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Francesca Woodman



¿Qué día cumple años Francesca Woodman?

Francesca Woodman cumple los años el 3 de abril.


¿Qué día nació Francesca Woodman?

Francesca Woodman nació el día 3 de abril de 1958.


¿Cuántos años tiene Francesca Woodman?

La edad actual es 66 años. Francesca Woodman cumplió 66 años el 3 de abril de este año.


¿De qué signo es Francesca Woodman?

Francesca Woodman es del signo de Aries.


¿Dónde nació Francesca Woodman?

Francesca Woodman nació en Denver.


Francesca Woodman (Denver, Colorado, 3 de abril de 1958 - Nueva York, 19 de enero de 1981) fue una fotógrafa estadounidense conocida por sus autoretratos en blanco y negro de carácter intimista. Graduada en Rhode Island School of Design, la Universidad de Bellas Artes de Providence.[1]

Su fotografía se caracteriza fundamentalmente por el uso de una única modelo, normalmente, desnuda. Solía ser ella, pero en diversas fotografías se recoge a varías de sus amistades retratadas. El cuerpo que captaba la cámara normalmente estaba en movimiento (debido a los largos tiempos de exposición) o la imagen no era nítida. También utilizaba otras técnicas como enmascararse o intentar fusionarse con los objetos o el mismo entorno.

Nació en una familia de artistas. Desde muy pequeña conjuntamente con su hermano Charles Woodman, fue introducida en el mundo del arte gracias a sus padres, George Woodman y Betty Woodman que eran artistas plásticos. Actualmente, ellos gestionan un archivo de más de 800 imágenes sobre su hija, 120 de las cuales han sido expuestas o publicadas.[2][3][4][5]

Se inscribe en la generación de mujeres de vanguardia de la década de 1970 que reivindicaron su aportación y visión del mundo, que incluye también a artistas activistas como Cindy Sherman, Martha Rosler o Ana Mendieta.[6]

Francesca Woodman nació en Denver (Colorado) el 3 de abril de 1958 en el seno de una familia de artistas que le inculcó el arte como una prioridad, algo serio en la vida, valorado como una religión. Su madre, Betty Woodman, fue escultora y ceramista, y su padre, George Woodman fue ceramista, pintor y fotógrafo. Su hermano, Charles Woodman, se dedicó al vídeoarte.La infancia de Francesca transcurrió en Boulder, un pueblo de Colorado, donde se formaba en una escuela pública. Entre los años 1965 y 1966, gracias a una beca concedida al padre de Francesca, vivió toda la familia en Florencia, donde Charles y Francesca acuden a la escuela primaria y aprenden el idioma italiano. Los Woodman compraron una casa en Antella, una aldea de la campiña toscana frecuentada por artistas y exponentes de la alta sociedad. Más adelante, esta vivienda se convertiría en la casa de verano de la familia durante los siguientes años. [2][7]

Francesca se introduce en el arte siendo una niña. Al principio, a través de la pintura pero el interés por la fotografía despertó a la edad temprana de 13 años su padre le regala una cámara fotográfica, específicamente, una Yashica réflex 2 ¼ x 2 ¼. A partir de esto, empezó con sus primeros trabajos, ya adoptando un estilo característico, casi siempre fotografiando en blanco y negro, con formato cuadrado, y dando prioridad a la iluminación para, a través de ella, conseguir centrar la atención sobre un sujeto principal (y normalmente único) en la escena. Todas estas características las podemos encontrar en su primera fotografía Self-Portrait at thirteen, desvelando una completa declaración de intenciones en su estilo futuro. Para ella, el arte no solo conformaba un estilo de vida, sino más bien como una forma de pensar. Es considerada una niña prodigio.[1][2][8][9]

Francesca comenzó tanto a recibir clases de fotografía a finales de los años sesenta, como a socializar con un grupo de jóvenes artistas relacionados con la revista Criss-Cross Art Communication. En su niñez, podemos vislumbrar su interés hacia la literatura, más específicamente hacia las novelas de la época victoriana de las cuales extrajo referentes tan simbólicos como Virgina Woolf, Gertrude Stein o Henry James. Posteriormente, estas influencias literarias quedaran reflejadas en las fotografías futuras. Francesca se caracterizó por vestir de forma extravagante consiguiendo piezas de ropa de otras época a partir de mercadillos. Justo en esta época Francesca logra entrar en la Academia Abbot en Andover, más concretamente, en Massachussets. En este tiempo la fotografía se vuelve su pasión, reconvirtiendo su cuarto en un estudio[1]

