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Hipersensibilidad electromagnética



Se llama hipersensibilidad electromagnética[1]​ o electrohipersensibilidad[2]​ al padecimiento de una gran variedad de síntomas que los afectados atribuyen a la exposición a campos electromagnéticos de baja intensidad como antenas de telefonía o líneas de alta tensión.[2]​ Según la OMS, las evidencias científicas parecen indicar que no hay pruebas fehacientes de que la exposición a campos de radiofrecuencia de nivel inferior a los que provocan el calentamiento de los tejidos tenga efectos perjudiciales para la salud, sin que hasta ahora se haya conseguido probar que exista una relación causal entre la exposición a campos electromagnéticos y ciertos síntomas notificados por los propios pacientes.[1][2]

Los pacientes que afirman tener hipersensibilidad electromagnética dicen verse afectados por campos electromagnéticos no ionizantes con intensidades mucho menores de las que causan efectos fisiológicos y menores que las permitidas por los diferentes estándares de seguridad. La mayoría de las pruebas de provocación hasta la fecha han mostrado que los pacientes descritos con hipersensibilidad electromagnética eran incapaces de distinguir entre la exposición a campos electromagnéticos reales o simulados, lo que apuntaría al efecto nocebo como posible causa.[3][4]

Las revisiones sistemáticas efectuadas en el 2005 y 2006 por la Agencia de Protección de Salud del Reino Unido incluyeron una evaluación de la efectividad de distintos tipos de tratamiento para la sensibilidad electromagnética y encontraron que la terapia con mejor resultados es la terapia cognitivo-conductual.[5][6]​ Desde 2005 la Organización Mundial de la Salud recomienda que la gente que presenta síntomas atribuidos a los campos eletromagnéticos sean evaluados para determinar si tienen alguna condición médica, así como una valoración psicológica y una evaluación del entorno por temas como ruido o polución ambiental.[7]

Los estudios clínicos científicos, que utilizan el método doble ciego, han demostrado que las personas que afirman estar afectadas de hipersensibilidad electromagnética son incapaces de sentir los campos electromagnéticos, y no existe una relación causal entre la exposición y los síntomas. Esto ha llevado a la conclusión de que la sugestión es el mecanismo psicológico que juega un papel importante tanto como causante como exacerbador de los síntomas.

En un estudio psicológico se ha comprobado que el mero alarmismo informativo en los medios de comunicación son capaces de aumentar e incluso causar los síntomas en pacientes que se autodiagnostican hipersensibilidad electromagnética, reforzando la conclusión de que se trata de una falsa creencia, una afección psicológica.[8]

Según una encuesta de 2001, los pacientes relacionaban sus síntomas con las antenas de telefonía móvil (74%), seguidas por los teléfonos móviles (36%), teléfonos inalámbricos (29%) y líneas eléctricas (27%). La encuesta no estaba diseñada para encontrar ninguna conexión causal entre la exposición al campo electromagnético y la mala salud.[9]

Según la Agencia de Protección de la Salud de Reino Unido, no es posible definir de manera significativa la sensibilidad eléctrica. Los pacientes de «sensibilidad eléctrica» tienen síntomas que pueden ser agrupados en dos categorías: síntomas cutáneos faciales y síntomas inespecíficos generales que afectan a un amplio rango de sistemas del cuerpo. Los estudios publicados no presentan evidencia de que las emisiones radioeléctricas causen el síndrome. Diversas terapias psicológicas parecen tener una relativa eficacia.[10]

Aquellos que informan de hipersensibilidad electromagnética normalmente describen diferentes niveles de susceptibilidad a los campos eléctricos, magnéticos y a varias frecuencias de ondas electromagnéticas (incluyendo luces de bajo consumo, fluorescentes, microondas de los móviles y teléfonos inalámbricos), así como al Wifi pero sin que exista coherencia en la gravedad de los síntomas entre los distintos afectados.[11]​ Otros estudios de afectados por hipersensibilidad electromagnética no han encontrado un patrón consistente en esos síntomas[9][12]​ pese a que cualquier síntoma es atribuido por el paciente a campos electromagnéticos.[cita requerida]

