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El Resplandor



El resplandor (título original: The Shining) es una película angloestadounidense de 1980 del subgénero de terror psicológico, producida y dirigida por Stanley Kubrick y protagonizada por Jack Nicholson, Shelley Duvall, Danny Lloyd y Scatman Crothers. Está basada en la novela homónima del escritor Stephen King, publicada en 1977, si bien la novela y la película difieren notablemente.

La película relata la historia de Jack Torrance, un exprofesor que acepta un puesto como vigilante de invierno en un solitario hotel de alta montaña para ocuparse del mantenimiento. Al poco tiempo de haberse instalado allí junto con su esposa y su hijo, empieza a sufrir inquietantes trastornos de personalidad. Paulatinamente, debido a la incomunicación, al insomnio, a sus propios fantasmas interiores y, tal vez, a la influencia maléfica del lugar, se verá inmerso en una espiral de violencia contra ellos, que a su vez parecen víctimas de espantosos fenómenos sobrenaturales.

Como en otras películas del cineasta estadounidense, en paralelo con la línea dramática principal se desarrollan otras tramas secundarias que a su vez esconden innumerables representaciones simbólicas e indicios subliminales. En El resplandor, algunos analistas han querido ver, además, claras referencias sociohistóricas e indagaciones de índole psicológica en torno a la naturaleza humana y la inmortalidad del mal.

Si bien su estreno fue acogido con frialdad por la crítica, con el tiempo ha ido ganando adeptos e influencia en la cultura popular. Hoy día se la considera una película de culto, así como un «desafío directo para el espectador»[4][5][6][7]

Jack Torrance (Jack Nicholson) llega al Hotel Overlook, situado en las montañas de Colorado, a 25 millas de la ciudad más cercana, para ser entrevistado con el fin de obtener el puesto de vigilante durante los meses de invierno. El hotel, construido sobre un antiguo cementerio de los nativos americanos, queda aislado durante el invierno debido a las fuertes nevadas, y permanece cerrado de noviembre a mayo. El director del establecimiento, Stuart Ullman (Barry Nelson), advierte a Jack de que el prolongado aislamiento puede suponer un problema, y le cuenta el caso de un vigilante anterior, Charles Grady, que al quedarse aislado en el hotel sucumbió a la claustrofobia (concepto que Ullman define como "fiebre de las cabañas"), mató a hachazos a su mujer y a sus dos hijas y luego se suicidó. Jack asegura que eso a él no le preocupa y que, de hecho, una larga temporada de tranquilidad es precisamente lo que necesita para centrarse en su trabajo como escritor y terminar el libro que está escribiendo.

Lejos de allí, la esposa de Jack, Wendy (Shelley Duvall), y el hijo de ambos, Danny (Danny Lloyd), de cinco años, permanecen en el domicilio familiar, en la ciudad de Boulder. Danny no es un niño común, ya que posee una excepcional capacidad de percepción extrasensorial que le hace evocar episodios pasados que no ha vivido y anticipar hechos del futuro; en uno de esos trances, ante el espejo del cuarto de baño, sufre premoniciones horripilantes sobre el hotel al que van a mudarse si finalmente contratan a su padre. Ante su imagen en el espejo se le presenta la visión de una cascada de sangre que surge de un ascensor, y el episodio le hace perder el conocimiento y entrar en trance. Una pediatra (Anne Jackson) acude a la llamada de Wendy y examina al pequeño. Este, ya consciente, le comenta que tiene un amigo llamado Tony, que "vive" en su boca. Luego, a solas con la doctora, Wendy, visiblemente nerviosa, menciona también unos problemas "ya superados" de maltrato y de alcoholismo por parte de Jack que ella trata de minimizar.

La familia llega al hotel el día del cierre al público. El jefe de cocina, Dick Hallorann (Scatman Crothers), es el encargado de enseñar las enormes cocinas a Wendy y a Danny. Mientras están dentro de una de las despensas, Hallorann, sin dejar de hablar con Wendy sobre los víveres disponibles, invita mentalmente a Danny a tomar un helado. El pequeño acepta y, ya a solas los dos, Dick, ahora con semblante llamativamente más serio, revela a Danny que él mismo y su abuela compartían también esta habilidad telepática, que su abuela llamaba "el resplandor". De repente, Danny pregunta si hay algo que temer en el hotel, especialmente sobre la habitación 237. Hallorann le dice a Danny que el propio hotel también "resplandece"; que guarda entre sus paredes muchas historias y que "no todas son buenas". Finalmente, de manera tajante y un tanto enigmática ordena a Danny que no entre en esa habitación bajo ninguna circunstancia, aunque se niega a decir por qué.

