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Lucía Sánchez Saornil



¿Qué día cumple años Lucía Sánchez Saornil?

Lucía Sánchez Saornil cumple los años el 13 de diciembre.


¿Qué día nació Lucía Sánchez Saornil?

Lucía Sánchez Saornil nació el día 13 de diciembre de 1895.


¿Cuántos años tiene Lucía Sánchez Saornil?

La edad actual es 128 años. Lucía Sánchez Saornil cumplirá 129 años el 13 de diciembre de este año.


¿De qué signo es Lucía Sánchez Saornil?

Lucía Sánchez Saornil es del signo de Sagitario.


¿Dónde nació Lucía Sánchez Saornil?

Lucía Sánchez Saornil nació en Madrid.


Lucía Sánchez Saornil (Madrid, 13 de diciembre de 1895Valencia, 2 de junio de 1970) fue una poeta ultraísta, militante anarquista y humanista Integral española. Telefonista, afiliada a la CNT desde 1931. En abril de 1936 fue cofundadora de la organización Mujeres Libres de la que fue Secretaria Nacional.

Nació el 13 de diciembre de 1895 en Madrid en el seno de una familia pobre. Sus padres eran Gabriela Saornil y Eugenio Sánchez. Vivían en la calle Labrador del barrio de Peñuelas. Su madre y su hermano murieron cuando ella era muy joven y quedó al cargo de la casa y de una hermana algo más joven que ella. Su padre trabajaba en la centralita de teléfonos en la casa del Duque de Alba.[1]​ Poseían una pequeña biblioteca repleta de libros y folletos heredados de una tía de su padre. Estudió en un colegio para huérfanos, el Centro "Hijos de Madrid", donde concluyó sus estudios primarios y secundarios. En 1913 publicó su primer poema, Nieve, en el semanario Avante de Ciudad Rodrigo.[2]​ En 1916 entró a trabajar como telefonista en Telefónica y publicó sus primeros poemas en la revista Los Quijotes.[3]​ En Los Quijotes, iniciativa del propietario de una imprenta, Emilio G. Linera, empezaron a publicar algunos de los poetas que fueron después representativos del Ultraísmo, como Guillermo de Torre. Los poemas de Sánchez Saornil son arrebatos sentimentales inmersos en el Modernismo decadente.[1]​ Paralelamente, prosiguió sus estudios en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y comenzó a seguir los movimientos vanguardistas, adhiriéndose en particular en 1919 al movimiento ultraísta. Publicó entonces sus poemas en revistas como Tableros, Plural, Manantial y La Gaceta Literaria, utilizando el pseudónimo Luciano de San-Saor.[3]​ Ha sido motivo de controversia el uso del seudónimo, ofreciéndose tres explicaciones: la una, porque eran meras creaciones estéticas; la segunda, porque así podía reflejar sin temor su deseo lésbico; la tercera, porque tratándose de un escritor y no una escritora, y al juzgar por la época y región, su obra tal vez tuviese más posibilidades de ser respetada y, en el mejor de los casos, publicada.[2]

Durante la década de 1920 dejó la poesía para dedicarse a la actividad política en el seno del movimiento anarcosindicalista. Participó en diferentes conflictos sociales dentro de Telefónica, lo que provocó primero su traslado a Valencia y finalmente su expulsión de la empresa.[3]​ En 1927 ya en Valencia colaboró en varios periódicos anarquistas como Tierra y Libertad y Solidaridad Obrera de Barcelona, Umbral de Valencia y la Fragua social. De vuelta a Madrid en 1929, prosiguió con sus actividades en el movimiento anarquista, haciéndose cargo en 1933 de la secretaría de redacción del periódico CNT.[1]

Al comprender que el anarcosindicalismo dejaba en un segundo plano la cuestión de las mujeres, centrándose solo en el ámbito económico,comprendió que no se podía separar la lucha contra el Estado y el capitalismo de la lucha contra el patriarcado.[2]​ Así en 1936 fundó junto a Mercedes Comaposada y Amparo Poch la organización Humanista Integral y Anarquista Mujeres Libres, movimiento al que dedicó parte importante de su militancia.[4]​ Surgida en torno a la CNT la asociación nació en Madrid pasando después a Barcelona y se extendió por la zona republicana llegando a alcanzar 147 agrupaciones y 20.000 afiliadas en 1938.

