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Virgen del Rosario



Nuestra Señora del Rosario o Virgen del Rosario es una advocación de María venerada por la Iglesia católica, que celebra el 7 de octubre la fiesta de la Bienaventurada Virgen María del Santísimo Rosario. Es Patrona de la Orden de Predicadores, de Colombia, Guatemala, Ecuador y de la Unidad Militar de Emergencias (UME) de España.

Según la leyenda, pues no hay base histórica fehaciente, a Domingo de Guzmán la Virgen María se le apareció en 1208, en una capilla del monasterio de Prouilhe (Francia) con un rosario en las manos, el cual le enseñó a rezar y le dijo que lo predicara entre los hombres. Además, le ofreció diferentes promesas referidas al rosario. El santo se lo enseñó a los soldados liderados por su amigo Simón IV de Montfort antes de la Batalla de Muret, cuya victoria se atribuyó a la Virgen María. Por ello, Montfort erigió la primera capilla dedicada a esta advocación.[1]

En el siglo XV, la devoción al rosario había decaído. Alano de Rupe declaró que la Virgen se le apareció y le pidió que reviviera su devoción y que recogiera en un libro todos los milagros del rosario; le recordó además las promesas que siglos atrás había dado a santo Domingo.[2]

En el siglo XVI, san Pío V instauró su conmemoración litúrgica el 7 de octubre, aniversario de la victoria en la Batalla de Lepanto, en la que las fuerzas cristianas derrotaron a los turcos que estaban invadiendo Europa (atribuida a la Virgen), denominándola Nuestra Señora de las Victorias; además, agregó a la letanía de la Virgen el título de «Auxilio de los Cristianos». Su sucesor, Gregorio XIII, cambió el nombre de su festividad al de Nuestra Señora del Rosario.[2]​ La victoria en la batalla de Temesvar en 1716, atribuida por Clemente XI a su imagen, dio lugar a que el papa ordenara que su fiesta se celebrase por la Iglesia universal. León XIII, cuya devoción por esta advocación hizo que fuera llamado el Papa del Rosario, escribió nueve encíclicas referentes al rosario,[3]​ y consagró el mes de octubre al rosario, incluyendo el título de «Reina de Santísimo Rosario» en la letanía de la Virgen.[2]

Como advocaciones, tanto la Virgen de Lourdes en su aparición de 1858, como la de Fátima en 1917 pidieron a sus videntes que rezasen el rosario. Gran parte de los papas del siglo XX fueron muy devotos de esta advocación; Juan Pablo II manifestó en 1978 que el rosario era su oración preferida[4]​ y el papa Francisco reconoció en 2016 que era la oración que acompañaba su vida.[5]

Viendo santo Domingo que los crímenes de los hombres obstaculizaban la conversión de los albigenses, entró en un bosque y pasó en él tres días y tres noches en continua oración y penitencia. Un día, se le apareció la Santísima Virgen acompañada de tres princesas del cielo y le dijo:

- ¿Sabes tú, mi querido Domingo, de qué arma se ha servido la Santísima Trinidad para reformar el mundo?

- Oh, Señora — respondió él — vos lo sabéis mejor que yo, porque, después de vuestro Hijo Jesucristo, fuisteis el principal instrumento de nuestra salvación

Ella añadió:

- Pues sabes que la pieza principal de la batalla ha sido la salutación angélica, que es el fundamento del Nuevo Testamento. Por tanto si quieres ganar para Dios esos corazones endurecidos, reza mi salterio.

La Virgen reveló:

- Solo si la gente considera la vida, muerte y gloria de mi Hijo, unidas a la recitación del Avemaría, los enemigos podrán ser destruidos. Es el medio más poderoso para destruir la herejía, los vicios, motivar a la virtud, implorar la misericordia divina y alcanzar protección. Los fieles obtendrán muchas ganancias y encontrarán en mí a alguien siempre dispuesta y lista para ayudarles.

