El ultraísmo fue un movimiento literario iniciado en España en 1918, siguiendo el modelo creacionista de Vicente Huidobro, enfrentado al modernismo y los novecentistas, que había dominado la poesía en lengua española desde fines del siglo xix. A la sombra de esos estímulos americanos, los ultraístas se reunieron en la tertulia del café Colonial de Madrid, presidida por Rafael Cansinos Assens y animada por Guillermo de Torre, Juan Larrea, Pedro Garfias, Ernesto López-Parra, Pedro Iglesias Caballero, Quiroga Plá y los hermanos Rivas Panedas, en un círculo que se iría ampliando, llegando a atraer la atención de un joven Jorge Luis Borges, pupilos como Rogelio Buendía, Isaac del Vando Villar, Eugenio Montes y Gerardo Diego, o de anarco-feministas como Lucía Sánchez Saornil
El círculo inicial ultraísta reconocía el padrinazgo del chileno Huidobro y los franceses Mallarmé y Apollinaire. Y aunque no lo mencionan, hay que anotar su contemporaneidad con el movimiento «dadá» creado en Zúrich por Tristan Tzara. Max Aub sintetiza las tesis vanguardistas de los ultraístas en su «deseo de apartamiento de la masa, llevando a su natural fin lo iniciado por los “raros” de finales del siglo xix. La literatura era 'de' y 'para' iniciados». Tesis de alguna manera herederas del futurismo, aunque limitado a lo literario y sobre todo a lo poético. Durante más de una década su actividad e ideología creativa quedaron reflejadas en las revistas Cervantes (1919-1920), Grecia (Sevilla-Madrid), Vltra (1919-1920) en Oviedo y Vltra (1921-1922) en Madrid, Horizonte (Madrid, 1922-1923), y con menos fuerza en Alfar (La Coruña), Reflector (Madrid, 1920), o Ronsel (Vigo). También hay que citar a Cosmópolis (1919-1922) que, aunque no es ultraísta, publica los artículos críticos y ensayos sobre literatura de vanguardia de Cansinos Assens, Guillermo de Torre o Borges. Otras revistas de existencia efímera y que sirvieron de cierre para un ultraísmo que conocería su ocaso, ya entrada la década de los veinte, son: Perseo (1919), Tableros (1921-1922), Revista de Casa de América de Galicia (1921-1927).
A lo largo de su existencia, el movimiento dio a luz varios y variados manifiestos. El primero se publicó en el número de enero de 1919 de la revista Cervantes. Otros manifiestos ultraístas posteriores pero importantes, fueron el redactado por Guillermo de Torre en Madrid, en noviembre de 1920, o el escrito por Borges publicado en la revista Vltra, el 20 de mayo de 1921, en Madrid.
Un joven Jorge Luis Borges que se instala con su hermana en el Madrid de 1919 se implicará pronto en el ambiente de las tertulias que gobiernan el ambiente cultural de la capital de España. Finalmente, sus preferencias caen del lado del culto hebraísta Cansinos Assens; fruto de ello y de su amistad con el ultraísta, pintor y aficionado al haiku Jacobo Sureda, fue el manifiesto suscrito por ambos junto con Juan Alomar y Fortunio Bonanova, publicado en 1920 en la revista Baleares. Opúsculo que sería precedente de las actividades ultraístas en Argentina reflejadas en Prisma (1921-22) y Proa (1922-1923, priméra época). Periodo que el propio Borges sintetizó en su artículo publicado en 1921 en la revista Nosotros, de Buenos Aires, y que puede resumirse en el siguiente programa:
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