberto se apartaría de Berthaysa parienta, con quien se había casado contra las Leyes y que haría siete años penitencia según los grados prescritos en la Iglesia, todo con pena de anatema. El Rey Roberto no obedeció tan pronto la ordenanza de este Concilio pues aún se mantuvo con Bertha dos o tres años.
Tenido por Gilberto o Silvestre II y compuesto por diecisiete Obispos de Italia y de tres de Alemania, en presencia del Emperador. San Bernovardo, Obispo de Hildesheim fue confirmado en la posesión del Monasterio de Gandesen con todas sus dependencias. El Papa le dio la investidura de este Monasterio que el Arzobispo de Maguncia había quitado a San Bernovardo lo que hizo dándole el Báculo pastoral.
Tenido por el Papa Silvestre II con motivo de la Abadía de Perrousa que el Obispo Conón fue obligado a ceder al Papa para tener paz con el Abad.
Tenido por el Papa Clemente II, sobre la disputa de la preferencia entre el Arzobispo de Ravena y el de Milán, que cada uno pretendía sentarse cerca del Papa al lado derecho. Se opinó en favor de la Iglesia de Ravena. En él se empezó a querer extirpar la simonía que reinaba impunemente en todo Occidente.
Convocado el 26 de marzo por el Papa León IX y compuesto de los Obispos de Italia y de la Galia. En él se declararon nulas todas las ordenaciones de los Simoniacos pero como esto excitó un gran tumulto, siguió el Papa el Decreto de Clemente II. Esto es, que los que fueran ordenados por los Simoniacos podrían ejercer sus funciones después de cuarenta días de penitencia.
Fue celebrado en abril del año 1050 por el Papa León IX.
Celebrado después de Pascua por el Papa León IX. En él excomulgó por adúltero al Obispo de Verceil, que estaba ausente y ofreciendo después satisfacción, fue restablecido a sus funciones. A este Concilio se aplica un Decreto del mismo Papa que dice, que las mujeres que dentro de las murallas de Roma se prostituyeran a Presbíteros, serían adjudicadas en lo succesivo al Palacio de Letrán, como esclavas a lo que se extendió después a las demás Iglesias.
Convocado por el Papa Nicolás II, en él hizo un discurso sobre la elección de los Papas, seguido de un Decreto para ello.
Fue tenido por el Papa Nicolás contra los Simoniacos. Alfredo de Cantorberi fue depuesto en él como Simoniaco pero siendo robado en el camino con sus compañeros, se tuvo piedad de él en Roma al verle en el estado en que le habían dejado los ladrones y el Papa le volvió el Arzobispado y le concedió el Pallium.
Fue convocado por Alejandro II y compuesto por más de cien Obispos. Los Monjes de Vallembreuse acusaron en él de simonía a Pedro, Obispo de Florencia y se ofrecieron a probarlo por el fuego, pero el Papa no quiso ni deponer al Obispo ni conceder a los Monjes la prueba del fuego. Después se hicieron doce Cánones sacados casi palabra por palabra del Concilio de Roma del año 1059.
Tenido por el mismo papa contra los incestuosos y los que por su modo de contar defendían los matrimonios válidos en los grados prohibidos por la Iglesia. Se examinaron las Leyes y los Cánones y se halló que su diferente modo de contar los grados de parentesco, procedía de sus diferentes objetos.
Godefroido de Castillon, que había comprado el Arzobispado de Milán fue excomulgado en él.
Celebrado en la primera semana de Cuaresma por el Papa Gregorio VII. En él ordenó:
Convocado por el mismo Papa, en él se reunieron gran número de Arzobispos, Obispos, Abades, Clérigos y Seglares. Se expidieron muchas comunicaciones y Decretos de excomunión y de suspensión, de lo que fue amenazado Felipe, Rey de Francia. Se hizo un Decreto contra las investiduras y la incontinencia de los Clérigos.
El Papa Gregorio VII excomulgó en él a Enrique, Rey de Alemania.