Una minoría de personas que padecen de hipersensibilidad electromagnética afirman que están gravemente afectados por ella. Por ejemplo, una encuesta estimó que aproximadamente el 10% de los afectados de hipersensibilidad electromagnética en Suecia habían tomado una baja por enfermedad, una jubilación anticipada o una pensión por invalidez, notablemente superior al 5% de la población general no afectada.[12]​ Para los afectados, sus síntomas pueden tener un impacto significativo en su calidad de vida, con problemas de discapacidad psíquica, mental y social y trastornos psicológicos.[9]

Al no ser una enfermedad diagnosticable no se puede evaluar su prevalencia, y los únicos datos provienen de encuestas y se refieren a personas autodiagnosticadas. En 2002, una encuesta de 2072 personas en California resultó en un resultado de un 3% (95% IC 2,8-3,68%), con la hipersensibilidad electromagnética definida como «ser alérgico o muy sensible a estar cerca de aparatos eléctricos, ordenadores y líneas de alta tensión» (tasa de respuesta 58,3%).[13]

En una encuesta similar del mismo año en el Condado de Estocolmo (Suecia), se estableció una prevalencia del 1,5% de hipersensibilidad electromagnética autodiagnosticada en la muestra, definiendo la hipersensibilidad electromagnética como «hipersensibilidad o alergia al campo eléctrico o magnético» (tasa de respuesta 73%).[12]

Una encuesta realizada en Suiza en el año 2004 identificó una prevalencia del 5% de autodiagnóstico de hipersensibilidad electromagnética en una muestra de 2048 personas.[14]

En 2007, una encuesta en Reino Unido dirigida a un grupo aleatorio de 20 000 personas encontró una prevalencia del 4% en síntomas autoatribuidos a la exposición electromagnética.[15]

Un grupo de científicos también intentó estimar el número de personas reportando «síntomas subjetivos» del campo electromagnético para la Comisión Europea.[16]​ En palabras de la revista HPA, la conclusión fue que «las diferencias en la prevalencia fueron al menos debidas a las diferencias de información disponible y atención mediática sobre la hipersensibilidad electromagnética que existen en los diferentes países». Otros expertos han expresado puntos de vista similares.[10]

El siguiente estudio realizado en 2005 por la Organización Mundial de Salud (OMS) concluyó que:

«La hipersensibilidad electromagnética se caracteriza por una variedad de síntomas no específicos que difieren de un individuo a otro. Los síntomas son ciertamente reales y pueden variar ampliamente en su gravedad. Sea cual sea la causa, la hipersensibilidad electromagnética puede ser un problema incapacitante para la persona afectada. La hipersensibilidad electromagnética no tiene un criterio de diagnóstico claro y no hay base científica para relacionar los síntomas de la hipersensibilidad electromagnética con la exposición a campos electromagnéticos. Por otra parte, la hipersensibilidad electromagnética no es un diagnóstico médico, ni tampoco está claro que represente un problema médico individual.»[1]

Aunque los individuos que reportan hipersensibilidad electromagnética creen que los campos electromagnéticos de aparatos eléctricos comunes pueden desencadenar o agravar sus síntomas, no se ha establecido que esos campos tengan algún papel en la causa de esos síntomas.[17]​ Los afectados y sus grupos de apoyo están convencidos de la relación causal de los campos electromagnéticos, pero actualmente la literatura científica no apoya esa relación.[17]​ Algunos profesionales consideran que la hipersensibilidad electromagnética es una condición física que no tiene una causa clara, mientras que otros sugieren que algunos aspectos pueden ser psicológicos.[1][3]​ Las revisiones sugieren que los mecanismos psicológicos pueden tener un papel en la causa o el empeoramiento de los síntomas.[18]​ Las investigaciones también muestran diferencias neurofisiológicas entre los individuos sensitivos y los controles. Esto puede reflejar una respuesta de estrés psicofisiológico al participar en el estudio o un desequilibrio más general en el sistema de regulación nervioso autónomo.[1][19][20][21][22]

Algunos afectados y grupos de apoyo argumentan que los estudios pueden estar influenciados por la posible implicación política de los efectos de salud negativos de los campos electromagnéticos.[23]

En 2005, una revisión sistemática analizó los resultados de 31 experimentos probando la función de los campos electromagnéticos en la causa de la hipersensibilidad electromagnética. Cada uno de esos experimentos exponía a la gente que informaba de hipersensibilidad electromagnética a campos electromagnéticos falsos y otros verdaderos ante condiciones de ciego único o doble.[3]​ La revisión concluyó que:

«Los síntomas descritos por los afectados de "hipersensibilidad electromagnética" pueden ser graves y a veces incapacitantes. Sin embargo, se ha mostrado que es difícil mostrar bajo condiciones de ciego que la exposición a campos electromagnéticos puede desencadenar esos síntomas. Esto sugiere que la "hipersensibilidad electromagnética" no está relacionada con la presencia de campos electromagnéticos, aunque se necesita más investigación sobre este fenómeno.»

