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Sufrimiento de los animales salvajes



El sufrimiento de los animales salvajes es el sufrimiento de los animales que viven en la naturaleza debido a procesos naturales, aunque el término puede emplearse también para aludir al sufrimiento de los animales salvajes debido a la actividad humana.

De manera reciente, varios académicos han analizado la cuestión como un problema moral general que podría llevarnos a tomar acciones para su prevención[1][2][3][4][5][6]​ Esta aproximación coincide en el tiempo con el proceso de sofisticación que se produce en el campo de la ética animal a partir de los años 80.[7]

La base moral para la intervención puede basarse en una perspectiva de derechos o de valor. En términos de derechos, si los animales tienen derechos positivos podría requerirse intervenir en la naturaleza para ayudarlos.[8]​ En términos de valor, hay animales en la naturaleza cuya vida podría ser mejorada.[9]​ Debido al gran número de animales que viven en la naturaleza, la gran mayoría del sufrimiento en el mundo ocurre allí.[10]​ Los defensores de la intervención en la naturaleza sostienen que no intervenir es inconsistente con la mayoría de teorías morales. Algunas intervenciones propuestas incluyen abstenernos de reintroducir depredadores en zonas salvajes,[2]​ vacunar a los animales salvajes, salvar a los animales salvajes de desastres naturales y dar otro tipo de cuidados médicos a los animales.[9][11][12]

En "On Nature,"[13]John Stuart Mill, un filósofo británico, afirmaba que la naturaleza no es moral:

In sober truth, nearly all the things which men are hanged or imprisoned for doing to one another, are nature's every day performances. [...] The phrases which ascribe perfection to the course of nature can only be considered as the exaggerations of poetic or devotional feeling, not intended to stand the test of a sober examination. No one, either religious or irreligious, believes that the hurtful agencies of nature, considered as a whole, promote good purposes, in any other way than by inciting human rational creatures to rise up and struggle against them.

El economista Yew-Kwang Ng publicó un artículo en 1995 titulado "Towards welfare biology: Evolutionary economics of animal consciousness and suffering."[14]​ En este artículo, Ng analiza qué animales pueden ser capaces de sufrir, cómo las dinámicas poblaciones y la selección r produce grandes cantidades de sufrimiento, y cómo podría mejorarse la situación de los animales salvajes.

El filósofo británico David Pearce defiende prevenir el sufrimiento de los animales salvajes[15]​ y considera que podrían darse pasos para mejorar el bienestar de los elefantes salvajes.[11]

En su libro El río del Edén, Richard Dawkins afirma que la naturaleza darwiniana no tiene interés en el bienestar de los animales, y que hay un gran sufrimiento en la naturaleza.[16]​ En un artículo titulado "God's Utility Function"[17]​ basado en su libro, Dawkins explica:

Nature is neither kind nor unkind. She is neither against suffering nor for it. Nature is not interested in suffering one way or the other unless it affects the survival of DNA. It is easy to imagine a gene that, say, tranquilizes gazelles when they are about to suffer a killing bite. Would such a gene be favored by natural selection?

Not unless the act of tranquilizing a gazelle improved that gene's chances of being propagated into future generations. It is hard to see why this should be so, and we may therefore guess that gazelles suffer horrible pain and fear when they are pursued to the death - as many of them eventually are. The total amount of suffering per year in the natural world is beyond all decent contemplation. During the minute that it takes me to compose this sentence, thousands of animals are being eaten alive, many others are running for their lives, whimpering with fear, others are being slowly devoured from within by rasping parasites, thousands of all kinds are dying of starvation, thirst and disease.

Oscar Horta, un profesor de filosofía moral en la Universidad de Santiago de Compostela, ha escrito varios artículos sobre la cuestión del sufrimiento de los animales salvajes.[18]​ También da conferencias sobre este asunto a menudo.[19]

El economista Tyler Cowen definde en su artículo "Policing Nature" que la idea de intervenir en la naturaleza para proteger a los animales ha sido descuidada, y debería ser tenida en cuenta.[9]​ Sostiene que hay maneras de proteger a los animales en la naturaleza sin coste para nosotros mismos, como no reintroducir depredadores, y que la mayoría de teorías morales deberían estar comprometidas con proteger a los animales en estos casos.

