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Visigoda



Los visigodos fueron una rama de los pueblos godos, que a su vez pertenecen a los pueblos germánicos orientales. Surgieron de grupos góticos anteriores (posiblemente de los tervingios)[1]​ que habían invadido el imperio romano a partir de 376 y derrotado a los romanos en la batalla de Adrianópolis en el año 378.

Bajo el mando de Alarico I invadieron la península itálica y saquearon Roma en el año 410; más tarde se establecieron en el sur de la Galia como federados del Imperio romano, donde establecieron un reino con capital en Tolosa, el cual extendió su autoridad a Hispania aprovechando el vacío de poder que había dejado la caída del Imperio romano de Occidente. En el año 507, fueron derrotados por los francos de Clodoveo en la batalla de Vouillé, a partir de la cual el reino visigodo se limitó a Hispania, con un territorio ubicado más allá de los Pirineos; la Septimania. Los visigodos eran una minoría gobernante sobre la población hispanorromana, separados de ella fundamentalmente por sus creencias religiosas, ya que eran cristianos arrianos, mientras que la población local era cristiana romana. La conversión del rey Recaredo posibilitó la convivencia de ambos pueblos, y el reino consolidó su poder con el apoyo de la iglesia.

Los visigodos no dominaron por completo la península ibérica hasta finales del siglo VII. Los alanos, un pueblo de origen iranio, los vándalos y los suevos ocupaban territorios en la región. Los dos primeros, con preeminencia de los vándalos, se trasladaron a África, donde crearon un estado poderoso con centro en Cartago. En cuanto a los suevos, crearon su propio reino en Gallaecia, con capital en Braga, y no fueron derrotados hasta 585. En el tramo pirenaico los vascones, presentaron una tenaz resistencia al dominio visigodo y parece que también lo hicieron los cántabros y los astures, aunque las fuentes al respecto son escasas. En la región de la provincia Cartaginense se mantuvo una precaria administración romana bajo soberanía visigoda, hasta que en el siglo VI fue reconquistada por el Imperio y se convirtió en la provincia de Spania, la cual después de un siglo cayó nuevamente en poder de los visigodos.

El reino de los visigodos estuvo aquejado por frecuentes disputas sucesorias, las cuales posibilitaron su derrota por los invasores musulmanes del norte de África (711). Su último rey fue Rodrigo y si bien se mantuvieron núcleos de resistencia en Septimania, el pueblo visigodo desapareció como tal, vencido por el Califato omeya.

La división de los godos se menciona por vez primera en 291, donde aparecen los tervingios[3]​ esta primera mención tuvo lugar en un elogio al emperador Maximiano (285-305), pronunciado en el año 291 o poco después (o quizá pronunciado en Tréveris el 20 de abril de 292)[4]​ y tradicionalmente atribuido a Claudio Mamertino,[5]​ que dice que los «tervingios, otra división de los godos» (Tervingi pars alia Gothorum) se unieron a los taifalos para atacar a los vándalos y a los gépidos. El término «vándalos» puede estar equivocado y referirse en realidad a los victohali, porque alrededor del año 360 el historiador Eutropio narra que Dacia estaba entonces (nunc) habitada por los taifalos, victohali y tervingios.[6]

Las referencias contemporáneas a las tribus góticas usaban los términos Vesi, Austrogothi, Tervingi y Greuthungi. La mayor parte de estudiosos han concluido que los términos Vesi y Tervingi fueron usados ambos para referirse a una misma tribu particular, mientras los términos Ostrogothi y Greuthungi fueron usados para referirse a otra. Herwig Wolfram indica que mientras las fuentes primarias no mezclan los nombres de los pueblos: estas mencionan por un lado la pareja tervingios-greutungos y por otro lado la pareja vesi-ostrogodos y no en otra combinación, aunque ocasionalmente se enumeran los cuatro nombres como Gruthungi, Austrogothi, Tervingi, Visi.[7]​ Según Herwig Wolfram, en la Notitia dignitatum los vesi son igualados a los tervingios en una referencia a los años 388-391;[3]​ esto no está claro en la propia Notitia. Hay un gran debate erudito sobre la identificación de los vesi con los tervingios y los greutungos con los ostrogodos. Que los tervingios fueran los visigodos y los greutungos los ostrogodos es algo que también indica Jordanes,[1]​ que identificó a los reyes visigodos desde Alarico I a Alarico II como los herederos del juez tervingio del siglo IV, Atanarico; y los reyes ostrogodos desde Teodorico el Grande a Teodato como los herederos del rey greutungo Hermanarico. Esta interpretación, sin embargo, aunque muy divulgada entre los eruditos actuales, no es universal.