Entre los años 1975 y 1979 fue estudiante de la universidad de bellas artes de Providence, la Rhode Island School of Design en Providence. Esta universidad se reconoce por ser una de las escuelas de arte más antiguas de Estados Unidos. Dentro de ésta, conoce al fotógrafo Aaron Siskind, que forma parte del profesorado. También descubre el trabajo de otros grandes artistas de su ámbito como Man Ray o Daune Michals. Desde su primer año, Francesca destaca por sus habilidades artísticas. Mientras cursa sus estudios en Providence, se traslada a vivir a Pilgrim Mills, un edificio industrial que le sirve de estudio.[1][7][10]

Fue aceptada en el Programa de Honores que le permitía vivir durante un año en las instalaciones de la escuela en Palazzo Cenci en Roma.[11]​ Gracias a haber vivido en Italia con anterioridad, no le fue problema adaptarse a su cultura ni a su lengua. Conoció y se unió a un grupo de artistas ligados a la galería y Librería Maldoror. La librería era un espacio de encuentro para artistas jóvenes, debido a que sus propietarios Giuseppe Casetti y Paolo Missigoi les atraía todas aquellas personas relacionadas con los movimientos vanguardistas, más específicamente, aquellas relacionadas con el futurismo, surrealismo y simbolismo. Son los propietarios quienes consiguen meter a Woodman dentro de una exposición de cinco jóvenes artistas en la Ugo Ferranti Gallery, donde era la única americana que participaba. Esta se convierte en su primera exposición individual. [1][7][10]

Las únicas obligaciones que tiene Francesca en esta etapa es asistir a clases de Historia del arte. Esto es determinante ya que comienza a expandir y experimentar su arte más allá de los trabajos estudiantiles[12]​. Es en Roma donde alguno de sus trabajos más conocidos a día de hoy salen a la luz, como por ejemplo On Being an Angel, Glove Serie, Self-deceit. Comienza a realizar retratos a amigos como Sabina Mirri y Paolo Missiogi que se ven en su cuaderno Portraits Friends Equations.[1]​ Durante su estancia en la capital italiana (1977-1978) se deja influir por la historia y el arte de la decadencia romana, madurando como fotógrafa; descubriendo la fotografía como una vía de expresión a través del cuerpo. En sus fotografías se empezó a vislumbrar un estilo predefinido caracterizado por la decadencia a través de paredes vacías, espacios cerrados y objetos antiguos[13]​. El sujeto único en sus fotografías era una característica predominante que acentuaba gracias al tratamiento de la luz en el espacio.[14]​ Sus fotografías reformulan la imagen de la mujer.[1][7]

Finalmente, en el otoño de 1978 acaba su último semestre en la universidad Rhode Island School of Design y elabora la exposición Swang Song, en la galería Woods-Gerry. En esta exposición se debe recalcar la excéntrica composición de sus obras en el espacio, porque encontramos algunas de ellas que casi llegan a tocar el techo, como otras a pie del suelo, combinándose entre sí con diferentes tamaños cada una de ellas. En ellas vemos influido un estilo surrealista y futurista del cual ella se empapó en su estadía en Roma. Woodman estuvo dentro de la primera generación de graduados en fotografía de Estados Unidos.[1][7]

En 1979 se trasladó a Nueva York, donde quiso hacer carrera fotográfica. Sloane Rankin quiso hacer conocido el trabajo de su amiga, pero no consiguió convencer al galerista Holly Solomon, que consideraba que el trabajo de Francesca era prometedor, pero no lo suficientemente desarrollado como para exhibirlo. Woodamn pasó ese mismo verano en Stanwood, Washington para visitar a su pareja, Benjamin Moore que estudiaba en la Escuela Pilchuck Glass.[15][7]​Es justo ahí cuando creó una serie fotográfica sobre temas domésticos. Cuando volvió a Nueva York, intentó dar a conocer su trabajo y consiguió realizar algunas exposiciones en la galería Daniel Wolf y mostrar su trabajo de cianotipos en el Alternative Museum. Mientras su trabajo se fue expandiendo de forma silenciosa, ella comenzó a trabajar en ámbitos que, a primera instancia, parecían alejados de su estilo fotográfico, pero muchos de ellos estuvieron intrínsecamente relacionados con el mundo del arte. Fue modelo para pintores, asistente de fotógrafos y secretaria. Pero el trabajo que mayor interés le causó fue el de fotografía de moda, el cual le permitió seguir ejerciendo su profesión y ganar dinero. En este sector de la publicidad y la moda descubrió el trabajo de Deborah Turbeville[16]​, que se caracterizaba por situar a las modelos en escenarios gótico-melodramáticos como en edificios o pasillos desolados u oscuros. Woodman se empapó de este estilo que luego reflejó en sus futuras fotografías. Francesca envió diversos portfolios de su trabajo a los fotógrafos de moda, pero no resultó en nada.[17][1]

