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Silio Itálico



Tiberio Cacio Asconio Silio Itálico (en latín, Tiberius Catius Asconius Silius Italicus;[1]25/26-Campania, 101) fue un político y poeta épico latino, cónsul en el año 68 y autor de Punica, un extenso poema épico sobre la segunda guerra púnica.

Su lugar de nacimiento es desconocido, aunque hay quien lo sitúa en Padua. A partir de su cognomen Italicus, muchos eruditos desde el Renacimiento le creyeron originario de Itálica en España, como, por ejemplo, Rodrigo Caro en su famosa Canción a las ruinas de Itálica, sin embargo el gentilicio correcto de esta ciudad es italicensis, y también es improbable que Marcial no lo incluyera en su lista de celebridades hispanas de la primera mitad del siglo I. Hay quien sospecha que algún antecesor de Silio adoptara el sobrenombre de Italicus como miembro de la corporación de los Italici, que son nombrados a menudo en Sicilia y en otros lugares.

Durante su juventud Silio fue un reconocido orador forense, y después un cauteloso político, sin la habilidad o ambición suficiente para oponerse a los crueles gobernantes de su tiempo. Pero la mediocridad no bastaba para protegerse de los caprichos homicidas de Nerón, y se cree que Silio aseguró su seguridad personal y su promoción al consulado prostituyendo sus habilidades de orador en las farsas judiciales que a menudo condenaban a las víctimas del emperador. Fue cónsul en el año de la muerte de Nerón, en 68, y según Tácito fue uno de los dos testigos que estuvieron presentes en las conferencias entre Vitelio y Flavio Sabino, el hermano mayor de Vespasiano, cuando las legiones del Oriente marchaban rápidamente hacia la capital.

La vida de Silio después de su consulado fue bien descrita por Plinio el Joven.[2]​ Fue amigo y partidario de Vitelio, y cónsul en el año 68, el último nombrado por Nerón, pero ello no le granjeó la enemistad de Vespasiano. Ganó fama de buen administrador como procónsul del Asia en 77, y borró la mala reputación que había ganado por sus acciones del pasado por medio del admirable uso que dio a su tiempo libre. Por medio de su estilo de vida tranquilo, evitando el poder y consecuentemente la hostilidad, sobrevivió al final de la dinastía Flavia, viviendo de manera digna y satisfactoria.

Silio era un estoico, y puso en práctica la teoría sobre el suicidio adoptada por aquella escuela filosófica. Afectado por un tumor incurable, dejó de alimentarse hasta morir, manteniendo un semblante alegre hasta el final.

Según Marcial, Silio empezó siendo un orador y, durante los últimos años del emperador Claudio, se dedicó a vender sus servicios de orador, sobre todo en asuntos jurídicos. Pero en época de Nerón su fama decayó delante los rumores que decían que se vendía a la causa del emperador ayudando a condenar las víctimas de este.

Aun así, Plinio el Joven nos cuenta que era buen amigo de Vitelio y, también dada a su actuación política en época de Nerón, consiguió en el año de la muerte del emperador Nerón llegar a cónsul.[4]​ En este aspecto, Tácito también hace referencia a Silio en cuanto que nos cuenta que fue testigo de las negociaciones secretas entre Vitelio y Flavio Sabino.

Durante el mandato de Vespasiano a Silio le fue dado el cargo de procónsul de Asia Menor, según la inscripción del templo de Afrodita en Caria,[6]​ hacia el año 77. Tras llegar al máximo cargo al que podía aspirar un senador, adquirió una gran fama y una posición privilegiada dentro de la sociedad romana del momento. Esta etapa de su vida le permitió reunir una gran fortuna que invirtió en conseguir las obras y posesiones de los autores literarios que más admiraba: Virgilio y Cicerón.

En cuanto a sus hijos, el hijo mayor, Lucio Silio Deciano, llegó a ser cónsul el año 94; pero el hijo menor, Silio Severo, murió en una edad temprana. Los rumores dicen que la muerte de su hijo menor fue una de las razones por las que decidió morir, a pesar del éxito y consuelo de su primogénito.

Posteriormente, ya en tiempos de Domiciano, se retiró de la vida pública y se recluyó en sus posesiones en la Campania rodeándose de obras de arte y literatura. Esta nueva faceta le llevó a que lo nombraran princeps civitatis llegando a ser una de las personas más influyentes de la Roma cultural. Su gran fortuna le permitió dedicarse a la literatura de forma plena. Llegó incluso llegó a hacer amistades como el poeta Marcial y, por ello, no dejaba de elogiarlo:.