Se descubrió en siete estudios una asociación, mientras 24 no pudieron relacionarla con los campos electromagnéticos. Sin embargo, de los siete estudios positivos, dos no pudieron ser replicados incluso por los autores originales, tres tenían defectos metodológicos graves y los dos finales presentaban resultados contradictorios. Desde entonces, se han publicado mucho más experimentos de doble ciego que informan que los afectados de hipersensibilidad electromagnética no pueden detectar la presencia de campos electromagnéticos y son más propensos a informar de problemas de salud tras una exposición falsa, como si hubieran sido expuestos a campos electromagnéticos verdaderos.[24][25][26]

Uno de los estudios que Rubit et al. revisó, conocido como el estudio Essex, recibió algunas críticas por su metodología y análisis, y los autores respondieron a estas críticas iniciales en su totalidad.[27]​ Los autores señalaron que su estudio no decía nada sobre los efectos a largo plazo de la exposición a campos magnéticos, pero aquellos afectados generalmente afirmaban responder a los campos a los pocos minutos.

En enero de 2010 Rubin et al. publicó un seguimiento de su revisión original que incluía 15 experimentos hechos desde su última revisión original, trayendo un total de 46 experimentos de doble ciego y 1175 individuos que afirmaban hipersensibilidad. El estudio confirmaba los resultados del original, afirmando que «no se pueden encontrar pruebas sólidas» para apoyar la hipótesis de que la exposición electromagnética cause la hipersensibilidad electromagnética. La revisión también encontró que los estudios incluían el apoyo del papel del efecto nocebo en el desencadenamiento de los síntomas agudos en aquellos con hipersensibilidad electromagnética.[28]

En 2008, otra revisión sistemática había llegado a la misma conclusión que Rubit et al.[4]

Un informe de 2005 realizado por la Agencia de Protección de la Salud de Reino Unido concluyó que la hipersensibilidad electromagnética necesita ser considerada de forma independiente a su etiología; es decir, el sufrimiento es real, a pesar de que la causa subyacente no esté relacionada con los campos electromagnéticos. También escribieron que, teniendo en cuenta solo que la radiación electromagnética era el factor causante, no se estaban cumpliendo las necesidades de los afectados, aunque es necesaria una investigación continuada de su etiología.[10]

En 2002, hubo cierta polémica con la relación causal demostrada por el Llamamiento de Friburgo, una petición originada por el lobby médico ambiental alemán IGUMED, que estableció que «podemos ver una clara correlación temporal y espacial entre la aparición de (ciertas) enfermedades y la exposición a radiación de microondas pulsada de alta frecuencia», exigiendo restricciones radicales en el uso de teléfonos móviles.[29]​ En 2005 la OMS concluyó que no hay base científica conocida para la creencia de que la hipersensibilidad electromagnética es causada por la exposición a campos electromagnéticos.[1]

Actualmente no se acepta el diagnóstico de la hipersensibilidad electromagnética. No hay criterios de investigación aceptados aparte de los síntomas descritos por el propio paciente, y para los médicos no hay una guía de definición o pasos clínicos a seguir. No hay una prueba específica que pueda identificar a los afectados, aparte de los síntomas cutáneos que pueden ser subjetivos o no específicos. Los investigadores y la OMS han destacado la necesidad de una investigación cuidadosa. Para algunos, las denuncias de hipersensibilidad electromagnética pueden enmascarar una enfermedad orgánica o psiquiátrica y requieren tanto de una evaluación médica exhaustiva y tratamiento de los problemas específicos que pueden ser responsables de los síntomas, como de una evaluación psicológica para identificar los problemas psiquiátricos y/o psicológicos que pueden ser responsables o contribuyen a los síntomas.[1][30]

