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Samhain



Samhain[n 1]​ o Samaín[1]​ es la festividad de origen celta más importante del período pagano en Europa hasta su conversión al cristianismo, en la que la noche del 31 de octubre al 1 de noviembre servía como celebración del final de la temporada de cosechas en la cultura celta[n 2]​ y era considerada como el «Año Nuevo Celta», que comenzaba con la estación oscura. Es tanto una fiesta de transición (el paso de un año a otro) como de apertura al otro mundo. Su etimología es gaélica y significa 'fin del verano'.

En la actualidad el Samhain continúa celebrándose por los seguidores de movimientos religiosos neopaganos, como la wicca[n 3]​ y el druidismo.

Sobre la religión de los druidas, no se sabe mucho, pues no hay escritos sobre ella; todo se transmitía oralmente de generación en generación. Sin embargo, sí se sabe que las festividades del Samhain se celebraban muy posiblemente entre el 5 de noviembre y el 7 de noviembre (a la mitad del equinoccio de otoño y el solsticio de invierno) con una serie de festividades que duraban una semana y finalizaban con la fiesta de «los espíritus», y así se iniciaba el año nuevo celta. Esta fiesta de los espíritus era una de sus fiestas principales, pues celebraban lo que para los cristianos sería el «cielo y la tierra» (conceptos que llegaron solo con el cristianismo). Para ellos, el lugar de los espíritus era un lugar de felicidad perfecta en la que no había hambre ni dolor. Los celtas celebraban esta fiesta con ritos en los cuales los sacerdotes druidas, sirviendo como «médiums», se comunicaban con sus antepasados, en espera de ser guiados en esta vida hacia la inmortal. Se dice que los «espíritus» de los ancestros llegaban en esa fecha a visitar sus antiguos hogares.

Desde el siglo IV, la Iglesia de Siria consagraba un día a festejar a «Todos los Mártires». Tres siglos más tarde, el papa Bonifacio IV (615) transformó un templo grecorromano dedicado a todos los dioses (panteón) en un templo cristiano, dedicado al «Día de todos los Santos», a todos aquellos que los habían precedido en la fe. La fiesta en honor de Todos los Santos inicialmente se celebraba el 13 de mayo, pero fue el papa Gregorio III (741) quien la cambió de fecha al 1 de noviembre, que era el día de la «Dedicación» de la Capilla de Todos los Santos en la Basílica de San Pedro, en Roma. Más tarde, en el año 840, el papa Gregorio IV ordenó que la Fiesta de «Todos los Santos» se celebrara universalmente. Como fiesta mayor, esta también tuvo su celebración vespertina en la «vigilia» para preparar la fiesta (31 de octubre). Esta vigilia vespertina del día anterior a la fiesta de Todos los Santos, dentro de la cultura inglesa se denominaba «All Hallow's Eve», vigilia de Todos los Santos, término que con el tiempo devino en «Halloween».

El calendario celta dividía el año en dos partes, la mitad oscura comenzaba en el mes de Samonios (lunación octubre-noviembre), y la mitad clara, a partir del mes de Giamonios (lunación abril-mayo). Se consideraba que el año empezaba con la mitad oscura; así, Samonios se convertía en el año nuevo celta. Todos los meses comenzaban con la luna llena, y la celebración del año nuevo tomaba lugar durante las «tres noches de Samonios», la luna llena más cercana entre el equinoccio de otoño y el solsticio de invierno. Las lunas llenas marcaban el punto medio de cada mitad del año durante las cuales se celebraban festivales. El calendario de Coligny marca la luna de pleno verano; sin embargo, omite la de pleno invierno. El calendario fue diseñado para alinear las lunaciones con el ciclo agrícola, y la posición astronómica exacta del Sol se consideraba menos importante.

En la Irlanda medieval, Samhain permaneció como la principal festividad, celebrada con una gran asamblea en la corte real de Tara, durando tres noches, consistente con el testimonio galo.

En la mitología celta, los sidhe, o pueblos feéricos, también celebraban Samhain; al parecer, ellos fueron los que patrocinaban la Fiesta de los Muertos. En la víspera de noviembre las hadas podían tomar maridos mortales y se abrían todas las grutas de las hadas para que cualquier mortal que fuera lo suficientemente valiente pudiera echar un vistazo en aquellos dominios, para admirar sus palacios llenos de tesoros. Pero eran pocos los celtas que se aventuraban voluntariamente en aquel reino encantado, pues sentían por las hadas un gran respeto, teñido de terror. La festividad celta se describe como una comunión con los espíritus de los difuntos que, en esta fecha, tenían autorización para caminar entre los vivos, dándosele a la gente la oportunidad de reunirse con sus antepasados muertos. Para mantener a los espíritus contentos y alejar a los malos de sus hogares, dejaban comida fuera, una tradición que se convirtió en lo que hoy hacen los niños yendo de casa en casa pidiendo dulces.

Después de que los romanos conquistaran gran parte de los territorios celtas, estos influyeron en el mundo céltico con sus festivales a la diosa romana de la cosecha, Pomona. Más tarde, los cristianos calificaron las celebraciones celtas como una práctica herética, y con este pretexto destruyeron gran cantidad de la cultura, monumentos y tradiciones celtas, para afianzar su dominio político y social del viejo continente. Fue la época de sometimiento de los pueblos libres paganos, que eran convertidos al cristianismo demonizando sus creencias y adoptando sus festivales. Así, el de Samain se convirtió en el día de Todos los Santos, de donde deriva el nombre inglés de Halloween.