Para Wolfram existe una continuidad entre tervingios y visigodos, y entre greutungos y ostrogodos. Las derrotas godas en época de Claudio II y Aureliano habrían hecho que los godos se escindieran.[8]​ Al este del Dniéster permanecieron los greutungos,[9]​ y en el Bajo Danubio los tervingios constituyeron junto con otros pueblos como los taifalos o sármatas,[10]​ una confederación de pueblos que estuvo encabezada por un juez, Atanarico. De esta confederación de pueblos surgirían los visigodos. Para Heather, por el contrario, la división de los godos se produjo por la invasión de los hunos: los visigodos resultarían de una mezcla de tervingios y greutungos, y seguidores de Radagaiso, y que se establecieron al sur del Danubio a finales del siglo IV; mientras que los ostrogodos serían el resultado de la unión de fuerzas de Teodorico II y Teodorico el Grande a fines del siglo V.[11]​ Roger Collins cree que la identidad visigótica surgió de la Guerra gótica (376-382) cuando un conjunto de tervingios, greutungos y otros contingentes «bárbaros» formaron un ejército federado al este de los Balcanes que no se integró en la sociedad romana,[12]​ y que por tanto no podían ser reconocidos únicamente como tervingios.

Wolfram indica que Vesi y Ostrogothi eran los términos que cada tribu empleaba para autodescribirse, los vesi eran los 'buenos', y los ostrogodos eran los 'godos del sol naciente'; mientras que Tervingi y Greuthungi eran identificadores geográficos con los que cada tribu describiría a la otra tribu,[13]​ lo que explicaría que estos últimos términos dejaran de usarse después del año 400, cuando los godos habían sido desplazados por las invasiones de los hunos.[3]

El término visigodo es una invención del siglo VI. Casiodoro, que era un romano al servicio del rey Teodorico el Grande, inventó el término Visigothi para hacer la correspondencia con el de Ostrogothi, así mientras él pensaba que este último término significaba godos orientales, se inventó un término para designar a los godos occidentales.[14]​ El término visigodo fue empleado en el mismo reino visigodo pues así consta en sus relaciones diplomáticas con Italia en el siglo VII.[15]

Durante el siglo III los pueblos godos greutungos y tervingios, efectuaron incursiones contra el Imperio, destacando las del 251 (contra Moesia y Tracia), la del 258-259 (contra la costa del mar Negro, Propóntide, las islas del Egeo, Éfeso, Atenas y otros puntos) y la del 269 (contra Creta, Chipre, Tesalónica y otros puntos). Entre los años 270 y 273, el emperador romano Aureliano abandonó la Dacia, región al norte del Danubio, y los tervingios emprendieron hacia el 300 la ocupación del territorio,[16]​ y entraron como mercenarios al servicio de los romanos.

Hacia el año 370 los greutungos estaban gobernados por un rey llamado Hermanarico o Ermrich, el primer rey histórico de la dinastía de los Amalos, quien hubo de enfrentarse en el 375 a los hunos dirigidos por Balamber. Hermanarico, ya anciano, fue gravemente herido en un atentado y se suicidó ante una inminente derrota, sucediéndole Vitimiro, cuyo intento de resistir a los hunos no tuvo éxito y él mismo resultó muerto, de modo que los gretungos fueron sometidos por los hunos.

Pero los tervingios al mando de Alavivo y Fritigerno, que eran unos doscientos mil, se reunieron en la orilla norte del Danubio y pidieron al Imperio, contra el que habían combatido unos años antes, que les aceptara en sus territorios y se les otorgaran tierras donde asentarse. A este grupo se le permitió asentarse en la orilla sur del Danubio y los Balcanes (Tracia y Moesia). Pero la explotación a que fueron sometidos por los funcionarios imperiales y por jefes militares romanos les creó una situación insostenible para su orgullo. Fritigerno y los grandes terratenientes visigodos presentarían quejas y el general romano Lucipino intentó asesinar a Fritigerno durante un banquete; el intento fracasó y Lucipino resultó muerto. Fritigerno y los visigodos se rebelaron (377) en Marcianópolis (Moesia Inferior), venciendo a las fuerzas imperiales en batalla de Adrianópolis (9 de agosto de 378) en cuyo combate murió el emperador Valente. Su sucesor, Teodosio, tras combatirles algún tiempo, ajustó con ellos la paz (381), pero hubo de asentarlos más firmemente en el Imperio y darles un papel importante en el ejército.

