Yepes es un municipio y localidad española de la provincia de Toledo, en la comunidad autónoma de Castilla-La Mancha. Pertenece a la comarca de Mesa de Ocaña y cuenta con una población de 5302 habitantes (INE 2021).
Situado en el extremo occidental de la comarca de La Mesa de Ocaña, en una extensa y elevada llanura caliza, al noreste de la provincia de Toledo. Limita al norte con Ciruelos y Ocaña (Toledo), y Aranjuez (Madrid). Al sur con Villasequilla y Huerta de Valdecarábanos (Toledo). Al este con Ocaña y al oeste con Almonacid (Toledo) y Aranjuez.
El término municipal abarca 19 km de este a oeste y 10 km de norte a sur, resultando una extensión de 85 km².
Yepes está situado en una inmensa llanura que se pierde en el horizonte interrumpida solo por aislados oteros, suaves lomas, que se prolongan por la casi totalidad del término y, allí donde la Mesa de Ocaña termina dando vista al río Algodor y valle del Tajo, el páramo se interrumpe y el desnivel se convierte y confunde entre altozanos que resisten la intemperie, veguillas y barrancos formados por la erosión de los torrentes. Hay que recordar que Castilla-La Mancha tiene tres unidades geológicas bien definidas:
Dentro de estas unidades estructurales, Yepes, pertenece por su situación y características a la unidad neógena y, en una pequeña franja al sur —que es la zona del arroyo Melgar— destacan los sedimentos cuaternarios con suelos típicamente indiferenciados.
El relieve se ve interrumpido por algún cerro individual, que desciende suavemente de este (860 m) a oeste (570 m) sobre la plataforma estructural de la Mesa de Ocaña, situada entre amplias llanuras de La Mancha y valle del Tajo, con un páramo coronado por calizas lacustres de Mioceno Superior, una delgada capa superficial de arcilla con cantos y margas grises con yesos del vindovoniense en las laderas.
En la zona hay canteras compuestas de 13 m de caliza, y zonas diferenciadas con hasta 20 m de profundidad en donde hay margas y yeso.
Es la típica del clima mesomediterráneo, con sus características de escasez e irregularidad en las precipitaciones, que dan lugar a pequeños arroyos de poca relevancia que vierten sus aguas a la cuenca del Tajo. Los arroyos Melgar y Veguilla actualmente solo llevan agua cuando hay abundantes precipitaciones.
La zona de Yepes se puede incluir dentro del piso bioclimático llamado mesomediterráneo que se caracteriza por tener una temperatura media anual entre 17 °C y 13 °C. Las temperaturas medias mínimas del mes más frío entre 5 °C y –1 °C, temperaturas medias máximas del mes más frío entre 13 °C y –8 °C. Los meses extremos con heladas son diciembre y enero. Los veranos son muy calurosos y secos, con medias mensuales de 26 °C en julio y agosto.
Según la clasificación de Köppen se trata de un clima templado mediterráneo de veranos cálidos e inviernos suaves.[cita requerida]
Las precipitaciones proceden habitualmente de borrascas del océano Atlántico, muy atenuadas debido a las cadenas montañosas que bordean la meseta y al anticiclón de las Azores, por lo que es una de las zonas más secas de la península.
Según el mapa de isoyetas, Yepes estaría emplazado en la zona manchega, y atendiendo al "Ombroclima" de Rivas Martínez pertenece al tipo seco con precipitaciones de 350 mm a 600 mm predominando a finales de otoño y en primavera; a mediados de invierno son poco frecuentes y rara vez en forma de nieve. Hay heladas en invierno e incluso a finales de otoño-principios de primavera, debido a un fenómeno de inversión térmica, ligado a situaciones anticiclónicas invernales. Son numerosos también los bancos de niebla durante el invierno.
La vegetación de este territorio está condicionada por una serie de factores; unos de índole natural, como son el clima seco, suelo y relieve de yeso y caliza, y otros de tipo humano-cultural, desfavorecido por la acción antropozógena. Esta zona pertenece a la provincia botánica denominada luso-extremadurense.
En la vegetación potencial, correspondiente al piso mesomediterráneo, dominan formaciones esclerófilas boscosas, bosques caducifolios, y los sabinares típicos de los páramos.
Catalogada como conjunto histórico-artístico,[cita requerida] la Muy leal villa de Yepes tiene la primera presencia humana documentada en un poblado celtibérico fundado hacia el 600 a. C.
