Carlos Enrique Taboada Walker (D.F., 18 de julio de 1929 - 15 de abril de 1997) fue un director y escritor de cine mexicano, galardonado con el Premio Ariel, que se caracterizó por manejar el género de terror y suspenso.
Hijo de los actores Julio Taboada y Aurora Walker, Carlos Enrique Taboada inició su carrera en 1950 como argumentista y director de programas en la naciente televisión mexicana. Su relación con el cine le dejó varios sinsabores. En 1954, desilusionado por los resultados en pantalla de su primer guion cinematográfico, Taboada se retiró de este medio por cinco años. Este alejamiento lo repetiría al final de su carrera, justo en el momento en que la crítica nacional comenzaba a valorarlo.
Cabe señalar los estupendos y originales argumentos (para la época) que creó como guionista, tan originales que en ocasiones parecieran experimentales, entre los que destacan la serie de: La maldición de Nostradamus, Nostradamus y el destructor de monstruos, Nostradamus, el genio de las tinieblas, La sangre de Nostradamus, y El testamento del vampiro. Todas ellas fueron rodadas en el año de 1959. Ese mismo año fue tan prolífico que además de escribir esas 4 películas, escribe otra serie de cintas: Aventuras de Chucho el Roto, Captura de Chucho el Roto y La entrega de Chucho el Roto.
Al iniciar la década de los 1960s. sus guiones adquieren una mayor madurez, y continúa escribiendo guiones de películas de los cuales sobresalen: la comedia de humor negro El malvado Carabel (1960), basada en una novela de Wenceslao Fernández Flórez que trata acerca de un hombre que decide convertirse en delincuente, cansado ya de que la bondad solo le haya traído problemas y carencias; además la historia de horror El espejo de la bruja (1962) dirigida por Chano Urueta. Esta última es considerada una de las cintas de terror mejor escritas del género.
La recta final (1964) es la cinta con la que se estrena como director, y es una película cargada de intriga y tensión: Un grupo de jockeys desean ganar una importante carrera, todos tienen motivos poderosos para obtener el triunfo a toda costa. A esta película le seguiría su célebre y tal vez la más conocida de sus películas Hasta el viento tiene miedo (1968) la película a pesar de tener un guion sencillo, logra cautivar y meter en la historia al espectador, y ha sido la culpable de haber quitado el sueño a las dos generaciones que le siguieron y la vieron más por televisión que por el cine. Con un reparto excepcional y acertado, la cinta está plagada de un horror sutil, fino y tal vez por ello sumamente eficaz, distinto a todo lo que se había hecho hasta entonces. La historia se desarrolla en un internado para señoritas en donde se hace presente el fantasma de Andrea, quien se suicidó cinco años atrás, y parece ser que dejó por resolver algunas cuentas pendientes con una de las profesoras.
A esta terrorífica pero entrañable cinta, le seguiría una igualmente cautivadora, y con esas mismas virtudes El libro de piedra (1968). La pequeña Silvia, hija de un acaudalado hombre de negocios, tiene la rara costumbre de hablar y jugar con la estatua de un niño de piedra que lee un libro, la cual se encuentra en el jardín de la mansión. Lo que al principio parece un juego infantil de la pequeña Silvia, se va transformando hasta convertirse en una macabra situación para su institutriz y posteriormente para todos los demás.
Después de estas dos exitosas cintas tendría un receso dentro del terror gótico como se le ha calificado a estas dos producciones. Y vendrían cuatro interesantísimas cintas de suspenso escritas y dirigidas por él, rodadas todas ellas en 1970: El arte de engañar, El deseo en otoño, El negocio del odio y La fuerza inútil. En estas cuatro cintas de un suspenso inquietante, sus personajes están ausentes de toda carga maniquea, no existen ni buenos ni malos, solo situaciones que los llevan a cometer bajezas o crímenes, dándoles a las historias un carácter además de hitchcockiano, enormes cualidades dramáticas. Después se completaría la serie de suspenso con: Rapiña de 1973, historia interpretada magistralmente por Ignacio López Tarso y Germán Robles.
Al año siguiente retomaría su terror sutil y gótico con Más negro que la noche (1975). Una herencia, una casona antigua, una vieja tía porfiriana, un gato negro y cuatro hermosas mujeres son los elementos que entremezcla esta película en verdad aterradora. Y aunque suenen estos ingredientes a una narración ya muy trillada, la verdad es que Taboada consigue una obra muy bien lograda. Las víctimas del fantasma de esta malévola y vengativa tía mueren de puro y simple miedo al igual que el horror japonés que está muy de moda hoy en día.
La guerra santa (La cristiada) (1977) es su obra más ambiciosa y costosa, y Taboada la dirige y escribe con suma maestría. En esta cinta se cuenta la guerra fratricida que se desarrolló en los años 20 en el centro y noreste de México, y se puede ver claramente la indignación que le generó al director este hecho de sangre que ocasionó la ambición de la iglesia católica al azuzar y llevar a una guerra perdida a miles de campesinos aprovechándose de su ignorancia.
Pero inexplicablemente, luego de la bien lograda cinta: La guerra santa. Carlos Enrique Taboada se aleja del cine por siete largos años, escribe un guion únicamente (La Coyota 1983), para luego reaparecer con otra joya del misterio Taboadiano: Veneno para las hadas (1984). Verónica es una linda niña que presume de ser una bruja ante su compañera de escuela Flavia. Esta última al principio se muestra incrédula pero termina convenciéndose gracias a una serie de circunstancias fortuitas que según Verónica ha causado, valiéndose de sus poderes mágicos. La inocencia de estos juegos adquiere un matiz macabro, cuando Verónica le ordena a Flavia que la invite a unas vacaciones en el rancho de su familia, en donde podrá preparar un veneno para las hadas, quienes dice: son sus enemigas.
A diferencia de lo ocurrido con sus tres primeras cintas de este mismo corte, (Hasta el viento tiene miedo, El libro de piedra, y Más negro que la noche) Taboada recibió excelentes críticas por Veneno para las hadas. La cinta, estrenada en 1984, fue galardonada con cuatro premios Ariel, incluyendo los correspondientes a mejor película y mejor director. Sin embargo, las precarias condiciones de su exhibición y las escasas ocasiones en que ha sido transmitida por la televisión mexicana han provocado que ésta sea la menos conocida de las cintas de horror dirigidas por Carlos Enrique Taboada.
Veneno para las hadas también sería su última película dirigida, pues posteriormente se dedicó a la producción televisiva y a la escritura de argumentos para otros directores, hasta su fallecimiento en 1997.
En sus últimos años escribió, dirigió y produjo algunos capítulos de la serie de televisión: La telaraña (1986-1988), serie muy polémica en su época y con guiones muy bien elaborados.
Otra prueba de la importancia de este director en el cine mexicano son los remakes de sus películas. Uno de estos remakes es la versión de 2007 Hasta el viento tiene miedo, protagonizada por Martha Higareda, así como también la nueva versión del 2009 de El libro de piedra con Evangelina Sosa, Plutarco Haza y Ludwika Paleta, dirigida por Julio César Estrada (Cañitas 2007). En el 2014 se estrenó el remake de Más negro que la noche, primer filme mexicano filmado enteramente en formato 3D y protagonizado por Zuria Vega y Eréndira Ibarra; todas éstas versiones con resultados pobres y destrozadas por la crítica.
Directores como Daniel Gruener, Leopoldo Laborde y Víctor Osuna, entre otros, han dicho tener fuerte influencia de él.
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