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TTIP



Tratado de libre comercio

Tratado laboral

Flag of Europe.svg Unión Europea

La Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión (ATCI), conocido en lengua inglesa como Transatlantic Trade and Investment Partnership (TTIP) o Transatlantic Free Trade Area (TAFTA) o Área de Libre Comercio Trasatlántico, es una propuesta de tratado de libre comercio (TLC) entre la Unión Europea y Estados Unidos.[1]​ Actualmente se encuentra en negociaciones. Sus defensores argumentan que el acuerdo sería beneficioso para el crecimiento económico de las naciones que lo integrarían, aumentaría sobremanera la libertad económica y fomentaría la creación de empleo.[2]​ Sin embargo, sus críticos argumentan que éstas se producirían a costa del aumento del poder de las grandes empresas y desregularizaría los mercados, rebajando los niveles de protección social y medioambiental de forma drástica. Así, se limitaría la capacidad de los gobiernos para legislar en beneficio de los ciudadanos así como el poder de los trabajadores en favor del de los empresarios.[3][4][5]​ Sus mayores críticos también lo califican de una pesadilla para la democracia.[2]​ El gobierno de Estados Unidos considera la asociación como un complemento a su Acuerdo Estratégico Trans-Pacífico de Asociación Económica. En cambio la Unión Europea es duramente criticada por el secretismo con el que está llevando las negociaciones, de espaldas a la opinión pública.[4][3]

Después de que un primer borrador del proyecto se filtrara en marzo de 2014, la Comisión Europea lanzó un programa para consultar a los ciudadanos interesados, aunque solo sobre un número limitado de cláusulas.[6]

El anteproyecto filtrado reveló que el tratado no permitiría a los gobiernos aprobar leyes para la regulación de sectores económicos estratégicos como la banca, los seguros, servicios postales o telecomunicaciones.[7]​ Ante cualquier expropiación, sentencia judicial o proyecto de ley o no de ley las empresas podrían demandar a los Estados exigiendo la compensación equivalente a la disminución de beneficios potenciales más compensaciones e intereses.[8]​ El tratado permitiría la libre circulación de capitales, establecería cuotas para la circulación de trabajadores, etc.[9][10]​ Una propuesta previa de tratado fue el Acuerdo Multilateral sobre Inversiones.

Conjuntamente representan el 60% del PIB mundial, el 33% del comercio en bienes y el 42% del comercio en servicios. El crecimiento del poder económico de la UE ha desembocado en conflictos comerciales entre las dos potencias; aunque ambos son dependientes de los mercados económicos de la otra parte y las disputas afectan solo al 2% del comercio. Un área de libre comercio entre las dos partes representaría potencialmente el mayor acuerdo de libre comercio de la historia, cubriendo el 46% del PIB mundial.[11]​ Véase abajo para el detalle de los flujos comerciales.[12]

Las inversiones de EE. UU. en la UE son tres veces mayores que las inversiones de EE. UU. en toda Asia y las inversiones de la UE en EE. UU. son ocho veces mayores que la suma de las inversiones de la UE en India y China. Se estima que las transferencias dentro de una misma corporación constituyen un tercio de todo el comercio transatlántico. EE. UU. y la UE son los mayores socios comerciales de la mayoría de los demás países del mundo y representan un tercio de los flujos de comercio mundiales. Dado que las barreras arancelarias son ya bajas (alrededor del 3%), para hacer que el pacto sea un éxito el objetivo es la eliminación de las barreras no arancelarias.[13]

Las barreras económicas entre la UE y EE. UU. son relativamente bajas, no solo debido a su largo periodo de pertenencia a la Organización Mundial del Comercio sino también debido a recientes acuerdos como el Acuerdo de Cielos Abiertos UE-EE. UU. y al trabajo del Consejo Transatlántico Europeo. La Comisión Europea afirma que la entrada en vigor de un acuerdo transatlántico de comercio podría incentivar el comercio conjunto entre los respectivos bloques hasta en un 50%.[14]​ Sin embargo, las relaciones económicas son tensas y existen frecuentes disputas comerciales entre las dos economías, muchas de las cuales acaban en la Organización Mundial del Comercio. Los beneficios económicos del TTIP fueron anticipados en un informe conjunto por la Casa Blanca y por la Comisión Europea.[15]