La antigua Hippo o Hippona de los carpetanos, en época romana, donde los celtíberos derrotaron a las tropas de los romanos Quintio y Calpurnio,[cita requerida] toma su nombre actual bajo la dominación musulmana de la península, cuando los cristianos que vivían bajo territorio musulmán la llamaron Hepes, que daría Hiepes, Iepes, Yepes. Este Hepes es un topónimo mozárabe.
En el reinado de Alfonso VII se cede en 1145 a «San Nicolás Yepes y su castillo» el título de concejo. En 1212 se cita apareciendo como una pequeña aldea. En 1213, Alfonso VIII da al arzobispo Rodrigo Jiménez de Rada el mortuorio de las aldeas de Hepes y Fontes y, en 1223, da fuero de población a Yepes. Aparece con frecuencia nombrado en documentos mozárabes del siglo XIII. En 1215 se parten los términos de Iepes y Ocaña. El documento es importante, porque se concede la zona montañosa o desértica, llamada Xara, a Yepes frente a las pretensiones de Ocaña que no pudieron demostrar documentalmente sus derechos.
Yepes fue siempre, por privilegio real, gobernada por el Estado Llano, y en su concejo los hidalgos no tuvieron parte, constituyendo esto una excepción. En 1517, Fernando Colón habla de este pueblo en su Cosmografía. Con licencia del papa Gregorio XIII, Felipe II vende en 1576 la villa de Yepes a su ayuntamiento.
Debido a su pujanza socioeconómica durante los siglos XVI y XVII hará que reciba el apelativo de Toledillo. De Yepes dependían varias aldeas, algunas de ellas desaparecidas en la actualidad: Villasequilla, Cabañas de Yepes, Pela, Cabeza, Cinco Yugos y Fontes.
Entre sus muros se falsificó la bula papal que permitió el matrimonio entre los Reyes Católicos;[cita requerida] y son naturales de la villa o están vinculados a ella importantes figuras de las artes y la literatura: Juan de Yepes Álvarez, más conocido como san Juan de la Cruz, Fray Diego de Yepes (confesor de Felipe II, Felipe III y santa Teresa de Jesús), Luis Tristán (discípulo del Greco), o Calderón de la Barca, a quien esta villa encargó en 1637 el auto sacramental El mágico prodigioso, para representar la obra el día del Corpus Christi.
En torno a 1380 el sacerdote Mosén Tomás regía la pequeña localidad de Cimballa, dentro del obispado de Tarazona en el Reino de Aragón. Celebrando este misa y hecha la consagración del pan y del vino, dudó si realmente Cristo estaba presente en la hostia bendecida; al punto comenzó a brotar sangre de ella, manchando la blancura del corporal y quedando intacta la forma.
Llegado el hecho a oídos del rey de Aragón Martín I el Humano pidió que le fuese entregado este Santo Misterio para venerarlo en la capilla del Palacio de la Aljafería y librarlo del peligro que corría por las continuas guerras entre Aragón y Castilla. El rey, con anterioridad a su muerte acaecida el 31 de mayo de 1410, hizo donación del Santo Corporal al Monasterio de Nuestra Señora la Real de Piedra de la Orden del Císter, no lejos de Cimballa, para su veneración y custodia.
En el año 1600 era obispo de Tarazona fray Diego de Yepes, jerónimo, natural de Yepes. Con ocasión de una visita pastoral el 13 de octubre de 1600 al mencionado monasterio de Piedra, le fue presentado el Santo Misterio y solicitó y obtuvo del padre prior un trocito del Santo Corporal que se llevó consigo a su palacio de Tarazona, haciendo también donación del mismo a su pueblo natal, Yepes, el 29 de julio de 1601 y llegando a la villa el 5 de junio del año siguiente.
Desaparecida la Santa Reliquia de la Sangre de Cristo durante la guerra civil española (1936-1939), el entonces obispo de Tarazona concedió a la villa de Yepes un nuevo trocito del Santo Misterio de Cimballa, que haría su entrada solemne en la villa el 26 de junio de 1940, celebrándose solemnes cultos oficiados por el obispo auxiliar Modrego, de la diócesis de Toledo, juntamente con el párroco José Rivadeneira.
Población de derecho (1842-1991, excepto 1857 y 1860 que es población de hecho) o población residente (2001-2011) según los Censos de Población desde 1842. Población según el padrón municipal de 2020 del INE.