Un mes después, el proyecto literario de Jack está estancado; Danny y Wendy pasan los días explorando alegremente las instalaciones, en especial el laberinto de setos exterior. Wendy se entera de que las comunicaciones telefónicas se han cortado debido a las intensas nevadas, y ya solo es posible comunicarse con el exterior con una emisora de radio. Danny empieza a tener visiones cada vez más terroríficas sobre las niñas asesinadas, y Jack, cada vez más aislado de su familia, sufre bloqueo del escritor, se siente frustrado y su comportamiento se vuelve cada vez más errático y violento.

La curiosidad de Danny sobre la habitación 237 aumenta cuando en una de sus carreras en triciclo por los pasillos advierte que la puerta de la habitación está entreabierta. Mientras, Wendy oye a Jack gritando en sueños tras haberse quedado dormido sobre su máquina de escribir y, cuando le despierta, este le cuenta que ha tenido una pesadilla en la que mataba y descuartizaba a ella y a Danny. En ese momento llega Danny con heridas en el cuello y visiblemente traumatizado, lo que hace que Wendy acuse a Jack de haberle maltratado. Jack deambula hasta llegar al vacío salón del hotel; se sienta a la barra y dice que daría su alma por una cerveza. En ese momento, se le aparece el fantasma de Lloyd (Joe Turkel), el barman del hotel, al que Jack parece reconocer. Lloyd le sirve bourbon mientras Jack se queja sobre su matrimonio.

Al rato llega alarmada Wendy, que encuentra a Jack somnoliento y solo sobre la barra, sin rastro del camarero ni de la luminosa barra atestada de licores. Le cuenta que "una mujer loca en una de las habitaciones" ha sido la que ha herido a Danny. Jack entra en la habitación 237 para investigar, y encuentra a una joven desnuda saliendo de la bañera. Cuando se acerca a ella y la besa, se transforma en una anciana con el cuerpo putrefacto. Jack le dice a Wendy que no ha visto a nadie en la habitación, y que los arañazos se los habrá hecho el propio Danny. Wendy y Jack discuten sobre si deberían sacar a Danny del hotel, lo que provoca otra explosión de ira de Jack, que dice que si se van del hotel perderá su empleo. Jack, enfadado, vuelve al salón, ahora lleno de fantasmas que disfrutan de una fiesta de disfraces. Allí conoce al fantasma del antiguo guarda, Delbert Grady (Philip Stone), que le dice que debe "corregir" a su mujer y a su hijo como el mismo lo hizo con su familia. También le dice que Danny "trata de introducir un elemento extraño en esta situación"; y cuando Jack pregunta de qué elemento se trata, Grady contesta: "Un negro. Un cocinero negro" (clara referencia a Dick Hallorann).

Mientras tanto, en Florida, Hallorann experimenta una premonición de que algo va mal en el hotel, y rápidamente toma un vuelo hacia Colorado. Danny comienza a repetir la palabra redrum hasta que entra en trance, y se refiere a sí mismo como Tony.

Mientras busca a Jack, Wendy llega al escritorio de este y lo que descubre la llena de terror: lo que en realidad ha estado escribiendo Jack todo el tiempo ante la máquina no ha sido otra cosa que hojas y hojas con la misma frase: All work and no play makes Jack a dull boy ("Solo trabajar y no jugar hace de Jack un chico aburrido") con diversos tipos de letra y de párrafo. En ese momento llega Jack, que la amenaza hasta que ella le golpea con un bate de béisbol y él cae por una escalera y queda inconsciente. La mujer le arrastra hasta la cocina y logra encerrarlo en la despensa; pero tanto ella como Danny están atrapados en el hotel porque Jack ha saboteado la radio y el vehículo oruga del hotel. Entretanto, Jack, atrapado, habla a través de la puerta de la despensa con Grady, que le recuerda sus "compromisos". Jack pide otra oportunidad, prometiendo cumplir esta vez; Grady se la concede y le abre la puerta, liberándole.

