León XIII, de nombre secular Vincenzo Gioacchino Raffaele Luigi Pecci (Carpineto Romano, 2 de marzo de 1810-Roma, 20 de julio de 1903), fue el 256.o papa de la Iglesia católica. Su pontificado, de veinticinco años de duración, se desarrolló entre los años 1878 y 1903.
Nacido en Carpineto Romano, cerca de Roma, fue el sexto de los siete hijos del conde Ludovico Pecci y su esposa Anna Prosperi Buzzi. Sus hermanos fueron Giuseppe y Giovanni Battista Pecci. Su familia pertenecía a la pequeña nobleza rural. Su padre era comisario de guerra y coronel. Ya en su juventud se señaló como un gran latinista, y en su madurez sería un conocido humanista, diestro escritor de poemas y cartas en latín. Fue alumno del colegio jesuita de Viterbo y, entre 1824 y 1832, estudió Teología en el Collegium Romanum.
En 1843 fue consagrado arzobispo titular de Damietta (Tamiathis) y destinado como nuncio a Bruselas, donde permaneció hasta 1846. Poco después fue nombrado obispo de Perusa con el grado de arzobispo ad personam. Preside un Concilio provincial celebrado en Spoleto en 1849, por cuya iniciativa se tomó el acuerdo conciliar de pedir a Pío IX la promulgación de una constitución condenando los diversos errores sobre la Iglesia, Autoridad y Propiedad, aun ya condenados separadamente con anterioridad, haciendo un escueto concurso de ellos, y que se valoró de gran utilidad para la feligresía católica. Este documento fue conocido posteriormente al ser publicado como Syllabus.
En 1856, Pío IX lo nombró cardenal presbítero del título de San Crisógono.
En los años siguientes se produjo la unificación italiana (1859-1870), que supuso la liquidación de los Estados Pontificios y el enfrentamiento radical entre la Iglesia católica y el Estado liberal (especialmente, el nuevo Reino de Italia). La postura moderada que mantuvo en estos temas el cardenal Pecci lo convirtió en un candidato idóneo para suavizar las tensiones, razón que probablemente influyó en la decisión del Colegio Cardenalicio de elegirlo papa al morir Pío IX en 1878.
Efectivamente, en un cónclave de solo dos días y a la tercera votación, Gioacchino Pecci fue elegido papa el 20 de febrero de 1878. El 3 de marzo siguiente fue coronado en la Basílica Apostólica Vaticana por el cardenal Teodolfo Mertel, Cardenal diácono de San Eustaquio, por delegación del cardenal Prospero Caterini, protodiácono de S. Maria in Via Lata y ad commendam de S. Maria della Scala, que se encontraba enfermo.
León XIII se preocupó desde el inicio de su mandato por mejorar las bases intelectuales del clero, alejándose en lo doctrinal de la mera actitud defensiva de su predecesor. Con este fin nombró en 1879 a cuatro cardenales consagrados exclusivamente a los estudios (entre ellos, el erudito John Henry Newman), y el 4 de agosto de ese año —en la encíclica Aeterni Patris— presentó el tomismo como la filosofía a seguir por los católicos para afrontar los problemas de su tiempo.
Los primeros años de su pontificado quedaron marcados por una serie de iniciativas académicas: la fundación de un nuevo instituto en Roma para el estudio de la filosofía y la teología, centros de estudio de las Escrituras y un centro astronómico. Además, se abrieron los archivos del Vaticano, tanto a los estudiosos católicos como a los no católicos.
Su largo pontificado significó un acercamiento de la Iglesia a las realidades del mundo moderno. Frente al creciente problema obrero, en 1891 dio a conocer la encíclica Rerum novarum (Acerca de las nuevas cosas). La misma deploraba la opresión y virtual esclavitud de los numerosísimos pobres por parte de «un puñado de gente muy rica» y preconizaba salarios justos y el derecho a organizar sindicatos (preferiblemente católicos), aunque rechazaba vigorosamente el socialismo y mostraba poco entusiasmo por las instituciones de la democracia liberal y el sindicalismo obrero. Las clases y la desigualdad, afirmaba León XIII, constituyen rasgos inalterables de la condición humana, como son los derechos de propiedad. Condenaba el socialismo como ilusorio y sinónimo del odio y el ateísmo.