Una de sus actividades fue la edición de la revista Mujeres Libres. El primer número fue publicado el 20 de mayo de 1936 y se agotó casi inmediatamente. Un segundo número apareció el 15 de junio. En total se publicaron 14 números aunque el último estaba en imprenta cuando el frente de batalla llegó a Barcelona y no se conserva ninguna copia.[5]

Cuando estalló la Guerra Civil participó activamente en la lucha antifascista. El 19 de julio de 1936 salió a la calle y participó en el asalto al Cuartel de la Montaña. Actuó como cronista de guerra en los frentes de Guadalajara para los periódicos de la CNT Juventud Libre y Frente Libertario. También colaboró en la estructuración de las primeras colectividades campesinas y obreras.[2]​ En la batalla de Madrid compuso su poema Madrid, Madrid, mi Madrid que fue leído por ella misma en la emisora Radio Madrid en una noche de bombardeos ininterrumpidos.[1]​ Después marchó al frente de guerra donde hizo de periodista.[4]​ El estallido revolucionario surgido tras la sublevación dio otro carácter a la revista Mujeres Libres y fue Sánchez Saornil quien propuso la formación de brigadas de trabajo de mujeres que en caso necesario pudieran reemplazar a los compañeros combatientes y organizó un servicio de enlace que llevara y recogiera correspondencia y paquetes entre los luchadores y sus familiares.[6]

En 1937 regresó a Valencia, donde asumió el puesto de secretaria nacional de todas las agrupaciones de Mujeres Libres. También fue redactora jefe en el periódico anarquista Umbral.[7]​ Es allí donde conoció a América Barroso, que fue su compañera sentimental hasta su muerte. De Valencia viajó a Barcelona y allí la organización le solicitó que pasara a las colectividades agrarias de Castellar. La colaboración de Sánchez Saornil en Umbral se caracterizó por sus reportajes al que acompañaban documentos gráficos y que informaban de los cambios que se operaban en la vida social y económica de las diferentes regiones bajo el signo de la revolución.[6]

A partir del 20 de agosto de 1937 empezó el Congreso o Conferencia Nacional de Mujeres Libres donde quedó constituida la Federación Nacional del mismo nombre. Fue una de las oradoras principales.[6]

En mayo de 1938 se hizo cargo de la secretaría general de la sección española de Solidaridad Internacional Antifascista (S.I.A) con la que durante un tiempo había colaborado como secretaría de Prensa y Propaganda. Pasó a los campos de refugiados de Francia y en 1940 junto a América Barroso, residiendo en París donde se ganó la vida retocando fotografías y posteriormente en Montauban donde trabajó como secretaria de una asociación de cuáqueros que ayudaba a los refugiados españoles.

Volvieron a España de manera clandestina con la ayuda de Electra, hermana de América, que al vivir en la zona fronteriza de La Junquera les facilitó el paso.[4]​ Residieron primero en Madrid donde intentó organizar a Mujeres Libres de forma clandestina con las hermanas Carmen y Visitación Lobo, pero fracasaron. Al ser reconocida en la calle, decidieron marchar a Valencia donde vivió clandestinamente hasta 1954, con lo que carecía de tarjeta de racionamiento. Retomó la pintura, convirtiéndola en su oficio y la poesía, aunque nunca publicó nada. Murió el 2 de junio de 1970 de un cáncer de pecho.[2]​ No dejó nada publicado aunque sí se sabe de la lectura de poemas al pintor Pedro de Valencia.[8]

Sánchez Saornil fue primero conocida por su posición de luchadora anarcofeminista y a partir de los primeros años setenta del siglo XX, alguna integrante de Mujeres Libres ya en el exilio, mencionaría que Lucía había sido lesbiana. En fechas posteriores, Pepita Carnicer, reconocería abiertamente este hecho en el video documental de Lisa Berger y de Carol Mazer, titulado De toda la vida. Pepita Carpena y Suceso Portales, en la década de los ochenta, se referirían también a Lucía haciendo frecuentes alusiones a su compañera Mary (diminutivo de América Barroso). En este último caso, Martha Ackelsberg, la autora de las entrevistas, afirma que Lucía Sánchez Saornil mientras estuvo en Mujeres Libres, no se preocupó de ocultar este aspecto de su vida en absoluto, ya que compartía la idea de que todo el mundo debería poder amar a quien quisiera porque la propia sexualidad no era una cuestión “política” sobre la que el movimiento libertario debía pronunciarse. Su manera de vivir el lesbianismo fue pionera, ya que la relación sentimental y sexual no normativa que mantuvo con América Barroso, libre y visible en ciertos círculos, se convirtió en uno de los primeros testimonios de afirmación de la homosexualidad femenina en España. Su identidad lésbica sufrió una evolución desde la II República y la Guerra Civil al franquismo, en que vivió en el anonimato total porque tuvo un triple exilio: como escritora, mujer y lesbiana.[9]

