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Siger de Brabant



Siger de Brabant (castellanizado Sigerio de Brabante) fue un eclesiástico y filósofo de la escolástica nacido en la región de Brabante hacia 1240 y fallecido en Orvieto antes de 1285. Junto con Boecio de Dacia, es uno de los máximos representantes del llamado del "Averroísmo Latino" o "Aristotelismo radical".

Seguramente proveniente de la región de Brabante (ca. 1225), estudió en la Facultad de Artes entre 1255 y 1257. Militaba en el partido "Nación Picarda", del que, quizá, fue uno de los fundadores. Pertenecía al clero secular, canónigo en San Martín de Lieja[1]​ y fue profesor en la Universidad de París, en la Facultad de Artes. Su espíritu era subversivo, siendo el principal exponente del movimiento aristotélico radical. Al ser defensor del averroísmo, fue uno de los más destacados intelectuales censurados por el obispo Stephanus Tempier en 1277, cuando fueron condenadas por la jerarquía religiosa 219 tesis subversivas enseñadas en la Sorbona.

Se quemaron públicamente libros de Avicena, Averroes y otros averroístas, así como obras de Tomás de Aquino y Sigerio. Este último, al que, junto a Avicena y Averroes, habían nombrado en las condenas, vio cómo quemaban sus libros en la calle.

Poco después de la muerte de Tomás de Aquino, el 23 de noviembre de 1276, citaron a Sigerio ante el inquisidor de Francia, Simon du Val. Poco tiempo de aquello, Tempier el 7 de marzo de 1277 condena 219 tesis filosóficas aristotélicas, defendidas algunas por Siger de Brabant y los maestros averroístas de la Facultad de Artes de la Universidad de París como Boecio de Dacia. Al haber sido acusado de herejía, fue cuando Sigerio se fue de París.

Huyendo al parecer de la Inquisición, buscó refugio cerca del Papa en Orvieto. Sigerio murió (ca. 1282) unos años más tarde (fue dado por muerto, según consta en una carta de Jean Peckam el 10 de noviembre de 1284), apuñalado por su secretario presa de un ataque de locura.

Su reflexión filosófica se inscribe en el contexto de la integración de los textos de Aristóteles dentro del pensamiento teológico del Occidente medieval. Para valorar la audacia de los pensadores de la época, es preciso recordar que, por ejemplo, en una decisión tomada en 1210, y renovada en 1215 y en vigor hasta después de 1230, el sínodo provincial de París había prohibido comentar los libros de filosofía natural de Aristóteles, incluido el De Anima.

Sigero, en sus comentarios sobre Aristóteles, desarrolló las consecuencias del pensamiento de este filósofo, y tomó la decisión de atenerse, solo, a la cuestión filosófica:

La verdad es una cuestión reservada a la Fe católica. La razón y la fe son dos órdenes distintas, una es natural, y la otra sobrenatural y cierta. Por medio de este razonamiento conocemos el orden natural (que es también el orden de las consecuencias Lógicas), y por medio de la revelación conocemos la segunda.

Siger de Brabante afirmó:

Esta defensa de Aristóteles fue lo que le llevó a ser condenado, pero no se puede afirmar que mantuvo la teoría de la doble verdad [2][3]​, ya que afirmó que en caso de contradicción debe darse preferencia a la fe sobre la razón. Hay temas que están fuera de las capacidades de la razón, con lo que sostiene una diferencia entre la filosofía y la teología.

En el problema de los universales, defiende que el universal es un concepto que se adquiere a partir de la abstracción de lo particular. Su fundamento reside en la naturaleza de las cosas que queda reflejado en los juicios.

Existe en el orden cósmico una serie de cadenas causales, determinadas por el movimiento de los astros. Doctrina extraída del pensamiento árabe, más bien, del pensador Avicena, que hace una lectura e interpretación de la doctrina aristotélica.

Dos intelectos postula el pensador en su sistema gnoseológico-antropológico, uno pasivo y otro agente.

El intelecto agente hará posible la "actualización" al percibir los objetos, éste es único para todos los humanos. El intelecto pasivo es el particular, el que posee cada hombre. De este modo se pueden notar las doctrinas principales del averroísmo que influirán notablemente en el brabantino: unicidad del intelecto agente y eternidad del mundo.

El hombre, al parecer sometido a un determinismo de las orbes -planetas, generan órbitas-, no tendría libertad en sus actos. Pero esto no es así, ya que la facultad superior del ser humano es el intelecto. Éste, que actúa sin un órgano corpóreo, escapa de la materialidad y hará posible el acto libre, en el sentido que tiene la posibilidad de rechazo al deseo producido por los sensibles, por los objetos materiales del mundo -mundus-. Gracias al intelecto el hombre se diferencia de los animales, ya que posee el juicio indeterminado y éstos siguen "las reglas de la naturaleza". De no estar dotado el hombre del intelecto, o bien, si se dejara llevar, actuando, por los apetitos volitivos no podría, jamás, actuar libremente.

Este intelecto es la posibilidad de desarrollar las virtudes, mediante el studium, el esfuerzo y ejercicio racional. Para dirigirse hacia una felicidad posible en este mundo terrenal, una felicidad natural -esta idea será aceptada por los teólogos pelagianos pero rechazada por muchos otros teólogos, ya que para la teología es cierto que se requiere el esfuerzo y el ejercicio racional, pero también la ayuda de la gracia para encontrar la beatitudo (es como pretender crecer siendo bebés, solos y sin ayuda de su madre o padre)-.

Siger de Brabante interpreta Dios como intelecto agente. En cuanto a la teología moral, reduce la moral eudemonista, en búsqueda de la felicidad, hacia la teología: la felicidad se identifica con Dios, de forma que se intenta sintetizar el aristotelismo con la teología cristiana. En política sostuvo que las buenas leyes eran mejores que los buenos gobernantes y criticó la infalibilidad papal en los asuntos temporales.

La importancia de Sigero en la filosofía radica en su aceptación del averroismo en su totalidad, lo que atrajo a él la oposición de Alberto Magno y Tomás de Aquino. El tratado de santo Tomás de Aquino sobre la unidad del intelecto (De unitate intellectus contra Averroistas) surge en respuesta al texto estudiado de Siger de Brabante que es considerado como su principal obra.[4]

En La Divina Comedia de Dante Alighieri , Sigero de Brabante se encuentra en la Cuarta Esfera del Paraíso por ser un ejemplo positivo de Prudencia, Justicia, Templanza y Fortaleza.

Se le atribuyen seis obras que fueron publicadas bajo su nombre por Pierre Mandonnet en 1899. Los títulos de estos tratados son:



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