Algún tipo de Área Transatlántica de Libre Comercio había sido propuesto en los años 1990 y posteriormente en 2006 por la canciller alemana Angela Merkel como reacción al colapso de las conversaciones sobre comercio mundial de Doha. Sin embargo, el proteccionismo por ambas partes puede ser una barrera para cualquier acuerdo futuro[16]​. Inicialmente emprendido en 1990, poco después del fin de la Guerra Fría, con el mundo ya no más dividido en dos bloques, la Comunidad Europea (12 países) y EE. UU. firmaron una "Declaración Transatlántica". En ella se llamaba a la continuación de la existencia de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, así como a cumbres anuales, reuniones bienales entre ministros de asuntos exteriores, y a encuentros más frecuentes entre figuras políticas y funcionarios de alto rango. Las subsiguientes iniciativas emprendidas por los líderes europeos y por el gobierno de EE. UU. incluyeron: en 1995, la creación de un grupo de presión de gente de los negocios, el Diálogo Transatlántico sobre Negocios (en inglés Transatlantic Business Dialogue, TABD) por parte de autoridades públicas de ambos lados del Atlántico; en 1998, la creación de un comité asesor, el Acuerdo Transatlántico de Negocios; en 2007, la creación del Consejo Económico Transatlántico, en el cual se reúnen representantes de corporaciones que operan en ambos lados del Atlántico para asesorar a la Comisión y al gobierno de EE. UU. - y finalmente, en 2011, la creación de un grupo de expertos de "alto nivel" cuyas conclusiones, emitidas el 11 de febrero de 2013, recomendaban la apertura de negociaciones para un acuerdo de libre comercio de ámbito amplio. El 12 de febrero de 2013, el Presidente de los EE. UU. Barack Obama apeló en su intervención anual en el Discurso del Estado de la Unión por un acuerdo tal.[17]​ Al día siguiente, el Presidente de la Comisión Europea José Manuel Barroso anunció conversaciones para la negociación del acuerdo.[18][19]

El TTIP está dividido en 15 grupos de trabajo específicos, cada uno atendiendo a diferentes áreas. El ámbito del TTIP es amplio pero de acuerdo con el mandato filtrado los aspectos más relevantes son:

Los puntos conflictivos más importantes son las políticas europeas de limitación de las importaciones de alimentos transgénicos, así como la normativa de la UE relativamente más laxa sobre la regulación del sector financiero, en oposición a las leyes domésticas más estrictas de aplicación sobre los bancos estadounidenses.

Se espera que el acuerdo definitivo tenga 24 capítulos, agrupados en 3 partes:[20]​ Acceso al mercado, Cooperación reglamentaria y Normas.

La estructura completa sería la siguiente:

Parte 1: Acceso al mercado

Parte 2: Cooperación reglamentaria

Parte 3: Normas

Las negociaciones se desarrollan en ciclos semanales alternando entre Bruselas y Estados Unidos.[21]​ Los negociadores esperan concluir sus trabajos en 2017.[22]

Las rondas negociadoras celebradas hasta el momento han sido las siguientes:


Los 28 gobiernos de Europa tendrán que aprobar entonces el acuerdo negociado en el Consejo de Ministros de la UE. En este punto, el Parlamento Europeo será consultado.

El Parlamento Europeo tiene potestad para aprobarlo o rechazarlo, se ha desatado una controversia sobre si los parlamentos nacionales de cada país europeo deberían también ratificar este acuerdo.

En Francia, el artículo 53 de la Constitución establece que los tratados comerciales del país pueden ser solo ratificados mediante una ley.

En Estados Unidos el Congreso tendría que ratificar este texto desarrollado durante la administración del gobierno Demócrata de Obama, que ahora es de mayoría Republicana.

Inglaterra no formará parte de este acuerdo comercial entre la Unión Europea y Estados Unidos porque recientemente se retiró de la UE mediante una consulta popular, retiro que será totalmente implementado, probablemente, en marzo de 2019.

El gobierno del presidente Donald Trump ha prometido durante la campaña política que su administración no formará parte de este acuerdo con Europa, se retiró del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica TPP con los países de Asia Pacífico y ha propuesto renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte TLCAN NAFTA con México.

En caso de llevarse a término el acuerdo con la aprobación de los parlamentos de los países de Europa y el Congreso de EE. UU., el TTIP aspira a liberalizar un tercio del comercio global y a generar millones de nuevos empleos.[23]​ "Con los aranceles entre EE. UU. y la UE ya en niveles bajos, el Centro para la Investigación en Política Económica de Gran Bretaña estima que el 80% de las potenciales ganancias económicas derivadas del acuerdo del TTIP dependen de la reducción de conflictos de duplicidad entre normas de la UE y de EE. UU. en esos y en otros aspectos regulatorios, abarcando desde la seguridad alimentaria hasta las piezas de automóviles".[23]

Una estrategia exitosa, según Thomas Bollyky del Consejo de Relaciones Exteriores y Anu Bradford de la Escuela de Leyes de Columbia, se centrará en sectores donde los objetivos transatlánticos comerciales y de regulación se superponen: farmacéuticos, productos agrícolas y servicios financieros.[23]​ Esto asegurará que EE. UU. y la UE continúan siendo "creadores de estándares, en vez de seguidores de ellos", en la economía global, asegurando en consecuencia que los productores mundialmente continúan gravitando alrededor de los estándares conjuntos EE. UU.-UE.[23]