Cerca de Yepes (a unos 11 km) transcurren la autovía A-4, la autopista R-4 y la carretera nacional N-400. Por la misma villa discurren la CM-4005 (a Mora y Madrid), CM-4014 (a Ocaña), CM-4004 (a la comarca de La Sagra y Toledo). Está previsto que la autovía A-40 (Ávila-Toledo-Cuenca-Teruel) pase por los aledaños del municipio cuando continúe su construcción.
Dista de Madrid 63 km, de Toledo 39 km, de Aranjuez 14 km, de Ocaña 11 km y de Huerta de Valdecarábanos 5 km.
Está basada en el sector secundario referente a la construcción e industria manufacturada, en la que destaca una fábrica de cemento, canteras de yeso y caliza, y elaboración de anisados y licores. El sector primario, se centra en la agricultura (vid, olivo y cereal) desarrollada a través de bodegas y almazaras. En el sector terciario se cuenta con comercios que realizan distintas actividades y servicios.
El polígono industrial yepesino se llama «El Lomo de Toledo».
En el siglo XVIII, una Real Orden de Carlos III concedía a la villa de Yepes poder ostentar en todos sus documentos su escudo, el cual contiene una custodia sostenida en las garras de un león rampante sobre campo rojo, adornado por su corona acompañado por el laurel y la palma. La "Recopilación" de Diego Urbina —regidor de Madrid, y rey de armas— asienta en que el oro representa, de las virtudes, la justicia, benignidad, y clemencia, y, de las calidades mundanas, la nobleza, caballería, generosidad, soberanía, pureza y "gravedad".
Hay divergencias sobre los elementos que componen el escudo de la villa de Yepes, en el que se inspiran las familias que llevan ese mismo nombre:
En sus orígenes fue una plaza gótica de planta triangular, formada por la Colegiata de San Benito y el Palacio Arzobispal en sus lados, y edificio administrativo en la base. En el siglo XVI servía como lugar de espectáculos. Su planta rectangular actual resulta de la reforma del Palacio Arzobispal en el siglo XVIII.
Fue trazada por Alonso de Covarrubias (maestro de obras de la catedral de Toledo) entre 1534 y 1570, es un edificio de piedra blanca del gótico final y principios del Renacimiento que consta de tres naves, más dos series de capillas laterales a los pies de una esbelta torre en tres cuerpos de setenta metros de altura. Está decorada con pilastras dóricas, elementos renacentistas y el escudo del cardenal Tavera.
Cuenta además con dos pórticos: el de la Asunción y el dedicado al patrón de la villa, san Benito Abad, con un relieve del castigo de santa Bárbara. En el interior produce una gran impresión la altitud y elevación notable de sus columnas y bóvedas de crucería. Las capillas laterales están cerradas por verjas platerescas, que constituyen junto con las de la catedral de Toledo el conjunto de rejería más importante de la provincia, elaborado buena parte de este conjunto en Yepes. Un buen ejemplo de este conjunto lo constituye la reja de la capilla privada de Alonso González de Luna, linde de la del Canónigo Gines de Soto, que se concierta el 13 de febrero de 1613 por Sebastián Collado y Fuenleal de Luna y el rejero Francisco Gaitán, ambos vecinos de Yepes. En este caso la hechura de la forja debía ser cuadrada y torsa del mismo grueso que la de la capilla de san Lucas, pagándose al rejero sesenta maravedíes por cada libra de peso más la hechura a tasación.
El 9 de febrero de 1613, el cura Pedro de Casarrubios, su mayordomo Antonio del Águila y el diputado Antonio de Chaves, redactan el contrato para dotar y estofar el retablo del altar mayor con el parecer de Juan Bautista Monegro, por entonces maestro mayor de obras de la catedral de Toledo. Se acuerda encargar la obra a Gaspar de Cerezo (dorador) y a Juan de Portillo, bajo la supervisión del escultor Pedro de León, que había ejecutado la obra de talla hacía catorce años. El precio que se acordó ascendía a mil ducados. El retablo mayor presenta el mejor trabajo de Luis Tristán, discípulo aventajado del Greco, con lienzos fechados y firmados en 1616,y formado por seis escenas de la vida de Jesús y ocho medias figuras de santos. En la guerra civil española se destruyeron las esculturas de santos del retablo, que se perdieron, pero los lienzos desgarrados pudieron repararse en el Museo del Prado, y se devolvieron en 1942. En este museo pueden contemplarse de esta obra Santa Mónica y Santa Magdalena, que quedaron allí como pago.