Para la editora de su poesía Martín Casamitjana, sus poemas amorosos están atribuidos generalmente a un yo lírico masculino y dirigidos a un destinatario femenino porque o bien son una mera creación estética o bien son el reflejo de sus inclinaciones lésbicas.[10]

Las ideas principales sobre la mujer se recogen en la serie de artículos publicados en Solidaridad Obrera en otoño de 1935 bajo el título de La cuestión femenina en nuestros medios y en diversos artículos en la prensa anarcosindicalista y en la revista Mujeres Libres. Para ella, la mujer española era inculta y poco preocupada por los temas sociales pero esto era debido a su papel de sometimiento a lo largo de la historia. El único horizonte de la mujer en la sociedad se había limitado al prostíbulo o al matrimonio, como ya había afirmado Proudhon. Recogiendo una idea que ya había expresado Teresa Claramunt, la explotación de la mujer fue reforzada todavía más por el sentimiento de superioridad del hombre. Así, la mujer sufría una doble explotación, como ser humano ante el capitalismo y como mujer ante el hombre. Aunque reconocía que esta última situación había mejorado algo, sobre todo entre las intelectuales.[11]​ Criticó, sin nombrarlo, a Gregorio Marañón que sostenía la diferencia física entre hombres y mujeres. De hecho, este endocrino visitó a Ana Martínez Sagi ya que los padres de esta estaban preocupados por las rarezas deportivas e intelectuales de su hija. Para Sánchez Saornil, las diferencias son por el medio ambiente en que se desarrollan hombres y mujeres. Tanto en el yo poético como en el yo político estuvo siempre presente su espíritu crítico. Este no le llevó a idealizar ningún credo y con él desplegó una visión feminista total. Realizó una lectura feminista del psicoanálisis y de las teorías de diferenciación sexual y propuso como solución a la pasividad femenina, la concienciación de la existencia de mecanismos represivos y el conocimiento de su poder limitado en la configuración del yo. Así decía que el mundo masculino había venido oscilando frente a la mujer entre dos conceptos extremos de la prostituta a la madre sin detenerse en lo estrictamente humano, es decir, la mujer como ser racional pensante y autónomo.[12]

Para el anarquismo la alternativa a la familia y al matrimonio convencional era el amor libre, que permitía entender las relaciones sentimentales entre personas con los mismos derechos. Sin embargo, en la práctica no siempre fue así y, de hecho, se realizaron ceremonias civiles en los Ateneos y sindicatos anarquistas. Por ello, en la revista Mujeres Libres escribió un artículo denunciando este retroceso: "Proyecto para la creación de una fábrica de bodas en serie (Churros auténticos)". Llegó a equiparar el matrimonio con la prostitución cuando las mujeres carecían de un salario propio y de un cierto grado de equiparación moral.[9]

Frente a la corriente mayoritaria, entre quienes estaban Federica Montseny, Amparo Poch y Gascón y Mercedes Comaposada, que la procreación de los hijos era la culminación de la vida de la mujer, Sánchez Saornil defendía que la maternidad era una más entre las posibilidades de la mujer para realizarse.[9]​ Sostenía, además, que "el concepto de madre [está] absorbiendo el de mujer, la función, anulando al individuo. Para un anarquista, antes que el trabajador, está el hombre, antes que la madre debe estar la mujer."[13]

La obra poética de Sánchez Saornil comienza con el Modernismo adscribiéndose después al Ultraísmo que abandonará para entregarse a una literatura de compromiso político y a los romances bélicos de la Guerra Civil. Solo al final de su vida, retoma la poesía impregnada del dolor ante la proximidad de la muerte. Su único libro publicado en vida fue Romancero de Mujeres Libres en 1938.[12]​ .

Entre 1917 y 1919 publicó en la revista Los quijotes doce poemas en la órbita del Modernismo. Los motivos son recurrentes de este estilo: jardines, atardeceres, otoños... pero han perdido su simbolismo de paisaje interior, son meros recursos espaciales. Su métrica respeta el metro y la rima: rima consonante, cuartetas, redondillas, sonetos... También plasma en sus poemas otras artes, la pintura, la escultura y quiere captar el mundo sensorial: aromas, sonidos... Utilizó el lenguaje erótico, lo que produjo sorpresa al conocerse su identidad ya que aludía abiertamente al deseo carnal.[14]