Una hoja informativa de la OMS también recomendaba una evaluación del lugar de trabajo y del hogar para encontrar factores que pueden contribuir a los síntomas presentados. Estos pueden incluir contaminación del aire interior, ruido excesivo, mala iluminación (luz parpadeante) o factores ergonómicos. También señalaron que «algunos estudios sugieren que ciertas respuestas psicológicas de (la hipersensibilidad electromagnética de) los individuos tienden a estar fuera de lo normal. En particular, la hiperreactividad del sistema nervioso central y desequilibrio del sistema nervioso autónomo necesitan tener un seguimiento en investigaciones clínicas y tomarse los resultados para los individuos como inicio para un posible tratamiento.»[1]

Actualmente no existe un diagnóstico específico que pueda llamarse "hipersensibilidad electromagnética", pero la OMS recomienda en líneas generales y sobre la base de la evidencia que esta afección aquejada por algunas personas tiene comorbilidad con el trastorno somatomorfo, y debería ser clasificado como tal.[31]

En las personas que informan de hipersensibilidad electromagnética con síntomas de larga duración y discapacidades graves, el tratamiento debe estar dirigido principalmente a reducir los síntomas y discapacidades funcionales. Esto debe hacerse en colaboración con un médico especialista cualificado para hacer frente a los síntomas y un higienista (para identificar y, si es necesario, controlar, los factores ambientales que pudieran tener efectos adversos relevantes en la salud del paciente).[1]

Aquellos que sienten que son sensibles a los campos electromagnéticos generalmente intentan reducir su exposición a fuentes electromagnética tanto como puedan. El eludir los campos electromagnéticos presenta grandes dificultades prácticas en la sociedad moderna. Los métodos habituales empleados por los afectados incluyen: evitar fuentes de exposición; desconectar o eliminar aparatos eléctricos; protegerse o ocultarse a sí mismo o su residencia; medicación; y terapias alternativas y complementarias.[9]

La Agencia de Protección de la Salud de Reino Unido revisó los tratamientos para la hipersensibilidad electromagnética, e informó del éxito de una «terapia neutralizante de sustancias químicas, tratamiento de antioxidantes, terapia cognitivo-conductual, acupuntura y shiatsu».[10]​ Se señaló que:

«Los estudios revisados sufren de una combinación de un número reducido de sujetos incluidos y la variación potencial tanto dentro como entre las poblaciones de estudio. Se da poca información sobre la exposición de los pacientes. Estos factores limitan la aplicabilidad general fuera del grupo de estudio. De los estudios donde estaban disponibles los detalles, sólo dos eran a prueba de placebo (acupuntura e intervención nutricional).»

También se señaló en la revisión que el éxito de una terapia tiene más que ver con ofrecer un ambiente de cuidados, en oposición a un tratamiento específico.

En 2006 una revisión sistemática identificó nueve ensayos clínicos que probaban diferentes tratamientos para la hipersensibilidad electromagnética:[32]​ cuatro estudios examinaban la terapia cognitivo-conductual, dos estudiaban un dispositivo que emitía radiaciones electromagnéticas blindadas, una examinaba la acupuntura y otra el consumo diario de tabletas con vitamina C, E y selenio. Los autores de la revisión concluyeron que:

«El conjunto de pruebas relativas a las opciones de tratamiento para la hipersensibilidad electromagnética es limitado y se necesita más investigación antes de que pueda hacerse cualquier recomendación clínica definitiva. Sin embargo, la mejor prueba actualmente disponible sugiere que la terapia cognitivo-conductual es efectiva con pacientes que informan ser hipersensibles a débiles campos electromagnéticos.»

En 2011, la BBC informó que algunos estadounidenses afectados se están desplazando a la zona denominada United States National Radio Quiet Zone, donde las transmisiones de radiofrecuencias están fuertemente limitadas.[33]

Es frecuente en internet encontrar en las páginas de asociaciones de electrosensibles todo tipo de teorías conspirativas y pseudociencia. Chemtrails, HAARP, las vacunas, se encuentran a menudo señalados como causas o adyuvantes del trastorno, lo que aumenta en los afectados la angustia y agrava sus síntomas. Asimismo, numerosas terapias alternativas y vendedores de apantallamientos se anuncian en ellas.[cita requerida]

En la serie de televisión Better Call Saul, el personaje secundario, Charles "Chuck" McGill (interpretado por Michael McKean), asegura tener dicho padecimiento.[cita requerida]



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