Elizabeth: la edad de oro es una película histórica del año 2007, ganadora de un Oscar y secuela del filme Elizabeth. Está protagonizada por Cate Blanchett, Geoffrey Rush y Clive Owen, con la participación antagónica de Samantha Morton y Jordi Mollà como María Estuardo y Felipe II de España, respectivamente, y basada en los acontecimientos que tuvieron lugar durante el reinado de Isabel I de Inglaterra. Está escrita por William Nicholson y Michael Hirst, producida por Working Title Films y dirigida por Shekhar Kapur. La música fue compuesta por Craig Armstrong y A. R. Rahman.
Fue filmada en los Shepperton Studios y en varias locaciones del Reino Unido con un costo estimado de producción de 50 a 60 millones de dólares.
Su estreno mundial se realizó el 9 de septiembre de 2007 en el Festival Internacional de Cine de Toronto.
Año 1585: España, gobernada por Felipe II, es en estos momentos la nación más poderosa del mundo. Sus relaciones con la Inglaterra protestante de Isabel I son tensas y más aun cuando se descubre que varios de los galeones españoles son atacados por piratas ingleses.
Mientras tanto, en la corte inglesa, la reina Isabel (Cate Blanchett) es presionada por su consejero Francis Walsingham (Geoffrey Rush) para que contraiga matrimonio y tenga descendencia. El tiempo pasa (Isabel I nació en 1533) y, sin herederos, el trono pasará a su prima, María Estuardo (Samantha Morton), defensora de la causa católica. De esta forma, se le presentan a la reina retratos de los distintos príncipes y monarcas de Europa dispuestos a casarse con ella. Estos incluyen a Iván el Terrible, Erico de Suecia, Carlos II de Estiria, Archiduque de Austria, y un príncipe francés. Como es ya costumbre, Isabel se niega a contraer matrimonio con cualquiera de ellos y declara no querer compartir su poder con un consorte.
En este contexto, Walter Raleigh (Clive Owen) se presenta en la corte isabelina, habiendo vuelto del Nuevo Mundo, para presentar sus respetos a la reina y ofrecerle algunas de las riquezas que ha traído consigo como: la patata, el tabaco y dos indígenas de América. Raleigh también le ofrece oro que ha obtenido de los barcos españoles que, según clama irónicamente, no pudieron continuar su viaje. Ante esta situación, los embajadores españoles presentes en la corte inglesa protestan por su pérdida y exigen a la reina que no acepte a piratas como Raleigh en palacio. Así, Isabel acepta los productos americanos y ordena que se trate a los indígenas con todos los honores, pero rechaza el oro español. De hecho, Isabel se siente atraída por Raleigh. Le gustan sus historias de aventuras en el mar y le pide a su doncella favorita, Elizabeth Throckmorton (Abbie Cornish) (apodada Bess), que lo observe. Sin embargo, Bess también encuentra a Raleigh un hombre interesante y, en secreto, comienza una aventura con el corsario-explorador.
Al mismo tiempo, un grupo jesuita de Londres conspira con Felipe II para asesinar a Isabel y reemplazarla en el trono por María de Escocia. Walsingham avisa a la reina de la creciente influencia de España en su territorio y de las conspiraciones católicas contra su vida. De hecho, Walsingham se entera por su hermano, quien es papista, de la existencia de un complot contra Isabel. Con la intercepción de varias cartas, la red de espionaje de la corte descubre, además, la connivencia de María Estuardo con la corte española para la caída de Isabel. Ante esta situación, y a pesar de su creencia en la libertad de culto, Isabel ordena la detención y ejecución de todos los conspiradores entre los que se encuentra su prima, María, quien mantenía correspondencia secreta con los jesuitas desde el castillo donde estaba recluida, en Northamptonshire. También el primo de Bess se encuentra entre los condenados, hecho que hace que la relación entre Raleigh y Bess se estreche aún más. Finalmente, la reina también se enfrenta a los diplomáticos españoles a quienes pide cuentas de la conspiración y quienes responden aparentando completa ignorancia y acusando a Isabel de aceptar el oro que los piratas ingleses roban a los españoles. Al final, Isabel I acaba despidiendo a los representantes españoles de la Corte.
La ejecución de María Estuardo, no obstante, resulta ser parte del plan de los católicos. Demasiado tarde, Walsingham se da cuenta de que Felipe II nunca había querido llevar al trono inglés a una reina francesa ya que María era, en realidad, más francesa que escocesa y Francia era, en aquellos momentos, el mayor rival de España. Por el contrario, Felipe pretendía utilizar la muerte de María como excusa para conseguir la aprobación papal para ir a la guerra contra Inglaterra y conseguir la corona inglesa para su joven hija Isabel. Así empieza en España la construcción de la Armada Invencible para la cual Felipe II tiene que cortar numerosos árboles de los bosques españoles. Al mismo tiempo, en Inglaterra, Isabel prepara también a sus hombres para una invasión inminente y pide a Raleigh que no parta al Nuevo Mundo y la ayude a combatir al enemigo para lo cual le nombra Jefe de la Guardia Real.