En la habitación de la familia, Danny escribe “REⱭЯUM” con lápiz de labios en la puerta del baño, mientras lo repite en voz alta con la voz de Tony. Cuando Wendy se despierta y mira a través del espejo, descubre espantada la palabra “MURDƎЯ” (‘asesinato’). Jack comienza a golpear la puerta de la habitación con un hacha, y Wendy y Danny se encierran en el baño e intentan escapar por el ventanuco. Danny escapa, pero el hueco es demasiado estrecho para ella. Jack consigue entrar en la habitación, y al ver que la puerta del baño está también cerrada, comienza a derribarla a hachazos, haciendo un agujero por el que asoma la cabeza y grita: "¡Aquí está Jack!", mientras Wendy grita de terror. Jack introduce el brazo para desbloquear el pestillo, pero Wendy, que tiene un cuchillo, le hace un corte en la mano.

En ese momento, Jack oye el sonido de un vehículo de nieve que se aproxima al hotel, y se dirige a la entrada para averiguar quién es el intruso. Se trata de Dick Hallorann, quien entra en el hotel preguntando en voz alta si hay alguien. Jack lo espera agazapado y lo mata de un hachazo en el pecho. La muerte de Hallorann "resplandece" en Danny, que no puede evitar un grito de pánico, lo que hace que su padre lo localice y el pequeño tenga que huir a toda prisa, adentrándose en el laberinto de setos. Mientras tanto, Wendy recorre el hotel en busca de su hijo, y durante el recorrido por pasillos, escaleras y habitaciones, ve varios fantasmas (al parecer, relacionados con acontecimientos del pasado) y tiene la misma visión de la cascada de sangre que tuvo Danny. Finalmente, descubre el cadáver de Dick Hallorann.

Jack comienza a perseguir a Danny por el laberinto, siguiendo el rastro de sus huellas en la nieve. El niño, que conoce mejor el lugar que su padre, pone en marcha un ingenioso plan: caminar hacia atrás sobre sus propias huellas y luego saltar a un lado. De este modo, Jack llega al final de un rastro que no le lleva a ningún sitio, mientras que el niño no tiene más que seguir sus huellas anteriores para encontrar la salida. Allí se encuentra con su madre y ambos huyen en el vehículo que traía Hallorann. Por su parte, Jack, perdido en el interior del laberinto e incapaz de encontrar la salida, muere congelado.

En la escena final, la cámara se acerca a una fotografía en blanco y negro en el vestíbulo del hotel que muestra a una multitud en una fiesta. En el centro aparece un sonriente y rejuvenecido Jack Torrance, y al pie de la fotografía figura un texto con una fecha: la fiesta del 4 de julio celebrada en el Overlook en 1921.

Kubrick consideró varios nombres para el papel principal, entre ellos los de Robert De Niro y Robin Williams. Descartó al primero tras verlo en Taxi Driver porque le parecía demasiado histriónico para el papel; al segundo, después de verlo en Mork & Mindy, por ser demasiado poco expresivo. También pensó darle el papel a Harrison Ford.[8]​ Stephen King, por su parte, renegaba de Nicholson porque pensaba que, como este había rodado One Flew Over the Cuckoo's Nest, el espectador tendería a considerarlo un individuo inestable desde el principio; por ello, King prefería para el papel a Michael Moriarty, a Jon Voight o a Martin Sheen,[9]​ que representarían más fielmente el perfil de individuo corriente que se ve abocado gradualmente hacia la locura. En cualquier caso, desde el principio al escritor se le dijo que el actor para el papel principal «no era negociable».[10]