Destaca, además, la capilla del siglo XVIII, barroca, dedicada al Santísimo Cristo de la Vera Cruz.
Es de interés el pequeño museo de orfebrería de los siglos XV al XIX, la custodia con el escudo municipal, lienzos de Luis Carvajal y talla barroca de San Francisco de Asís procedente de uno de los conventos existentes en la villa hoy desaparecido.
Se conservan restos de los dos recintos amurallados que tuvo la villa en época medieval. El primero cerraba la alquería judía que más tarde se extenderá y formará el actual casco antiguo de la villa, en el que convivían judíos, cristianos y musulmanes. De este primer recinto podemos apreciar tres torreones medievales, de base: uno semicircular, y cuadrada los otros dos, uno de ellos coronado con una cúpula de media esfera.
Ya en el siglo XIV se crea la estructura urbana definitiva y se levanta el segundo recinto amurallado que estaba compuesto de cinco puertas, ordenadas a continuación por orden de construcción: puerta de Ocaña, con una hornacina de madera con una talla de San Cristóbal; puerta de Madrid, que porta un cuadro de San Miguel y es el punto más alto del recinto; puerta de Toledo, situada al lado del convento de San José y San Ildefonso y que tiene un altar a la Virgen del Carmen; Puerta Nueva, conocida como «de la lechuguina» porque mira hacia las huertas del valle; y la Puerta del Hondón, la única desaparecida en la actualidad, miraba hacia el valle y a finales del siglo XIX existen testimonios de que todavía seguía en pie.
Puerta de Ocaña y monumento a la Constitución
Puerta de Madrid
Puerta de Toledo
Puerta Nueva
Edificio situado en la Plaza Mayor, fue el antiguo palacio de Alfonso Carrillo de Acuña (arzobispo de Toledo), en él fue donde este arzobispo falsificó la bula papal que permitió el matrimonio entre los Reyes Católicos: Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón.[cita requerida] En el siglo XVIII se reformó para crear 19 viviendas para vecinos de las cuevas y un matadero, trazando un edificio con amplios balcones y áticos abuhardillados que son soportados por arcos neoclásicos, para lo que se contrató a Juan de Villanueva.
La villa encerraba entre sus calles cuatro conventos y un monasterio:
Del siglo XVII y estilo barroco, diseñado por el importante arquitecto fray Alberto de la Madre de Dios. Presenta una iglesia que contiene lienzos y tesoros de gran valor artístico (único conservado íntegro). El 24 de septiembre de 1603 se firman las capitulaciones de su fundación, llevada a cabo por Catalina del Castillo (noble de la villa). Tiene como reliquia una de las cabezas de las once mil vírgenes.
Fundado por Martín Díaz y su mujer Catalina García, en el cual sus hijas hicieron vida retirada, tras la aprobación del Cardenal Fonseca, el cual delegó en Simón Rodríguez que visitara las casas para comprobar que reunían las condiciones de monasterio de clausura. Las monjas sobrevivían con las donaciones, dotes y herencias. La primera abadesa fue María de la Madre de Dios.
En 1580 se firman las capitulaciones de fundación, redactadas por Alonso Arnalte Mendoza y Petronila de Chaves. Su iglesia era reducida y sus celdas pobres, alojando a 6 frailes. Ambos conservan parte de su emplazamiento y estructura pero han pasado a ser propiedad privada tras las desamortizaciones del siglo XIX.
También se le llama de San Gil poseedor, situado en el valle, se fundó el 4 de abril de 1579 y alojaba 14 religiosos y un donado. El monasterio en la actualidad ha desaparecido totalmente, su emplazamiento es de propiedad privada. Solo se puede apreciar pequeños restos de sus muros y acequias.
Se conservan dos ermitas:
Del siglo XVII, con esbelta espadaña que mira a la antigua calle Real, tiene planta rectangular y dos alturas, la primera de sillares y la segunda de mampostería.