En el verano de 1980 realizó una residencia artística en la McDowel Colony, en Peterborough, New Hampshire. Allí creo una serie de fotografías donde exploró la naturaleza y los recursos que esta le daba para complementar su obra. También experimentó con su propio cuerpo en este mismo proyecto para conseguir tratar temáticas sobre algo más elevado, cuenta la carta que les escribió a su amiga Suzanne Santoro, residente en Roma. En esta época, su creación artística fue mucho más meticulosa y elaboró de forma más metódica la composición, a partir de bocetos antes creados, para trabajar la narrativa de sus imágenes. Francesca, también produjo seis libros, y el más destacable es el originado en 1981 llamado Some Disordered Interior Geometries, porque es el único que llegó a publicar en vida y que empezó a trabajar desde su estadía en Roma. Aun volcando enormes esfuerzos en su obra artística, jamás acabó de estar convencida de esta. Lo que realmente le llevó al suicidio fue una respuesta mediocre por parte del público a su fotografía y un romance roto recientemente. Su padre sugirió que la razón del suicidio fue por una solicitud fallida de financiamiento del National Endowment for the Arts.[18]​Todo ello hizo que Francesca Woodman cayera en una depresión y finalmente, unos pocos días después de lanzar su libro, en el 19 de enero de 1981, decidió quitarse la vida con solo 22 años, saltando por una ventana del loft del Lower East Side de Manhattan, Nueva York.

No fue el primer intento de suicidio, fue el segundo. El primero fue en septiembre de 1980 en el que afortunadamente sobrevivió, e inmediatamente empezó a recibir tratamiento psiquiátrico y se mudó con sus padres, que además, también vivían en Manhattan.[19]​ Luego de intentar suicidarse, en una carta a un amiga ex compañera de la Rhode Island School of Design, Sloane Rankin, escribía las siguientes palabras:

Fuentes recogen que nadie era capaz de identificar el cuerpo debido a que el rostro estaba completamente desfigurado. Tampoco tenía ninguna de sus pertenencias, por ello se quedó en la morgue hasta que finalmente alguien la reconoció por la ropa que vestía.[2][18]

Los expertos siempre han intentado determinar cuál es el movimiento artístico que representa las obras fotográficas de Francesca Woodman. Ante todo, cabe aclarar, que Francesca tenía un estilo muy independiente y ella misma, no se acogía en ningún estilo o grupo, pero cabe recalcar, que es cierto, que para crear sus obras tomó influencias de su alrededor.[1]

Sus obras adquieren un estilo tardoromántico decimonínica. Este tipo de estética la podemos relacionar con la fotografía victoriana de Oscar Gustav Rejlander, el cual se dedicaba al autorretrato y la fotografía de desnudos. Más tarde, para la obtención de sus obras, hacía bocetos preliminares y luego, manipulaba los negativos.[20]​A sabiendas de que para Francesca era una lectura habitual las novelas victorianas, podemos ver en sus imágenes figuras femeninas espectrales, atrapadas detrás de las paredes, del papel pintado; con la ropa arrugada o directamente desnuda. Una historia más que contada, insinuada.

En el trabajo de Woodman encontramos factores que nos llevan a pensar que se influenció por el fotógrafo Man Ray. Este busca en el cuerpo desnudo de la mujer un lugar romántico, una búsqueda de amor psicológico. La influencia directa en la obra de Francesca es indiscutible por los elementos del cuerpo amorfo, el desnudo, y, por último, la rotación desorientada de la imagen. Es innegable los detalles surrealistas que engloba su obra, como la de Woodman. Francesca como Man Ray o Mercet Oppenheimen dibujaban una línea opaca entre el erotismo y la abstracción. Así difuminaban las ideas del sexo y erotismo en el arte. [21]

Francesca Woodman conoció el trabajo simbolista del artista alemán Max Klinger en su estadía en Roma. Los temas que calaron directamente a Francesca fueron los de fantasía y deseo. Así que comenzó a sustituir objetos para representaciones literales fálicas o sexuales. Por último, encontramos a la artista Deborah Turbeville, famosa por sus apariciones en Vogue con una apuesta independiente en el mundo de la moda, desafiando los clichés del ámbito. Francesca sintonizó ropa y escenarios góticos victorianos. Los padres Woodman encontraron una carta no enviada que había escrito su hija a Deborah solicitando ser su asistente.[21]

La obra de Francesca Woodman es fácilmente identificable gracias a aspectos como blanco y negro, el autorretrato, escenarios derruidos y melancólicos. Ella fue un punto de inflexión dentro de la autorreferencialidad, por ello, el estudio de esta a partir de los años 90, ha sido de gran interés. Para poder entender la obra Francesca vamos a referirnos a tres grandes elementos que determinan por completo su obra.[13]

En todo momento podemos ver elementos que caracterizan la obra de Francesca Woodman como puede ser el blanco y negro o el desnudo, pero si miramos más allá, todo esto es creado y agrupado en su fotografía para buscar el ‘’yo’’. Muestra la necesidad de indagar en el ser, buscar en la experiencia. En el libro Francesca Woodman and the Kantian Sublime (2010), de Claire Raymond, la autora nos explica la importancia del autorretrato para la investigación del ser.

