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Calcedonianismo



El cristianismo calcedonio es un término utilizado para describir iglesias y teólogos que aceptan la definición cristológica dada por el Concilio de Calcedonia en 451 sobre cómo las naturalezas divina y humana se relacionan en la persona de Jesucristo. Mientras que la mayoría de las iglesias cristianas modernas son calcedonianas, entre los siglos V y VIII, este predominio no era en absoluto cierto. Se denomina también de calcedonianismo.

Las disputas dogmáticas que surgieron durante el concilio llevaron al cisma calcedonio y, algún tiempo después, a la formación del grupo de Iglesias ortodoxas orientales conocido como Ortodoxia Oriental. Las iglesias calcedonianas fueron las que permanecieron unidas con las iglesias de Roma y Constantinopla. Los otros tres en ser declarados patriarcados, los de Alejandría, Antioquía y Jerusalén fueron divididos.[1]

La mayoría de los cristianos armenios, sirios, egipcios y etíopes rechazaron la definición de Calcedonia y son actualmente conocidos como ortodoxos orientales. Pero algunos cristianos armenios, especialmente los que vivían en Capadocia y Trebisonda, en territorio bizantino, aceptaron el calcedoniaismo y entraron en la disputa contra la Iglesia apostólica armenia.[1]​ Las Iglesias católicas orientales de tradición copta y siria también son calcedonianas.

Los calcedonianos enseñan que la hipóstasis del Logos subsiste perfectamente en las dos naturalezas (physis) de Jesús, la humana y la divina.
Los no calcedonianos defienden otra doctrina llamada miafisismo, muchas veces confundido con el monofisismo entre los cristianos: que en la persona de Jesús, los aspectos divino y humano están unidos en una naturaleza, unidas sin separación, sin confusión y sin alteración. Esta diferencia mínima llevó a los miembros de las dos iglesias a condenarse entre sí: los calcedonianos acusando a los no calcedonianos de monofisitas eutiquianos y éstos devolviendo la acusación de que los calcedonianos serían nestorianos.[2]​ Los Eutiques era archimandritas de Constantinopla que enseñaba que la naturaleza humana de Jesús había sido completamente absorbida por la divina, una defensa extremada contra las enseñanzas de Nestorio que, en el afán de contener el uso de la palabra Theotokos ("Madre de Dios"), propuso como alternativa Cristotokos ("Madre de Cristo"), dando a entender erróneamente que la naturaleza divina "habitaba" un cuerpo humano.[3]

Al aceptar las creencias trinitarias intrínsecas al concepto de la unión hipostática, los obispos presentes en el Concilio de Calcedonia también rechazaron las creencias de los arrianos, modalistas y ebionitas como heréticas, aunque todas ellas ya habían sido rechazadas antes en el Primer Concilio de Nicea en 325 y nuevamente en el Primer Concilio de Constantinopla en 381. Los arrianos creían que el Hijo era menor que el Padre, los modalistas veían a las personas de la Trinidad como "modos" de una única divinidad unipersonal y mientras que los ebionitas afirmaban que Jesús era un humano escogido por Dios y no el propio Dios.[cita requerida]

Estos también rechazaron las visiones cristológicas de los nestorianos, eutamianos y monofisitas, estos últimos condenados en el Primer Concilio de Éfeso en 431. Los intérpretes posteriores del concilio sostienen que el cristianismo calcedoniano también rechaza el monotelismo y el monoenergismo, intentos de reconciliación del monofisismo con el calcedoniaismo: el primero decía que Jesús tendría una sola "voluntad" y el segundo, una sola "energía" - ambas condenadas en el Tercer Concilio de Constantinopla en 680.[cita requerida]

Los que no aceptaron la cristología calcedoniana actualmente son denominados ortodoxos orientales, aunque históricamente, eran conocidas como Iglesias no calcedonianas, pre-calcedonianas, anticalcedonianas, monofisitas, antiguas orientales o orientales menores.[4]

También las Iglesias ortodoxas que aceptan la doctrina del concilio son llamadas en inglés y alemán, empleando una palabra distinta pero sinónimo de orientales,[5]​ pero en lenguas que no disponen de este par de sinónimos se les llama bizantinas[6]​ o de " Calcedonia.[7]​ Estas lenguas ahora normalmente reservan el adjetivo "oriental" para las Iglesias que no aceptan el concilio.[4]



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