El realismo político y la habilidad diplomática de León XIII permitieron poner fin a la hostilidad del régimen imperial alemán hacia los católicos (abandono por el canciller Otto von Bismarck de la Kulturkampf en 1879 y visita a Roma del emperador Guillermo II de Alemania en 1888). Igualmente, propugnó el fin de la confrontación entre la Iglesia francesa y la Tercera República, avalando la participación de los católicos franceses en el régimen republicano. Por el contrario, mantuvo el enfrentamiento numantino con el Estado italiano, insistiendo en el boicot de los católicos italianos a la vida política nacional.
León XIII pensaba que el servicio diplomático papal debía desempeñar un papel de primer orden tanto en la consolidación de la disciplina interna de la Iglesia como en la conducción de las relaciones Iglesia-Estados. En 1885, España, Alemania y Reino Unido recurrieron a él como mediador en la disputa sobre la posesión de las islas Carolinas, en el Pacífico, siendo España quien las consiguiera; aunque a contrapartida, el II Reich tomó las islas Marshall. Ya en 1899, el zar Nicolás II de Rusia y la reina Guillermina I de los Países Bajos se beneficiaron de sus buenos oficios en el intento de convocar una conferencia de paz de todos los países de Europa.
Reflexionando sobre la diplomacia de la Santa Sede con ayuda de las obras de santo Tomás de Aquino, replanteó en su encíclica Immortale Dei (1885) la relación entre la Santa Sede y los Estados-nación. El nuncio papal, en opinión de León XIII, era el representante de la soberanía espiritual del papa del mismo modo que un embajador representa la soberanía política de su país.
Reforzó los lazos con la Iglesia estadounidense, fomentando la expansión del catolicismo en Estados Unidos. Con todo ello, León XIII contribuyó a dotar a la Iglesia de un nuevo protagonismo a escala mundial, reforzado por dos tipos de iniciativas suyas: por un lado, el acercamiento a la Comunión anglicana y a los ortodoxos griegos, que inició la tendencia ecuménica de los papas del siglo XX; y por otro, el impulso de la acción misionera, especialmente en África.
Tuvo especial interés en promover el rezo del Santo Rosario, al cual dedicó diversas encíclicas. Cabe mencionar que, a inicios de su papado, se produjo la muerte de santa Bernadette Soubirous (16 de abril de 1879), vidente de Lourdes, a quien León XIII enviara la bendición antes de morir. La Virgen María quien, bajo la advocación de Nuestra Señora de Lourdes, dijera de sí misma «Yo soy la Inmaculada Concepción», se había presentado —según el relato de Bernadette— con un rosario en sus manos, lo que no pasaría desapercibido a la mente del Pontífice.
En sus veinticinco años de papado llegó a nombrar un total de 147 cardenales en 27 consistorios.
Falleció en Roma el 20 de julio de 1903; había sido el primer papa en haber nacido en el siglo XIX, y también fue el primero que murió en el siglo XX: vivió hasta la edad de 93 años, siendo el tercer papa con más larga vida. En el momento de su muerte, León XIII era el tercer papa con más tiempo de pontificado, solo superado por Pedro (entre 34 y 37 años) y Pío IX (31 años). Pecci no fue sepultado en la Basílica de San Pedro, como era costumbre, sino que en 1924 sus restos fueron trasladados hasta la basílica de San Juan de Letrán, su catedral como obispo de Roma, y una iglesia en la que tuvo un interés particular.
Durante su dilatado pontificado se promulgaron numerosos documentos pontificios:
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