El Arma Submarina, también llamada Flotilla de Submarinos (FLOSUB), es el componente submarino de la Armada Española desde 1915. Su misión es la protección submarina de la flota, mediante la eliminación de las amenazas de superficie y submarinas que puedan impedir la libre actuación de la Armada. También, tiene como misión la recolección de inteligencia, misiones de reconocimiento e información en zonas avanzadas para apoyo a una fuerza naval y misiones de infiltración en la costa de comandos de operaciones especiales.
La historia del arma submarina se remonta hasta la Ley del 7 de enero de 1908, cuando por primera vez eran mencionados los submarinos:
Sin embargo, estos tres submarinos no se construyeron, sino que se optó por los destructores.
En 1912, el presidente del gobierno, José Canalejas, recabó el concurso de la Armada y estableció un anteproyecto naval compuesto por:
Este programa no pudo ser propuesto debido a que el presidente Canalejas fue asesinado el 12 de noviembre de 1912 y su proyecto quedó olvidado. Posteriormente, hubo diversos proyectos propuestos por el ministro de Marina, Amalio Gimeo o el almirante Augusto Miranda y Godoy, pero ninguno se finalizó debido a la inestabilidad política interna del país.
Finalmente, no fue hasta el 17 de febrero de 1915, cuando el Arma Submarina se puso en marcha con la firma del rey Alfonso XIII en la llamada «Ley Miranda», que preveía la construcción de hasta 28 sumergibles.
En 1921, el Arma Submarina participó en la guerra del Rif, evacuando a personal civil así como transportando provisiones al ejército, lo que provocó las primeras bajas en la flotilla. En esta época estaban en servicio los submarinos clase A, o Laurentini, y clase B.
Por la Ley del 22 de febrero de 1922, se inicia la nueva serie de submarinos construidos en Cartagena, conocidos como la clase C, que supusieron un notable avance con respecto a las otras clases, pues estos se hicieron más grandes y resistentes para subsanar los defectos de los anteriores.
La lectura de un relato fúnebre, el de la pérdida del submarino italiano F-14 en aguas del Adriático, recuperado con extrema diligencia, pero con la dotación ya fallecida, dio motivo al capitán de corbeta Arturo Génova Torruella a pensar, por primera vez, en diseñar un procedimiento original para salvar la tripulación de un submarino accidentado en iguales o parecidas circunstancias que el desgraciado F-14. Así nació el «ascensor submarino», más conocido en nuestra flotilla como la «boya Génova» en honor a su inventor. Consistía, como su propio nombre indica, en una boya metálica resistente hasta los 140 metros de profundidad que podía, con un hombre a bordo, subir hasta la superficie y, una vez evacuado el náufrago, volver hasta su alojamiento en el submarino para recoger el próximo tripulante.
Ya en época republicana, se planteó un nuevo Plan Naval, que preveía la construcción de cinco nuevos submarinos de 1000 tonaledas (dos de ellos minadores). La construcción de estos fue muy lenta, y con el estallido de la guerra civil, ninguno de los submarinos estaba listo.
El Arma Submarina no tuvo relativa notoriedad en el periodo del franquismo, el cual fue renovando la flotilla pero sin ningún objetivo claro.
En la actualidad, los submarinos en servicio son dos de la clase Galerna, de los cuatro que fueron construidos para España. El Siroco S-72 fue dado de baja en 2012 debido a su antigüedad y la falta de presupuesto para su renovación y el Mistral S-73 fue dado de baja en 2020 debido al alto coste que supondría realizar otra gran carena. Se espera que a partir de 2022 entre en servicio el primero de los submarinos de la clase S-80 Plus. Asimismo, a principios de agosto de 2020 el Ministerio de Hacienda autorizó la construcción de un buque de apoyo submarino de la familia BAM.
La organización del Arma Submarina es la siguiente:
El futuro del Arma Submarina se centra en la nueva clase de submarinos de construcción nacional, los S-80 Plus.
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