Los visigodos obtuvieron una participación destacada en las guerras civiles de 388 (contra Magno Clemente Máximo) y 394 (contra el pagano Eugenio). Cuando murió Teodosio (17 de enero de 395) el imperio de este se dividió: el Oriente quedó para su hijo Arcadio y el Occidente se asignó a su segundo hijo, Honorio, que solo tenía 11 años, por lo que Teodosio le había designado como regente al general Estilicón, jefe de su ejército. Los visigodos eran gobernados por Alarico I, al que Jordanes indicó que pertenecía al linaje de los baltos, como un medio de incrementar su prestigio.[18]​ Alarico atacó Constantinopla y asoló Grecia entre los años 395 y 398. El general Estilicón logró expulsarlos de Grecia, pero el emperador, temeroso del poder del general, designó a Alarico gobernador de Iliria, logrando con ello cinco años de paz (396 a 401).

Gala Placidia, nacida en el año 391 e hija de Teodosio estaba, desde niña, comprometida en matrimonio con un hijo de Estilicón, cuando los visigodos conducidos por Alarico penetraron el año 401 en el norte de Italia. Estilicón, fue ejecutado en las revueltas posteriores al año 406 y el compromiso de Gala quedó sin efecto. Alarico invadió Italia con su ejército, se dirigió hacia Roma e impuso como gobernante a un romano, Átalo. No pudo someter a Honorio, aunque en agosto de 410 pudo entrar en Roma y sus godos la saquearon obteniendo, también, a Gala Placidia como la parte del botín más importante. Posteriormente se dirigió al sur para ocupar Sicilia con intención de controlar África, principal centro de aprovisionamiento romano. Falleció a poco de intentar cruzar el mar y su sucesor, Ataúlfo, desestimó este intento y se volvió al norte, pero para buscar un acuerdo con Honorio, para servirle, se casó con su cautiva Gala Placidia en Narbona, el año 414.

En 401, Alarico marchó contra Roma pero fue vencido cerca de Pollentia (6 de abril de 402) y después en Verona. Probablemente Estilicón negoció con Alarico su ayuda contra otros bárbaros como Radagaiso, y se cree que le fue ofrecida la confirmación como Magister militum y gobernador de Iliria, con unos límites que entraban en contradicción con las reivindicaciones territoriales de Oriente. El partido nacionalista romano, tal vez instigado por el gobierno de Constantinopla, acusó a Estilicón de preparar la entrega del Imperio a Alarico y urdió un complot. Estalló una revuelta de tropas que obligó a Estilicón a refugiarse en una iglesia, siendo asesinado en el momento de salir (tras prometérsele que salvaría la vida si salía) por Olimpo, bajo órdenes del emperador Honorio (23 de agosto de 408). Alarico regresó a Italia y obtuvo nuevas concesiones de Honorio que se había establecido en Rávena, pero una vez que se retiraron los visigodos, Honorio no mantuvo sus promesas. Los visigodos marcharon hacia Roma y apoyaron la proclamación de un usurpador llamado Prisco Átalo (409), que era de origen jonio y probablemente arriano, el cual concedió a Alarico el título de Magister militum.

Pero Átalo no quiso o no pudo cumplir sus promesas y el rey visigodo regresó a Roma poniéndole sitio. Por primera vez en su historia desde la invasión gala, Roma cae ante un rey extranjero. Después de ser tomada por Alarico, este depuso al usurpador (24 de agosto de 410) y sus hombres saquearon la Ciudad Eterna durante tres días, tras lo cual la abandonaron, llevándose con ellos a Átalo y a Gala Placidia, hermana de Honorio. De Roma pasaron al sur, devastando Campania, Apulia y Calabria. Alarico murió en el sitio de Cosenza (410) y le sucedió su cuñado Ataúlfo. Este pactó con Honorio la salida de Italia a cambio de la concesión del gobierno de las Galias (territorios que escapaban del control de Roma, pues se habían sometido a Constantino). La caída de Roma fue un golpe muy duro para el mundo romano de esa época, porque a la Ciudad Eterna se la creía inexpugnable.

Los visigodos bajo Ataúlfo dejaron Italia (412) y a cambio de tierras por paz, fueron al centro y al sur de las Galias y posteriormente, al norte de Hispania. Las largas y complejas luchas de Ataúlfo para dominar el sur de las Galias le ocuparon varios años (411 a 414). En 414 el rey Ataúlfo, que tras una alianza con Honorio y con el Magister militum Constancio, había vuelto a actuar por su cuenta, se casó con Gala Placidia, hermana de Honorio que había sido raptada por Alarico. Constancio fue enviado a la zona y los visigodos fueron derrotados en Narbona. Constancio logró desviar a Ataúlfo hacia Hispania (lo que le permitía conservar el sur de la Galia), y los visigodos entraron en la Tarraconense en 415.

