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Sancho I de León



Sancho I de León, llamado el Craso (c. 935-entre el 15 de noviembre y el 19 de diciembre de 966),[1]​ fue rey de León en dos períodos diferentes: entre 956 y 958; y entre 960 y 966. Fue sucedido en 958 por Ordoño IV y, a su muerte, por su hijo Ramiro.

Hijo de Ramiro II y de su segunda esposa, la reina Urraca Sánchez, era nieto del rey Sancho Garcés I y de Toda Aznárez.[2]​ A Ramiro II le sucedió su hijo Ordoño III en 951 con la oposición del infante Sancho, que le disputó la corona leonesa.[2]​ Sancho contaba con el respaldo de parte de la nobleza, de abuela Toda y del conde de Castilla, Fernán González, cuñado de Ordoño.[2]​ Ordoño los derrotó junto a las murallas de León.[2]

Al morir Ordoño en 956, Sancho I subió al trono leonés, pero dos años después, rechazado por su extrema gordura, fue destronado por los nobles leoneses y castellanos, encabezados por el conde Fernán González[a]​, que nombraron rey a Ordoño IV.[4][5]​ Sancho había rehusado respetar la paz que el difunto Ordoño había acordado con los cordobeses, que enviaron contra él un ejército que lo venció en 957, acontecimiento que aumentó sus desprestigio y favoreció su derrocamiento.[5]

Entonces, Sancho acudió al lado de su abuela, la reina Toda Aznárez de Pamplona, a quien pidió ayuda para recuperar su reino.[4][5]​ Esta hizo un trato con el califa del califato de Córdoba, Abderramán III, para conseguir tratamiento del médico de su corte Hasday ibn Saprut y ayuda para la recuperación del trono de León a cambio de unas plazas en las riberas del Duero.[4][5]

La reina Toda, Sancho I y su esposa Teresa Ansúrez viajaron a Córdoba en el 958.[4][5]​ Allí Hasday ibn Saprut trató a Sancho de su obesidad no permitiéndole tomar más que infusiones durante cuarenta días. Después, y de acuerdo con el pacto firmado, un ejército pamplonés-musulmán tomó Zamora en la primavera del 959 y León en el segundo semestre del 960, y restauró a Sancho I como rey.[6][7]​ Ordoño IV huyó a Asturias.[6][8]

El rey tardó poco en olvidarse de su acuerdo con los musulmanes, que pasaron entonces a apoyar a Ordoño IV, aunque su enfrentamiento no pasó esta vez de unas cuantas incursiones de castigo. En los últimos años de su reinado se sucedieron las rebeliones nobiliarias y se afianzó la independencia de los condes castellanos y gallegos.

En 966 el rey Sancho fundó el monasterio de San Pelayo en la ciudad de León, consagrado en honor del mártir cordobés san Pelayo cuyos restos fueron trasladados por el rey a la capital del reino de León, aunque más tarde fueron llevados a Oviedo. Ubicado al lado del panteón de reyes de San Isidoro de León, este monasterio sustituyó al de San Salvador de Palat de Rey como cenobio cortesano y se convirtió en la «cabeza del infantazgo homónimo», el infantado de San Pelayo, donde se recluían las infantas que tomaban el hábito así como las reinas viudas. Años más tarde, en 1148, el monasterio se trasladó a Carbajal de la Legua y desde entonces fue conocido como el monasterio de Santa María de Carbajal y las monjas benedictinas que ahí habitaban, las «Carbajalas».[9]

En 966 terminó su reinado cuando falleció al ser envenenado, según la crónica de Sampiro, en el monasterio gallego de Castrelo de Miño por el conde rebelde Gonzalo Menéndez, quien le dio una manzana ponzoñosa: Gundisaluus, qui dux erat (...) veneni pocula illi in pomo duxit.[10]​ La identificación del conde Gonzalo Menéndez como el conde Gonzalo que envenenó al rey no es apoyada por todos los historiadores al no indicarse su patronímico y por la existencia de otro conde coetáneo llamado Gonzalo Muñoz (Moniz).[b]​ Lo sucedió su hijo Ramiro III de León. Aunque no se sabe con exactitud el día de su muerte, habrá ocurrido entre el 15 de noviembre, fecha del último diploma en el que aparece Sancho I, y el 19 de diciembre, fecha del primer diploma de su hijo Ramiro III.[12]

Recibió sepultura en el monasterio de Castrelo de Miño y posteriormente sus restos mortales fueron trasladados a la ciudad de León, donde fueron inhumados en la iglesia de San Salvador de Palat del Rey.[13]​ Dicha iglesia formaba parte de un monasterio, hoy desaparecido, que fue fundado durante el reinado de Ramiro II de León por su hija, la infanta Elvira Ramírez, que deseaba ser religiosa.[13]​ En el mismo templo habían recibido sepultura anteriormente los reyes Ordoño III de León y Ramiro II de León, padre y hermano de Sancho I el Craso.

Los restos mortales de los tres soberanos leoneses sepultados en la iglesia de San Salvador de Palat del Rey fueron trasladados posteriormente a la basílica de San Isidoro de León, donde fueron colocados en un rincón de una de las capillas del lado del Evangelio, donde también yacían los restos de otros reyes, como Alfonso IV de León, y no en el panteón de reyes de San Isidoro de León.[13]

Contrajo matrimonio antes del 28 de marzo de 959 con Teresa Ansúrez,[c]​ hija del conde Ansur Fernández y la condesa Gontroda Núñez. Fruto de este matrimonio nació un hijo:[14]





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