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Heteronormatividad



Heteronorma o heteronormatividad es un término utilizado para definir que existe un régimen impuesto en la sociedad, en ámbito político y económico que impone las relaciones sexual-afectivas heterosexuales mediante diversos mecanismos médicos, artísticos, educativos, religiosos, jurídicos, etc. y mediante diversas instituciones que presentan la heterosexualidad como necesaria para el funcionamiento de la sociedad y como el único modelo válido de relación sexoafectiva y de parentesco. Según los propulsores del término existe un régimen que se retroalimenta con mecanismos sociales como la marginalización, invisibilización o persecución.

Según los defensores de esta idea, este régimen tiene como base un sistema dicotómico y jerarquizado. Esto incluye la idea de que todos los seres humanos se distribuyen en dos categorías distintas y complementarias: varón y mujer; que las relaciones sexuales y maritales son normales solamente entre personas de sexos diferentes; y que cada sexo tiene ciertos papeles naturales en la vida. Así, el sexo físico, la identidad de género y el papel social del género deberían encuadrar a cualquier persona dentro de normas íntegramente masculinas o femeninas. En consecuencia, la heterosexualidad es considerada como la única orientación sexual normal y aceptada. Las normas que este término describe o critica pueden ser abiertas, encubiertas o implícitas. Aquellos que identifican y critican la heteronormatividad dicen que deforma el discurso al estigmatizar conceptos diferentes tanto de sexualidad, como del género y hacen ciertos tipos de autoexpresión más difíciles.

El concepto posee raíces en la noción de Gayle Rubin del sistema sexo/género. La primera en hablar del régimen social es Adrienne Rich como heterosexualidad obligatoria en 1980.[1]​ El término heteronormatividad fue creado por Michael Warner en 1991.[2]​ En una serie de artículos, Samuel A. Chambers intentó teorizar la heteronormatividad más explícitamente como un concepto que revela las expectativas, demandas y restricciones producidas cuando la heterosexualidad es tomada como normativa dentro de una sociedad.[3][4]

En los años 1980, Monique Wittig y Adrienne Rich afirman que el feminismo contiene una presunción de heterosexualidad en sus teorías y prácticas políticas.

Pero Wittig, va aún más allá, en un congreso en EE. UU. afirma que «las lesbianas no son mujeres» en tanto que el concepto mujer siempre se define en relación con el hombre: «Sería impropio decir que las lesbianas viven, se relacionan, o hacen el amor con mujeres porque la mujer no tiene sentido más que en los sistemas heterosexuales de pensamiento y en los sistemas económicos heterosexuales». Las lesbianas, con sus prácticas, desplazamientos y resignificaciones presentan otras formas de ser en el mundo y no pueden ser definidas como mujeres. El principal objetivo de Wittig es problematizar las identidades que supuestamente se desprenden del cuerpo y de la sexualidad, es decir, cuestionar la continuidad que se cree que existe entre el sexo y el género así como el binarismo hombre-mujer.

Por último, Monique Witting, concebirá a ambos (hombres y mujeres homosexuales) junto con las mujeres y a «todos» como «los otros», las otredades que la heteronormatividad ha situado en la opresión. De esta forma, Wittig, establece una importante alianza identitaria, basada en la opresión compartida, entre el movimiento gay y lesbiano y el movimiento feminista y abre una profunda brecha, de la que la teoría feminista aún no se ha recuperado, en el sujeto de representación política y ontológica del feminismo.

Cathy J. Cohen define la heteronormatividad como la práctica y las instituciones “que legitiman y privilegian la heterosexualidad y las relaciones heterosexuales como fundamentales y ‘naturales’ dentro de la sociedad”.[5]​ Su obra enfatiza la importancia de la sexualidad implicada en estructuras mayores de poder, inseparable de raza, género y opresión de clase. Señala los ejemplos de madres solteras en que reciben ayuda del Estado (particularmente mujeres negras) y trabajadoras sexuales, que pueden ser heterosexuales, pero no son heteronormativas, ya que no son percibidas como “normales, morales o merecedores de ayuda del Estado” o de legitimación.[5]

La heteronormatividad ha sido usada en la explotación y crítica de las normas tradicionales de sexo, identidad de género, papel social de género y sexualidad y de las implicaciones sociales de estas instituciones. Es descriptiva de un sistema dicotómico de categorización que vincula directamente el comportamiento social y la identidad propia, con los genitales del individuo. Esto significa entre otras cosas que, visto que existen conceptos estrictamente definidos de masculinidad y feminidad, existen paralelamente comportamientos esperados tanto de hombres, como de mujeres.

Originalmente, concebido para describir las normas contra las cuales los «no heterosexuales» luchan, el término rápidamente se incorporó tanto en el debate de género, como en el de transgénero. También es frecuentemente usado en debates posmodernos y feministas. Aquellos que usan este concepto frecuentemente apuntan a las dificultades enfrentadas por los que mantiene un punto de vista dual de la sexualidad, por la presencia de excepciones claras de freemartins (hembras estériles) en el mundo bovino, a seres humanos intersexuales, con características sexuales de ambos sexos. Estas excepciones son tomadas como evidencias directas de que, ni el sexo, ni el género, son conceptos que puedan ser reducidos a una proposición de «o este, o aquel».

En una sociedad heteronormativa, la asignación binaria como hombre o mujer del género conduce a una falta de elección posible en cuanto al comportamiento social y sexual, siendo requisito que los individuos sientan y expresen deseo solamente por compañeros del género «opuesto». En la obra de Eve Sedgwick, por ejemplo, este emparejamiento heteronormativo define exclusivamente la orientación sexual de alguien en términos del sexo y el género de la persona que ella escoge para hacer sexo, ignorando otras preferencias que puedan haber relativas al sexo.[6]




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