Silio Itálico compuso la obra llamada Punica tratando la segunda guerra púnica, y empezó a escribirla entre el 88 y el 92. Estas fechas se deducen con el mismo método en que se dedujo tanto las fechas de vida y muerte del autor como su procedencia. Así pues, teniendo en cuenta que el poeta Marcial era uno de sus amigos más allegados, se entiende que, cuando publicó su cuarto libro de epigramas y no hacer ningún comentario de Silio más que alabanzas, aún no se había dado ninguna intención de escribir la obra; pero se sabe que en el 92 ya debían circular algunas copias de algunas partes del poema.[10]

El VII libro se cree que está publicado después de la muerte de Domiciano por el papel que desempeña la diosa Minerva en él. Por Suetonio sabemos que Domiciano veneraba a la diosa con mucho fervor «celbrabat et in Albano quotannis Quinquatria Mineruae, cui collegium instituerat».[11]​ Así, pues, En este libro Silio nos presenta una Minerva que va en contra de Roma. También se sabe con certeza que Silio tardó en escribir la obra hasta ya avanzada su enfermedad. Prueba de esto reside en el estilo de escritura de los últimos libros que contrastan con la poética que utilizó al empezar su Punica. En este nuevo estilo se puede palpar la premura con la que escribía en tanto que, si comparamos el relato de los hechos de Silio con los de Tito Livio, al que seguramente utilizaba como fuente para informarse sobre los hechos, se ve que faltan pasajes que este segundo recoge en su Ab urbe condita, como la reunión que Escipión el Africano y Aníbal hicieron antes de la batalla de Zama; además, en lo que se concierne a su estilo, este se vuelve poco cuidado y, muchas veces, dota a sus versos de un notable dramatismo, ya sea por el carácter épico.[12]

Aun así no se puede decir que el poema no esté acabado. Este acaba con una alabanza a Escipión el Africano elevándolo hasta la posición de divinidad comparándole con Marco Furio Camilo.[13]

El hecho de esta premura para acabar la obra hace dudar sobre la idea inicial del volumen de esta en diecisiete libros o en dieciocho. Esta duda viene concebida en dos teorías. La primera, aún no siendo muy probable, tampoco es imposible ya que entiende que la obra tiene tantos libros como años duró la guerra (218-201 a.C.), aunque los sucesos de cada año no acaban de coincidir con el libro respectivo. La segunda teoría formulada por E. Bickel es más aceptada. Esta postula que la idea inicial de la obra no era de diecisiete libros sinó dieciocho, tal como los Annales de Ennio y, hay dos factores que la hacen más probable: el primero son las carencias de ciertos sucesos como la llegada de Aníbal a África, la entrevista con [Escipión el Africano y las deliveraciones previas a la batalla; segundo, hay un corte argumental en XVII.290 en que, tras una tempestad que afecta a Aníbal, hay una laguna y, le sigue ya los sucesos previos a la batalla de Zama.

Y por último está la celeridad con que cuenta los sucesos en el último libro, debido, seguramente, al hecho que quería dejar terminada la obra antes de que no se lo permitiera la enfermedad.

La estructura del poema está pensada desde el punto de vista épico. Su centro sería el relato de la batalla de Cannas siguiendo la línea de Polibio, que resalta la importáncia para Roma de esta batalla. Esta importancia ya se nos viene anunciando desde el primer libro.[15]

Y no solo eso, sino que, además, el inicio del relato de la batalla viene con una introducción que invoca a las musas, siguiendo el carácter épico del poema. Esta invocación a las musas en mitad del poema indica, sin duda alguna, la importancia de este hecho.[16]

A partir de la batalla de Cannas, se aprecia un cambio de tornas entre Roma y los cartaginenses. Así como hasta ahora se relataban los éxitos de Aníbal, a partir de este punto ocurrirá todo lo contrário. Toda la grandeza que Aníbal obtuvo hasta el momento será reduciendo hasta su final derrota.

El esquema final de la estructura del poema sería el siguiente:

– Libros I-II: Orígenes de la segunda guerra púnica (Toma de Sagunto)

– Libros III-V: Victorias de Aníbal

– Libros VI-VII: Régulo y Fabio (virtudes romanas y paradigma moral)

– Libros VIII-X: Batalla de Cannas

– Libros XI-XII: inicio de la decadencia de Aníbal

– Libros XIII-XV: Recuperación de Roma. Muerte de Asdrúbal.