Una prospectiva económica preparada por el Centro de Investigación en Política Económica en marzo de 2013 estima que un acuerdo amplio resultará en un crecimiento anual del PIB de la UE de 68-119 mil millones de euros para 2027, y un crecimiento anual del PIB de EE. UU. de 50-95 mil millones de euros. El mismo estudio estima que un acuerdo limitado, centrado solo en los aranceles, resultará en un crecimiento anual del PIB de 24 mil millones de euros en la UE y un crecimiento anual de 9 mil millones de euros en EE. UU. El crecimiento máximo del PIB estimado se traduciría en 545 euros adicionales de ingresos disponibles anuales para una familia de cuatro miembros en la UE y 655 euros para una familia de cuatro miembros en EE. UU.[24]

El director ejecutivo de Siemens, que tiene el 70% de su fuerza de trabajo en Europa y en EE. UU., ha indicado que el TTIP reforzaría la competitividad global de EE. UU. y de la UE reduciendo barreras comerciales, mejorando la protección de la propiedad intelectual y estableciendo unas "reglas de circulación" internacionales.[25]

En palabras del economista Juan Torres López "la teoría económica, incluso la teoría económica ortodoxa, no ha conseguido demostrar que el libre comercio sea mejor que otro régimen comercial, salvo en condiciones de competencia perfecta que es imposible que se den en la realidad".[4]

En el artículo del 15 de julio de 2013 de The Guardian, Dean Baker del Centro para la Investigación en Política y Economía en los EE. UU., manifestó que con las barreras comerciales convencionales entre EE. UU. y la UE actualmente bajas, el acuerdo se concentraría más en tratar de eliminar las barreras no convencionales, tales como la liberación de regulaciones a la explotación de hidrocarburos por fractura hidráulica (fracking), los transgénicos y las finanzas, y en el endurecimiento de las leyes sobre los derechos de autor (copyright), llegando a afirmar que con proyecciones menos ambiciosas los beneficios económicos para cada hogar son mediocres. "Si aplicamos la ganancia de ingresos proyectada de un 0,21% a la mediana del ingreso económico personal proyectado en 2027, alcanza un poco más de $50 al año. Eso es un poco menos que 15 céntimos al día, No os lo gastéis todo de golpe".[26]

La Resolución de Conflictos entre Inversores y Estados (RCIE) es un instrumento que permite a los inversores crear un caso directamente contra el país que alberga sus inversiones, sin la intervención del país de origen del inversor, las empresas privadas podrán demandar a los Estados.[27]

En diciembre de 2013, una coalición de 200 organizaciones medioambientalistas, sindicales y defensoras de los consumidores en ambos lados del Atlántico mandaron una carta a la oficina del Representante de Comercio de los Estados Unidos y a la Comisión Europea solicitando que los mecanismos de resolución de conflictos entre inversores y estados fueran eliminados de las conversaciones comerciales, arguyendo que "la resolución de conflictos inversor-estado es una vía de sentido único por el cual las corporaciones pueden retar políticas gubernamentales, pero ni los gobiernos ni los individuos obtienen ningún derecho comparable a exigir cuentas a las corporaciones".[28][29]

Por otro lado, las experiencias de otros TLCs apuntan a que estos tribunales se constituyen, de facto, en una herramienta de protección sistemática de los intereses privados a costa del interés público, las empresas privadas podrán demandar a los Estados.[4]

Karel De Gucht respondió a las críticas en un artículo en The Guardian en diciembre de 2013, diciendo que "la comisión ha consultado regularmente a un amplio espectro de organizaciones de la sociedad civil tanto por escrito como en persona, y nuestra reunión más reciente tuvo 350 participantes de sindicatos, ONGs y negocios".[30]

Este acuerdo ya ha evitado el uso de pesticidas más seguros en la Unión Europea.[31]

Algunas propuestas para una zona de libre comercio transatlántica incluyendo el lado americano a los otros miembros de la Zona Norteamericana de Libre Comercio (o TLCAN o NAFTA: Canadá y México) y del lado europeo a los miembros de la Asociación Europea de Libre Comercio (o EFTA: Islandia, Noruega, Suiza y Liechtenstein).

México tiene ya un acuerdo de libre comercio con EFTA y con la UE mientras que Canadá tiene uno con EFTA y recientemente ha llegado a un acuerdo de libre comercio por su cuenta con la UE, conocido como CETA.

Estos acuerdos de los países vecinos con Europa pueden necesitar armonización con el acuerdo EE. UU.-UE y podrían potencialmente formar una zona de libre comercio de mayor amplitud en el futuro.

Observadores canadienses de los medios de comunicación han especulado que el nuevo lanzamiento de conversaciones EE. UU.-UE ponen presión sobre Canadá, para que finalice sus negociaciones del tratado de libre comercio con la UE que duran ya tres años a finales de 2013.[32]

Países que ya tienen acuerdos aduaneros con la UE tales como Turquía, podrían ver como se abre el mercado estadounidense a sus productos si se firma el acuerdo EE. UU.-UE, al que sin un acuerdo comercial separado con los EE. UU. carecen de acceso.[33]



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