Aunque en un principio Jack Nicholson sugirió que Jessica Lange encajaría mejor en la personalidad de la Wendy de Stephen King, Shelley Duvall supo muy pronto que ella era la elegida para el papel. A diferencia del personaje de la novela, la Wendy del filme tendría una personalidad vulnerable, débil de carácter y sumisa hacia su marido. De este modo, y según la interpretación sociológica del filme, Kubrick quería resaltar con más crudeza el machismo como una de las manifestaciones de las relaciones de poder amo-criado. Para labrar ese carácter y darle más credibilidad, a lo largo del rodaje el director la presionó hasta el límite, llegando incluso a humillarla ante todos sus compañeros. Se dice que la escena en que armada con el bate de béisbol retrocede por la escalera ante el ataque de su marido (una de las secuencias que más tomas ha exigido nunca por parte de un director de cine), no estaba representando a una mujer aterrada; Shelley estaba, literalmente, aterrada.[11]

El candidato inicial del director para representar el papel de hijo de los Torrance fue Cary Guffey (Encuentros en la tercera fase), pero los padres del joven actor lo impidieron, aduciendo que era una película demasiado truculenta para un niño. En la búsqueda de candidatos, fueron entrevistados unos cinco mil niños a lo largo de seis meses. Las pruebas, coordinadas por el asistente de Kubrick Leon Vitali (el actor que había representado el papel de Lord Bullingdon en Barry Lyndon), tuvieron lugar en Chicago, Denver y Cincinnati, ya que Kubrick quería que el acento[12]​ del candidato estuviera «a medio camino» entre el de Jack Nicholson y el de Shelley Duvall.[13]​ Durante el rodaje, el pequeño actor fue protegido de manera especial por Kubrick; de hecho, el niño creyó en todo momento que estaba rodando un drama, no una película de terror. Tras su papel en el filme de 1982 Will: the autobiography of G. Gordon Liddy, Danny Lloyd abandonó su carrera como actor.

Existen dos versiones comerciales oficiales de El resplandor: la que se estrenó en Estados Unidos (versión USA) y una segunda, más corta, que se distribuyó unos meses después al resto del mundo (versión internacional). La película se proyectó por primera vez al público el 23 de mayo de 1980: fue un estreno restringido, muy al uso en aquella época, ya que solo se exhibió en medio centenar de salas de Nueva York y de Los Ángeles. Apenas unos días después, el director y la Warner pidieron a los exhibidores que cortaran una escena del final (la escena del hospital) y devolvieran a la distribuidora el celuloide sobrante. Tras ser eliminada físicamente también de cada una de las copias almacenadas y de los negativos, el 13 de junio se produjo el lanzamiento para el resto de Estados Unidos.[19][20]​ Unos meses más tarde, con vistas a la explotación internacional, Kubrick volvió a recortar el metraje, esta vez en unos 30 minutos. Aunque la productora justificaba los cortes por una acogida inicial por debajo de lo esperado, es posible que el motivo real fuera el deseo del director de reorientar la narración hacia una vertiente más abstracta. Para ello, decidió minimizar la influencia en la trama de cuatro factores que tanto en el libro como en la versión larga jugaban un papel más determinante:[21][22]

Esta versión se estrenó el 26 de septiembre de ese año en algunos países escandinavos; y, en los meses siguientes, en el resto de Europa y en Japón.[23]​ Según algunos analistas, los problemas de ritmo que también argumentó el director para justificar el nuevo montaje «resultan simple y llanamente incomprensibles», ya que las escenas suprimidas «enriquecían mucho más un film de múltiples lecturas, que hacía hincapié sobre el personaje de Danny y desvelaba matices ocultos en torno a la relación de este con su padre».[24]

Según The Shining FAQ, las dos versiones del filme lanzadas tienen el estatus de «corte del director», «puesto que fue él mismo quien decidió los cortes de cada una».[25]​ Del mismo modo, para Movie-Censorship.com, «las dos contaban con la bendición del realizador»; de hecho, en el curso de un proceso de remasterización para una nueva reedición en DVD, la Warner volvió a lanzar la versión larga en Estados Unidos y la corta en el resto del mundo.[21]​ En cambio, en Internet Movie Database se insiste en que Kubrick prefería el montaje para Europa, si bien «la versión larga está más difundida hoy en día».[26]

La fría acogida de los primeros pases en Estados Unidos acabó de decidir al realizador para suprimir una escena que se desarrollaba a modo de epílogo justo tras el desenlace del laberinto nevado y antes de la misteriosa secuencia final de la fotografía de los años veinte. En dicha escena, Wendy, convaleciente en una habitación de hospital, recibe la visita del administrador, quien le comunica que los investigadores no han encontrado el cadáver de su marido ni tampoco el del cocinero. Luego le da a Danny una pelota de tenis amarilla, presumiblemente la misma que Jack estaba tirando alrededor del hotel. Tal revelación suponía un giro narrativo arriesgado, puesto que venía a proponer nuevas conjeturas sobre todo lo ocurrido dentro de los muros del Overlook en los meses anteriores.