Celebrado por el mismo Papa la primera semana de Cuaresma, asistieron cerca de cien Obispos. En él se pronunciaron muchas excomuniones y el mismo Papa conoció que su multitud las hacía impracticables, por lo que suprimió su uso por un Decreto de 3 de marzo. En este mismo Concilio se resolvió enviar Legados a Alemania para tener allí una Asamblea general que pudiese juzgar cuál de los dos partidos, el del Rey Enrique o el de Rodolfo tenía justicia.
En este Concilio hizo Berengario una confesión de Fe corta y alcanzó un término hasta el Concilio inmediato. Se excomulgó al Emperador de Constantinopla y a otros muchos. Los Diputados de Enrique y de Rodolfo juraron que sus Amos no usarían de ningún fraude para impedir la Conferencia que debían tener los Legados en Alemania. También se hicieron algunos Reglamentos para la utilidad de la Iglesia.
Por el mismo Papa, estuvo compuesto por ciento cincuenta Obispos. En él se trató la materia de la Eucaristía en presencia de Berengario. Contra él disputaron algunos Monjes sabios, como Alberico del Monte Casino y Bruno, Obispo de Segni. Berengario hizo su profesión de Fe y confesó que se había engañado al decir que la Eucaristía no era más que la figura del Cuerpo de nuestro Señor. Por ello, pidió perdón, que se le concedió. Pero, apenas llegó a Francia publicó un escrito contra su última profesión de Fe, si bien antes de su muerte volvió a aceptar la fe católica sobre la Eucaristía.
Por el mismo Papa Gregorio VII. En él se excomulgó de nuevo al Rey Enrique y a todos los de su partido y confirmó la deposición pronunciada por sus Legados contra los Arzobispos de Arlés y de Narbona.
Siendo sacado el Papa Gregorio del Castillo de Sant Angelo por Roberto Guischaro, reiteró en este Concilio la excomunión contra el Antipapa, el Emperador Enrique y sus partidarios.
Celebrado el 7 de marzo, el Papa Pascual II renovó en él los Decretos contra las investiduras y los Cánones que prohíben a los Seglares disponer de los bienes de las Iglesias.
El Papa Lucio II sujetó a la Iglesia de Turs, como a su Metrópoli, todas las Iglesias de Bretaña con esta restricción. En cuanto a la de Dol, que mientras la gobernara Geofredo que era su Obispo, tendría el Pallium y no estaría sujeto sino al Papa. La Bula es de 15 de mayo. En lo demás, esta disputa entre Turs y Dol no se decidió enteramente en favor de Turs hasta la Bula de Inocencio III, con fecha de 1 de junio de 1199 y firmada por diecinueve Cardenales.
En él fue excomulgado el Emperador Otón y absueltos sus Vasallos del juramento de fidelidad. Esta fue más bien una Asamblea del Papa y los Cardenales que un Concilio de Obispos.
Celebrado el 18 de noviembre por el Papa Gregorio IX. En él reiteró la excomunión que ya había hecho contra el Emperador Federico el 29 de septiembre por no haberse embarcado como había ofrecido para ir al socorro de la Tierra Santa.
El Papa Gregorio IX. confirmó en él el Jueves Santo la excomunión contra el Emperador Federico. Este Príncipe, sin hacer caso de ella, se embarcó el mes de junio siguiente para Tierra Santa, a pesar de la prohibición que había hecho El Papa de pasar a ella como Cruzado y hasta que hubiese sido absuelto de las censuras fulminadas contra él.
Celebrado por el Papa Juan XXIII que había sucedido el 17 de mayo de 1410 a Alejandro V, electo en Pisa. Los Diputados de la Universidad de París, que habían ido a pedir que la Iglesia Galicana fuese aliviada de las décimas, de los servicios y demás socorros que exigía la Corte de Roma, no fueron oídos a pesar de sus instancias. Este Concilio no fue tan numeroso como el Papa había creído, ni se ve de él ningún otro Acta que la condenación de las Obras de John Wycliffe, como llenas de errores. Esta condenación es del tercer año del Pontificado de Juan XXIII.
Diccionario portátil de los concilios, Pons-Augustin Alletz, 1782
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