En 2010, The New York Times publicó un artículo de Jeff McMahan, titulado "The Meat Eaters",[4]​ en el que defiende que poner fin a la depredación sería una acción moral. McMahan respondió a los comentarios realizados a su artículo en un texto posterior de The New York Times titulado "Predators: A Response".[20]

En su libro Zoopolis: A Political Theory of Animal Rights[21]​ Sue Donaldson y Will Kymlicka defienden que deberíamos intervenir en la naturaleza algunas veces para ayudar a los animales salvajes. Sin embargo, consideran que las intervenciones en la naturelza deberían estar limitadas y solo deberían darse en zonas de la naturaleza similares a "estados fallidos".[22]​ Otros autores defienden que una buena parte o toda la naturaleza podría ser cercana a un "estado fallido", y que deberíamos intervenir en la naturaleza en un grado mucho mayor.[23][24]

Se ha defendido que el objetivo ecologista común de preservar el orden natural[25]​ no está en línea con el objetivo de cuidar el bienestar de los animales.[26]​ Se ha señalado que existe un conflicto de este tipo en diferentes casos. Algunos ejemplos de estos casos se darían en el caso del apoyo a la caza por control poblacional que defienden los ecologistas y rechazan los defensores de los derechos de los animales,[27]​ el desacuerdo de los ecologistas y los defensores de los derechos de los animales sobre el valor de las plantas en relación con los animales,[12][28]​ en lo relativo a las intervenciones naturales que se llevan a cabo con propósitos ecologistas y que producen consecuencias negativas para los animales que viven en la naturaleza, y en lo que respecta a las intervenciones en los procesos naturales que tienen por objeto beneficiar a los animales no humanos.[29]

Varios autores defienden que, debido a la prevalencia de los animales con selección r- en la naturaleza, la vida media de la mayoría de los animales salvajes sería muy corta, por lo que habría más sufrimiento que felicidad en ella debido a que una muerte dolorosa sobrepasaría los escasos momentos de felicidad en sus vidas.[1][12][14]

Holmes Rolston III defiende que solamente el sufrimiento de los animales no naturales es moralmente malo, y que los humanos no tenemos un deber de intervenir en los casos de sufrimiento natural.[30]​ Celebra la existencia de carnívoros en la naturaleza debido al rol ecológico que juegan. Otros autores han señalado que la razón de que los humanos tengan un deber de proteger a otros humanos de la depredación es porque los humanos son parte del mundo cultural más que del mundo natural, por lo que se aplican a ellos diferentes reglas en estas situaciones.[28][31]​ Otros autores consideran que las presas y el resto de animales que mueren por la selección natural están cumpliendo su función natural.[8]​ Estos argumentos han sido respondidos por quienes se oponen al sufrimiento de los animales salvajes.[32][33][34]

Otra objeción común a intervenir en la naturaleza es que no sería práctico, bien debido a la cantidad de trabajo que supondría o bien porque no estaríamos seguros de estar mejorando las vidas de los animales en conjunto debido a la complejidad de los ecosistemas.[35]​ Una respuesta a esto es que ya hay muchos casos en los que intervenimos en la naturaleza por otras razones, como los intereses humanos o la preservación ambiental.[1][9]

Que los humanos estemos obligados a intervenir en la naturaleza ha sido usado como una reducción al absurdo contra la posición de que los animales tienen derechos.[36]​ Esto se debería a que, si los animales tuvieran derechos, esto incluiría también a quienes son depredados, por lo que estaríamos obligados a intervenir en la naturaleza para protegerlos, lo cual sería absurdo.[37][38]​ Una objeción a este argumento es que no se considera absurdo intervenir en la naturaleza para salvar a otros humanos de la depredación, lo cual llevaría a que es especista actuar de otra manera cuando el perjudicado es un animal de otra especie.[39]



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