La decisión del director de eliminar esa escena fue controvertida. El consenso general entre los que vieron los primeros pases era que la película quedaba mejor sin ella porque mantenerla suponía debilitar la amenaza del Overlook sobre la familia y reintroducía en el conflicto a Ullman, que apenas había tenido protagonismo en la historia.[27]​ La coguionista Diane Johnson reveló que Kubrick sentía desde el principio cierta «compasión» por el destino final de Wendy y del pequeño Danny, y en ese sentido la escena del hospital daría cierta sensación de vuelta a la normalidad. Johnson, en cambio, era partidaria de un desenlace más trágico: llegó a proponer incluso la muerte de Danny Torrance; el caso es que el propio director siempre albergó ciertas reticencias respecto a la escena, hasta que finalmente decidió que era oscura y confusa, y que la película funcionaba mejor sin ella.[28]​ Tal vez la «oscuridad» a la que alude Kubrick apunte a un posible paralelismo entre la desaparición de los cadáveres de Jack y Hallorann y la tragedia de la Expedición Donner mencionada al principio.[29]

La crítica también se pronunciaba favorablemente:

No faltaron, sin embargo, voces en contra de tal supresión. Para la actriz principal, Shelley Duvall, «Kubrick se equivocó, porque la escena explicaba algunas cosas importantes, como el significado de la pelota amarilla y el papel que el director del hotel desempeñaba en la intriga».[27]​ Desde un punto de vista retrospectivo, algunos espectadores se han planteado alguna incógnita tras conocer los debates internos del equipo durante el montaje del filme sobre la conveniencia de incluirla o no. Sea como fuere, reflexionan, la escena estuvo desde el principio en el guion, de manera que la doble personalidad del personaje de Stuart Ullman estaba ya de algún modo presente en el carácter que Kubrick quería imprimirle en sus intervenciones al principio de la película, en las entrevistas y la visita guiada: mientras se rodaba la película, él, Ullman, ya «lo sabía todo» sobre el Overlook y, sin embargo, bajo su apariencia de anfitrión de modales exquisitos, premeditadamente se lo estaba ocultando a los futuros inquilinos.[31]

En 1977, un ejecutivo de Warner Bros., John Calley, envió a Kubrick las pruebas de imprenta de lo que luego sería la novela El resplandor. Su autor, Stephen King, era ya por aquel entonces un autor superventas que, tras el taquillazo de Carrie, podía presumir de éxitos en adaptaciones para la gran pantalla. Por su parte, Kubrick llevaba un tiempo con la idea de dirigir un film de terror; y es que unos años antes, mientras Barry Lyndon decepcionaba en la taquilla,[32]​ otra película de la Warner que él había rechazado dirigir, El exorcista, dirigida por William Friedkin, batía récords de recaudación por todo el mundo.

Preguntado sobre qué fue lo que atraía a Kubrick de la idea de adaptar la novela del popular escritor, asiduo de las listas de superventas, su productor ejecutivo (y cuñado) Jan Harlan desveló que Kubrick quería «intentarlo» en este género cinematográfico, aunque con la condición de poder cambiar la novela de King. Y esa condición sería garantizada finalmente por contrato.[33]

El guion fue escrito por el propio director con la colaboración de la escritora Diane Johnson. Kubrick había rechazado la versión inicial, escrita por el propio King, por juzgarla una adaptación demasiado literal de la novela; además, el realizador no creía en historias de fantasmas porque eso «implicaría la posibilidad de que hubiera algo después de la muerte», y él no creía que hubiera nada, «ni siquiera el infierno». En cambio, Johnson, que por aquel entonces estaba impartiendo un seminario sobre novela gótica en la Universidad de California de Berkeley, le parecía una opción que encajaba mejor en su proyecto.[34]​ En el fondo, Johnson menospreciaba la literatura de Stephen King; poco después del estreno, en una entrevista concedida a la parisina revista Positiv, declaró:

Kubrick, por su parte, se manifestaba más entusiasmado con las posibilidades del manuscrito:

Stephen King nunca ocultó su rechazo hacia el resultado final del proyecto cinematográfico, y acusaba a Kubrick de no entender las reglas del género de terror.[37]

En la novela, la historia adopta el punto de vista del niño, mientras que en la película es el padre el protagonista principal; de hecho, una de las diferencias más notables radica en el perfil psicológico de Jack Torrance. Según la novela, el personaje representaba un hombre corriente y equilibrado que poco a poco va perdiendo el control; además, la narración escrita reflejaba rasgos personales del propio autor en aquella época (marcada por el insomnio y el alcoholismo), además del maltrato.[38]​ Por su parte, la Wendy de King es una mujer fuerte e independiente a nivel profesional y emocional; para Kubrick, en cambio, no parecía coherente que una mujer así hubiera soportado durante mucho tiempo la personalidad de Jack Torrance.[39]​ Otras diferencias son:

El título de la novela está inspirado en el estribillo, «We all shine on», de la canción Instant Karma, escrita por John Lennon e interpretada por el grupo The Plastic Ono Band.[40]

El rodaje duró catorce meses. El director se empeñó en rodar cada escena cronológicamente según el guion, lo que obligaba a mantener en funcionamiento los decorados principales y equipos paralelos de sonorización.

Entre otras muestras del perfeccionismo casi enfermizo de Kubrick, se cuentan las siguientes:[41]

Sin embargo, algunos críticos se preguntan si la obsesión de Kubrick por repetir las tomas decenas de veces obedecía a un afán de perfeccionismo o bien se trataba de una estrategia calculada:

En el documental The Making of «The Shining», grabado por una de las hijas del director, Vivian, y que se incluye en el DVD, se revela que éste hacía proyectar a los miembros del reparto secuencias de películas del género de terror como Eraserhead (Cabeza borradora), Rosemary's Baby (La semilla del diablo) o la propia El exorcista para que «entraran en ambiente».

Las imágenes de la secuencia de apertura, tomadas desde un helicóptero por Greg MacGillivray, se filmaron en el estado de Montana: pertenecen al lago Saint Mary y a la carretera Going to the Sun, que atraviesa el Parque nacional de los Glaciares. Algunas de las tomas aéreas desechadas en el montaje serían luego utilizadas por el director Ridley Scott para la secuencia final de Blade Runner.

La fachada principal del ficticio Overlook corresponde en realidad a la del complejo turístico Timberline Lodge, en las laderas del monte Hood, en Oregón. El laberinto no aparece en las tomas aéreas porque en realidad no existe; para la escena del recorrido inicial por las instalaciones se utilizó una réplica de la fachada sur.[42]​ Tanto la réplica como el laberinto fueron creados en los estudios Borehamwood, de MGM, en Hertfordshire. También corresponde a exteriores reales el aeropuerto desde el que Hallorann contrata el vehículo oruga (en la versión estadounidense): se trata del aeropuerto londinense de Stansted.

Otra de las hijas de Kubrick, Katharina, colaboró en las localizaciones.

Casi toda la película se filmó en estudio. Para la recreación de las dependencias del establecimiento, Kubrick y su diseñador de producción, Roy Walker, se inspiraron en modelos de varios hoteles reales. Así, los aseos de caballeros de la Gold Room se basan en los del Bitmore, de Arizona, diseñados por Frank Lloyd Wright, mientras que el salón del Colorado, la recepción y los ascensores, en el Ahwahnee, en el valle de Yosemite; en este caso, de hecho, la réplica se parece tanto al original que aún hoy muchos clientes del hotel real preguntan al entrar si están en el «hotel Overlook».

