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Semitas



El término semita se refiere a aquellas personas cuya lengua materna es una lengua semita. El término se empleó originalmente en el ámbito lingüístico para referirse a una gran familia de lenguas originarias del Próximo y Medio Oriente y que actualmente se conocen como lenguas semíticas.

Pese a carecer de toda base étnica, y al igual que sucedió con el término 'ario', la voz «semita» durante el siglo XIX transfirió su sentido lingüístico original a uno nuevo, pseudocientífico y de corte racial. Con el fin de la Segunda Guerra Mundial, el segundo sentido del término ha quedado en desuso.

El término «semita»[1]​ hace referencia a los pueblos citados en la Biblia, descendientes de Sem, primogénito de Noé. Jafet fue el segundo hijo de Noé (Génesis 10:21) y Cam el menor (Génesis 9:24). En el libro del Génesis (el primero de la Biblia) se encuentra la narración del Diluvio universal y en ella está la «tabla de las naciones», donde se hace referencia a la genealogía de los semitas. Los antiguos pueblos de habla semítica incluyen a los habitantes de Aram, Asiria, Babilonia, Siria, Canaán —incluidos los hebreos— y Fenicia.

El término fue propuesto inicialmente por August Ludwig von Schlözer en el Repertorium (1781) de Eichhorn,[2]​ para referirse a las lenguas emparentadas con el hebreo. En la Enciclopedia católica consta que ya en 1807, «semita» se había adoptado como término étnico. Por extensión, «semita» se empezó a utilizar para designar a los pueblos hablantes de las lenguas semíticas y sus realizaciones culturales.

En lingüística y etnología, el término «semita» se usa para referirse a una familia lingüística de origen predominantemente medio-oriental, ahora llamada lenguas semíticas. Esta familia lingüística incluye las formas antiguas y modernas del acadio, el amhárico, el árabe, el arameo, el fenicio, el ge'ez, el hebreo, el maltés, el yehén y el tigriña.

Los pueblos de lengua semita estaban constituidos por un conjunto heterogéneo de pueblos y etnias, todos ellos pertenecientes a la antigua familia lingüística semita. La acepción racial de «semita» es hoy considerada pseudocientífica, y su uso es desaconsejado. La relación entre los pueblos semitas se debe exclusivamente a su origen lingüístico y cultural, por lo que el uso de «semita» se debe circunscribir a estos ámbitos. Es, pues, impropio hablar de «razas» indoeuropeas o de «razas» semitas, sino que debe hablarse de pueblos que hablaron alguna de estas lenguas.

Es especialmente en la clasificación propia de la lingüística y al considerarse las familias de lenguas, donde se determinan regiones con grupos que hablan las diferentes lenguas, entre las que también existen las lenguas semíticas.[3]

A finales del siglo XIX se acuñó el neologismo antisemitismo en panfletos que exhortaban a la hostilidad ideológica y racial contra los judíos. Ese ha sido y sigue siendo el significado exclusivo del término, es decir, aplicado exclusivamente a los judíos (y no a otros pueblos con lenguas semíticas, como los árabes), y así lo recoge el DRAE (véase su definición).



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