Este tema del reconocimiento otorga a la obra un sentido simbólico. La fotógrafa intenta investigar y encontrar su identidad, eso significa que todas las series fotográficas que realizó son juegos y mecanismos para extraer información de ella misma. En esta continua búsqueda, acude a sus emociones para proyectarlas a través de sus imágenes.

Su cuerpo, amigos y familia, los escenarios, los espacios y los objetos se convierten en canalizadores que buscan la identificación del artista. Se convierten en herramientas para desvelar algo oculto. El ejercicio del autorretrato ayuda a duplicarse a Woodman para verse a sí misma en tercera persona. La fotógrafa estaba completamente inmersa en este juego, camuflándose, tapándose la cara, volviendo poco nítidas las imágenes. Con ello deducimos que Francesca no se quiere ver a sí misma y prefiere desaparecer detrás de los objetos que le facilita la composición fotográfica.

El recurso más habitual en las fotografías de Francesca Woodman es su propio cuerpo como herramienta para proyectar sus emociones. Normalmente, el gesto de salir desnudo ante la cámara equivale a representarse a uno mismo sin máscaras, representando completamente lo que uno es y exponiendo en público la propia identidad.

Los desnudos de Francesca son sutiles. Ella le da un tratamiento a su propio cuerpo más cercano al romanticismo y la espiritualidad. Su cuerpo es representado tanto desnudo como vestido y en diferentes espacios, como parte de su investigación personal. El retrato de su cuerpo es etéreo intentando aludir a un plano más elevado que el terrenal. Su cuerpo es casi una visión fantasmal. La incapacidad de reconocerse implicó para ella realizar de forma convulsiva diversos reportajes.

La acción de camuflar es sinónimo de disfrazarse, aparentar ser algo que realmente no eres. Esta temática la podemos ver reflejada en las vanguardias, sobre todo en el movimiento surrealista, y se basa en la mímesis con el entorno que implica no poder ser visto. En diversas series fotográficas encontramos representado el cuerpo de Woodman ocultándose; jugando y vinculándolo con su entorno. Los objetos y paredes se van apoderando de su cuerpo mostrándonos la faceta melancólica de sus fotografías. Su objetivo es reconocerse a sí misma en el entorno.

La incansable relación que quiere conseguir con espacios decadentes, nos remiten a un sentimiento de fragilidad humana ante el paso del tiempo y la pérdida de un pasado. Las fotografías llevan impregnadas un sentimiento de nostalgia. Pero juega con otros temas narrativos como el de la muerte intentando relacionarse con las tumbas del cementerio

La melancolía es la emoción que abunda en todos sus trabajos en el momento que Francesca intenta profundizar en su propia alma y en sus emociones. Utiliza escenarios derruidos y objetos antiguos para evidenciar el paso del tiempo y los sentimientos de angustia y nostalgia que eso conlleva.

Para Francesca Woodman el medio preferido para sus imágenes era el libro: sus fotos pasaban desapercibidas en galerías, sobre todo si tenían que competir con las imágenes de moda, aumentadas a tamaños descomunales. Diseñó libros para recoger sus fotografías, pero solo se publicó uno de ellos: Algunas geometrías interiores desordenadas (Some Disordered Interior Geometries), en 1981.

Durante su estancia en Roma, elabora fotografías en las que el fondo muestra paredes deterioradas, enfatizando la calidad geométrica del origen arquitectónico clásico, cuyo estado es ruinoso. Estos escenarios recuerdan ambientes en los que le gustaba ubicar su trabajo en Rhode Island, donde buscaba viejas mansiones victorianas o fábricas abandonadas que le pudieran ofrecer el contexto apropiado para lo que quería expresar. En este periodo, sus fotografías muestran la influencia de los pintores clásicos italianos; por ejemplo en su serie Calendario Pez - 6 días (Fish Calendar - 6 Days), compone un aspecto general de naturalezas muertas junto con desnudos parciales.

A pesar de su breve vida, Francesca Woodman tuvo una gran influencia en las generaciones posteriores de fotógrafas.

Francesca Woodman consiguió realizar pocas exposiciones individuales en vida, pero las más destacables son:

Por otro lado, algunos de las exposiciones colectivas son:



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