Pero no solo las estancias del hotel se filmaron en realidad en estudio: también la residencia de los Torrance en Boulder antes de mudarse al hotel, la habitación de Hallorann en Florida o la oficina de alquileres de Durkin (en la versión estadounidense). Incluso las tomas nocturnas fuera del hotel y la persecución en el laberinto se prepararon y grabaron en los estudios Pinewood y Elstree, en Inglaterra. Los copos de nieve eran en realidad de poliestireno; la nieve del suelo era sal; la bruma, vapor de aceite; y la fachada del Overlook, una recreación en estudio de la del Timberline.

Las escenas se rodaban en seis sets principales: Salón del Colorado, Recepción, Gold Ballroom, Cocinas, Ala Oeste y Exteriores.[43]​ El salón del Colorado, donde Jack escribe su novela, era iluminado artificialmente desde las ventanas para recrear el clima de fuertes nevadas del «exterior». Los 700 000 vatios de potencia elevaban la temperatura en el interior hasta los 43 ℃.[44]​ La energía necesaria era tal que en una ocasión se declaró un incendio que arrasó las instalaciones, aunque afortunadamente ya se había terminado la fase principal del rodaje.

El resplandor fue la cuarta película que usaba un sistema de filmación novedoso en aquel tiempo, el cual superaba las limitaciones de la grúa o el dolly para tomas en movimiento en espacios reducidos: la Steadicam, un estabilizador de cámara con forma de brazo recto que evitaba que la imagen de la cámara temblara mientras el operador seguía al objeto. La idea constituía una excelente alternativa al aparatoso y caro travelling, ya que con él se obtenían movimientos más complejos a menor coste. Su creador, Garrett Brown, ante el desafío que suponía el proyecto de Kubrick para poner a prueba su invento, quiso asumir personalmente la extenuante tarea de, por ejemplo, perseguir a Danny a muy corta distancia por los pasillos del hotel a bordo de su triciclo, giros incluidos: en compañía del técnico de sonido y del primer técnico auxiliar de cámara, la cámara debía desplazarse a ras de suelo y adaptarse rápidamente a diversas alturas, saltar sobre las alfombras o caer al parqué, y para ello diseñó un carro empujado o —en las tomas hacia atrás— arrastrado por él mediante un sistema articulado.[45]

Según afirma el propio Brown, la posibilidad de rodar con este sistema influyó positivamente en la planificación de producción:

La música que abre la proyección se basa en el tema Dies irae, un himno fúnebre latino de la Edad Media remezclado con sintetizadores y voces por Wendy Carlos y Rachel Elkind, que ya habían intervenido en la banda sonora de La naranja mecánica. Sin embargo, a pesar de la cantidad de material original de Carlos y Elkind, Kubrick prefirió que la ambientación sonora se basara, sobre todo, en obras de autores de música clásica europea: el francés Hector Berlioz, los húngaros Béla Bartók y Gyorgy Ligeti y, especialmente, el polaco Krzysztof Penderecki.

Asimismo, para ambientar secuencias del pasado del hotel, el realizador recurrió a cantantes y compositores de éxito en bandas de los años treinta como Jack Hylton y Ray Noble. La selección de los temas corrió a cargo una vez más del propio director, pero el proceso de sincronizar los pasajes musicales al ritmo de cada secuencia fue asumido por el asistente de dirección y editor musical Gordon Stainforth, cuyo trabajo en el filme es notable por la minuciosa atención a los detalles y por su precisa sincronización.[46]​ Una escena de la que Stainforth se siente especialmente orgulloso es la del niño y su padre hablando en la cama de este. La pieza corresponde realmente a solo una tercera parte del tercer movimiento de Música para cuerda, percusión y celesta, de Béla Bartók; pero parece como si la escena se hubiera adaptado a la composición, a pesar de haberse filmado antes.

Una muestra de las conexiones internas de la narración está en el hecho de que la canción que acompaña la secuencia final, cuando la cámara se acerca a la foto antigua de Jack en un baile de época, es la misma que antes había amenizado la esplendorosa fiesta en la Gold Room.

(2) La canción tiene un doble sentido por cuanto Jack ya no recuerda que él ha sido siempre —según Grady— el guarda del hotel.

(3) Otra melodía con nombre significativo: en el hotel, Jack está «en casa». En el disco de la banda sonora, por restricciones de duración, se incluyó esta pieza en lugar de Midnight, the Stars & You o It's All Forgotten Now.