Del siglo XVII, incluida en el recinto del cementerio. De mampostería y sillar en esquina, consta de planta rectangular de tres naves de igual anchura separadas por 10 columnas dóricas de piedra sobre alto plinto con una cabecera plana decorada con un arco triunfal de medio punto, tras el cual se abre la capilla mayor y dos pequeñas estancias, una al lado de la Epístola y otra al lado del Evangelio. El acceso se realiza por el hastial de los pies, recibiendo la luz a través de un pequeño vano en el muro de la nave de la Epístola. Se añadieron dos estancias más en el lado del Evangelio al cercarse el recinto circundante como cementerio. El presbiterio de la ermita es posible que estuviera presidido por un lienzo de Luis Tristán conservado hoy en el convento de san José y san Ildefonso que muestra el martirio de san Sebastián.
En el XVIII se contaba con tres:
Del siglo XVI, albergaba religiosos que se habían retirado de sus respectivos lugares de culto por razones de enfermedad o vejez. Tiene un patio porticado rodeado por las estancias de alojamiento, además de una iglesia.
Fundado en 1600 por María de Robles Parra, noble de la villa, mandó construir este hospital al maestro Diego Jiménez, para pobres y enfermos viandantes sin enfermedades contagiosas. Dichas estancias hoy son casas solariegas de propiedad privada, del siglo XIX. En la actualidad solo puede visitarse la ermita, en la que destaca la reja del presbítero con el escudo de los fundadores, heráldica que capea en las pechinas de la cúpula de la ermita, decoradas en 1615 por el pintor Alonso Florín. Diego Baltasar de Leiba, también pintor, decoró el friso de la iglesia y la capilla mayor con una inscripción que recorre todo el perímetro de las mismas. Asimismo pinta la reja de la capilla alta y adereza el nicho avenerado que se sitúa en la parte superior del paramento externo de la puerta oeste de acceso al templo. En él residía la orden tercera, que tenía sagrario y cuatro capellanes. Actualmente alberga el Museo de la Concepción, un museo eucarístico municipal y parroquial.
Situado a la salida de la Puerta de Toledo, estaba disponible a toda clase de necesitados. El terreno donde se hallaba hoy forma parte de casas particulares.
Conocido popularmente como picota es del siglo XV, de estilo gótico y está adornado con perlas isabelinas. La Inquisición lo utilizaba como instrumento de castigo, exponiendo a los condenados subidos y atados en el último peldaño para avergonzarlos ante el pueblo. Su emplazamiento actual no es el original debido a apropiaciones de terrenos.
Se encuentran en el nacimiento del valle, concretamente en el parque de la Alquitara, varias fuentes medievales que se han utilizado como lavaderos hasta el siglo XX: la fuente de Arriba, la fuente de los Tres Caños, la fuente de los Muertos, la fuente La Mina y la fuente Un Caño.
A lo largo de las calles del centro histórico de Yepes pueden verse casas solariegas de familias nobles que lucen sus portadas blasonadas, rejas decoradas, amplios balcones y ventanas, rematando los edificios con buhardillas. Estas casas entre las que destaca el estilo herreriano del siglo XVII, muestran la influencia del Siglo de Oro en la villa.
Además de esto también se pueden encontrar otros tesoros histórico-artísticos de menor envergadura pero no menor importancia, como son la Cruz Verde, la talla del Cristo de la Luz o la antigua sinagoga del barrio judío, entre otros.
La gastronomía yepera es heredera de una tradición secular vinculada a los productos de la tierra y a las culturas que han pasado por ella, como las puches, patatas camperas con conejo o liebre, callos a la yepera, migas de gañán, vaca a la caldereta.
Los dulces de Yepes son herederos de la gastronomía hispanomusulmana basada en ingredientes como almendras, miel, azúcar y harina, elaborándose con ellos melindres, turcos (ambos comidos tradicionalmente por Navidad), hornazo dulce (comido el Domingo de Resurrección por la tarde), bollos de aceite y arrope (hecho con el mosto de la uva en época de vendimia), la sopa de almendra, postre típico de Navidad hecho con una pasta de mazapán, buñuelos de viento (comidos en el día de Todos los Santos). También destacan el licor llamado limoncillo y los vinos, que crean el refrán popular «el que vino a Yepes y no bebió vino, a ¿qué vino?»; y a los que Góngora dedicó estos versos:[cita requerida]
La uva predominante era la malvar, esta era más pequeña y dulce, de ahí el sabor tan especial del vino, luego se plantó uva blanca americana, menos dulce, pero de más producción.
Danzas: jotas, seguidillas y fandangos castellanos, son los bailes y canciones tradicionales, entre ellas:
Yepes ha sido escenario de grabaciones cinematográficas, entre las que destacan:
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