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Ataque a Corrientes (1811)



El Bombardeo de Corrientes (o Ataque a Corrientes) fue una acción militar ocurrida en julio de 1811, cuando una flotilla proveniente del apostadero naval de Montevideo que obedecía al Virrey del Río de la Plata Francisco Javier de Elío, con sede en Montevideo, remontó el río Paraná y se presentó frente a la ciudad de Corrientes. Esa ciudad estaba incorporada a la Junta de Gobierno de Buenos Aires pero pidió ayuda militar a la nueva junta de gobierno del Paraguay presidido por Fulgencio Yegros.[1]

Al instaurarse la Junta Provisional Gubernativa en mayo de 1810, los barcos que formaban parte del Apostadero Naval del Río de la Plata quedaron bajo control del gobierno de Montevideo, lo que les permitió navegar por los ríos De la Plata, Paraná y Uruguay. Para contrarrestar esa situación la junta de Buenos Aires creó una escuadrilla de 3 barcos al mando de Juan Bautista Azopardo y la envió a auxiliar a Belgrano en el Paraguay. Esa escuadrilla fue derrotada frente a San Nicolás el 2 de marzo de 1811, permitiendo al virrey Elío decretar el corso fluvial el 23 de marzo de 1811. Estas fuerzas realizaron saqueos y depredaciones en las costas y pueblos ribereños, chocando en diversos combates con milicias locales.

El 7 de abril de 1811 una escuadrilla de siete buques de la Intendencia del Paraguay, al mando del catalán Jaime Ferrer, ancló frente a Corrientes con la intención declarada de liberar las embarcaciones paraguayas detenidas por orden de la junta de Buenos Aires, pero con el objetivo principal de proteger el arribo de tres buques con armas enviados por el virrey Elío al mando de Sebastián Rivera y ocupar Corrientes.[2]

Aunque el teniente de gobernador Elías Galván cedió al requerimiento de Ferrer, este no se retiró pues debía esperar los barcos que venían de Montevideo. En los siguientes días además del único barco paraguayo detenido y para evitar sorpresas exigió algunas naves correntinas. El 17 de abril cuando llegaron los tres barcos más otros tres capturados en el camino, Ferrer exigió a Galván, en el término de dos horas, que se declare aliado de la Provincia del Paraguay y reconociera al Consejo de Regencia y al virrey Elío.[3]​ Ferrer tenía ya diez buques mayores armados y otros menores, cuatro mercantes y 300 hombres de armas.[4]​ Galván se retiró y no paró hasta la Bajada y por orden de Belgrano dejó en Corrientes al regidor del cabildo local Ángel Fernández Blanco para que se entendiera con los paraguayos. El 19 de abril de 1811 el cabildo de Corrientes aceptó el ultimátum y Ferrer ocupó la ciudad con la ayuda de los europeos residentes. Días después Ferrer se retiró aguas arriba dejando una guarnición a cargo de Blas José de Rojas quien asumió como Teniente de gobernador y Capitán general el 28 de abril.

El 14 y 15 de mayo de 1811 se produjo en Asunción un alzamiento militar que impuso a Bernardo de Velasco dos consocios para que gobernaran con él. Al conocerse este hecho, Rojas, que era uno los principales conspiradores y que venía trabajando con Fernández Blanco, apresó a unos 100 españoles en la ciudad y se apoderó de 13 barcos. El 30 de mayo, el nuevo gobierno de Asunción, en una clara manifestación de lo que sería su política ante la junta de Buenos Aires, ordenó la evacuación de Corrientes y la restauración de las autoridades, por lo que el 6 de junio Rojas entregó el mando a Fernández Blanco. El teniente de gobernador Elías Galván retornó a la ciudad y reasumió sus funciones el 16 de junio.[5]

Una flotilla de 5 buques de guerra al mando del teniente de fragata Manuel de Clemente y Miró partió de Montevideo y remontó el Plata y el Paraná con la misión de mantener libre la navegación hacia el Paraguay. La flotilla estaba compuesta por la nave capitana El Paraná de 18 cañones, nuevo nombre del bergantín 25 de Mayo, capturado el 2 de marzo de 1811 en el combate de San Nicolás, al que se sumaba una zumaca de 4 cañones, una balandra con 2 cañones, una goletilla con 2 cañones, y un lanchón. El 10 de julio, la flotilla amenazó desembarcar en Rosario para proveerse de víveres, por lo que su población se retiró tierra adentro con el ganado vacuno y otros alimentos para que no cayeran en poder enemigo. Los milicianos locales capturaron a algunos marinos que desembarcaron en la costa.[6]

