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Triádico



Tríada es un grupo de tres elementos especialmente vinculados entre sí. Esto puede referirse a: personas, candidatos, equipos, o cualquier otra cosa.[1]​ La expresión de tal vínculo triádico refleja la existencia de una peculiar estructura de pensamiento que agrupa de tres en tres los conceptos (filosóficos, religiosos -especialmente los dioses de ciertas mitologías-, políticos, culturales, etc.) Se da incluso en la forma habitual de establecer cualquier estructura, división o periodización (inferior-medio-superior), como en la estructura tradicional del discurso y de las obras literarias (planteamiento-nudo-desenlace);[2]​ y se perpetúa mediante la enseñanza, ámbito en el que se utiliza ampliamente como recurso por su obvia función mnemotécnica.

En el ámbito de la filosofía y el pensamiento, la denominada tríada indoeuropea (muy a menudo en plural: tríadas indoeuropeas) fue identificada por Georges Dumézil (deidades triples o hipótesis trifuncional).[3]​ La identificación con lo indoeuropeo supone la contraposición de esta forma de organizar los conceptos en tríadas, que sería propia de los pueblos occidentales y de la India, frente a otra forma que sería propia del pensamiento oriental (por ejemplo, yin y yang). Habría, por tanto, distintas formas de pensamiento: "monádico, diádico y triádico";[4]​ incluso la "cuateridad".[5]

Buena parte de los conceptos filosóficos y científicos que se definen desde la antigüedad clásica se agrupan o dividen en forma de tríadas (las tres partes del mundo -Europa, Asia, África-, las tres partes del hombre -soma, psique, pneuma, cuerpo, alma y espíritu- las tres potencias del alma -memoria, entendimiento y voluntad-, los tres reinos de la naturaleza -animal, vegetal y mineral-, las tres edades -infancia, madurez, vejez-). No se limita al ámbito del pensamiento, y se percibe en la división de las funciones sociales (el triestamentalismo -oratores, bellatores, laboratores-, de origen platónico -tres clases sociales en la polis, identificadas con las tres potencias del alma y con el oro, la plata y el cobre, los tres metales de los que cada una estaría formada según la gennaion pseudos o "noble mentira" que en La República Platón atribuye a Sócrates, justificada como un medio de conseguir la paz social-)[6]​ y políticas (la división de poderes -legislativo, ejecutivo y judicial-, acuñada por Montesquieu en El espíritu de las leyes, pero de origen clásico -aparecen en la Política de Aristóteles, como también las tres formas de gobierno puras o perfectas, monarquía, aristocracia y democracia, y las tres impuras o corruptas o degeneradas, tiranía, oligarquía y demagogia-).[7]​ Cuando Julio César ha de describir el territorio objeto de su obra comienza: Gallia es omnis divisa en partes tres.[8]​ La extensión de esta forma de pensar asociando tres conceptos es enormemente popular (por ejemplo: tres cosas hay en la vida: salud, dinero y amor).[9]

Como concepto filosófico puede verse la aplicación de esquemas triádicos en el emanatismo de Proclo, las categorías de Kant y la semiótica de Charles S. Peirce; así como en la denominada tríada dialéctica o hegeliana (tesis, antítesis, síntesis).[10]

La enumeración de tríadas de pensadores ha sido habitual desde la antigüedad (Diógenes Laercio, De los tres poetas trágicos -Esquilo-Sófocles-Eurípides). Específicamente aplicadas a pensadores filosóficos se inician con el Sócrates-Platón-Aristóteles de la filosofía griega clásica, y llegan hasta el Marx-Engels-Lenin del marxismo-leninismo; pasando por el Descartes-Leibniz-Spinoza del racionalismo, el Locke-Berkeley-Hume del empirismo y el Fichte-Schelling-Hegel del idealismo alemán. Para los grandes pensadores del siglo XIX, además de la formada por los denominados maestros de la sospecha (Marx-Nietzsche-Freud, en expresión acuñada por Paul Ricoeur), es muy común una similar formada por Karl Marx, Charles Darwin y Sigmund Freud (en la que se ha sustituido a Nietzsche por Darwin, el biólogo fundador del evolucionismo); que suele ser también muy citada, aunque su valoración es hasta cierto punto diferente, como pensadores que cambiaron de forma revolucionaria la consideración del ser humano[11]

En cambio, el cristianismo medieval prefirió agrupar a los doctores de la Iglesia en tandas de cuatro (los cuatro doctores orientales -Atanasio, Basilio Magno, Gregorio Nacianceno y Juan Crisóstomo- y los cuatro doctores occidentales -Agustín, Ambrosio, Jerónimo y Gregorio Magno-).