Por el Samhain era costumbre vaciar nabos (posteriormente calabazas, debido a una tradición irlandesa) para ponerles dentro velas. Varios siglos después, esta tradición (que renace en la actualidad gracias al movimiento neopagano) tiene continuidad en el actual Halloween, exportación de los irlandeses a Estados Unidos en el siglo XIX y principios del XX.

Rafael López Loureiro, maestro de escuela de Cedeira (La Coruña), fue el responsable de redescubrir esta tradición y comprobar que existía por toda Galicia hasta hace menos de treinta años. En algunas zonas rurales de Asturias es una tradición que, con más o menos intensidad, se ha mantenido. Además, también comprobó su pervivencia en el norte de Cáceres, alrededor de la zona en la que están situadas las aldeas de habla gallega, y en zonas de Zamora y de León cercanas a Galicia y donde la lengua y las tradiciones gallegas están muy arraigadas. Además, este estudioso analizó la relación de la costumbre de las calabazas con el culto a la muerte y a semejanza con las tradiciones hermanas de las islas británicas. Hasta llegó a detectar peculiaridades como la de Quiroga (Lugo), donde la calabaza tallada se seca y se conserva para usarla como máscara en el Entroido. Su trabajo sobre esta tradición, recogido en el libro Caliveras de melón (calaveras de melón) y en otra de posterior aparición, empezó a llamar la atención de los antropólogos. Lo que no tuvo en cuenta López Loureiro es la relación entre el Samain y Magosto.[2]

Hoy en día se celebra con gran arraigo el Samhain o Samaín (adaptación al gallego de la palabra gaélica) en algunas de las ciudades y pueblos de Galicia, como La Coruña, Ferrol, Cedeira, etc.

En la villa de Ribadavia se celebra cada 31 de octubre la fiesta "a noite meiga" (la noche bruja), en la que la ciudad "se llena" de fantasmas, brujas, vampiros. El castillo es lugar de un gran pasaje del terror, entre otras actividades.

En La Coruña, los rapaces (chicos) se escondían en los caminos con calabazas, previamente vaciadas y con velas dentro, para asustar a la gente que pasaba por las corredoiras (caminos). Las chicas llevaban collares hechos de castañas para ahuyentar a los malos espíritus.

En la Isla de Arosa, los niños desde muy temprana edad, se dedican a ir el 2 de noviembre a pedir por las puertas de los vecinos, tiendas, panaderías, etc con la frase "Unha limosniña polos defuntiños que van alá" para que les llenen las bolsas de chucherías, castañas, mandarinas e incluso bollos de pan hechos expresamente para este día.

En Vigo, durante esa noche en el barrio histórico de la ciudad es habitual encontrarse calabazas, previamente vaciadas y con velas dentro. Cabe destacar que la celebración del Samhain en Vigo coincide con otra fiesta pagana de gran tradición en Galicia como es el magosto.[3]

El Ciclo de Ulster está salpicado de referencias al Samhain. Muchas de las aventuras y campañas emprendidas por los personajes comienzan en la fiesta de la noche de Samhain. Algunos ejemplos de estas historias presentes en el folclore irlandés son:

López Loureiro también divulgó la tradición de las calabazas y su relación con el Samhain por colegios y asociaciones de todo tipo, lo que está provocando que cada vez haya más lugares en los que se celebra esta fiesta sin pasar por la influencia de Estados Unidos. También promovió, en 2004, el Samhain que aún hoy se celebra en Cedeira (La Coruña). Primero, desde la asociación «Chirlateira», y después desde «Amigos do Samaín», que cada año organizan una exposición y un premio a la calabaza mejor esculpida. Además, se celebra una “procesión de ánimas”, en la que los jóvenes de la villa desfilan por las calles disfrazados y portando luces como si fuesen la Santa Compaña. Hay una merienda y actúan grupos de animación. Desde hace tres años se conceden los premios anuales del Samhain otorgados a Isaac Díaz Pardo a Xaquín Marín y al grupo Milladoiro. El acto de entrega se celebra en una caldeirada cultural, y la fiesta se cierra con el “De aquí nun ano”, un pregón que se lee al final del evento.

Esta celebración es heredera directa de la fiesta de Cedeira el Samaím o Festa das Cabaças que celebra la agrupación A Revolta, integrada en la Fundaçom Artábria de Ferrol (La Coruña). Después de un año de participación en el Samaín del norte, introdujeron en el casco urbano de Ferrol (La Coruña) el tallado de calabazas, además del obradoiro y de la posterior exposición. Desde Artábria reconocen que la tradición del tallado no se conservaba en la ciudad, pero sí que había recuerdos en todas las aldeas de los alrededores, especialmente hacia la zona Norte. En Narón (La Coruña), existe desde hace bastante tiempo la fiesta organizada por la Asociación de Veciños de San Mateo. En Ferrolterra (La Coruña), la «Festa das Caveiras» de Narahío. En Palmeira, la fiesta organizada por el colegio público.

Un texto teatral, Indo para o Samaín, de Carlos Labraña, enseña a los más pequeños esta tradición gallega. Un cuento de Celia de Sáa, del programa Plis Plas de la Radio Galega, recoge también esta tradición, y la revista que publicaba el programa le dedicó artículos durante varios años. El semanario A Nosa Terra recogía también en sus páginas esta tradición, y a medida que se va acercando el Día de Difuntos son cada vez más las páginas que recogen la existencia de esta costumbre. Poco a poco, el Samaín está ganado popularidad dentro de las tradiciones gallegas.



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