Cuando los barcos pasaron por Santa Fe se avisó al teniente gobernador de Corrientes, quien solicitó ayuda militar al Paraguay. El 15 de julio el presidente de la junta superior gubernativa, Fulgencio Yegros, ordenó a su primo Blas José de Rojas (Roxas), comandante de la villa del Pilar de Ñeembucú, que asistiera con ayuda en previsión del ataque de esos barcos no solo a Corrientes sino también a Asunción. Rojas partió el 16 de julio en una balandra armada con un cañón, dos piezas de artillería de a 4 (81,1 mm) tres piezas volantes y 12 soldados. El 18 de julio envió una comunicación a Yegros desde Corrientes:

Galván improvisó una batería en las puntas de Casillita y San Sebastián (Ñaró) con dos cañones volantes de a 4 devueltos por los paraguayos y con los transportados por Rojas.[7]​La defensa de la ciudad contaba con 80 pardos artilleros y dos compañías de infantería organizadas de entre los ciudadanos.

El 19 de julio de 1811 los cinco barcos fueron avistados frente a la ciudad de Corrientes, en donde Clemente se enteró de que la ciudad dependía de la junta de Buenos Aires, por lo que los barcos en línea de combate afianzaron su bandera con tres cañonazos. La acción generó preocupación en la población, que temió un saqueo. Al día siguiente el teniente de gobernador Elías Galván envió una nota a Clemente preguntando el motivo de su actitud, la que fue contestada en términos de exigencia de provisión de carne y víveres para auxiliar a la flotilla y el reconocimiento al Consejo de Regencia de Cádiz.

Al mismo tiempo Rojas envió otra comunicación a Yegros para informarle sobre el arribo de la flota:

Galván se negó a aceptar las exigencias de Clemente pero el Cabildo negoció la entrega de víveres, los que fueron suministrados a condición de que se retirara. Sin embargo, el 21 de julio, Clemente intentó desembarcar enviando un lanchón con hombres armados. El intento fue repelido con fuego de mosquetes, quedando 27 soldados prisioneros. El día 20 el bergantín El Paraná apresó la balandra San Joseph y Ánimas de propiedad del capitán de milicias urbanas del Paraguay Manuel Doldán, que había partido de Asunción el 10 de julio.[8]

El 23 de julio Clemente comunicó al cabildo que desde hacía 12 horas esperaba un parlamentario y como esa corporación respondió vagamente ordenó el cañoneo de la ciudad, que duró una hora y tres cuartos arrojando 120 proyectiles y produciendo poca destrucción en las edificaciones, pero sí algunos daños en los barcos amarrados en el puerto, que debieron retirarse.[9]​ El 23 de julio, Galván volvió a dirigir un mensaje a Clemente y Miró:

El 23 de julio, Rojas, en otra comunicación a Yegros detalló la composición de la fuerza enemiga:

Poco después el bombardeo cesó y el 27 de julio Clemente abandonó Corrientes dirigiéndose Paraná abajo. Cuando Clemente arribó a Goya se le sumaron otros barcos comandados por el alférez de navío José Aldana que ya se encontraba allí y que iba en su ayuda. Estos intimaron a las autoridades de Goya a que lo proveyeran de carne bajo amenaza de incendiar el pueblo. La oportuna llegada del comandante de campaña José Ignacio Aguirre salvó al pueblo por lo que la flota continuó su retirada río abajo.[10]

Al día siguiente, Galván envió un oficio a Fulgencio Yegros, dando parte de los hechos y agradeciendo el apoyo militar prestado por el gobierno y la provincia del Paraguay:[11]

El 7 de agosto Galván emitió un bando para felicitar al pueblo correntino por su conducta y para invitar a quienes habían abandonado la ciudad a retornar a ella.[12]




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