Las tríadas tampoco se restringen a la filosofía occidental, y se encuentran en la filosofía china antigua: Lao-Tsé-Confucio-Mencio (el sufijo honorífico 子 o tsé, que llevan los tres, significa "maestro"). Especialmente venerados eran los dos primeros, casi divinizados, hasta compararse en algunas representaciones con el iluminado Buda.

Una enumeración triádica limitada a los taoístas es la de los tres autores identificados por sus obras: el Laozi -o Tao Te King, el nombre de cuyo autor suele transcribirse Lao Tsé-, el Zhuangzi -el nombre de cuyo autor suele transcribirse Chuang Tsé- y el Liezi -cuyo autor también es denominado Lie Yukou-). El triadismo tampoco está ausente de estas escuelas de pensamiento, aunque bajo un obvio predominio del dualismo yin-yang:

La Unidad engendra a la Dualidad,

La Dualidad engendra a la Tríada.

La Tríada engendra a los Diez Mil seres.

Los Diez Mil seres llevan el Yin en sus espaldas y el Yang en sus frentes,

Y la armonía de su Chi depende del equilibrio entre estas dos fuerzas”.

El confuciano Han Xun-zi concebía el universo como una tríada formada por el cielo, la tierra y la humanidad.[12]

Para la movilización política son muy habituales los lemas triádicos, que fijan lapidariamente en tres términos la síntesis de una ideología, de un régimen o de una propuesta (Libertad, igualdad, fraternidad en la revolución francesa; Dios, patria, rey en el carlismo ; Tres Principios del Pueblo en el nacionalismo chino; paz, tierra y pan en la revolución bolchevique;[13]Una, Grande y Libre en el franquismo; o el sangre, sudor y lágrimas de Churchill). La eficacia del mensaje se intensifica incluso cuando los tres términos son en realidad la repetición del mismo: provocativamente, Napoleón resumió en tres peticiones lo necesario para ganar una guerra: dinero, dinero y dinero;[14]Julio Anguita insistía de forma recurrente que sus condiciones para cualquier tipo de pacto político eran programa, programa, programa.[15]

Siendo quizá el ámbito más evidente en el que Dumézil identificó el concepto, las tríadas de dioses consisten el ejemplo principal de agrupaciones triádicas, permitiendo un reparto de funciones cosmológicas (creación-destrucción-conservación) que caracteriza muchas mitologías. Su extensión no se limitó a los pueblos indoeuropeos.

Se ha señalado la tendencia de la mitología griega a crear una tríada especialmente cuando un dios o un héroe se escinde entre el mundo de los vivos y el de los muertos (Afrodita, Perséfone, Adonis; Deméter, Perséfone, Plutón -o Zeus Euboleus-).[23]

Sabemos que existe un pensamiento monádico, diádico y triádico. Una forma de pensar, de percibir, una forma de teorizar en el entorno, las ciencias, las artes y las religiones.

(...) la perspectiva monádica, unilateral, la que percibe, teoriza, explica, con exclusividad, una única dimensión de la realidad, sea la racional, la pragmática o la mítica. Es la que siempre actúa en perspectiva unidimensional. (...) la perspectiva diádica, la que, lejos de la supremacía del estático, inmutable y absoluto, se vuelve al dinámico, al cambio y al transitorio, estriba en la contradicción de las partes, a pares. Sí, desde las dos grandes esferas de la realidad (la espiritual y la material) y a todos los niveles, todo se repite en ciclos duales que se suceden. (...) la perspectiva triádica, para la cual la realidad se presenta, según la esencia o principio de energía triádica, con tres partes y tres fuerzas elementales que componen estructuras, sistemas o cadenas de sistemas que se repiten en distintos niveles de complejidad. Es la perspectiva adoptada en la física cuántica, que define la realidad como momentos de estructura especiales interconectadas, en dinámica según el principio de la incertidumbre, componiendo un conjunto estructural superior, como los quarks, los protones, los electrones, el núcleo atómico, el átomo, las moléculas, etc.



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