Ese mismo año Ataúlfo fue asesinado en Barcelona. Walia, su sucesor, trató de establecer a su pueblo en África, pero una tempestad dio al traste con sus intenciones. Los visigodos, faltos de víveres, proponen una alianza con el Imperio romano, en nombre del cual se encargarían de combatir a los suevos, alanos, vándalos asdingos y vándalos silingos, que ocupaban las provincias de Hispania (excepto la Tarraconense),[cita requerida] y a entregar a Gala Placidia; a cambio Honorio les enviaría suministros. Así, los visigodos acaban con los vándalos silingos de la Bética y los alanos de la Lusitania, pero Honorio cambia de planes y vuelve a instalar a los visigodos en la Galia en el 418.

En 418, en virtud de un pacto se asientan en la provincia romana de Aquitania Secunda en el sur de las Galias y logran fundar un reino con capital en Tolosa (actual Toulouse).

Intervienen como aliados del Imperio para someter a otras tribus en Hispania y en 451 participan en la derrota de los hunos en la batalla de los Campos Cataláunicos.

La cúspide del poder visigodo fue alcanzada durante el reinado de Eurico (466-484), quien completó la conquista de Hispania, salvo la Gallaecia (en poder de los suevos hasta 585, año en que la conquistó Leovigildo).

En 507, Alarico II fue derrotado en Vouillé por los francos de Clodoveo I, perdiendo todas sus posesiones al norte de los Pirineos excepto la Septimania o Galia Narbonense (de población galorromana). Esta provincia, de vital importancia para el comercio de la época, se mantuvo hasta el final en poder del Reino visigodo de Hispania. Las ciudades de Narbona y Toledo (la capital del Reino Visigodo de Hispania) constituyeron los polos de la política visigoda.

Los visigodos entraron en la península en 427 al mando de Teodorico I con el encargo de someter a otros pueblos germánicos a cambio de tierras. Arrinconaron a los suevos en Galleacia, acabaron con los alanos y obligaron a los vándalos a trasladarse a África.

Tras un período de dominación ostrogoda, Amalarico restablece la independencia del reino y establece la capital en Narbona, hasta que los francos penetran en la Narbonense y huye a Barcelona. Posteriormente Toledo (la antigua Toletum) llegaría a constituirse en la nueva capital visigoda de Hispania.

Bajo el reinado de Atanagildo los bizantinos se instalaron en el Levante, y no fueron expulsados hasta el reinado de Suintila en 625. Durante el reinado de Leovigildo se consolida el estado visigodo al que se incorpora el reino suevo. Su sucesor Recaredo se convierte al catolicismo y bajo su reinado tiene lugar el III Concilio de Toledo.

El rey Recesvinto impuso (hacia 654) la ley visigótica común a ambos súbditos godos y romanos, que hasta entonces habían vivido bajo diferentes códigos legales (ver leyes Germánicas). Los Concilios de Toledo se convirtieron en la fuerza principal del Estado visigodo, como consecuencia del debilitamiento de la monarquía

Con Leovigildo se produjo la unificación territorial de la península ibérica, permitiéndose los matrimonios con hispanorromanos. Con Recaredo se produjo la unificación religiosa. Se abandonó el arrianismo y el reino se convirtió oficialmente al catolicismo, iniciándose el distanciamiento de la Iglesia de Roma (favorable a Bizancio, en cuanto que heredera del Imperio romano). A partir de entonces, se disolvieron las diferencias etnográficas entre godos e hispanorromanos, abandonándose varias costumbres godas. Con Recesvinto, se produjo la unidad legislativa bajo un único Código de Derecho, el Liber Iudiciorum.

A finales del siglo VII, las luchas internas por el poder entre dos grandes ramas de la nobleza y el clero son continuas. Además, la crisis social y económica, llevaron al reino visigodo a una situación límite de control. El rey Wamba, sucesor de Recesvinto, combatía a los vascones en el norte de la Península cuando surgió una nueva rebelión en la Septimania y aunque consiguió apaciguarla, fue depuesto en extrañas circunstancias. Las contiendas se generalizaron durante los reinados de Égica y Witiza. Cuando el último rey, Rodrigo, alcanzó el trono, sus rivales se avocaron[aclaración requerida] al líder musulmán norteafricano Táriq Ibn Ziyad, quien, con su victoria (711) en la batalla de Guadalete, cerca de Medina Sidonia, inicia la conquista musulmana de la península ibérica. Entre los año 716 y 725, los musulmanes conquistan la Septimania, última provincia visigoda, poniendo fin al reino visigodo e inaugurando el período islámico en la historia de España y Portugal.



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