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Sinfonía n.º 7 (Shostakóvich)



La Sinfonía n.º 7, Leningrado, en do mayor, op. 60 es una sinfonía de Dmitri Shostakóvich que fue compuesta en 1941 y está dedicada a la ciudad de Leningrado, que en el momento de la composición vivía un dramático asedio por parte de los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial. Fue estrenada con gran éxito el 5 de marzo de 1942 en Kúibyshev (actual Samara), bajo la dirección de Samuil Samosud. Es una de las sinfonías más conocidas del compositor, y también la más larga: entre 75 y 85 minutos.[1]

Según sus propias palabras, Shostakóvich quería expresar musicalmente a su país en guerra.[2]​ Inicialmente cada movimiento tendría un subtítulo que serviría para dar una idea programática de la obra, pero finalmente Shostakovich desistió de ponerlos. Los subtítulos eran: "Guerra", "Memorias", "Los grandes espacios de mi patria", "Victoria".[1]

La sinfonía dura entre 75 y 80 minutos, siendo la más larga del compositor. Está dividida en cuatro movimientos:

La obra fue estrenada en Kúibyshev, la capital temporal de la Unión Soviética durante la batalla de Moscú. Finalmente, el 9 de agosto de 1942 se interpretó en el recinto de la Orquesta Filarmónica en Leningrado, durante el peor momento del cerco a la ciudad: hasta las ratas habían desaparecido engullidas por los humanos, que empezaron a practicar el canibalismo. Los músicos estaban famélicos, la orquesta había sido diezmada por el hambre y la guerra, y las condiciones de subsistencia eran terribles; algunos no tenían fuerza ni para soplar sus instrumentos de viento, es más, algunos murieron por el esfuerzo durante el ensayo, que fue el primero y el único y se terminó apenas a los 15 minutos, dada la poca energía que tenía la pequeña banda de supervivientes.[3]

Fue necesaria una muy meticulosa contrapreparación de artillería para evitar un ataque directo al teatro, donde se encontraba presente la plana mayor del Ejército Rojo, el Partido Comunista y el gobierno soviético de la ciudad; además se transmitió por radio a todo el pueblo y por la ciudad a través de altavoces, lo que implicó que también la escucharan los alemanes, quienes intentaron detener la interpretación cañoneando el teatro, sin lograrlo.

La obra fue reestrenada en Nueva York el 19 de julio de 1942, dirigida por Arturo Toscanini.[1]​ Las partituras fueron llevadas en microfilmes en el apogeo de la batalla del Atlántico. La interpretación fue grabada y enviada al autor quien la calificó de trabajo "torpe y chapucero". Sin embargo fue un gran éxito y tuvo más de mil interpretaciones en los Estados Unidos durante la guerra, transformándose -también en Occidente- en un símbolo de la lucha del pueblo soviético contra el fascismo.

Pero en las memorias escritas por Solomon Volkov se encuentran comentarios que parecen ampliar esta idea: no se la puede considerar simplemente como una reacción al ataque de Hitler. Según comentó el propio compositor, que retiró los títulos de los diversos movimientos, "la ausencia de subtítulos no debe privar a los espectadores de descubrir mi programa". Más tarde confesó a Volkov, "el tema de la invasión no tiene nada que ver con el ataque. Pensaba en otros enemigos de la humanidad cuando compuse este tema. No tengo nada en contra de denominar a la séptima sinfonía Leningrado, pero no se trata del Leningrado asediado, se trata del Leningrado que Stalin ha destruido y Hitler no ha hecho más que acabar su obra".[4]

Es el movimiento más conocido de esta sinfonía. Primero se formula el llamado tema de la vida apacible, con flauta y violín; después el tema de la "invasión" (sin subtítulo, sin embargo, de Shostakovich): un brioso y épico ostinato de 22 compases, acompañado de un repetido ritmo en percusión; en alguna ocasión se refirió a este tema como "el tema del mal", repetido doce veces cada vez más fuerte y de forma cada vez más grotesca, culminado con un clímax orquestal similar al del Bolero de Maurice Ravel; tras once variaciones, entra con fuerza el metal cambiando la tonalidad y volviéndose más violento hasta el potente climax. En este momento reaparece el primer tema lírico transformado en una pesada marcha fúnebre. En la reexposición el segundo tema es transformado en una sombría lamentación. Luego vuelve a repetirse el primer tema de un modo más sereno, recobrando el carácter que tenía al principio. Termina con una serena coda en el registro agudo, que es interrumpida por el siniestro redoble de la caja clara y un recuerdo del tema de la invasión.[5]

El tema de la marcha es una adaptación de un motivo lúdico de la opereta Die lustige Witwe / La viuda alegre del compositor austriaco Franz Lehar. La marcha dura unos once minutos, y tradicionalmente se analiza como la representación del invasor. Más recientemente, algunos estudiosos la han descrito como un símbolo de la destrucción interna de la URSS, señalando que el tema está formado por varios fragmentos de temas populares rusos. Volkov sostiene que el comienzo in medias res de la marcha indica la violencia de la invasión nazi. Flora Litvinova, amiga del compositor, también contó que su trabajo "no solo trata sobre el fascismo, sino también sobre nuestro sistema". La marcha termina abruptamente, barrida por un desolado adagio de fagot de ambiente fúnebre que de algún modo se opone a la marcha.

El segundo movimiento es un scherzo en forma de rondó. El tema principal es enigmático y se acompaña de un segundo más lírico, con carácter de danza en su armonía. La sección central que correspondería al trío, es fuertemente contrastante. Se puede hablar de la influencia de Mahler.[6]

El tercer movimiento también tiene forma de rondó. Empieza con unas frases recitativas de tipo coral. La orquesta suena como la imitación de un gran órgano. El debido contraste lo encuentra en episodios en forma de danza lenta, interpretados por la madera. En la parte central el tema principal es acompañado por síncopas de la cuerda en un nuevo recuerdo mahleriano. El punto máximo culmina con gran violencia, como una parodia cruel de los grandilocuentes temas corales. Después de disiparse el coral, se retorna al material inicial, pero de una forma más noble y purificada.[7]

El final es un movimiento triunfal interrumpido por pasajes siniestros, indicando así la supremacía de la virtud de la resiliencia sobre la de la mera victoria.[8]​ Empieza con calma enlazando con el anterior movimiento con una melodía para el violín. El allegro comienza con la potente energía rítmica de su tema principal; retorna entonces el tranquilo tema inicial y continua una especie de lenta zarabanda con de carácter general más introvertido; el desarrollo de este tema nos lleva a una transformación del tema principal. Finalmente, reaparece el tema principal del primer movimiento, acompañado de un clamoroso tutti orquestal de feliz resurrección. La sinfonía termina con una potente coda de modo triunfal.[9]

La partitura está escrita para:



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