En este contexto, Bess Throckmorton descubre que está embarazada de Raleigh. Después de hacerle partícipe de la nueva, ambos deciden casarse en secreto para no levantar las sospechas de la reina. Sin embargo, Isabel I acaba enterándose de la noticia y, encolerizada, se enfrenta a la pareja recordándoles que no podían casarse sin el consentimiento real. Sintiéndose traicionada, Isabel destierra a Bess de la Corte y encarcela a Raleigh por seducir a una de sus doncellas. De hecho, tal y como se muestra en la película, Isabel I estaba enamorada de Raleigh y desde que había terminado su joven relación con Robert Dudley se había prácticamente negado a los hombres. Además, en Bess, ella veía a una mujer que podía hacer lo que a ella no le estaba permitido, haciéndola sentirse celosa de su doncella. Con todo, pronto se da cuenta de su error y se reconcilia con ambos.
Mientras tanto, la Armada española se acerca a Inglaterra por el Canal de la Mancha. Isabel organiza sus tropas y Raleigh se une a Sir Francis Drake para defender la isla. La flota española supera ampliamente en número a la flota inglesa. No obstante, en el último momento, sopla una fuerte tormenta en el Canal que deja diezmada la Armada. A estos hechos se añade la resistencia británica, capaz de disparar cañones contra los barcos españoles y prenderles fuego usando sus propios barcos como proyectiles incendiarios. Isabel, pues, consigue devastar el plan de Felipe II y mantenerse en el trono mientras contempla desde los alcantilados de la costa inglesa la flota española en llamas. Felipe, por su parte, vivió uno de los episodios más humillantes de la historia bélica de España.
La película termina con la visita de la reina a Raleigh y Bess en su casa y la bendición que otorga a su primogénito. En este punto y con el niño en brazos, Isabel I sonríe y se "resigna" a su papel de Reina Virgen y madre de todos los ingleses.
Como en la primera película, algunos de los hechos y detalles históricos fueron cambiados por los guionistas para adecuarlos al argumento. En relación a ello, la actriz principal, Cate Blanchett, comentó: "Es terrible que se crezca con este montón de niños ignorantes, a quienes, de alguna manera, se les enseña que una película es un hecho cuando, de hecho, es sólo invención. Afortunadamente, una película histórica inspira a algunas personas a leer sobre historia. Pero, al final, es sólo un trabajo de historia y selección".
Internacionalmente, todas las Academias de la Historia expresaron con unanimidad que la película carecía del menor rigor histórico, excepto, lógicamente, la británica.
Entre los cambios artísticos que se incluyen en la cinta cabe destacar los siguientes:
La película, en general, recibió comentarios negativos por parte de la crítica estadounidense.
Roger Ebert, del Chicago Sun-Times, escribió sobre ella que había quedado «empequeñecida por su esplendor». Concretó que tiene escenas «donde los trajes son tan suntuosos, los escenarios tan amplios y la música tan insistente que perdemos perspectiva de los personajes que hay detrás del resplandor de la producción». En la misma línea, Manohla Dargis, de The New York Times, la definió como «una extravagancia kitsch (...) intencionadamente poco seria e involuntariamente risible, un melodrama pasado (...) con un discutible trasfondo contemporáneo».
Evidentemente, destaca en la cinta la labor de vestuario de Alexandra Byrne, que puede dar en ocasiones cierta sensación de bochorno por una película recargada por sedas y tules. No obstante, la mayor parte de la prensa coincidió en que esta «atrevida última historia de la saga de la reina del siglo XVI era espectacular de contemplar »(Ruthe Stein: San Francisco Chronicle). Poco importan, pues, las licencias narrativas que se toman los guionistas en el momento de describir estos acontecimientos, en pos de un mayor efecto dramático. «Aunque esta secuela de Elizabeth (1998) es menos defendible históricamente, como florido drama de época es igual de entretenido» (J.R. Jones: Chicago Reader). En todo caso, quizás lo que sucede es que, en realidad, al igual que sucedía con la primera película, la sublime «interpretación de Cate Blanchett, secundada por un magnífico Geoffrey Rush y una espléndida Samatha Morton, vuelve a demostrar que es una de las mejores actrices de su generación» (Miguel A. Delgado: La Butaca).
De los éxitos obtenidos destacan principalmente:
Elizabeth: la edad de oro en Internet Movie Database (en inglés).
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