– Libros XIII-XVII: Guerra en Hispania y África (batalla de Zama)

Su gran obra, el poema Punica, contiene solo dos pasajes relacionados con los Flavios; en ambos Domiciano es elogiado como guerrero, y en uno de ellos figura como un cantante cuya lira es más dulce que la del mismísimo Orfeo. Silio fue un gran estudioso y patrocinador de la literatura y el arte, y un apasionado coleccionista. Dos grandes romanos del pasado, Cicerón y Virgilio, fueron idealizados y venerados por él, llegando a adquirir sus propiedades en Tusculum y Nápoles. Los últimos años de su vida Silio los pasó en la costa de Campania, donde visitaba constantemente la tumba de Virgilio para homenajearle.

Trató de emular lo mejor que pudo la vida de sus dos grandes héroes: en Virgilio se inspiró para componer versos épicos, y al igual que Cicerón debatía interrogantes filosóficos con amigos de gustos similares. Entre estos amigos se hallaban Epicteto, quien le consideró uno de los romanos de mayor espíritu filosófico de la época, y Lucio Anneo Cornuto, el estoico, retórico y gramático, quien dedicó a Silio un comentario sobre Virgilio.

Se le atribuyó una Iliada latina, compendio de la Iliada en mil setenta hexámetros latinos que gozó de gran favor en la Edad Media por dar a conocer episodios o hechos del gran poema homérico a quienes no conocían la lengua griega, aunque todo parece indicar que el verdadero autor fue un maestro de escuela de la segunda mitad del siglo I.

Silio Itálico era un poeta épico y, como tal, es innegable que su estilo no estuviera de algún modo influenciado por los autores épicos antiguos más relevantes: Homero. Tan evidente es su presencia que incluso introduce el poeta en la obra.[17]

Luego, también sigue de cerca el estilo de Virgilio, poeta épico al que adoraba hasta considerarlo una divinidad, y poeta que estableció unas pautas para la épica latina que fueron seguidas como un canon por los siguientes poetas de la misma rama.

Las influencias son muchas y evidentes, hasta el punto que se pueden establecer algunos paralelismos entre pasajes de Punica y la misma Ilíada. Un ejemplo sería la despedida entre Aníbal y su esposa Imilce,[18]​ que imita al pasaje de Héctor y Andrómaca de Homero. También sigue la obra de Homero a través del punto de vista de Virgilio, de tal manera que en el libro XIII encontramos una bajada al inframundo pero siguiendo el estilo de Virgilio, haciendo aparecer personajes importantes para la historia de Roma entre otros, como el ya mencionado Homero. Es evidente, entonces, que Virgilio, y Homero a través de este, son las pautas principales que seguirá Silio en su aspecto formal de la obra. Se caracterizará, pues, en un estilo poético que ensalzará todas las virtudes de los hombres en sus versos y, hará partícipes a los dioses en los hechos tal y como se hacía en la Ilíada y la Eneida, además de usar la estructura de algunos pasajes de esta para realizar los suyos propios.

Ennio también es una inspiración para Silio, en cuanto su obra está estructurada según sus Annales, a pesar de las razones que ya se han comentado en el apartado anterior. También es uno de los primeros poetas en escribir las hazañas de los romanos en hexámetros. Por ello, Silio lo alude en su obra, tal como ha hecho con Homero.[19]​ Silio no era reconocido por ser un gran poeta de gran ingenio, sino que se sabe que sus versos estaban hechos con más trabajo que inspiración, tal y como nos dice Plinio.

Por ello no encontramos en Silio ninguna característica que no se dé en otros autores, sino que usa las mismas aunque cambiándolas a su antojo según su conveniencia. Entre estas encontramos el uso de diferentes palabras en un mismo pasaje que hace redundancia en una acción, en símiles, sobre todo inspirados en los virgilianos, etc... Procura ser ingenioso con juegos de palabras o etimologías ingeniosas y creaciones de palabras nuevas. En este último aspecto destacan palabras cómo nutamen, irrestinctus, extensus, illapsus, diffulminat, etc...

Desde el principio ya se puede entrever que la fuente historiográfica en la que se basa Silio Itálico es, sin duda, Tito Livio. La gran mayoría de sus pasajes relatan una cronología paralela a la de Tito Livio con lo que no cabe ninguna duda sobre el asunto. La diferencia reside en el tipo de literatura, pues Silio escribe poesía épica que le da libertad para cambiar los hechos, no cronológicamente, pero sí para darles las características épicas que necesita, como una bajada al inframundo, pasajes dramáticos entre personajes, intervenciones de los dioses, etc... Todo ello hace una visión virgiliana de los hechos recogidos por Livio. Cabe entender que también hizo uso de los Annales de Ennio ya no solo para estructurar su obra, puesto que también era un autor que admiraba y, fue una de las personas que le inspiraron para escribir un poema sobre la segunda guerra púnica.




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