Fuentes:

El encargado de la traducción de los diálogos en español fue Vicente Molina Foix. El doblaje, llevado a cabo en los estudios EXA, de Madrid, es uno de los aspectos más controvertidos de la versión para España. Kubrick, en su afán por controlar todos los aspectos de la producción, impuso como director de doblaje al realizador español Carlos Saura y fue quien dio el visto bueno a las voces, incluida la de Verónica Forqué para doblar a Wendy Torrance.[48]

La opinión mayoritaria es que con tal decisión se rompía el tono, la tensión y la atmósfera del original.[49]​ Con una buena dosis de ironía, se llegó a decir que «lo más terrorífico de la película era el doblaje» realizado por la actriz española. Algunas opiniones de espectadores son: «ridículo», «nefasto», «vergonzoso», «el peor de la historia», «buen doblaje... para una comedia» o «no escuchaba un doblaje tan cachondo desde los sketches de Charlton Heston en El Informal».[50]​ Se lo ha llegado a considerar el peor doblaje de la historia del cine.[51]

La monótona voz que dobla a Jack Torrance es la de Joaquín Hinojosa, no la del habitual de Nicholson, Rogelio Hernández. Por su parte, el actor Scatman Crothers, que tenía un tono de voz más bien atiplado, fue doblado por Rafael Taibo, una voz grave que el público español asociaba más a documentales, noticias y publicidad.

Los gritos de Wendy cuando Jack golpea con el hacha la puerta del baño no fueron doblados, a diferencia del doblaje latinoamericano, donde se dobló el 99% de la película.

A pesar de la masiva campaña de promoción desplegada por Warner Bros., El resplandor se encontró en su estreno con una tibia respuesta por parte del público, y con el desconcierto y el rechazo por parte de la crítica. Los espectadores no llegaban a identificar dónde se podía encajar la película dentro del género de terror. Y en cuanto a los críticos, mientras que algunos la tildaban de demasiado complicada y lenta (y por ello «poco terrorífica»), otros la ignoraban precisamente por pertenecer, al menos sobre el papel, a un género, el de terror, que no gozaba de demasiado prestigio académico.[52]

Tal vez como resultado del diseño de la campaña, muchos esperaban una película de terror más convencional, en la línea de éxitos de taquilla como El exorcista (1973), más fiel a la novela original; pero lo cierto es que la propuesta de Kubrick marcaba distancias tanto respecto al terror político de los años setenta, que alcanzó su punto álgido con El amanecer de los muertos (1978), como respecto a las películas de psicópatas que dominarían el género en la década siguiente a partir de Viernes 13 (1980).[53]

Subrayando el contraste entre la naturaleza experimental del filme y su estatus de taquillazo, se llegó a calificar a El resplandor como «la película contracultural (underground) más cara jamás filmada».[53]​ La decepcionante acogida era aún más sorprendente cuando se recordaba que el proyecto artístico había logrado reunir el talento de un director genial con el de un actor en su momento álgido y el de un novelista en alza tras el éxito de Carrie.[54]

Treinta años después, el director Martin Scorsese la elevaba al puesto 7 entre las once mejores películas de terror de todos los tiempos,[55]

En el 2018, la película fue considerada por la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos «cultural, histórica y estéticamente significativa», y seleccionada para su preservación en el National Film Registry.[56]

Las críticas negativas que recibió inicialmente la película la hicieron «merecedora» de dos nominaciones a los premios Razzie, o anti-Óscar: el de Peor Actriz Principal y el de Peor Director; finalmente, ni Duvall ni Kubrick «consiguieron» el premio.[57]​ También optó a los premios Saturn en los apartados de Mejor Director, Mejor Actor Secundario (Scatman Crothers), Mejor Película de Terror y Mejor banda sonora (Wendy Carlos y Rachel Elkind); solo Crothers se llevó el galardón en su apartado.

En cuanto a los Óscar, después de haber concurrido como Mejor Película, Mejor Director y Mejor Guion con Barry Lyndon, El resplandor resultó ser la primera película de Kubrick que ni siquiera fue nominada en apartado alguno.[58]



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