Pero su poesía da un cambio cuando empieza a publicar sus poemas en las revistas más vanguardistas: Grecia, Cervantes y Ultra. En 1918 fue el año del primer manifiesto ultraísta. Así, su poema en prosa "El madrigal de tus sortijas" ya refleja la transición en su forma de ver la poesía. Aunque el tono sea modernista, sin embargo ya incluye elementos de la vida moderna: "las grandes ampollas eléctricas". Su primer poema claramente vanguardista es "Cuatro Vientos", publicado en Cervantes en junio de 1919, dentro de una selección hecha por Cansinos-Assens con el título de "Los poetas del Ultra". El poema hace referencia al aeródromo de Madrid y un accidente ocurrido. Es una clara exaltación del mundo moderno. Usará la tipografía también como las primeras vanguardias.[14]​ La vinculación de Sánchez Saornil al Ultraísmo se debió sin duda a la coincidencia porque algunos de 10 firmantes del Manifiesto eran colaboradores habituales de Los Quijotes ya que ella no frecuentaba tertulias ni actos públicos. El primer poema que firma con su nombre fue "Hora"en el que suprime totalmente los signos de puntuación. Los poemas más vanguardistas son los publicados en Ultra a lo largo de 1921 en los que emplea imágenes inconexas, frases inconclusas y motivos de la vida urbana. Su paso de la pureza estética al compromiso político es reflejo de la creciente politización de la vida española.[1]

La poesía amorosa de esta época está marcada por la ambigüedad. No solo por el uso de un seudónimo sino por el uso de metáforas como la ceniza, la noche, el silencio, la oscuridad, el espejo, el agua, los sueños... que responden a un código común compartido con otras poetas lesbianas: Carmen Conde y Ana María Martínez Sagi.[15]

Según la teoría queer, en los poemas modernistas y vanguardistas Sánchez Saornil denuncia con el uso del seudónimo la necesidad de encajar en los roles genéricos asignados por la sociedad patriarcal como único modo de obtener legitimidad en cuanto escritora. Además con el uso alternativo de su nombre y de su seudónimo, que no era necesario porque era conocida la autoría femenina de los poemas de tan fuerte contenido erótico en el círculo de los ultraístas, consigue presentar identidades alternativas que suponen una reconsideración y cuestionamiento de las categorías femenina y masculina.[16]

Abandonó el movimiento ultraísta porque el afán de renovación literaria que este había propugnado no estaba revolucionando el mundo de las letras, por ello, se dedicó al periodismo y a la literatura de compromiso político. Así fue una gran divulgadora del ideario anarquista que quería regenerar el país desmontando las estructuras de poder existentes a través de la subversión de las formas culturales dominantes y creando una sociedad nueva igualitaria cuyos miembros se verían libres de fuerzas externas alienantes como el capitalismo y la religión. En el órgano libertario CNT de Madrid en el que trabajó como secretaria desde mediados de 1933, publicó el ensayo Literatura nada más en el que dio cuenta de su personal paso de la estética vanguardista a una literatura políticamente comprometida y atacó a las vanguardias afirmando de ellas que solo eran "burguesas iconoclastas".[12]

Durante la batalla de Madrid en 1936 escribió su poema: "Madrid, Madrid, mi Madrid", poema que fue portada del número 6 de Mujeres Libres.[17]​ Este poema lo incluyó en su Romancero de Mujeres Libres. Este libro está compuesto de poemas escritos desde la militancia en los que intenta exacerbar los sentimientos revolucionarios. Claro ejemplo es el "Himno de Mujeres Libres".[1]​ En esta etapa el contenido es más importante que la forma. Su objetivo es poner de relieve la lucha femenina y la presencia de la mujer en la sociedad. Así el "Romance de La Libertaria" o el "Romance de la vida, pasión y muerte de la lavandera de Guadalmedina" dedicados a dos de las heroínas de la revolución, María Silva Cruz y Encarnación Giménez.[18]​ En el "Romance de la Libertaria" glosa la vida de la nieta de Seisdedos, que escapó de la muerte tras la matanza de Casas Viejas pero fue fusilada dos años después. Su prosa fue también recogida en un folleto Horas de revolución editado también por Mujeres Libres . Los treinta y tres artículos que lo componen no llevan referencia alguna.[6]

Parece que nunca dejó de escribir poesía. Al no poder publicar en España decidió mandar sus poemas a Sudamérica, pero no recibió respuesta y ella no hizo copia de ellos. Así, solo se conservan de esta última etapa unos pocos poemas inéditos. Son en su mayoría sonetos que tiene como preocupación fundamental la proximidad de la muerte, el balance de su vida y el deseo de trascendencia.[1]​ Son 23 poemas en los que los temas centrales son su no aceptación de la muerte y las ganas de vivir centrados en el autoexamen de su vida, la añoranza de la juventud y su invocación a Dios en cuya existencia quiere creer aunque la duda persista. El yo poético quiere convencerse de la existencia de un más allá justo y renovador pero sospecha que esa idea es después de todo una mentira y solamente le queda pedir serenidad para aceptar la muerte.[12]



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