El Santo se levantó muy consolado y abrazado de celo por el bien de estos pueblos, entró en la Catedral y en ese momento sonaron las campanas (por intervención de los ángeles) para reunir a los habitantes. Al principio de la predicación se levantó una espantosa tormenta, la tierra tembló, el sol se nubló y los repetidos truenos y relámpagos hicieron estremecer y palidecer a los oyentes. El terror de estos aumentó cuando vieron que una imagen de la Santísima Virgen, expuesta en un lugar prominente, levantaba por tres veces los brazos al cielo para pedir a Dios venganza contra ellos si no se convertían y recurrían a la protección de la Santa Madre de Dios. Quería el cielo con estos prodigios promover esta nueva devoción del santo rosario y hacer que se la conociera más. La tormenta cesó al fin por las oraciones de Santo Domingo. Continuó su discurso y explicó con tanto fervor y entusiasmo la excelencia del Santo Rosario, que casi todos los moradores de Tolosa le abrazaron, renunciando a sus errores, viéndose en poco tiempo, un gran cambio en la vida y costumbres de la ciudad.

Cuando la devoción empezó a disminuir, la Virgen se apareció a Alan de la Roche y le dijo que reviviera dicha devoción mariana. La Virgen le dijo también que se necesitarían volúmenes inmensos para registrar todos los milagros logrados por medio del Santo Rosario y reiteró las promesas dadas a Santo Domingo referentes al rosario.

Promesas de Nuestra Señora, Reina del Santo Rosario, tomadas de los escritos del Beato Alan:

Luego de muchos años, en 1917, se apareció Nuestra Señora del Rosario en la Cova da Iria, en un pueblo llamado Fátima, a tres pastorcitos. La humilde señora se apareció en muchas oportunidades, pidiendo oración, y reparación por los pecados a Dios y a su Hijo Jesús. Hizo unas 20 promesas a los que portaran el rosario de forma física con mucha fe y devoción (llevándolo en el cuello, cintura o en forma de anillo o brazalete).


1- A todos los que lleven piadosamente el Rosario, los llevaré hasta Mi Hijo.

2- A todos los que lleven piadosamente el Rosario, los ayudaré en sus empresas.

3- Todos los que lleven piadosamente el Rosario, aprenderán a amar la Palabra y la Palabra los hará libres. Ya no serán esclavos.

4- Todos los que lleven piadosamente el Rosario, amarán a Mi Hijo más y más.

5- Todos los que lleven piadosamente el Rosario, tendrán un conocimiento más profundo de Mi Hijo en sus vidas diarias.

6- Todos los que lleven piadosamente el Rosario, tendrán un deseo profundo de vestir con decencia para no perder la Virtud de la modestia.

7- Todos los que lleven piadosamente el Rosario, crecerán en la virtud de la castidad.

8-Todos los que lleven piadosamente el Rosario, tendrán una conciencia más profunda de sus pecados y tratarán sinceramente de enmendar sus vidas.

9- Todos los que lleven piadosamente el Rosario, tendrán un profundo deseo de difundir el mensaje de Fátima.

10- Sobre todos que lleven piadosamente el Rosario, derramaré las gracias de las que soy medianera.

11- Todos que lleven piadosamente el Rosario, serán llenados de un profundo deseo de rezarlo y meditar sobre los misterios.

12- Todos los que lleven piadosamente el Rosario, tendrán paz en sus vidas diarias.

13-Todos los que lleven piadosamente el Rosario, serán reconfortados en momentos de tristeza.

14- A todos los que lleven piadosamente el Rosario, se les concederá el poder de tomar decisiones sabias a través del Espíritu Santo.

15- A todos los que lleven piadosamente el Rosario, los llenaré de un profundo deseo de llevar el Escapulario del Monte Carmelo.

16- Todos los que lleven piadosamente el Rosario, venerarán Mi Inmaculado Corazón y el sagrado Corazón de Mi Hijo Jesús.

17- Todos los que lleven piadosamente el Rosario, no tomarán el nombre de Dios en vano.

18- Todos los que lleven piadosamente el Rosario, tendrán una profunda compasión por Cristo crucificado y crecerán en su amor por Él.

19- Muchos de los que lleven piadosamente el Rosario, serán sanados de enfermedades físicas, mentales y emocionales; así que llevadlo a los enfermos y moribundos.

20- Las familias que lleven piadosamente el Rosario, tendrán paz en sus hogares.

La Virgen del Rosario es patrona de diversas entidades, así como de multitud de ciudades y localidades repartidas por todo el mundo.

Desde el 10 de febrero de 2009, es patrona de la Unidad Militar de Emergencias (UME), cuerpo creado el 7 de octubre de 2005 en coincidencia con la festividad de Nuestra Señora del Rosario.[6]

En Guatemala, la imagen de la Virgen del Rosario del Templo de Santo Domingo, que posee cuatro siglos de historia, fue declarada en 1651 "Reina y Patrona de la Ciudad de Santiago de Guatemala y Abogada contra los terremotos". En 1843, en desagravio por los ultrajes padecidos en tiempos de Francisco Morazán, fue nombrada en sentido honorífico, "Patrona de Armas del Estado". En 1934, recibió la corona pontificia con el título de "Patrona de la Ciudad de Guatemala". El Alcalde Óscar Berger la nombró "Alcaldesa Perpetua" en 1992. Estos datos resultan curiosos, dado que la capital guatemalteca tiene muchos patronos, pues la misma urbe lleva el nombre de la Asunción.

En el caso de El Salvador, la devoción a la Virgen del Rosario y el rezo de la oración está ampliamente difundido desde la época colonial. Prueba de ello son las varias localidades salvadoreñas que, o bien llevan por nombre de El Rosario o tienen como patrona a la Virgen del Rosario. De hecho, la Arquidiócesis de San Salvador y las Fuerzas Armadas de El Salvador tienen como patrona a la Virgen del Rosario. Ciertamente, la iglesia donde otrora estuvo la parroquia central de San Salvador y primera catedral de El Salvador, al costado oriente de la Plaza Libertad, está dedicada a la Virgen del Rosario y lleva por nombre Parroquia Nuestra Señora del Rosario y es administrada por los frailes dominicos desde la década de 1870.

Estos hechos han llegado a sembrar pequeñas dudas, sobre todo entre los historiadores, respecto al patronazgo de la ciudad de San Salvador y El Salvador mismo, inclusive. Algunos historiadores refieren que la Virgen del Rosario gozaba de gran devoción en San Salvador desde el siglo XVI.[7]​ Sin embargo, otros historiadores también constatan que el Santísimo Salvador gozó de una profunda devoción en la ciudad desde, por lo menos, el siglo XVIII.[8]​ Antes de eso, también se tiene constancia de festividades cada 5 de agosto en los siglos anteriores, fecha de la víspera de la celebración del Divino Salvador. Jorge de Viteri y Ungo, el primer obispo de El Salvador, en 1843, declaró a la Virgen del Rosario copatrona de la ciudad de San Salvador, patrona de la, en ese entonces, Diócesis de El Salvador y copatrona de El Salvador, junto al Salvador del Mundo.[9]​ No obstante, la fe popular confirma más la devoción por este último, tanto en la ciudad capital de El Salvador, San Salvador, como, en general, en todo el país; llegando a ser incluso un elemento identitario para la sociedad salvadoreña.

La Virgen del Rosario perdió el patronazgo de El Salvador y la provincia eclesiástica salvadoreña frente a la Virgen de la Paz, la cual goza de gran devoción en la ciudad de San Miguel, ciudad de gran importancia en El Salvador después de la capital, y, en general, en toda la región oriental salvadoreña. Hoy por hoy, la Virgen del Rosario cuenta con el patronazgo de la Arquidiócesis de San Salvador, como se dijo antes, y un patronazgo compartido con el Santísimo Salvador del Mundo en la ciudad capital, y aunque su culto resulta menor que el rendido por la feligresía sansalvadoreña respecto al Divino Salvador, no por eso puede afirmarse que la devoción capitalina a Nuestra Señora del Rosario sea despreciable.[10]



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